Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

1 oct 2014

Isabel Preysler, viuda........................................................................ PILAR EYRE

¡Isabel Preysler, viuda! Un papel que no ha interpretado nunca.
 Soltera, casada tres veces, divorciada, separada. Pero viuda no
. Y lo es, desgraciadamente, desde hace pocas horas
. Eran las doce del mediodía cuando mi móvil ha escupido su lúgubre mensaje "Miguel Boyer sa mort". Me lo ha dicho uno de los amigos catalanes de aquel Miguel Boyer joven y luchador que venía a pasar los veranos a la Costa Brava, a Playa de Aro, con su primera mujer la ginecóloga Elena Arnedo y sus dos hijos.
 Franco aun vivía y Miguel aprovechaba para conspirar con los Roca Junyent y Joan Raventós para remodelar el proyecto socialista que iba a gobernar a España durante 14 años.
¡Cuánta agua ha pasado bajo el puente desde entonces!
 Aquel emblemático matrimonio progresista con tantas cosas en común se rompió en mil pedazos un día de primavera de 1982 en casa de Mona Jiménez.
Años más tarde fue la propia Isabel Preysler la que me lo contó, sentadas ambas en un sofá de su luminosa casa.
 Fue ella misma, que en 1982 llevaba dos años casada con el marqués de Griñón y que tenía una hija de cinco meses llamada Tamara, la que llamó a Mona y le preguntó si podía ir a sus populares cenas a base de lentejas.
 "Como no, además será muy interesante, estará Miguel Boyer, dicen que va a ser ministro cuando ganen los socialistas.
 No, su mujer no va a venir, trabaja mucho ¡siempre está cansada!".
Isabel nunca me contó si ya había visto a Miguel o precisamente quiso ir a la cena para conocerlo.
 Se cruzaron sus miradas y ya no se separaron en toda la noche.
 Ella era encantadora, coqueta y juvenil, se quitó los zapatos, se reía sacando un centímetro de lengua entre los dientes y no parecía tener ni un mes más que su hija Chabeli, fruto de su primer matrimonio con Julio Iglesias, que estaba a punto de cumplir 12 años
. A Miguel se le pusieron esos ojos que común y brutalmente conoce nuestro pueblo llano como de "cordero degollado" y esa expresión ya no se lo borró nunca.
 Sus posados en la revista 'Hola' son una muestra de lo que digo.
Boyer y Preysler, en 1987. GTRES
Esa noche primaveral Miguel cayó instantáneamente loco de amor por la Preysler aunque ella, según me contó: "Me fui enamorando poco a poco, me conmovía ver lo... que le gustaba".
 Fue un terremoto de tal calibre que le sorprendió a él mismo.
 Esa noche ya lo hubiera dejado todo y se hubiera ido detrás de Isabel, se lo repetía a sus amigos con saña: "Tengo derecho a ser feliz... nadie me puede quitar ese derecho...".
Pero Isabel tardaría tres años en decidirse a abandonar a su marido.
 Carlos es un hombre elegante, honrado y guapo, pero cuando yo le pregunté a Isabel por aquellos tiempos tan turbulentos, se limitó a contestarme con cierta tristeza y timidez:
-Miguel y yo nos enamoramos porque ninguno de los dos teníamos un matrimonio feliz.
Se encuentran a escondidas en pisos de amigos, en hoteles, los dos matrimonios incluso pasan los veranos juntos.
 Del verano del 82 es esa foto de Ibiza en la que se ve a una Isabel minifaldera, muy morena y con una cinta en la frente al estilo hippi, caminando al lado de Boyer que lleva entre las manos lo que vulgarmente se conocía como una "mariconera".
 La foto estaba mutilada, ya que en los extremos, con expresiones violentas, estaban Elena y Carlos.
Boyer con Elena Arnedo y Preysler con Carlos Falcó, a comienzos de los 80. EP
Pero públicamente nadie se atreve a decir nada.
 Ese año González gana las elecciones y el día 3 de diciembre nombra a Boyer ministro de Economía, lo que equivale a una vicepresidencia
. Su posición les sirve de blindaje. Carlos Griñón, molesto por lo que él califica de infamias, convence a Isabel para emitir un comunicado a través de 'Hola' en el que desmiente su separación.
Elena Arendo, abatida, con mala cara, únicamente una vez contestó a los periodistas que hacían guardia a la puerta de su casa de forma desabrida:
-Vayan a preguntar a la otra parte, porque a ella sí le gusta hablar.
Yo me los encontré el verano del 84 en Marbella
. Elena y Miguel habían alquilado una casa en los Monteros junto al matrimonio Solchaga. Estuvimos juntos en una moraga (sardinada). Todos iban con bañador, excepto Miguel que iba de pantalón largo, mocasines y camisa arremangada hasta el codo.
 No se molestó en disimular su aburrimiento e impaciencia.
 Finalmente terminó por desaparecer con sus dos escoltas, seguramente corrió a los brazos de Isabel en un apartamento en el Ancón.
 Elena, abatida, se volvió sola a casa.
 Cuando pasó al lado de los fotógrafos, se apiadaron de ella y bajaron las cámaras sin tomar ninguna imagen.

Flores en San Valentín

Lo que más le duele a Elena es saber que si Miguel si no se va de casa no es porque tenga dudas, sino porque la Preysler no se decide a dejar a su marido.
 Finalmente, como táctica para presionar a su amante, el superministro, como se le llamaba entonces, coge su maleta y se aloja en una habitación del pisito de Mona Jiménez.
 Carlos Griñón, al enterarse de que se ha separado de Elena, lo invita a comer a menudo en su casa de Arga 1.
 También va la secretaria de Boyer, Petra Mateos que, según se dice, hace de intermediaria entre su jefe e Isabel.
 El nombre en clave de Miguel en estas conversaciones telefónicas es "Begoña".
Carlos ni siquiera se altera el día de San Valentín, cuando entra y ve el enorme ramo de rosas amarillas en el vestíbulo que le había enviado Miguel a su mujer.
 Se limita a comentar:
-Se han equivocado, yo las había pedido rojas.
Boyer y Preysler, el día de su boda. GTRES
Miguel habilita una habitación como vivienda en el Ministerio de Hacienda, donde el 5 de febrero de 1985, día de su 46 cumpleaños, incluso tiene la humorada de celebrar una fiesta con Isabel como anfitriona.
Indecisa, Isabel le suplica una nueva prórroga y se va a París a hacer un curso de idiomas.
 Pero hasta París la sigue un devoto Miguel que viaja con el seudónimo de señor García.
 Allí salen con el matrimonio Rossi, ella Carmen Martínez Bordiu, e incluso se les ve juntos en Maxims.
De pronto, todo se precipita.
 El día 6 de julio de 1985 Felipe González obliga a dimitir a Miguel Boyer por sus disensiones con el otro vicepresidente, Alfonso Guerra
. Los periodistas de Interviú, que entonces dirigía Pablo Sebastián, fuimos los primeros en destapar el tema en portada, cuatro días después: "Miguel Boyer: bronca con Guerra y amor por la Preysler".
  Era la primera vez que en la portada de Interviú salía una señora completamente vestida.
El 31 de julio Miguel Boyer entró tranquilamente en la casa de Arga abriendo con su propia llave.
 El día anterior se había ido Carlos Griñón, acompañado tan solo por sus trofeos cinegéticos. Isabel se lamentaría también de los comentarios y burlas de esos días:
El matrimonio, con su hija Ana. GTRES
- ¡Cómo pueden decir que me fui con Miguel por su dinero! ¡Si no tenía un duro! ¡Yo tenía más que él! Su única posesión es ese cuadro que ves ahí.
Es un Sorolla que está en el hall de la casa de Puerta de Hierro, un retrato infantil de la madre y la tía de Miguel, que fallecería poco después. Isabel me comentaba enternecida:
-Me da pena mirarlo porque ahí ya tiene cara de enferma.
Un inmenso hall en un entorno lujoso lleno de alfombras buenas, plata por todas partes, sofás Chesterfield, muebles de caoba y una inmensa librería con los libros de historia de Miguel, uno de los mayores expertos en historia egipcia de España
. Poco antes de que cayera enfermo, hice de intermediaria entre él y una importante editorial que quería publicar un libro sobre el tema, Isabel parecía interesada pero al final se desestimó la propuesta.

Una nueva etapa

Isabel emprende ahora una nueva etapa de su vida
. Sin duda ninguna añorará a su marido, del que me dijo un día con admiración: "¡Me ha enseñado tantas cosas, quizás la más importante a distinguir de dónde y de quién vienen las críticas para tenerlas en cuenta o despreciarlas...!". Aunque añadía:
 "Él me dice que yo también le he enseñado mucho y que a pesar de la educación tan incompleta que he tenido, tengo buen fondo... se fía de mi criterio".
También sonreía con ternura al hablar de Miguel como padre: "¡Está chocho con su hija Ana! Somos más abuelillos que padres... Pilar, piensa que a veces estamos aquí, tranquilamente los dos, él lee y se toma una copa y de repente levanta la vista del libro y me dice ¡qué bien estamos, Isabel!".
Aunque quizás exteriormente no se le note, por su imperturbabilidad oriental y su buena educación, y también porque los últimos tiempos han sido tan duros que la han preparado para lo peor, por dentro estará destrozada.
En verano de 2012, unos meses después de que Boyer sufriese un derrame. EFE
Un amigo suyo me comenta con preocupación: "Con lo familiar que es Isabel y lo buena persona, no sé cómo remontará... La pena es que no sea muy creyente, perdió la fe que tenía en el colegio de monjas y después de la muerte de su hermana y del ictus de Miguel no ha tenido tiempo de levantar cabeza ¡aunque no lo sepamos, lleva mucho tiempo hundida!"
La gran pregunta, que en estos momentos tiene algo de monstruoso, es si se volverá a casar.
  Ella suele hablar con tremenda naturalidad de sus tres matrimonios: "Yo he vivido tres vidas distintas pero siempre he llevado conmigo mi mundo, mis familia, mis amigas, siempre han venido conmigo".
 A sus 63 años sigue siendo una mujer muy atractiva. Se lo comenté en una ocasión y pareció sinceramente sorprendida:
-¿Yo atractiva? No me considero en absoluto ni seductora ni atractiva. Si me miran los... en fin, hombres como dices tú, es porque soy conocida y ya está.
Recuerdo que ese día que estuvimos charlando en su casa, me acompañó hasta el porche, donde me esperaba un taxi, arrebujándose en un chal imaginario ¡Hacía frío!
 Le pregunté si la vida le había hecho más conformista.
 E Isabel esgrimió una sonrisa enigmática (sí, en efecto, el taxista se desmayó sobre el volante), se tocó el pecho como si ahí llevara una condecoración y me contestó:
 "No te creas, que aquí dentro..." Atención al futuro, que esta mujer hoy rota y enlutada, todavía nos puede dar muchas sorpresas.
 Ojalá, querida amiga.

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