Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

8 sept 2014

Aquí fabricamos líderes........................................................................ David López


Jackie Kennedy y familia en la graduación de John Jr. en la escuela Phillips, situada en Andover (Massachusetts) / UPI (Contacto)

Levita, pantalón negro y camisa blanca. El mismo uniforme para todos.
 Y da igual si uno será príncipe, como Guillermo y Enrique, arzobispo de Canterbury, como Justin Welby, o actor, como Hugh Laurie.
 Es el atuendo que visten los alumnos de Eton, en Berkshire, en la rivera del Támesis, acaso el internado más famoso del mundo
. De allí han salido ya 19 primeros ministros de Reino Unido, el último de ellos, David Cameron
. Y de su ejemplo se pueden extraer las características básicas que han tenido, y siguen teniendo, las escuelas donde se forma la elite.
 Un centro histórico, en este caso con un relato que se remonta a 1440; un precio, 36.000 euros por curso, que implica ya una selección (falsamente) natural; un programa que incentiva el debate, el deporte y el arte, sobre todo el teatro; y en este caso, una mentalidad que fuerza a los alumnos a que deban gestionar sus espacios, sus clases y sus clubes deportivos, a que negocien entre ellos, a que se convenzan unos a otros, a que exhiban carisma y a que sean elegidos por los suyos
. La cantera perfecta para el mundo de la política y de los negocios.
“El networking vuelve a ser muy importante. E ir a colegios como Eton o Harrow da acceso a determinados círculos.
 Si vas a Eton, lo harás toda la vida”, explica Alonso González de Gregorio, de la consultora de educación The Gregorian Manor House. “Las empresas, además, en tiempo de recesión, son más conservadoras. Ya no bajan el listón como antes a la hora de contratar.
Y van a las universidades top. Y a ellas se entra tras haber asistido a colegios top”, añade.
En príncipe Enrique en Eton, departiendo sobre el futuro del mundo / Anwar Hussein (Getty)

Alumnos multitarea

Inglaterra y Suiza acaparan todavía hoy los colegios más elitistas del mundo.
 Aquellos en los que coinciden en sus aulas algunos de los apellidos de las familias que dirigen las finanzas y la política.
 Esos centros que se mantienen aferrados a su tradición y que intentan ahora adaptarse a los nuevos tiempos para no perder su condición
. Porque, como explica González de Gregorio, “la educación actualmente responde a las necesidades de la anterior revolución industrial: lo necesario es hacer el trabajo a tiempo, bien, memorizar.
 Pero la del futuro es distinta.
 Los alumnos deben ser emprendedores, saber gestionar su tiempo.
Y los profesores se convierten en guías. Una educación muy personalizada.
 Y aunque los colegios más famosos siguen teniendo muy buenos programas, son antiguos y les está costando renovar su sistema educativo”.
 Frente a los centros británicos y suizos, surgen hoy propuestas estadounidenses.
 Colegios en los que ya es posible encontrar, como explica este consultor, “propuestas más interesantes, como departamentos de creación de empresas o que reproducen la bolsa de Wall Street”.
Sin embargo, los centros europeos todavía marcan el camino
. Eton es uno de los más prestigiosos. Pero en el Reino Unido hay más
. En Harrow, otro internado solo para chicos, al noroeste de Londres, estudió Winston Churchill y rodaron las películas de Harry Potter. Sus equivalentes femeninos son Benenden, en Kent, o el centro católico St. Mary Ascot, donde estudió Carolina de Mónaco.
 Y en Suiza está Le Rosey, en Rolle, en el cantón de Vaud, a orillas del lago Leman, y con unas instalaciones en la estación de Gstaad para la parte invernal del curso. Allí han estudiado, entre otros monarcas, Don Juan Carlos I o Raniero de Mónaco.
 El centro, considerado uno de los colegios más caros del mundo, con un coste superior a los 40.000 euros al año, acoge hoy a 400 alumnos de 61 países y tiene como norma no aceptar a más de un 10 por ciento de ellos del mismo lugar.
 También suizo, Aiglon traslada el modelo inglés al pueblo de Chesiers-Villars, en los Alpes, donde hay estudiantes de más de 50 nacionalidades que aprenden a esquiar y a desarrollar su faceta más artística en las clases de teatro. O el Alpin International Bau Soleil, mixto, en Villars-sur-Ollon, en el que a sus alumnos de polos blancos y jerseys grises les hacen afrontar retos deportivos como escalar montañas, competir en carreras de 20 kilómetros o hacer esquí nocturno.
En la Rosey estudiaron don Juan Carlos I o el príncipe Rainiero. Un curso allí sale por 40.000 euros
“¿El coste de una escuela internacional vale la pena?
La respuesta debe ser afirmativa si se cree que las perspectivas internacionales, las redes, las amistades y las asociaciones que se hacen tendrán un impacto en la vida de su hijo”, afirma Mark Silverstein, de Aiglon, cuando se le pregunta si en este tipo de centros aún se forman las élites. “Lógicamente, en un colegio con 400 estudiantes no todos pueden, ni pudieron nunca, ser reyes o presidentes
. Pero cualesquiera que sean sus orígenes, es cierto que muchos alumnos muestran ya unas cualidades personales e intelectuales que les llevarán a ser líderes en el mundo de la política, la empresa, la banca y la cultura”, concede en cambio Robert Gray, director de Le Rosey, que además revela que “bastantes alumnos llegan con la posibilidad o quizás la obligación de asumir ese puesto de élite”.
Mozalbetes de bien esperando turno para jugar al críquet en Harrow, Londres / Peter Dench (Cordon Press)
Fuera de estos dos países también hay algunos centros similares. Un plan B para aquellos que no pueden pagar la educación británica puede ser St. Columba’s, en Dublín, con un precio de 12.000 euros
. Una escuela de día e internado mixto que fomenta una educación católica, el deporte y el debate y en la que, como afirma su director, Lindsay Haslett, intentan “replicar un modelo familiar en el que todos los individuos se conocen, todas las personalidades se respetan y todos los talentos se potencian”.
 Y en el centro de Europa se pueden encontrar también casos como el American International School, de Salzburgo, o el Herlufsholm, en Susa, al sur de Dinamarca.
 Pero hay que cruzar el Atlántico e ir a Estados Unidos para hallar equivalentes a los centros suizos y británicos.
 Como el Trinity, fundado en Nueva York en 1709, donde estudió John McEnroe, aunque el énfasis en el latín y el griego del programa escolar no le ayudaba a hablar mejor en las pistas. O la Phillips Academy, en Andover, Massachusetts, donde estudiaron sus últimos años de bachillerato los expresidentes, padre e hijo, George Bush. O The Lawrenceville, en Nueva Jersey, un vivero de congresistas, senadores y gobernadores estilo british que fomenta el método socrático. Aunque, eso sí, estudiar en uno de estos centros no es una garantía.
 Recientemente la consultora Gallup publicaba una encuesta que revelaba que haber pasado por estos colegios o por las mejores universidades no es sinónimo de éxito y felicidad. Según sus resultados, solo cuatro de cada diez graduados confesaban estar atraídos por sus trabajos, sin diferencias entre los estudiaron en estos colegios de élite.
 Aunque, eso sí, siempre da más lustre llamar a un amigo Kennedy o Borbón para quejarse del jefe.

¿Qué se puede conservar del viejo periodismo?..............................................Juan Cruz

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Es mentira que hubiera nunca nuevo periodismo, igual que no hubo boom de la literatura latinoamericana.
 Las etiquetas son simplificaciones afortunadas que luego marcan la historia, de modo que es lógico que se siga hablando del nuevo periodismo según la ocurrencia de los que primero lo dijeron y que se siga creyendo que, como en el inicio del mundo, hubo un boom que marcó el nacimiento de la más fructífera caterva de escritores que tuvo el siglo en la literatura escrita en lengua española.
       La existencia del nuevo periodismo llevó a pensar que el que no se hizo desde entonces (desde los años 60 de nuestra era) era justamente viejo periodismo.
Por lo cual se desviaban al desván periodistas tan importantes, y tan distintos, como Manuel Chaves Nogales, Ernest Hemingway o Albert Camus, tan importantes y tan distintos.
 El nuevo periodismo, desde Wolfe a Talese, revitalizó la mirada del periodista, lo hizo más próximo a los asuntos, menos sucinto, más generoso en las descripciones de lo que veía gracias, también, al espacio del que dispuso para contarlo.
 Digamos que la combinación de aquel viejo periodismo (por llamarlo así) de Hemingway (o de Azorín, no se olvide a Azorín), que iba “derechamente a las cosas”, con el nuevo periodismo de periodos exuberantes de narración daría de sí un verdadera y estimulante definición de lo que podría ser el buen periodismo.
 Un periodismo en el que el periodista no se detenía en el preámbulo o en la apariencia, sino que trataba de descubrir, con palabras (con más palabras) lo que había en el alma de las personas y de las cosas.
 No era tan nuevo, pero se llamó nuevo, y ya se sabe qué ocurre con el etiquetado.
       Pues no hay ni viejo periodismo ni nuevo periodismo, sino periodismo, y a ser posible buen periodismo.
 Pero ya que existen los adjetivos e inevitablemente éstos van marcando las gradaciones que tiene el oficio, déjenme decirles alguna idea que se me ocurre para poner en valor al viejo periodismo, sin deseo alguno de enfrentarlo al nuevo.
       Azorín decía que el adjetivo era una medicina que había que tomar con cautela, porque, en efecto, había que ir derechamente a las cosas, contando con una enorme economía de medios (y de adjetivos) la esencia de lo que viéramos
. A Hemingway ya se sabe que su redactor jefe le pedía, cuando viajaba a las guerras, que se centrara en la acción, “mándame verbos”, le decía.
 Los despachos de agencia, que son la expresión más urgente de ese periodismo, estaban llenos de verbos y de fuentes, carecían de adjetivos.
 El legendario guionista Rafael Azcona solía decir que en cine lo más caro eran los adjetivos, porque si tú decías cielo ya podías rodar cualquier cielo, pero sí decías cielo azul tenías que esperar a que en el rodaje se produjera una circunstancia que casara con el adjetivo
. En periodismo pasa igual: si tú describes una cara y dices que ésta es rozagante ya tendrás que decir en algún momento que la cara dejó de ser rozagante, pues nadie está todo el rato de la misma manera. Por otra parte, tanto en columnas como en información, un adjetivo tiene tal peso en la definición que o es cierto o es una cuchillada, o un elogio demasiado untuoso.
El adjetivo obliga al periodista a demostrar más de lo que sabe; a veces se acompaña de artes que no son suyas para explicar que lo que dice casa con la realidad. EL PAÍS publicó hace unos días la fotografía de un futbolista, Pedro León, que miraba hacia el suelo mientras se entrenaba; como miraba hacia el suelo y la información hacía deducir que el hombre estaba triste, el autor del pie de foto se fue por el adjetivo, así que escribió, para decir qué había en la fotografía: “Pedro León, cabizbajo”.
Es fácil deducir que si a Pedro León lo hubieran fotografiado mirando al frente hubieran escrito algo así como: “Pedro León mira con preocupación al futuro”. Hace muchos años el periodista Miguel Ors retransmitía un partido de fútbol y la cámara se detuvo en el balón sobre el césped. Ors dijo:
 “Este es el balón”. Era una manera de decir cabizbajo.
       El adjetivo es, en información, una muletilla de doble filo, pues ilustra y compromete
. Para que Hemingway llegara a un adjetivo primero tenía que vencer su propia reticencia al circunloquio y, naturalmente, después tenía que vencer la resistencia del redactor jefe que le pedía verbos.
 Entonces lo que llamamos el redactor jefe era en realidad la tradición del periodismo, pues ese hombre (el Lou Grant de los viejos periódicos, que no están tan lejanos) representaba la frontera entre lo que a los periodistas les daba (les da) la real gana y la línea que no se puede traspasar
. Antes el adjetivo, en el que caíamos, era la expresión de una tendencia a decir más de la cuenta; hoy el adjetivo suele ser la consecuencia de la falta de prestigio que tiene hoy la neutralidad, el triunfo de la suposición, la ascensión a los cielos del lugar común que casi siempre se condensa en un adjetivo, que el viejo periodismo (y el nuevo periodismo) repelían como el gato escaldado huye del agua.
 Pues eso hay que conservar, a mi juicio, del periodismo que hemos conocido, el pavor ante el adjetivo.
Foto: Jimmy Breslin, el editor George Hirsch, Tom Wolfe y el fundador de 'New York', Clay Felker, en una fiesta de la revista en 1967. / david gahr (getty)

7 sept 2014

La conjunción de mil azares.......................................................................... Javier Marías

La mayoría de ustedes podría descubrir cosas parecidas, supongo, a cada uno suelen llegarle las noticias que lo atañen.
 En un breve espacio de tiempo he recibido dos que me demuestran cuán fácil habría sido que yo no hubiera existido
. La primera es relativa a un bisabuelo (el padre de mi abuelo materno) de cuyo paso por la tierra lo había ignorado todo hasta ahora, incluso su nombre
. (Nunca me ha interesado saber de dónde ni de quiénes procedo, más allá de las personas cercanas, aquellas a las que he conocido; y si estoy enterado de las andanzas, la personalidad o las maldiciones padecidas por algún antepasado, ha sido sólo porque esas maldiciones y andanzas constituían un buen relato en sí mismo, que alguien se dignó contarme y luego yo he utilizado.)
 Ahora mi tía Tina, o Gloria, me narra lo siguiente, a sus ochenta y ochos años: la familia del padre de su padre (es decir, de mi abuelo Emilio, médico militar) venía de algún sitio de Aragón
. En no sé qué año del siglo XIX, hubo una grave epidemia de cólera en la zona en la que vivían, y la enfermedad se cebó de tal modo que cayeron familias enteras, entre ellas la de mi bisabuelo, incluido él mismo aparentemente, que a la sazón era un casi recién nacido. 
Cuando llevaban sus cadáveres a ser quemados (lo habitual en las enfermedades contagiosas), amontonados tal vez en una carreta, un vecino se percató, en el último instante, de que el bebé gemía muy débilmente
. “Este niño no está muerto”, dijo, y así lo salvaron de la pira. Alguien se ocupó de él, o lo prohijó, o lo adoptó; y por fuerza le dio estudios, puesto que, con el tiempo, aquel niñito se convirtió en el Doctor Ricardo Franco Roy (profesión que seguiría su hijo, mi abuelo), al parecer un hombre bondadosísimo
. Gracias a un vecino aragonés de fino oído, yo estoy aquí, como mi tía Gloria o Tina y como también estuvo mi madre.
La otra noticia no lo es propiamente
. En realidad no hay nada en ella que ignorara, y es más, me he servido de esa historia –con permiso de mi padre– en mi novela Tu rostro mañana. Y también él contó los pormenores en sus memorias, Una vida presente. La historia es la de la delación, encarcelamiento y juicio que sufrió recién terminada la Guerra Civil. Lo delataron dos personas: un antiguo compañero y “amigo del alma” y un catedrático al que ni siquiera conocía. Ahora mis sobrinos Laura y Daniel me remiten una copia de la denuncia que el segundo delator firmó el 12 de abril de 1939, tan sólo once días después de la entrada de Franco en Madrid. Se dio prisa el catedrático, que encabeza así su escrito: “Julio Martínez Santa-Olalla, camisa vieja de Falange Española, militante de FET y de las JONS, catedrático de Universidad y Comisario General de Excavaciones Arqueológicas, con domicilio en Serrano 8, tercero derecha, DENUNCIA. “A continuación hay diez apartados, cada uno dedicado a una o más personas. Alguno llama la atención por lo vagarosas y “de oídas” que son las acusaciones: la “… que fue cocinera en mi casa … parece blasonaba ante las criadas del segundo izquierda … de que ‘del señorito pequeño no tendrían noticias porque era muy fascista y le hemos denunciado mi marido y yo’. En esta forma según referencia de dichas criadas aludía a mi hermano Antonio asesinado el 8 de noviembre de 1936”.
Todos existimos por el fino oído de un vecino o por la decencia de un testigo que dijo la verdad
En el apartado 7º se lee: “Julián Marías Aguilera, domiciliado en Espartinas 7, es uno de los organizadores de la propaganda rojo-separatista en las primeras semanas, y continuador de ella en la forma más canallesca. Él fue el gran acompañante voluntario del gran bandido Deán de Canterbury que tan maravillosamente utilizaron Inglaterra y Francia para sus designios. El tal Marías presumía de colaborar en Pravda y desde luego lo hacía en Abc y Mundo Obrero. Este sujeto debe poseer documentación abundante y nombres de todos los que intervenían en aquella criminal propaganda. Sobre este sujeto y sus actividades se le podría pedir información a Héctor Maravall con domicilio en Larra nº 12”. Lo único no falaz de todo esto es que mi padre había escrito en Abc: unos artículos muy moderados, que hoy pueden leerse como representación de la llamada “tercera España”. Aunque sabía la historia (y en mi novela me preocupé de averiguar y contar quién era ese “gran bandido Deán de Canterbury” al que mi progenitor jamás había visto), me dejó mal cuerpo la lectura de la delación e imaginar lo que supuso para un joven de veinticuatro años; ver el siniestro documento del catedrático, que –él sí– acompañó a su amigo Himmler durante la visita del preboste nazi a Montserrat y otros sitios. No sé si hoy se percibe que unos cargos como esos, en abril del 39, significaban para el reo su casi seguro fusilamiento, además de una incitación a torturarlo antes. Mi padre tuvo suerte. Lo contó en sus memorias, y alegra saber que se encontró con un juez y con testigos decentes en unas fechas en que era dificilísimo serlo. Cuán fácil habría sido que no saliera con vida de su detención, un mes más tarde, el 15 de mayo. Todos estamos aquí, todos existimos tal como somos por la conjunción de mil azares, por el fino oído de un vecino o por la decencia de un testigo que se prestó a decir la verdad. Nuestras existencias son tan frágiles y tan improbables –una verdadera lotería- que sólo eso debería bastarnos para jamás sacar pecho por nuestro nacimiento y quitarnos toda importancia.
elpaissemanal@elpais.es

El petróleo de la discordia................................................................................ Juan Cruz


Toni Garllado, representante del Comité Científico de la Reserva de Fuerteventura. / Rafa Avero

Juan Brito, lanzaroteño, 95 años, dice que el petróleo que Repsol va a buscar en Canarias puede ser “como las plagas de la langosta” que en los años sesenta venían de África y arrasaban plátanos y tomates, sustento económico entonces del archipiélago.
 El símil le sirve al veterano alfarero (un artesano nacido en 1919, como César Manrique, el artista que marcó la conciencia ecológica isleña) para alertar: el petróleo que buscan Repsol y sus socios puede dañar el mar, “y si el mar se daña, el turista se va”.
Brito le pone metáfora al pleito. No todos aquellos ciudadanos con los que hablamos esta semana en las islas (científicos, economistas, catedráticos, ecologistas, comunicadores…) tienen la misma impresión. ¿Será una plaga o una bendición? Muchos piensan que el petróleo será un riesgo para el turismo y para el mar.
 Puede crear empleo, energía, dicen los que están a favor. ¿Y los riesgos? Se pueden controlar, dicen. Otros consideran que no han sido bien evaluados los riesgos.
JUAN BRITO, artesano: “Somos migas de pan en el Atlántico; como no tengan cuidado con estas islas se diluirán en el océano”.
El pleito tiene pocos matices. El Gobierno canario no quiere las prospecciones; cree que el Gobierno central (cuyo ministro de Industria y Turismo es el canario José Manuel Soria) hace mal en desoír sus demandas; y quiere consultar al pueblo. Incluso ha planteado una ruptura institucional como protesta al trato que recibe.
Antonio Afonso, geólogo, uno de los ciudadanos con los que hablamos, ha buscado petróleo para muchas compañías del mundo.
 “He trabajado para Shell, para Chevron, para Gulf… He encontrado petróleo. Sé que de sesenta sondeos, uno es comercial.
Se están haciendo en Marruecos, y no pasa nada”. Si hay indicios de que puede haberlo, “¿por qué no ha de buscarse aquí?”
. La gente teme un derrame, como en México. “Las posibilidades de accidente en sondeos de exploración [como los que prepara Repsol] son prácticamente nulas…”. Impactaría en las desalinizadoras.
“Eso es imposible: el petróleo es biodegradable, se lo comen las bacterias, se queda flotando”. “La alarma se ha creado artificialmente y se dicen muchos disparates… Se han hecho prospecciones en España, en todas partes”.
Le preguntamos a José Luis Rivero, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de La Laguna; forma parte del Comité Científico de la Biosfera en Canarias.
“La sociedad”, dice, “tiene el corazón divido. Aprieta la crisis, por tanto la posibilidad de que esto cree empleo es atractiva.
Pero está el miedo al accidente”. Y hay “desconfianza genérica sobre cualquier propuesta de los políticos”.
 Una sociedad poco acostumbrada a decidir no puede discernir con sosiego sobre algo tan importante. Las explicaciones, dice Rivero, no han calmado las incertidumbres. ¿Pudo haberse hecho de otra manera? “Sí, las autoridades debieron buscar consenso para afrontar el problema desde el inicio”.
ANTONIO GONZÁLEZ VIÉITEZ, economista: “Es un desvarío político, una apuesta por lo viejo, el petróleo, frente a lo nuevo, las renovables”.
Parecida opinión tienen los arquitectos Elsa Guerra y Joaquín Casariego, profesores en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y en universidades norteamericanas, que trabajan actualmente en litorales isleños.
 “No hay un debate real”, dice Elsa. “No se puede trasladar a la población la decisión sobre la política energética”.
Se tienen pocos datos “sobre cuestión tan relevante, por lo cual todo deriva en un rifirrafe político”. Joaquín aporta un elemento que escuchamos otras veces: por las aguas canarias transitan barcos de todo tipo sin que se haya fijado nunca un protocolo sobre sus vertidos, que pueden ser tan peligrosos como el que venga del petróleo.
 “El riesgo puede ser pequeño, en el caso de estas extracciones, pero hay que otorgarle importancia. Un derrame aquí puede ser dramático”.
El debate está entre el pasado (el petróleo) y el futuro (las renovables).
 Lo dice Antonio González Viéitez, autor (con Óscar Bergasa) de Desarrollo y subdesarrollo de Canarias, un libro mítico publicado en 1969 y reeditado hace veinte años. Es también miembro del comité científico de la biosfera y agricultor ecológico.
 Concibe como “un penoso desastre” que las autoridades españolas (y Repsol, “el adelantado Brufau”, como dice él, recordando a los conquistadores de Canarias) lo cifren todo al petróleo. Pide respeto para las instituciones canarias que piden un consenso para “acabar con este desvarío político” que impide el desarrollo de las renovables. El petróleo es, dice, “lo viejo, lo que contamina”. ¿Y si se producen las prospecciones? “¡Montamos la sexta flota a base de barquillos, chalanes, lanchas de hojalata! ¡A favor del mar limpito!”
JOSÉ LUIS RIVERO, economista: “Aprieta la crisis, por tanto la posibilidad de que esto cree empleo es muy atractiva”.
Ricardo Haroun es biólogo, profesor en la Universidad de Las Palmas; participó en un informe que contribuyó a configurar el que presentó Repsol sobre el impacto ambiental de estos sondeos. Le parece que este pleito sobre la idoneidad del petróleo en aguas canarias “es muy simplista, está falto de contenidos técnicos y de información adecuada para que la gente se forme una opinión”
. Hay, dice, “una gama de grises” que no se puede resolver diciendo que esto es una pelea José Manuel Soria-Paulino Rivero (eventualidad que también desmiente Viéitez).
 Lo que dice Haroun es que “el petróleo sigue siendo una fuente de energía que hay que aprovechar. Mientras no haya suficientes renovables, el petróleo importa”. Para lograrlo, dice, “hay que asumir los riesgos que devienen de la búsqueda de ese combustible fósil”.
Aportó sus advertencias sobre posibles vertidos (mortandad de especies, destrozos), al informe que entregó Repsol sobre impacto ambiental, pero debieron acogerse las autoridades, dice, a criterios más economicistas... “El riesgo existe, y aunque haya un 2% de riesgo, eso es riesgo”.
Jesús Cisneros, doctor en Oceanografía Física y profesor de la Facultad de Ciencias del Mar de la Universidad de Las Palmas, le dijo a Elena Sevillano en este periódico que la metodología empleada para el informe de impacto ambiental pretendía reducir artificialmente la probabilidad del riesgo, y el propio Centro de Estudios y Experimentación de Obras Públicas (CEDEX), del Ministerio de Medio Ambiente y del de Fomento, consideró “medio” y no “bajo” el peligro de vertido incontrolado mar adentro respecto al calculado por la petrolera...
 En una conversación posterior, el profesor Cisneros nos dijo que resulta lamentable que no se haya encauzado el debate según parámetros técnicos;
“Repsol no lo ha puesto fácil”. Y la actitud no es la que están manteniendo con respecto a las prospecciones en Baleares o en Málaga... “Sus estudios de impacto son tan deficientes que a mí me hubieran avergonzado si los hubieran hecho mis alumnos”.
ANTONIO AFONSO, geólogo: “Las posibilidades de accidente en sondeos de exploración son prácticamente nulas. Se debe informar bien a la gente”.
Michel André, profesor de la Universidad Politécnica de Cataluña, especialista en contaminación del medio marino, alerta: hasta que no haya nuevas fuentes de energía, las fósiles son imprescindibles. “Si las operaciones de perforación revelan que las reservas de petróleo y de gas contenidas en aguas del archipiélago pueden permitir ofrecer una independencia energética a Canarias se debería contemplar efectivamente apoyar esta iniciativa”.
 Siempre y cuando, añade, “las compañías demuestren su compromiso de emplear tecnologías de mitigación disponibles para la reducción de riesgos ambientales”.
Carmelo León (profesor de Análisis Económico Aplicado de la Universidad de Las Palmas, especialista en Economía del Medio Ambiente) cree que en este intercambio sobre la conveniencia o no de los sondeos “ha habido más criterios políticos que técnicos”.
 No hay una voluntad política, dice, para activar las energías renovables, y por esa carencia entra el petróleo como imprescindible... “Pero la posible producción de petróleo en Canarias no resolverá la dependencia energética”. ¿Por qué se hace? “Porque es un gran negocio”.
 Tampoco generará tantos puestos de trabajo “como se dice en los eslóganes políticos” que inciden en una población que no ha asistido a ningún debate solvente “sobre riesgos y beneficios de la iniciativa”.
Toni Gallardo, representante del comité científico de la biosfera en Fuerteventura, nos llevó al punto de la isla más cercano a África, el faro de la Entallada
. Allá arriba reivindicó su deseo de que “no toquen este paraíso. Ha costado mucho proteger esta costa como para ponerla ahora descarnada y en peligro”. En el horizonte, a los 60 kilómetros en que estarán previsiblemente las plataformas de sondeo, se ve la silueta de un barco que se va. “El petróleo es una mala elección; una energía caduca”. ¿Lo terminarán haciendo? “Nadie juega pensando que va a perder”.
ELSA GUERRA, arquitecta: “Es decepcionante ver que ante un tema tan relevante no haya habido un debate real y sosegado”.
Félix Hernández, majorero, trabaja en la construcción, en Guinea, desde hace 15 años; ha visto el efecto del petróleo allí, “y no es negativo, al contrario”; tampoco ha visto que las playas se hayan visto perjudicadas; él cree que aquí se ha politizado el asunto, y aunque está favor de las renovables piensa que el petróleo, si aparece, no se debe desdeñar.
Moisés Jorge, director del comité científico de la biosfera, no lo cree así; él defiende la promoción turística de la que vive la isla, “y cualquier riesgo afecta a los mercados internacionales”. “Y además nunca existe riesgo cero”. Y el riesgo cero es el único que aceptaría.
Bruno Santana, que ha trabajado en plataformas, en África y en Bermeo, por ejemplo, está mucho más tranquilo, aunque como muchos otros considera que hay poca información y que ésta “está manejada por los políticos”.
 No, no cree en el peligro del petróleo, “los accidentes se prevén, y si ocurren se solucionan”. Ahora bien, dice Bruno: “El petróleo le perjudica al mundo; pero si no hay pan hay que hacer tortas”.
Antonio Hormiga, representante de la patronal turística majorera, está en contra de las prospecciones. “Las aguas, el mar, la playa, el turismo: ese es nuestro petróleo. Blanco y en botella: si no se ven beneficios no existen y los riesgos son infinitos, ¿qué vas a decir? Pues que no. ¡La suerte será que no haya petróleo!”.
En Lanzarote Fernando Gómez Aguilera, director de la Fundación César Manrique, dice que si no defendiera el no, no estaría honrando el legado de César... Trae consigo, muy subrayado, un informe de la Cátedra de Turismo CajaCanarias-Ashotel-Universidad de La Laguna sobre Turismo y prospecciones petrolíferas en Canarias, de septiembre de 2013...
 Este es uno de sus subrayados: “El peor escenario planteado por la compañía en este informe es el derrame de crudo por una explosión incontrolada del pozo de exploración, lo que denomina blowout. En este escenario se derramarían en profundidad 30.000 barriles de crudo durante treinta días”. Añade el informe que la probabilidad de que ocurra este accidente es “una vez cada 5.251 sondeos de perforación. “En este caso se prevé que se verían afectadas la costa africana y la de las islas de Fuerteventura y Lanzarote”...
 Esa eventualidad es una alarma para el director de la fundación que lleva el nombre del personaje más emblemático de la ecología canaria. Gómez Aguilera considera que “el debate ha sido muy intenso” y que ahora es pertinente que hable la ciudadanía.
 Si esta es desoída, dice, “esto puede derivar en un conflicto con el Estado respecto al trato que recibe Canarias del Gobierno central en contraste con el que reciben Málaga o Baleares”, que afrontan la misma posibilidad de extracciones.
BRUNO SANTANA, trabajador de plataformas: “Nunca pasó nada. Creo que el petróleo daña, pero cuando no hay pan hay que hacer tortas”.
Pilar del Río, presidenta de la Fundación José Saramago, que vivió aquí con el Nobel portugués desde 1993, está a nuestro lado y corrobora. “No, ningún argumento de los que he escuchado a favor me han hecho cambiar de posición”. Fuimos con parecidas preguntas a Andrés Cedrés, director gerente de la Organización de Productores de Túnidos. En la Casa del Mar de Arrecife nos dijo: “La pesca es cada vez más difícil, porque la pervierten los que pescan furtivamente e ilegalmente.
 Que venga el petróleo es una perturbación; los peces se van por el ruido o por la contaminación; nunca se nos ha aclarado si esto nos perjudicará. Si nos explicaran entenderíamos. No, en contra no estamos: lo que tenemos es miedo y duda.
 Hay poca información y la que hay no nos la creemos”. ¿Su sensación? “Que por mucho que nos opongamos esto se va a hacer”.
Vidal Martín, que está al frente de la Sociedad para el Estudio de los Cetáceos en el Archipiélago Canario, tiene como objeto de sus estudios (y de su cuidado) en la zona de las previsibles prospecciones.
 “Les afectará a los cetáceos, afectan a sus oídos y a su cuerpo, está demostrado... Aquí están 28 de las especies de ballenas y delfines del centenar que hay en el planeta...
 La documentación de la compañía es antigua, no contempla los efectos del sonido de estas prospecciones”. Beatriz Ayala, la directora de WWF (la antigua Adena) en Lanzarote, cuestiona radicalmente los beneficios (empleo, energía) que se barajan, y añade el efecto negativo que para el medio ambiente tendrán los sondeos y la previsible explotación, “un atentado a la biodiversidad”. ¿Se hará? “Espero que no.
 Y si lo deciden finalmente seguiremos luchando desde la legalidad”.
Nuestra última conversación fue con Susana Pérez, presidenta de la Asociación Insular de Empresarios de Hoteles y Apartamento Turísticos de Lanzarote. Sus asociados se están pensando una respuesta a la disyuntiva: ¿conviene o no conviene al turismo el proyecto petrolífero? Ella no se quiere posicionar mientras tanto. ¿Percibe inquietud internacional sobre lo que puede suponer? “Está habiendo relámpagos, todavía no muy significativos”. Estuvieron con el ministro Soria. ¿Los tranquilizó? “Nos dijo que los riesgos son mínimos”. Ellos le pidieron, dice, “máximas garantías medioambientales y económicas para las islas”. Entendimos que él asintió.
Cuando empezamos estas conversaciones con ciudadanos canarios no directamente implicados en la política (ni en las empresas concurrentes) hablamos con un veterano periodista, Leopoldo Fernández Cabeza de Vaca, premio Canarias de Comunicación, que vive en Tenerife desde 1976
. Él es favorable a las prospecciones, “los riesgos [de blowout] son del 0,003%, el Gobierno canario ha alarmado excesivamente, convirtiendo esto en una pelea entre Soria y Rivero”.
 Le preguntamos en qué está de acuerdo de lo que dicen los que están en contra de su opinión. Nos dijo: “La falta de tacto y de respeto con la que se ha tratado a las instituciones canarias; defiendo la dignidad del Gobierno de Canarias, que ha sido ninguneado”.
Desde sus 95 años Juan Brito advierte contra la plaga.
El desencuentro definitivo sobre este asunto entre las dos Administraciones puede ser, en este punto, la plaga que faltaba.
Y digo yo, si resulta que es tan bueno como dicen, ¿Por qué no se hizo antes?...