Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

17 sept 2014

La fiscal califica de “monstruo” a la madre que congeló a sus bebés

El juicio a la acusada de matar y congelar a sus dos bebés queda pendiente de veredicto.

 

La Guardia Civil conduce a Sara L.H. a la Audiencia de Sevilla para ser juzgada. / raúl caro (EFE)

"Es un monstruo de madre" y una persona "mala", "capaz de verle la cara a sus bebés y matarlos", así ha concluido la Fiscalía de Sevilla su informe a Sara L.H., la mujer de la localidad de Pilas acusada de matar y congelar a sus bebés.
 El juicio queda este lunes pendiente del veredicto del jurado.
La fiscal Gracia García ha mantenido este lunes su tesis inicial: que la mujer procesada asesinó a dos bebés suyos que luego fueron hallados en sendos congeladores de su vivienda.
Por eso ha pedido al jurado que la declare culpable de dos delitos de asesinato, por los que pide 40 años de cárcel.
La representante del ministerio público ha defendido que Sara ni está loca ni es una enferma mental. "Para cometer delitos no hace falta estar loco", ha asegurado tras argumentar que la mujer es una  mujer mala que mató a sus hijos "porque quiso".
"Estoy en perfecta sintonía con la acusada cuando le dijo a las compañeras que es un monstruo y que es mala, aunque quizás se ha quedado corta", ha concluido la fiscal, quien considera que "sólo un monstruo tiene un bebé y lo mata ahogándolo, y sólo un monstruo lo hace dos veces".
En sus conclusiones, la fiscal ha resaltado al jurado que los informes forenses han determinado que los dos bebés, que encontró el marido en dos congeladores mientras limpiaba la casa, respiraron al nacer y murieron por "asfixia mecánica", el primero por ahogamiento.
Los forenses del Instituto de Medicina Legal de Sevilla emitieron un informe "claro" respecto a que los bebés nacieron vivos y murieron por causas ajenas, y no por malformación o enfermedad, y ha agregado que un médico de la defensa quiso sembrar las dudas sobre la causa de la muerte pero también admitió que respiraron, informa Efe.
La fiscal ha recordado que los psiquiatras han descartado que la acusada padeciera enfermedad mental alguna y que era imposible que no supiera nada de un segundo bebé, como alegó la acusada.
En su relato, la fiscal ha señalado que la acusada veía a sus hijos "cada vez que sacaba productos del congelador", y ha descartado que la mujer actuara presionada por su marido, que se hizo cargo de los bebés, a los que inscribió como Jesús y José antes de enterrarlos.
La acusada tuvo dos abortos y es madre de tres hijos con su marido, que se divorció cuando se localizaron los bebés congelados, y la fiscal ha recordado que la tercera hija la tuvo cuando fue detenida y que ese embarazo de ocho meses pasó inadvertido para los policías, fiscales y jueces que le tomaron declaración.
Por ello, considera veraz que su marido no se diera cuenta de los embarazos que desembocaron en dos bebés, que luego fueron hallados muertos.
El abogado de la acusación particular, Rafael García, ha afirmado que existen "pruebas más que suficientes" para condenar a Sara porque no tiene "ninguna duda" de que asesinó a los bebés, lo que ha provocado daño a toda la familia.
En vez de asumir lo ocurrido, el abogado ha lamentado que la acusada se defiende acusando al exmarido de borracho y maltratador, y lo hace porque sigue siendo una mujer "mala".
El defensor de Sara, Manuel Caballero, ha criticado que la fiscal dijera que le da igual cómo se cometieron los asesinatos a los que alude, y ha agregado que no ha quedado acreditado cómo murieron los bebés, que pudieron ser gemelos y por eso la acusada no recuerda uno de los dos embarazos.
Su abogado ha apuntado que Sara sufría estrés por la relación conflictiva con su exmarido y ha señalado que si quería que nadie se enterara de lo ocurrido con los bebés los habría enterrado en sus tierras y no los habría congelado.

Elogio del amante joven............................................................... Rosa Montero

Hay una novela del húngaro Stephen Vizinczey, Elogio de la mujer madura, que, publicada originalmente en 1965, tuvo un éxito extraordinario en todo el mundo.
 A mí me pareció un libro narrativamente bastante mediocre (aunque me encanta el Vizinczey ensayista) y creo que buena parte de su éxito se debió a que supo poner palabras a una realidad absolutamente normal, es decir, absolutamente habitual, pero que por entonces permanecía sepultada por una tonelada de prejuicios.
 Me refiero al hecho de que muchos, muchísimos jóvenes se sienten atraídos por mujeres mayores al menos durante una época de sus vidas, de la misma manera que muchas chicas se sienten alguna vez atraídas por los hombres de edad
. En general, creo que el hecho suele darse durante ciertos periodos de la vida, periodos quizá formativos, psicológica y sexualmente
. A lo mejor el viejo Freud atinó en esto y casi todos pasamos por una etapa de búsqueda del padre y de la madre.
Hasta aquí, todo perfecto
. Lo malo, claro está, son los prejuicios, esos parásitos insidiosos del pensamiento que distorsionan nuestra mirada y nos impiden ver la realidad.
 Y así, siempre nos ha parecido tan normal que una chica joven quede prendada de un señor mayor, pero siempre hemos visto como anormal la fórmula contraria
. Algo defectuoso tendrá esa mujer, algo defectuoso tendrá ese hombre, dice la voz de la convención, y la sociedad señala a la pareja con el dedo como si fuesen bichos únicos, como si ese tipo de comportamiento fuera algo rarísimo, tan inusual como ser capaz de aprenderse de memoria El Quijote, por ejemplo. 
Y es que padecemos un terrible malentendido con la palabra normal. 
 Pensamos que normal equivale a abundante, a habitual, a mayoritario.
 Pero no; en realidad, nos remite a la norma, a la ley, al mandato social
. Las relaciones de las jóvenes con los maduros están dentro de lo normal sólo porque han sido tradicionalmente permitidas; las de los jóvenes con las maduras se han visto como anormales porque no estaban socialmente aceptadas, pero como dije han existido siempre, absolutamente siempre, sólo que han sido manejadas con discreción, con clandestinidad y con cautela
. Recordemos, por ejemplo, que tras la muerte de Pierre Curie, la gran Marie Curie se enamoró de un hombre siete años más joven que ella; o que la reina Victoria de Inglaterra, símbolo precisamente del puritanismo más represor, también se enamoró, tras quedar viuda, de su sirviente John Brown, ocho años menor, y después, dicen, tras la muerte de Brown, de un sirviente musulmán, Karim, cuarenta años más joven.
Lo malo, claro está, son los prejuicios, esos parásitos insidiosos del pensamiento
Por fortuna, en la última década han aparecido bastantes ejemplos de mujeres famosas con amantes jóvenes (Susan Sarandon, Demi Moore, Madonna) y la percepción social de este tipo de parejas está empezando a cambiar.
 Pero aún perduran poderosos prejuicios al respecto.
 Véase el insólito escandalazo que ha supuesto este verano la relación entre María Teresa Campos y Bigote Arrocet. ¿No les parece desmedido que llame tanto la atención una diferencia de apenas nueve o diez años de edad?
 Ni siquiera hubiera sido mencionada si el más viejo hubiera sido el varón
. Claro que, en este caso, la aguerrida María Teresa ha transgredido no sólo el tabú del amante joven, sino también el del amor en las mujeres de más de setenta años.
 Todos mis aplausos para ella.
Total, que así estamos ahora, normalizando de verdad, es decir, haciendo visible y aceptable una realidad bastante habitual.
 Por ejemplo: me encanta que Emmanuel Macron, el nuevo superministro francés de Economía, ese chico prodigio de 36 años que antes fue socio de la banca Rothschild y que ha recibido un importante premio de piano, un personaje brillante, polivalente, seductor y curioso, en fin, esté casado con su profesora de francés, veinte años mayor que él, y que los fines de semana se vayan a ver a los nietos (de ella, naturalmente).
 Ah, sí, menos mal que ese pedacito de la vida subterránea empieza a emerger, para bien de todos. Para bien de tantos hombres jóvenes que ya no se sentirán raros o incómodos ante la incomprensión social cuando se enamoren de una mujer mayor y gocen de sus conocimientos, de su madurez vital y sexual, de su manera distinta, más comprensiva y más redonda de quererle; y para bien de tantas mujeres mayores, que podrán disfrutar de las ganas de vivir, de la pasión y la alegría, de la curiosidad y la audacia de los amantes jóvenes.
 Cuando escucho a una mujer madura quejarse de que ha alcanzado la edad de la invisibilidad, de que ya no la miran, siempre me siento tentada de decirle: te equivocas, cariño, quizá seas tú la que no ves. Siéntete segura de ti misma y mira a los más jóvenes.
@BrunaHusky
www.facebook.com/escritorarosamontero, www.rosa-montero.com

David Bowie, el devorador insaciable......................................................................... Barbara Celis


El cantante David Bowie.

El mundo de las biografías es un suculento negocio en el que a menudo lo menos importante es que el personaje que protagoniza el libro haya colaborado en su escritura.
 Ese es el caso de Bowie, una nueva biografía no autorizada sobre el camaleónico y esquivo cantante británico David Bowie que se publica el próximo lunes en Reino Unido y que firma Wendy Leigh, una escritora y periodista que ha hecho carrera a golpe de biografías (no autorizadas) de múltiples celebridades.
 Autora de libros tan dispares como Patrick Swayze: one last dance o Mi vida con mi hermana Madonnaescrito a medias con el hermano de la cantante (también sin permiso de la estadounidense), Leigh se concentra esta vez en la agitada vida de uno de los artistas más geniales y heterodoxos del siglo XX y XXI, haciendo particular hincapié en su vida sexual.
Teniendo en cuenta que las biografías del que también se conoce como El Duque Blanco, Ziggy Stardust o Aladdin Sane se cuentan por docenas, ha debido de ser todo un reto para Leigh desvelar cosas nuevas sobre Bowie.
Pero según asegura la autora, el libro pone al descubierto “el voraz y desinhibido apetito sexual” de un cantante que por otra parte nunca ha negado que durante su juventud la promiscuidad fuera una parte clave de su vida
. Para alguien que se ha declarado gay, bisexual y heterosexual, el libro no debe ser una sorpresa.
“Él y Angie eran célebres por tejer una red sexual alrededor de quienes les gustaban”, escribe Leigh sobre el Bowie de los años setenta y su primera esposa, la modelo Angie
. Ambos se conocieron precisamente mientras mantenían una aventura sexual con el mismo hombre en 1969, “en la época en que Bowie se hizo adicto a ligarse a la élite gay de Londres” subraya Leigh.
El libro llega al mercado británico ocho semanas antes de que lo haga el próximo álbum del cantante, un disco recopilatorio que curiosamente se titula Nothing has changed (Nada ha cambiado), aunque a juzgar por lo que cuenta el libro, muchas cosas han cambiado para Bowie
. En él se recogen frases de conocidos del cantante de su época más salvaje, los años sesenta y setenta, que dicen cosas como esta: “Se convertirá en una gran estrella o ganará un montón de dinero en los baños públicos de Picadilly”.
 Lo cuenta uno de ellos recordando los primeros pasos de Bowie en una época en que aquella célebre plaza era uno de los epicentros de la prostitución gay londinense.
La biografía recoge entrevistas a amigos, gente de la industria musical y examantes del cantante. Leigh describe la vida de Bowie desde la infancia, marcada por una madre fría y distante, un padre ambicioso y un hermano que pasó sus días encerrado en una institución mental.
 Según la autora, su búsqueda del éxito fue una manera por un lado de huir de la enfermedad de su hermano —que Bowie temía le pudiera afectar también— y por otro lado de dar rienda suelta a su voraz apetito sexual.
El artista siempre se ha de clarado gay, bisexual y heterosexual
En el libro se habla por primera vez de the pit, lo que podría traducirse como el agujero, en referencia a una cama de metro y medio de profundidad donde Bowie, su primera esposa y sus amigos organizaban sus orgías.
 “Angie y David solían organizar las mejores orgías de la ciudad, en las que todo el mundo follaba con todo el mundo”, cuenta un amigo de la pareja en el libro.
Leigh proclama que Marianne Faithfull y Bianca Jagger también mantuvieron relaciones sexuales con Bowie.
 Hasta ahora la pareja de cama más célebre con la que se le había relacionado era Mick Jagger, cantante de los Rolling Stones, aunque también se conocían otras conquistas: Susan Sarandon, Tina Turner y, según Leigh, incluso Nina Simone.
Muchos de los entrevistados se refieren a Bowie como a un adicto al sexo que sólo tras haber sido capaz de satisfacer todas sus fantasías de cama estuvo listo para la monogamia: desde hace 22 años es la pareja de la modelo Iman, con la que tiene una hija
. Hoy, a sus 67, ejerce de padre ejemplar y sigue rompiendo moldes como artista.

Leonard Cohen, el arte y la elegancia no entienden de edades.......................................................... Fernando Navarro

Tras años de excesos, fracasos y traiciones, el autor de 'Hallelujah' sigue seduciendo. ya lo creo, su voz es como si te estuviera amando...

Leonard Cohen en París el pasado agosto. / AFP

Hay una anécdota que puede ayudar a ilustrar al actual Leonard Cohen
. En uno de sus muchos conciertos, dos chicas se subieron al escenario para ofrecerle unas flores y Cohen, contemplándolas sereno, con algo de condescendencia, tanto a las flores como a las muchachas, dijo, con media sonrisa: “Ah, quién tuviera dos años menos”
. Y se quitó el sombrero, llevándoselo al corazón, en señal de gratitud.
Dos años menos.
 El músico seductor, el mismo que compartió cama con Janis Joplin y muchas más, por el que han suspirado miles de mujeres durante décadas, y el poeta, autor de Hallelujah, que fue escritor antes que cantante, no sólo conserva su humor inteligente, sino que, después de años vagando por desiertos, excesos y traiciones, se ha reconciliado consigo mismo
. A punto de cumplir 80 años, Cohen sabe quién es y lo que representa.
 Y se le ve orgulloso.
Figura de culto desde que debutó como un maravilloso bardo folk a finales de los sesenta, con canciones como Suzanne o Sisters of Mercy, este canadiense, maestro del susurro, se presenta al mundo como un hombre feliz, templado, que está recogiendo el reconocimiento y el cariño, sobre todo, el cariño de todos aquellos que, entre desasosiegos y asuntos pendientes, acudieron a él como su gran guardián sentimental, de todos aquellos que, entre músicos clichés y productos de medio año, aprendieron a valorar la belleza en pocos acordes.
Pero para llegar a este puerto antes ha tenido que pasar su propia travesía.
 No fue fácil
. A los enormes fracasos comerciales que han acompañado algunas de sus mejores obras y una vida con fuertes episodios de pánico y agitada por el alcohol, las drogas y su dependencia a los antidepresivos, se sumó en 2004, tras abandonar el monasterio budista de Mount Baldy, una gran traición, la de Kelly Lynch, su representante y examante, que se embolsó millones de dólares dejándole en la ruina.
Tuvo que vender hasta su casa para salir adelante. Nunca se ha sabido bien qué hubo detrás de esa sonada estafa, que llevó al músico a vender los derechos de sus canciones, en la que se malgastaron millones y se cruzaron buitres de las finanzas con posibles evasiones de impuestos, pero fue el detonante para que regresara a la carretera con más fuerza que nunca, con conciertos magníficos.
Ahí sigue. Sin detenerse pero a su propio ritmo y confiando su alma a la religión.
 Ahora, publica Popular problems, cuando todavía resuenan las excelentes vibraciones que dejó hace dos años Old ideas, un álbum de baladas y medios tiempos que, en su voz de cálido invierno, reivindicaba la madurez, el sosiego, cuando la vida ya te ha enseñado a reconciliar el pasado con el presente, a disfrutar sin tormentos.
Dos años menos, decía Cohen, fino como un estilete de otra época, al recoger ese ramo de flores de esas dos chicas mucho más jóvenes que él.
 Dos años menos, cuando cualquier otro, a su edad, hubiese dicho, como mínimo, dos décadas menos. Pero Cohen, que nunca fue un rockero desmelenado ni un cantautor de relumbrón y grandes audiencias, es dueño de su propio territorio.
 Porque Cohen, Príncipe de Asturias de las Letras, ahora, como siempre, apela a la inteligencia. Porque, con su sombrero Fedora y su mirada felina, seduce con estilo
. A la pregunta de cómo piensa celebrar sus 80 años, respondió ayer: “Fumando un cigarro”. Seguramente, pensando en esos dos años menos, pero también contemplando, entre el humo del pitillo, todo lo logrado, mientras su nombre nos recuerda que el arte y la elegancia no entienden de edades, incluso se podría afirmar que mejoran con los años.