Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

2 oct 2014

Una temporada en la nostalgia................................................................. Eugenia de la Torriente


Desfile de Nicolas Ghesquière para Louis Vuitton. / Francois Mori (AP)

La semana de la moda que ha terminado en París cierra el calendario internacional para primavera/verano 2015.
 Tras un mes de desfiles, la conclusión es que se trata de una temporada muy poco memorable
. Ni quiera la cercanía con el arte de los últimos días sirvió para que la cita se elevara.
Nicolas Ghesquière (Comines, 1971) presentó su tercera colección para Louis Vuitton en un espacio espectacular.
El edificio que el arquitecto Frank Gehry ha proyectado como sede de la Fundación que lleva el nombre de la casa parece una nave espacial anclada en el bosque, ya que se encuentra en pleno Bois de Bologne
. Un prodigio arquitectónico que albergará un museo del que mucho se espera y poco se sabe. Bernard Arnault, presidente del grupo Louis Vuitton Moët Hennessy (LVMH), no ha querido desvelar demasiado sobre el contenido artístico del centro. Se trata de un entorno que —incluso vacío— supera cualquiera de las escenografías ideadas por el antecesor de Ghesquière en el cargo, Marc Jacobs. Cada centímetro emana un poderío apabullante.
La colección se empapó de ese aura de misterio
. La audiencia era conducida hasta las entrañas del sinuoso edificio y distribuida por oscuras galerías atravesadas por haces de luz diagonales que enfatizaban la sensación de estar embarcando para un viaje espacial
. Los espejos que cubrían las paredes no permitían hacerse una idea de las dimensiones reales del lugar generando una sensación de laberinto.
Antes de que las modelos empezaran a desfilar, una instalación en vídeo mostraba a varios rostros hablando al público.
 Aseguraban que la audiencia se encontraba “en un lugar que no existe” y se le proponía “un viaje al universo sin moverse” en un decorado con la dirección artística de Es Devlin.

Ghesquière nunca ha ocultado su fascinación por la ciencia ficción, tema que pobló muchos de sus diseños en los 15 años que pasó como director creativo de Balenciaga.
 En esta ocasión, vuelve al tema con una mirada distinta. En su nuevo hogar, Ghesquière se aleja de la vanguardia radical que le dio la fama y apuesta por una estética mucho menos compleja y más pragmática.
 Tal vez porque la magnitud comercial de Louis Vuitton, la mayor firma de lujo del mundo, no deja espacio para tantos experimentos.
 En todo caso, el vocabulario de Ghesquière se ha simplificado y se acerca a la realidad cotidiana del vestir. En lugar de recurrir a la manida visión del futuro que se tuvo en los sesenta, fabula con el porvenir que habría podido imaginarse en la década siguiente. Como tantos otros esta temporada, Ghesquière mira a los setenta (el tiempo de su primera infancia) y su retrofuturismo se nutre de vestidos de croché, pantalones de campana, terciopelo y estampados art noveau. Elementos que conviven con un cuero blanco ilustrado con objetos de uso diario: coches, secadores de pelo, auriculares…
 Una auténtica declaración de intenciones porque con él lo pragmático llega al corazón de la gran nave de Louis Vuitton.
El trabajo de la holandesa Iris van Herpen también se presentó en un museo, en este caso, el Pompidou
. La diseñadora, nacida en 1984, es la última ganadora del premio ANDAM, dotado con 250.000 euros y un año de tutoría por parte de François-Henri Pinault, presidente del grupo Kering. Van Herpen ha hecho buen uso de los medios que el galardón le ha facilitado en una impecable colección para primavera/verano 2015
. A partir de una visita al CERN, Van Herpen decidió explorar el dinamismo de las fuerzas de atracción y repulsión sobre las partículas
. Sus vestidos finales simulan el estallido de un cristal y consiguen que este material parezca elástico en unas esculturas corporales de efecto hipnótico que mezclan la ciencia, la naturaleza y el diseño. Los zapatos crecen de forma irregular formando escarpados perfiles
. Pero no solo hay piezas artísticas en su colección, vestidos y chaquetas de vocación más realista se bordan con plumas de plástico.
La decana en esto de la moda en un entorno artístico es la italiana Miuccia Prada, que mostró su colección de Miu Miu en el Palais d’Iéna como es habitual desde 2011.
Una joya arquitectónica de Auguste Perret de 1937 que sirve de sede a diversas actividades culturales y que, en esta ocasión, estaba intervenida con arcos de madera que lograban un efecto religioso.
 Pero nada de eso había en una colección de perversas muchachas de cejas finamente dibujadas y que seducen en verano con materiales toscos e invernales.
Con sus altas plataformas y abrigos ovalados, las chicas de Miu Miu transmiten nostalgia de un pasado oscuro en una primavera un poco triste.
 Lo que, finalmente, es un buen resumen de la temporada.

1 oct 2014

Isabel Preysler, viuda........................................................................ PILAR EYRE

¡Isabel Preysler, viuda! Un papel que no ha interpretado nunca.
 Soltera, casada tres veces, divorciada, separada. Pero viuda no
. Y lo es, desgraciadamente, desde hace pocas horas
. Eran las doce del mediodía cuando mi móvil ha escupido su lúgubre mensaje "Miguel Boyer sa mort". Me lo ha dicho uno de los amigos catalanes de aquel Miguel Boyer joven y luchador que venía a pasar los veranos a la Costa Brava, a Playa de Aro, con su primera mujer la ginecóloga Elena Arnedo y sus dos hijos.
 Franco aun vivía y Miguel aprovechaba para conspirar con los Roca Junyent y Joan Raventós para remodelar el proyecto socialista que iba a gobernar a España durante 14 años.
¡Cuánta agua ha pasado bajo el puente desde entonces!
 Aquel emblemático matrimonio progresista con tantas cosas en común se rompió en mil pedazos un día de primavera de 1982 en casa de Mona Jiménez.
Años más tarde fue la propia Isabel Preysler la que me lo contó, sentadas ambas en un sofá de su luminosa casa.
 Fue ella misma, que en 1982 llevaba dos años casada con el marqués de Griñón y que tenía una hija de cinco meses llamada Tamara, la que llamó a Mona y le preguntó si podía ir a sus populares cenas a base de lentejas.
 "Como no, además será muy interesante, estará Miguel Boyer, dicen que va a ser ministro cuando ganen los socialistas.
 No, su mujer no va a venir, trabaja mucho ¡siempre está cansada!".
Isabel nunca me contó si ya había visto a Miguel o precisamente quiso ir a la cena para conocerlo.
 Se cruzaron sus miradas y ya no se separaron en toda la noche.
 Ella era encantadora, coqueta y juvenil, se quitó los zapatos, se reía sacando un centímetro de lengua entre los dientes y no parecía tener ni un mes más que su hija Chabeli, fruto de su primer matrimonio con Julio Iglesias, que estaba a punto de cumplir 12 años
. A Miguel se le pusieron esos ojos que común y brutalmente conoce nuestro pueblo llano como de "cordero degollado" y esa expresión ya no se lo borró nunca.
 Sus posados en la revista 'Hola' son una muestra de lo que digo.
Boyer y Preysler, en 1987. GTRES
Esa noche primaveral Miguel cayó instantáneamente loco de amor por la Preysler aunque ella, según me contó: "Me fui enamorando poco a poco, me conmovía ver lo... que le gustaba".
 Fue un terremoto de tal calibre que le sorprendió a él mismo.
 Esa noche ya lo hubiera dejado todo y se hubiera ido detrás de Isabel, se lo repetía a sus amigos con saña: "Tengo derecho a ser feliz... nadie me puede quitar ese derecho...".
Pero Isabel tardaría tres años en decidirse a abandonar a su marido.
 Carlos es un hombre elegante, honrado y guapo, pero cuando yo le pregunté a Isabel por aquellos tiempos tan turbulentos, se limitó a contestarme con cierta tristeza y timidez:
-Miguel y yo nos enamoramos porque ninguno de los dos teníamos un matrimonio feliz.
Se encuentran a escondidas en pisos de amigos, en hoteles, los dos matrimonios incluso pasan los veranos juntos.
 Del verano del 82 es esa foto de Ibiza en la que se ve a una Isabel minifaldera, muy morena y con una cinta en la frente al estilo hippi, caminando al lado de Boyer que lleva entre las manos lo que vulgarmente se conocía como una "mariconera".
 La foto estaba mutilada, ya que en los extremos, con expresiones violentas, estaban Elena y Carlos.
Boyer con Elena Arnedo y Preysler con Carlos Falcó, a comienzos de los 80. EP
Pero públicamente nadie se atreve a decir nada.
 Ese año González gana las elecciones y el día 3 de diciembre nombra a Boyer ministro de Economía, lo que equivale a una vicepresidencia
. Su posición les sirve de blindaje. Carlos Griñón, molesto por lo que él califica de infamias, convence a Isabel para emitir un comunicado a través de 'Hola' en el que desmiente su separación.
Elena Arendo, abatida, con mala cara, únicamente una vez contestó a los periodistas que hacían guardia a la puerta de su casa de forma desabrida:
-Vayan a preguntar a la otra parte, porque a ella sí le gusta hablar.
Yo me los encontré el verano del 84 en Marbella
. Elena y Miguel habían alquilado una casa en los Monteros junto al matrimonio Solchaga. Estuvimos juntos en una moraga (sardinada). Todos iban con bañador, excepto Miguel que iba de pantalón largo, mocasines y camisa arremangada hasta el codo.
 No se molestó en disimular su aburrimiento e impaciencia.
 Finalmente terminó por desaparecer con sus dos escoltas, seguramente corrió a los brazos de Isabel en un apartamento en el Ancón.
 Elena, abatida, se volvió sola a casa.
 Cuando pasó al lado de los fotógrafos, se apiadaron de ella y bajaron las cámaras sin tomar ninguna imagen.

Flores en San Valentín

Lo que más le duele a Elena es saber que si Miguel si no se va de casa no es porque tenga dudas, sino porque la Preysler no se decide a dejar a su marido.
 Finalmente, como táctica para presionar a su amante, el superministro, como se le llamaba entonces, coge su maleta y se aloja en una habitación del pisito de Mona Jiménez.
 Carlos Griñón, al enterarse de que se ha separado de Elena, lo invita a comer a menudo en su casa de Arga 1.
 También va la secretaria de Boyer, Petra Mateos que, según se dice, hace de intermediaria entre su jefe e Isabel.
 El nombre en clave de Miguel en estas conversaciones telefónicas es "Begoña".
Carlos ni siquiera se altera el día de San Valentín, cuando entra y ve el enorme ramo de rosas amarillas en el vestíbulo que le había enviado Miguel a su mujer.
 Se limita a comentar:
-Se han equivocado, yo las había pedido rojas.
Boyer y Preysler, el día de su boda. GTRES
Miguel habilita una habitación como vivienda en el Ministerio de Hacienda, donde el 5 de febrero de 1985, día de su 46 cumpleaños, incluso tiene la humorada de celebrar una fiesta con Isabel como anfitriona.
Indecisa, Isabel le suplica una nueva prórroga y se va a París a hacer un curso de idiomas.
 Pero hasta París la sigue un devoto Miguel que viaja con el seudónimo de señor García.
 Allí salen con el matrimonio Rossi, ella Carmen Martínez Bordiu, e incluso se les ve juntos en Maxims.
De pronto, todo se precipita.
 El día 6 de julio de 1985 Felipe González obliga a dimitir a Miguel Boyer por sus disensiones con el otro vicepresidente, Alfonso Guerra
. Los periodistas de Interviú, que entonces dirigía Pablo Sebastián, fuimos los primeros en destapar el tema en portada, cuatro días después: "Miguel Boyer: bronca con Guerra y amor por la Preysler".
  Era la primera vez que en la portada de Interviú salía una señora completamente vestida.
El 31 de julio Miguel Boyer entró tranquilamente en la casa de Arga abriendo con su propia llave.
 El día anterior se había ido Carlos Griñón, acompañado tan solo por sus trofeos cinegéticos. Isabel se lamentaría también de los comentarios y burlas de esos días:
El matrimonio, con su hija Ana. GTRES
- ¡Cómo pueden decir que me fui con Miguel por su dinero! ¡Si no tenía un duro! ¡Yo tenía más que él! Su única posesión es ese cuadro que ves ahí.
Es un Sorolla que está en el hall de la casa de Puerta de Hierro, un retrato infantil de la madre y la tía de Miguel, que fallecería poco después. Isabel me comentaba enternecida:
-Me da pena mirarlo porque ahí ya tiene cara de enferma.
Un inmenso hall en un entorno lujoso lleno de alfombras buenas, plata por todas partes, sofás Chesterfield, muebles de caoba y una inmensa librería con los libros de historia de Miguel, uno de los mayores expertos en historia egipcia de España
. Poco antes de que cayera enfermo, hice de intermediaria entre él y una importante editorial que quería publicar un libro sobre el tema, Isabel parecía interesada pero al final se desestimó la propuesta.

Una nueva etapa

Isabel emprende ahora una nueva etapa de su vida
. Sin duda ninguna añorará a su marido, del que me dijo un día con admiración: "¡Me ha enseñado tantas cosas, quizás la más importante a distinguir de dónde y de quién vienen las críticas para tenerlas en cuenta o despreciarlas...!". Aunque añadía:
 "Él me dice que yo también le he enseñado mucho y que a pesar de la educación tan incompleta que he tenido, tengo buen fondo... se fía de mi criterio".
También sonreía con ternura al hablar de Miguel como padre: "¡Está chocho con su hija Ana! Somos más abuelillos que padres... Pilar, piensa que a veces estamos aquí, tranquilamente los dos, él lee y se toma una copa y de repente levanta la vista del libro y me dice ¡qué bien estamos, Isabel!".
Aunque quizás exteriormente no se le note, por su imperturbabilidad oriental y su buena educación, y también porque los últimos tiempos han sido tan duros que la han preparado para lo peor, por dentro estará destrozada.
En verano de 2012, unos meses después de que Boyer sufriese un derrame. EFE
Un amigo suyo me comenta con preocupación: "Con lo familiar que es Isabel y lo buena persona, no sé cómo remontará... La pena es que no sea muy creyente, perdió la fe que tenía en el colegio de monjas y después de la muerte de su hermana y del ictus de Miguel no ha tenido tiempo de levantar cabeza ¡aunque no lo sepamos, lleva mucho tiempo hundida!"
La gran pregunta, que en estos momentos tiene algo de monstruoso, es si se volverá a casar.
  Ella suele hablar con tremenda naturalidad de sus tres matrimonios: "Yo he vivido tres vidas distintas pero siempre he llevado conmigo mi mundo, mis familia, mis amigas, siempre han venido conmigo".
 A sus 63 años sigue siendo una mujer muy atractiva. Se lo comenté en una ocasión y pareció sinceramente sorprendida:
-¿Yo atractiva? No me considero en absoluto ni seductora ni atractiva. Si me miran los... en fin, hombres como dices tú, es porque soy conocida y ya está.
Recuerdo que ese día que estuvimos charlando en su casa, me acompañó hasta el porche, donde me esperaba un taxi, arrebujándose en un chal imaginario ¡Hacía frío!
 Le pregunté si la vida le había hecho más conformista.
 E Isabel esgrimió una sonrisa enigmática (sí, en efecto, el taxista se desmayó sobre el volante), se tocó el pecho como si ahí llevara una condecoración y me contestó:
 "No te creas, que aquí dentro..." Atención al futuro, que esta mujer hoy rota y enlutada, todavía nos puede dar muchas sorpresas.
 Ojalá, querida amiga.

Isabel Preysler y su 'pasión' por los retoques

Isabel Preysler y su 'pasión' por los retoques

La exmujer de Julio Iglesias es todo un referente de estilo, elegancia, y durante muchos años también de belleza.

 Pero lo cierto es que a sus 62 años, el abuso de la cirugía estética empieza a pasarle factura. 

Dicen que es atractiva, elegante, sabe estar en todo momento perfecta incluso en el entierro de su marido que fue de golpe, estaba perfecta parecía que tenía los modelos ya en casa y uno para cada ocasión, incluso su coleta no parecía echa sin saber dónde estás ni a dónde vas, su collar de perlas blancas para dar un toque de armonía, pero no debe estar tan segura ella de sí misma cuando se ha hecho todo tipo de cirujias estéticas.



















 

 y
nuestra Cher es

La rebelde que huyó por la ventana........................................................................ Álex Vicente

Lo tenía todo para terminar cantando nanas en brazos de algún político francés. Pero la modelo Caroline de Maigret decidió escaparse a otro género vital.

Productora musical, modelo, rebelde niña bien... Caroline de Maigret, fotografiada para ICON en París, viste camiseta de Majestic y braguitas de Calvin Klein. La mirada es suya / Pawel Pysz

Modelo a los casi 40, imagen de Prada, Chanel y Lancôme, productora musical de éxito, de linaje real y cercana a reputados políticos franceses, cuando tiene que rellenar un formulario que le pregunta por su profesión, Caroline de Maigret siempre lo pasa bastante mal
. “Desde muy joven, siempre ha sido mi gran problema. Soy productora musical, pero también modelo, escritora, embajadora de una ONG, madre y ama de casa
. Nunca sé qué escribir
. Por favor, búscame un término que me defina”, solicita. Por edad, currículo y dignidad humana, no nos atrevimos a llamarla it girl. ¿Ha probado con escribir, simplemente, polivalente? “No sé. Los funcionarios nunca lo aceptarán”. Y ella sabe de lo que habla: conoce la administración francesa como el patio de su casa. Además de todos los atributos mencionados, De Maigret también es heredera de una larga dinastía de políticos de origen aristocrático.
 Su abuelo, el príncipe Michel Poniatowski, descendiente del último rey de Polonia, fue ministro de Pompidou. Y su padre, el conde Bertrand de Maigret, fue diputado y teniente de alcalde de París.
A Caroline de Maigret, que cumplió los 39 años en febrero y parece curtida en varios frentes de batalla, se la reconoce de lejos. No solo por ser presencia fija en revistas, desfiles y eventos desde hace un par de décadas, sino también porque saca varias cabezas a cuantos se encuentran a su alrededor. Está estirada en una cama que no es la suya, en un apartamento que no le pertenece, en un barrio en el que nunca ha vivido. P
ero parece moverse por estos espacios como si hubiera nacido allí. “Es algo que me sucede siempre. Me encuentro a gusto en todas partes, tanto en un concierto de Alice Cooper como en la mesa de la reina de Inglaterra”, asegura. Hoy se encuentra en una casa con vistas a la impresionante puerta de Saint-Denis.
 En el pasado, el lugar fue territorio fronterizo: separaba París de sus arrabales. Desde la ventana, se escucha a un grupo de señores con turbante riendo a carcajadas, a pocos metros de las prostitutas chinas que ofertan sus servicios delante de una librería de segunda mano y de los mayoristas judíos que pueblan las calles del Sentier.
En la esquina, Caroline ha aparcado una vieja moto destartalada, en contradicción frontal con su glamuroso estatus. “Fue la única manera que encontré para que dejaran de robármelas”, se justifica.
El sujetador es de COS y el pantalón es de Rochas / Pawel Pysz
En este improbable cruce de culturas y clases sociales, Caroline de Maigret dice sentirse especialmente a gusto. Destinada a convertirse en una refinada señorita, decidió romper con su familia durante la adolescencia.
 Sus selectos orígenes familiares siempre le parecieron poco más que una cárcel dorada.
“Entendí que la educación que había recibido, tan tradicional y católica, no se ajustaba a quien era yo. Un episodio familiar [en el que prefiere no ahondar] me reveló que mis padres me habían inculcado valores hipócritas, porque ni siquiera ellos eran capaces de vivir de manera acorde con sus enseñanzas”, dice. A los 15 años, empezó a escaparse por la ventana para salir de noche. A los 18, decidió hacer la maleta. Ya nunca regresó. “Me inscribí a la Sorbona para estudiar filología y empecé a trabajar de modelo para poder pagar mi buhardilla. Mis padres no me hablaron durante un año”, recuerda.
Reconoce que ese oficio, a pesar de que le permitió abrazar la independencia, nunca la terminó por convencer del todo. “Ahora lo llevo mejor, porque no es lo único que hago. Incluso me llena de orgullo ser modelo a mi edad”, asegura. “Pero, cuando era mi único trabajo, no me gustaba nada. Me hacía sentir una gran frustración creativa e intelectual”.
Curiosamente, ese oficio con el que sueñan hordas de adolescentes de todo el mundo suele acabar siendo desdeñado por las que llegan a practicarlo
. La francesa asiente. “Es normal que sea así. Llega un momento, pasada la adolescencia, en que te das cuenta de que no podrás realizarte con un trabajo como este, que nunca estarás orgullosa de practicarlo. Hay que buscar otras cosas para completarlo”.
De MAigret, con chaqueta de Pallas. / Pawel Pysz
Una vez dijo que siempre le pareció absurdo que le pagaran tanto solo por caminar. “Me pasé un poco diciendo eso, porque es algo reduccionista
. Pero me costaba aceptar que ganara tanto dinero por no hacer nada. Mis amigos artistas, que trabajan el triple, se morían de hambre. Siempre me pareció muy injusto”. Cual discípula keynesiana, redistribuyó sus sobresueldos para producir a músicos y creadores de su entorno.
 Más tarde, creó el sello Bonus Tracks junto a su pareja, el músico Yarol Poupaud (hermano de Melvil, el rohmeriano protagonista de Cuento de verano), con el que produce a grupos rock de la escena parisiense, pero también a leyendas como Winston McAnuff, eterno músico de dub procedente de Jamaica, cuyo trabajo no fue editado en Europa hasta 2002.
Los cuarenta se dibujan en el horizonte, pero dice que nunca había tenido las cosas tan claras. “Cuanto más envejezco, más me acerco a esa antigua quimera de vivir solo en el presente.
 Uno no debe pensar en qué hará el fin de semana que viene, ni dónde se encontrará dentro de diez años
. Es imperativo introducir cierta espontaneidad en tu vida para sentirte vivo”, recomienda.
“Lo peor es vivir con miedo. Yo ya no experimento ese sentimiento, incluso en mi vida profesional. ¿Qué pasa si me equivoco? Es como con este libro. Sé que tendré malas críticas por escribir algo así, pero me da totalmente igual”. Habla de How to be Parisian wherever you are, escrito junto con tres amigas –una empresaria de éxito, una periodista de moda y una biógrafa de Françoise Sagan–, que se publica este mes en medio mundo.
El volumen pertenece a ese subgénero literario que tanto éxito tiene en el mercado anglosajón, consistente en vender las virtudes de la feminidad parisiense a las mujeres desde Coventry hasta Carolina del Sur.
 Libros que revelan por qué las francesas no engordan, por qué visten con tanto estilo, por qué sus vidas sexuales son envidiables
. Y por qué educan a sus hijos mil veces mejor que tú, inútil anglosajona.
 Lo interesante es que Caroline de Maigret no duda en parodiar el género, ridiculizar los tópicos sobre la parisienne y reírse a carcajadas de sí misma. “La única diferencia entre las francesas y las demás mujeres es que nosotras no intentamos jamás convertirnos en quienes no somos”, ironiza. “Hace mucho tiempo que dejamos de querer ser perfectas”.
Pero también cree que cuidan algo más su intelecto. “En Francia, la belleza no se juzga por el escote. A mí me alaba mil veces más que me digan que soy simpática o inteligente que guapa”, asegura esta parisienne de carne y hueso. “Pero, bueno, en el fondo sé que soy una mujer bella. Tal vez por eso me lo ponen todo un poco más fácil”.
De más joven, cuando frecuentaba a macarras e indeseables de la noche de su ciudad, asegura que camuflaba sus orígenes aristocráticos hablando peor de lo que sabía. “Imitaba el deje callejero y deletreaba mal mi apellido para que no supieran que era burguesa. Lo curioso es que ahora valoro todas esas cosas que me sacaban de quicio.
Ahora entiendo que fue una gran suerte recibir esa educación, que ha sido un plus en mi vida. Es algo que intento transmitir a mi hijo”, responde.
Como a sus distinguidos ancestros, la política la tentó, aunque fuera solo brevemente. “Quise estudiar Ciencias Políticas, pero terminé cambiando de opinión. Cuando mi padre entró en el Parlamento, me desencanté. Entendí que era un entorno corrupto.
Cada mañana, se encontraba sobres de dinero en la mesa de su despacho”, explica
. Cuesta visualizarla como ministra de Fomento, aunque no cabe duda de que se dedicaría a la tarea con el mismo ardor que suele gastar en todas sus ocupaciones. Hoy se define como “altamente escéptica” sobre el poder de la clase política para cambiar las cosas y se suma a ese socorrida muletilla que reza que “todos son iguales”. No cree en los partidos políticos, aunque se dice comprometida con las causas justas: por los derechos humanos, contra el racismo y por la educación de las mujeres, que defiende a través de Care, la ONG a la que representa.
En las pasadas elecciones europeas, se indignó públicamente al descubrir el resultado histórico de Marine Le Pen. “Son cosas que sobrepasan la política y que te obligan a reaccionar.
Es tremendamente absurdo censurar a los demás en función de su género, religión o color de piel. Yo parto de la base de que cada cual puede hacer con su vida lo que le dé la gana”
. Por lo menos, ella predica con el ejemplo.