La actriz declara su admiración por Marine Le Pen y tacha de mentiroso a Sarkozy.
El próximo domingo, Brigitte Bardot
cumple 80 años.
En 2003 prometió no prestarse nunca más a aparecer en un programa de televisión.
Pero acaba de romper su promesa. France 2 emitió la noche del martes un documental de hora y media sobre su vida cuyo broche final era una entrevista con la que quizá haya sido la actriz francesa más globalmente conocida de la historia
. En su refugio de La Madrague (La Almadraba) de Saint-Tropez, impidiendo a la cámara aproximarse demasiado a su rostro envejecido, Brigitte Bardot no tiene inconveniente en calificar a los presidentes de la República en función de sus compromisos en defensa de los animales. Condenada cinco veces por incitación al odio debido a sus escritos contra la homosexualidad y los musulmanes, insiste en su admiración por la líder ultraderechista Marine Le Pen.
"Es magnífica. Es estupenda esa chica. Me gusta mucho".
Bernard d’Ormale, su cuarto y último marido, es familiar de los Le Pen.
La exactriz, cuyas fotos en barco con los Le Pen causaron en Francia hace años cierto revuelo, conoce bien a la política que lidera el Frente Nacional, el partido preferido de los franceses a tenor de los sondeos
. Musa de la libertad sexual en los años sesenta del siglo pasado, hace gala de su libertad de pensamiento y de opinión, que tantos quebraderos de cabeza le han reportado en su vida, y al tiempo que ensalza a Marine Le Pen es capaz de asegurar que Chirac y Sarkozy son unos mentirosos, mientras que el socialista François Hollande es un hombre que "está a la escucha de las verdaderas demandas de la gente".
El retrato que France 2 ha hecho de Brigitte Bardot en su programa
Un día, una historia se ciñe a la realidad y es, por tanto, una historia agridulce. Lanzada a la fama mundial con su primer marido, Roger Vadim, gracias a la película Y Dios... creó a la mujer (1956), Bardot se retiró del cine a los 38 años, en 1972.
Ahora le confiesa a su entrevistador, Laurent Delahouse, que sufrió una especie de indigestión de cámaras.
Quizá porque es cierto que nunca se creyó del todo que era tan bella como los demás la veían. "De pequeña yo no era guapa. Usaba gafas y tenía estos dientes grandes", dice ahora.
No se arrepiente, sin embargo, de haber sido actriz porque ello actuó como perfecta carta de presentación para crear su fundación animalista.
Y mientras cuidaba a los animales provocaba a los humanos desatando la polémica. Atacó a los homosexuales y atacó a los políticos que han permitido la islamización y la pérdida de valores de Francia.
Obtuvo, en consecuencia, respuestas airadas por parte de la justicia, de la prensa e incluso de su entorno familiar. Asegura tener una buena relación con su hijo Nicolas, a pesar de que en uno de sus libros admite haberle abandonado al poco de nacer y que él le demandó por violación de su intimidad por dar detalles de ello.
Sus amigos dicen que Bardot se ha enterrado en vida en La Madrague.
La entrevista con la que ha regresado a las pantallas no ofrece la visión de un encierro, sino de un agradable y florido refugio que comparte con varios animales.
No hay focas, aquellas a las que tanto protegió, pero sí caballos y gatos.
"No sé si soy feliz. No soy infeliz. Estoy serena y me gusta estar sola".
En 2003 prometió no prestarse nunca más a aparecer en un programa de televisión.
Pero acaba de romper su promesa. France 2 emitió la noche del martes un documental de hora y media sobre su vida cuyo broche final era una entrevista con la que quizá haya sido la actriz francesa más globalmente conocida de la historia
. En su refugio de La Madrague (La Almadraba) de Saint-Tropez, impidiendo a la cámara aproximarse demasiado a su rostro envejecido, Brigitte Bardot no tiene inconveniente en calificar a los presidentes de la República en función de sus compromisos en defensa de los animales. Condenada cinco veces por incitación al odio debido a sus escritos contra la homosexualidad y los musulmanes, insiste en su admiración por la líder ultraderechista Marine Le Pen.
"Es magnífica. Es estupenda esa chica. Me gusta mucho".
Bernard d’Ormale, su cuarto y último marido, es familiar de los Le Pen.
La exactriz, cuyas fotos en barco con los Le Pen causaron en Francia hace años cierto revuelo, conoce bien a la política que lidera el Frente Nacional, el partido preferido de los franceses a tenor de los sondeos
. Musa de la libertad sexual en los años sesenta del siglo pasado, hace gala de su libertad de pensamiento y de opinión, que tantos quebraderos de cabeza le han reportado en su vida, y al tiempo que ensalza a Marine Le Pen es capaz de asegurar que Chirac y Sarkozy son unos mentirosos, mientras que el socialista François Hollande es un hombre que "está a la escucha de las verdaderas demandas de la gente".
El retrato que France 2 ha hecho de Brigitte Bardot en su programa
Un día, una historia se ciñe a la realidad y es, por tanto, una historia agridulce. Lanzada a la fama mundial con su primer marido, Roger Vadim, gracias a la película Y Dios... creó a la mujer (1956), Bardot se retiró del cine a los 38 años, en 1972.
Ahora le confiesa a su entrevistador, Laurent Delahouse, que sufrió una especie de indigestión de cámaras.
Quizá porque es cierto que nunca se creyó del todo que era tan bella como los demás la veían. "De pequeña yo no era guapa. Usaba gafas y tenía estos dientes grandes", dice ahora.
No se arrepiente, sin embargo, de haber sido actriz porque ello actuó como perfecta carta de presentación para crear su fundación animalista.
Y mientras cuidaba a los animales provocaba a los humanos desatando la polémica. Atacó a los homosexuales y atacó a los políticos que han permitido la islamización y la pérdida de valores de Francia.
Obtuvo, en consecuencia, respuestas airadas por parte de la justicia, de la prensa e incluso de su entorno familiar. Asegura tener una buena relación con su hijo Nicolas, a pesar de que en uno de sus libros admite haberle abandonado al poco de nacer y que él le demandó por violación de su intimidad por dar detalles de ello.
Sus amigos dicen que Bardot se ha enterrado en vida en La Madrague.
La entrevista con la que ha regresado a las pantallas no ofrece la visión de un encierro, sino de un agradable y florido refugio que comparte con varios animales.
No hay focas, aquellas a las que tanto protegió, pero sí caballos y gatos.
"No sé si soy feliz. No soy infeliz. Estoy serena y me gusta estar sola".