Querida mamá hoy hace un año de tu partida, aunque poco a poco tu mente se fuera de las cosas terrenales, pero yo si me acuerdo de muchas cosas, de tu capacidad de resistir a los sufrimientos y alegrías, estarás con tu madre, de la que me acuerdo muchisimo, y estarás con mi padre que se fue un año antes que tú, quizás para estar en tu recibimiento al llegar a esa otra vida que yo quiero que exista, porque necesito saber que en momentos , ciertos momentos tu me puedes proteger porque ves lo sola que me he quedado y me siento.
Tú sabes las cosas por las que paso y que no entiendo, lo sola que me puedo sentir con esa falta de calor especial que quiero pensar, suele tener la mayoría de las personas, pero a mi me es vedado, y no sé por qué.
Nunca me dijiste te quiero, ni papá tampoco, a él mi elección en esta vida nunca le gustó, pero si me apoyaste en muchas cosas, y no en silencio, no hablamos mucho de nuestras vidas, tu me contaste , en su momento, todo lo que sufriste por y con tu padre, como lo asesinaron , como debiste de sangrar por dentro, esperaste que lo sacaran para fusilarlo, y gritarle !Papá estoy aqui! para que se supiera acompañado en sus últimos momentos, me distes las cartas manchadas de sangre que el llevaba en un bolsillo.
Mientras tu madre estaba en Madrid pidiendo el Indulto.
Cuando iba a Valencia me pedías que como no sabías en que tumba estaba , porque nunca supimos donde lo enterraron, que pusiera unas flores en cualquier lugar de ese cementerio......bueno si es una carta de ausencias es porque me veo muy sola.
No se puede exigir amor ni cariño , ni siquiera pedirlo.
Me gustaría que pudieras leer esta carta, o que me acompañases cuando más sola me siento, y me dieras fuerza en las dificultades, porque haciendo muchas cosas como quiero me siento sin esos lazos de cariño a los que debo acostumbrarme.
Mamá querida, como te echo de menos. Es cierto que tu te fuiste porque la vida de cada uno debe estar marcada, y me gustaría cuando yo me vaya poder encontrarte.
Hace un año tal dia como hoy a estas horas tu te fuistes, vi tu partida paso a paso, se supone que tu no sentías nada, tu respiración entrecortada duró 6 horas, y cuando se acompasó, ya la linea del monitor era lisa, y sentí que quería que volvieses a jadear porque ya no estabas entre nosotros, y que sería de mi?, ¿Quién me quitaría la amargura que aún siento?.
Nadie.
Te quiero mamá querida, y te repito que me haces mucha falta, tu sabes todo lo que me pasa, siempre lo intuias. Y aunque el poder familiar era patriarcal, tu me dabas tu apoyo, no sé si alguna vez sentiste mi cariño y respeto hacía ti, como mi tristeza porque tu felicidad era o fue entrecortada.
Hoy te recuerdo como te fuistes en ese viaje, y me dejaste ya sin protección alguna, tengo tus recuerdos desde niña, como te gustaba vestirme, pero que nunca perdiera la humildad, jamás te oí elogios ni a mis estudios ni a mi físico, "es corriente" decías cuando alguien me alababa, nunca dejaste que me creyera ni superior ni inferior.
Me enseñaste que había gente menos tocada por la fortuna, pero que era igual a mi. . No eras beata pudiendo ser una santa.....pero fuiste un ejemplo como tu madre para mi.
Siempre animándome a superarme y estudiar, saber, decía no ocupa lugar, y leía los libros que tu tenías, fuiste lectora, te animaba cuando tu ya no podias casi escribir, pero no salió bien del todo.
De todas formas si me pudieras ver, ayúdame por favor, ayúdame porque yo necesito tu ayuda .
No puedo decirte hoy Adios, porque hace un año tampoco te lo dije, que sola me dejastes, y por eso te pido que me ayudes, hay cosas en esta vida que todavía no comprendo.
Dónde quiera que estés mamá, vela por mi.
Te quiero.
18 ago 2014
La chulería de Caravaggio.................................................................Roger Salas
El único mural del artista milanés, en Roma, esconde un atrevido autorretrato con desnudo.
Huir, huir, huir. Pintar, pintar, pintar. Caravaggio
dejó una estela de arte excelso y de dudas insalvables a la vez que un
reguero de autorretratos esquivos metidos dentro de sus pinturas; es
como si una secreta intuición lo llevara a diseñar esmeradamente su
propio mito, con su petulante actitud, el ostensible desprecio por sus
contemporáneos, las pasiones sin freno tan presentes en la propia
materia de la pintura, y la devoción trascendente, verdadero atormentado
amor, por su “limpiapinceles” Mario Minniti (1577-1640), al que convirtió, no sé sabrá si queriendo, en el “caravaggista”
de más estrecha horma, como si desde algún lugar en el aire, cercano
pero invisible, guiara después de la muerte la mano del aprendiz
siracusano entre luz y oscuridad, entre destello y sangre
. A su vez, Minniti creó escuela cuando regresó a Siracusa y aglutinó en torno a su estudio a un grupo de pintores de segunda, lo que ha traído de cabeza hasta hoy a los especialistas en atribuciones.
En el llamado Gabinete de Alquimia del Casino della’Aurora de la Villa Boncompagni-Ludovisi romana, está el único trabajo de Caravaggio sobre un techo, pintado al óleo directamente sobre la bóveda de cañón del tesoretto, hecho por encargo de su amigo y protector el cardenal Francesco Maria del Monte: Júpiter Neptuno y Plutón pesando sobre la estrecha y rectangular habitación. Mucho se ha escrito sobre esta inquietante escena.
Todos los historiadores coinciden en que el pintor usó esa técnica del óleo sobre capa de yeso por su desconocimiento de la preparación del temple.
En 1672 Pietro Bellori, al final de su breve biografía de Caravaggio escribe: “En Roma se dice que es obra suya Júpiter, Neptuno, Plutón en el jardín Ludovisi de Porta Pinciana, en el pabellón que fuera del cardenal del Monte, quien como estudioso de medicina química adornó así el estudio de su destilería, identificando estos dioses con los elementos y con el globo del mundo entre ellos”. Continúa Bellori especulando con que Caravaggio, en un gesto de inveterada chulería y para acallar los rumores de que no entendía de planos ni de perspectiva, “colocó los cuerpos de manera que pudieran ser vistos de abajo hacia arriba a fin de tener que enfrentar las perspectivas más difíciles”. El mural representa los símbolos de la tríada alquímica derivada de Paracelso
. Júpiter encarna el azufre y el aire, Neptuno el mercurio y el agua, mientras Plutón representa la sal y la tierra.
Dice Peter Robb en su libro M: “La esfera celeste movida por Júpiter tiene un brillante resplandor interior que debe haber sido refractado a través de uno de los especímenes minerales de Del Monte”, quizás espoleado el purpurado por las investigaciones fronterizas a la ciencia de su hermano Guidobaldo.
Andrew Graham-Dixon, último biógrafo del artista, no da crédito a ninguna de las tres biografías antiguas de Caravaggio —ni Giulio Mancini, ni Baglione ni por supuesto Bellori—, pero esto es lo que hay: todo está escrito después de la muerte del artista, y especula con que el autorretrato es el Neptuno abrazado al caballo marino y deja en el aire que el pene no circuncidado de Plutón pertenece a otro que no es Caravaggio.
Es verdad que el parecido de ambos con el retrato que hizo Ottavio Leoni de Caravaggio es “irrefutable”, lo que invitaría a concluir que los dos son el mismo: uno de perfil y otro de tres cuartos con el cerbero de tres cabezas a sus pies.
En el otro extremo del techo, con “obscena fantasía”, dice Graham, Júpiter (que podría ser Minniti) toca el globo arropado por el águila y ese trapajo blanco, un lienzo de sábana algo percudido. Un detalle: Mario Minniti no llevó barba nunca; aparece con juvenil y rozagante piel de patena en otras pinturas de Caravaggio.
Los potentes escorzos y la impúdica presencia de los hombres desnudos ya hicieron aventurar a Robb que los modelos son Minniti y el propio Caravaggio autorretratándose
. La obra se desveló de las sucesivas capas de pintura a fines de los años sesenta del siglo pasado. Walter Friedlaender, el estudioso moderno más importante de la obra de Caravaggio, murió en 1966 y no llegó a verlo
. Rosella Vodret, una de los comisarios de la muestra romana de 2010 en la Galería de la Scuderie del Quirinal, no se cansó de repetir su tesis sobre los autorretratos, que engloba estas figuras del tesoretto, así como otros rostros en posición secundaria de algunos cuadros.
Caravaggio siguió huyendo.
Fue a Malta y pintó, entre otros, La degollación de San Juan Bautista, el de mayor escala y único firmado simbólicamente en la sangre que mana del tajo en el cuello del santo, y es verdad que en su último decenio parece ansiosamente decirnos “si no me pinto yo, ¿quién me recordará”?.
. A su vez, Minniti creó escuela cuando regresó a Siracusa y aglutinó en torno a su estudio a un grupo de pintores de segunda, lo que ha traído de cabeza hasta hoy a los especialistas en atribuciones.
En el llamado Gabinete de Alquimia del Casino della’Aurora de la Villa Boncompagni-Ludovisi romana, está el único trabajo de Caravaggio sobre un techo, pintado al óleo directamente sobre la bóveda de cañón del tesoretto, hecho por encargo de su amigo y protector el cardenal Francesco Maria del Monte: Júpiter Neptuno y Plutón pesando sobre la estrecha y rectangular habitación. Mucho se ha escrito sobre esta inquietante escena.
Todos los historiadores coinciden en que el pintor usó esa técnica del óleo sobre capa de yeso por su desconocimiento de la preparación del temple.
En 1672 Pietro Bellori, al final de su breve biografía de Caravaggio escribe: “En Roma se dice que es obra suya Júpiter, Neptuno, Plutón en el jardín Ludovisi de Porta Pinciana, en el pabellón que fuera del cardenal del Monte, quien como estudioso de medicina química adornó así el estudio de su destilería, identificando estos dioses con los elementos y con el globo del mundo entre ellos”. Continúa Bellori especulando con que Caravaggio, en un gesto de inveterada chulería y para acallar los rumores de que no entendía de planos ni de perspectiva, “colocó los cuerpos de manera que pudieran ser vistos de abajo hacia arriba a fin de tener que enfrentar las perspectivas más difíciles”. El mural representa los símbolos de la tríada alquímica derivada de Paracelso
. Júpiter encarna el azufre y el aire, Neptuno el mercurio y el agua, mientras Plutón representa la sal y la tierra.
Dice Peter Robb en su libro M: “La esfera celeste movida por Júpiter tiene un brillante resplandor interior que debe haber sido refractado a través de uno de los especímenes minerales de Del Monte”, quizás espoleado el purpurado por las investigaciones fronterizas a la ciencia de su hermano Guidobaldo.
Andrew Graham-Dixon, último biógrafo del artista, no da crédito a ninguna de las tres biografías antiguas de Caravaggio —ni Giulio Mancini, ni Baglione ni por supuesto Bellori—, pero esto es lo que hay: todo está escrito después de la muerte del artista, y especula con que el autorretrato es el Neptuno abrazado al caballo marino y deja en el aire que el pene no circuncidado de Plutón pertenece a otro que no es Caravaggio.
Es verdad que el parecido de ambos con el retrato que hizo Ottavio Leoni de Caravaggio es “irrefutable”, lo que invitaría a concluir que los dos son el mismo: uno de perfil y otro de tres cuartos con el cerbero de tres cabezas a sus pies.
En el otro extremo del techo, con “obscena fantasía”, dice Graham, Júpiter (que podría ser Minniti) toca el globo arropado por el águila y ese trapajo blanco, un lienzo de sábana algo percudido. Un detalle: Mario Minniti no llevó barba nunca; aparece con juvenil y rozagante piel de patena en otras pinturas de Caravaggio.
Los potentes escorzos y la impúdica presencia de los hombres desnudos ya hicieron aventurar a Robb que los modelos son Minniti y el propio Caravaggio autorretratándose
. La obra se desveló de las sucesivas capas de pintura a fines de los años sesenta del siglo pasado. Walter Friedlaender, el estudioso moderno más importante de la obra de Caravaggio, murió en 1966 y no llegó a verlo
. Rosella Vodret, una de los comisarios de la muestra romana de 2010 en la Galería de la Scuderie del Quirinal, no se cansó de repetir su tesis sobre los autorretratos, que engloba estas figuras del tesoretto, así como otros rostros en posición secundaria de algunos cuadros.
Caravaggio siguió huyendo.
Fue a Malta y pintó, entre otros, La degollación de San Juan Bautista, el de mayor escala y único firmado simbólicamente en la sangre que mana del tajo en el cuello del santo, y es verdad que en su último decenio parece ansiosamente decirnos “si no me pinto yo, ¿quién me recordará”?.
Todo incluido.........................................................................................Ramón Muñoz
Las vacaciones perfectas pasan por esta fórmula que nos da acceso al nirvana del consumismo.
El último día les hablé del origen del todo incluido: acabar de una
vez por todas con el engorroso gesto de sacar la cartera
. Hoy quiero explayarme sobre sus ventajas. Antes, una precisión: el todo incluido debe hacer honor a su nombre y apellido.
Nada de sucedáneos. Cuando se dice “todo” se dice “todo”.
Rechace las imitaciones. Esas que limitan los horarios de la barra libre o las que niegan el acceso a las bebidas espiritosas, por ejemplo.
Una norma infalible para detectar fraudes: cualquier oferta con asteriscos ni se moleste en leerla.
El todo incluido es mucho más que una fórmula para atraer turistas. Es una forma de entender la vida, casi una religión.
Los ricos la practican todo el año. ¿Ha visto usted alguna vez sacar la cartera al presidente de un banco o de una gran compañía para pagar algo?
El resto de los mortales tenemos que conformarnos con una semanita en verano.
Pero merece la pena.
Es como acceder al nirvana del consumismo, tras completar las duras etapas que nos impone el calendario laboral a lo largo del año.
En estos falansterios modernos todos tienen derecho a comer hasta reventar. Un consejo imprescindible en el comedor: huya siempre de las mesas ocupadas por niños o viejos.
Son igual de acaparadores. Su egoísmo disfrazado de gula les hace apilar sin ton ni son platos y platos en la mesa.
Y de tanto viaje con premura dejan todo el piso perdido, como cometas que van dejándose en el camino una estela de restos orgánico
s. Al final, el suelo se convierte en una peligrosa pista de patinaje sobre kétchup, salsas varias y tinto de verano.
Los enanos diabólicos se adueñan de los grifos de los refrescos. ¡Cómo no va a haber obesidad infantil si los críos se ponen fluorescentes de tanta Fanta naranja que corre por sus venas! ¡O cómo no van tener déficit de atención de tanto abrevar Coca-Cola!
A los viejos les tiran sobre todo los postres. Le dan a todo: merengue, profiteroles, helado, tortas, tartas, pasteles, hojaldres, natillas, arroz con leche, flanes…
Con el colesterol que acumulan en una semana podrían taponar la Cloaca Máxima de Agripa.
Para evitarlos, es preferible desayunar temprano y cenar lo más tarde posible. Y sustituir el almuerzo por un tentempié en la piscina.
No perdone la siesta.
Está igualmente incluida. No olvide que es un lujo literalmente asiático: los japoneses pagan 30 euros por dormirla en unos incómodos cubículos
. Luego, hay que matar el tiempo hasta la cena
. Sirve marear en la tableta, atacar el nivel 135 del Candy Crash o un concurso de tiro con arco con otros huéspedes socializables.
La noche es el horario estelar y se precisa etiqueta: camisa aloha o ibicenca.
Después de la cena temática (el pollo de ayer con distinta salsa) llega el espectáculo. Los clásicos son noche flamenca, malabaristas chinos, remedo de Grease y serpientes constrictoras.
Nada que no se pueda digerir con cubatas sin límite aunque sean de segundas marcas hasta alcanzar el nirvana del todo incluido.
. Hoy quiero explayarme sobre sus ventajas. Antes, una precisión: el todo incluido debe hacer honor a su nombre y apellido.
Nada de sucedáneos. Cuando se dice “todo” se dice “todo”.
Rechace las imitaciones. Esas que limitan los horarios de la barra libre o las que niegan el acceso a las bebidas espiritosas, por ejemplo.
Una norma infalible para detectar fraudes: cualquier oferta con asteriscos ni se moleste en leerla.
El todo incluido es mucho más que una fórmula para atraer turistas. Es una forma de entender la vida, casi una religión.
Los ricos la practican todo el año. ¿Ha visto usted alguna vez sacar la cartera al presidente de un banco o de una gran compañía para pagar algo?
El resto de los mortales tenemos que conformarnos con una semanita en verano.
Pero merece la pena.
Es como acceder al nirvana del consumismo, tras completar las duras etapas que nos impone el calendario laboral a lo largo del año.
En estos falansterios modernos todos tienen derecho a comer hasta reventar. Un consejo imprescindible en el comedor: huya siempre de las mesas ocupadas por niños o viejos.
Son igual de acaparadores. Su egoísmo disfrazado de gula les hace apilar sin ton ni son platos y platos en la mesa.
Y de tanto viaje con premura dejan todo el piso perdido, como cometas que van dejándose en el camino una estela de restos orgánico
s. Al final, el suelo se convierte en una peligrosa pista de patinaje sobre kétchup, salsas varias y tinto de verano.
Los enanos diabólicos se adueñan de los grifos de los refrescos. ¡Cómo no va a haber obesidad infantil si los críos se ponen fluorescentes de tanta Fanta naranja que corre por sus venas! ¡O cómo no van tener déficit de atención de tanto abrevar Coca-Cola!
A los viejos les tiran sobre todo los postres. Le dan a todo: merengue, profiteroles, helado, tortas, tartas, pasteles, hojaldres, natillas, arroz con leche, flanes…
Con el colesterol que acumulan en una semana podrían taponar la Cloaca Máxima de Agripa.
Para evitarlos, es preferible desayunar temprano y cenar lo más tarde posible. Y sustituir el almuerzo por un tentempié en la piscina.
No perdone la siesta.
Está igualmente incluida. No olvide que es un lujo literalmente asiático: los japoneses pagan 30 euros por dormirla en unos incómodos cubículos
. Luego, hay que matar el tiempo hasta la cena
. Sirve marear en la tableta, atacar el nivel 135 del Candy Crash o un concurso de tiro con arco con otros huéspedes socializables.
La noche es el horario estelar y se precisa etiqueta: camisa aloha o ibicenca.
Después de la cena temática (el pollo de ayer con distinta salsa) llega el espectáculo. Los clásicos son noche flamenca, malabaristas chinos, remedo de Grease y serpientes constrictoras.
Nada que no se pueda digerir con cubatas sin límite aunque sean de segundas marcas hasta alcanzar el nirvana del todo incluido.
Reprogramar actitudes.................................................................... Francesc Miralles
Si apartamos de nuestro horizonte mental los hábitos que entorpecen la vida, resultará más fácil cumplir nuestros propósitos.
Ante la llegada de un nuevo curso, hacemos listas de objetivos como
ir al gimnasio, comer mejor o aprender un idioma.
Sin embargo, hay propósitos más profundos que, si logramos incorporarlos a nuestro software mental, nos ayudarán a cumplir cualquier meta que nos fijemos.
Vamos a hablar de algunas actitudes y hábitos que configuran nuestra realidad diaria, y de si son los más adecuados para alcanzar lo que deseamos
. Concretamente nos centraremos en desactivar cinco vicios mentales que sobrecargan nuestra vida y que entorpecen la realización personal.
¿Cuántas veces nos hemos sentido agotados antes de empezar una tarea importante? Imaginemos un hombre que, al regresar del trabajo, realiza a distancia la carrera de sus sueños.
Se ha reservado ese tiempo en casa y está motivado, pero no logra avanzar y antes de una hora apaga el ordenador totalmente agotado. ¿Qué sucede?
Habría que analizar cómo está estudiando. Es muy posible que,
mientras intenta sumergirse en la materia, tenga abierto el Whatsapp, el
correo electrónico, el Twitter, Facebook o todo a la vez.
O bien que durante el curso online intente controlar lo que sucede en la casa, sean sus hijos, su esposa o las tareas que va atendiendo al mismo tiempo.
Entrar y salir de una tarea resulta más agotador que la actividad misma
. Cada vez que este hombre abandona la lectura de un artículo de historia, por ejemplo, necesita un esfuerzo extra para luego volver a entrar.
Resultado: fatiga y bajo rendimiento, lo cual deriva en desmotivación y quizás abandono.
La solución es hacer una sola cosa a la vez, desactivando todo lo demás. Un buen propósito para empezar el curso con más eficacia.
Procrastinación
“Vuelva usted mañana”, Mariano José de Larra
Nuestra vida está llena de planes que se posponen una y otra vez hasta que, cuando ya es demasiado tarde, nos lamentamos por lo que desearíamos haber hecho.
El mal hábito de aplazar se denomina técnicamente abulia o procrastinación
. Esta actitud cotidiana es un verdadero lastre para los planes personales, pero lo peor de todo es el precio psicológico que pagamos por ello.
Según el profesor William J. Knaus, de la Escuela de Medicina de la Universidad de Virginia, “la gente pospone tareas con la esperanza de encontrarla ‘realizada’ al día siguiente como por arte de magia; todo ello viene acompañado normalmente por sentimientos de culpa, autoengaño y desesperanza”.
Según este mismo autor, el hábito de procrastinar esconde estas dos minas personales:
La creencia de que somos incapaces de llevar a cabo lo que nos hemos propuesto.
Es decir: miedo al fracaso.
Exceso de perfeccionismo, lo cual hace que nos exijamos numerosas condiciones previas, a menudo absurdas, para empezar.
Pero son sólo excusas.
. En su libro Cómo suprimir las preocupaciones y disfrutar de la vida, Dale Carnegie ofrece tres reglas fundamentales para controlar este agente cotidiano de ansiedad y sufrimiento:
Regla 1: viva solamente el día de hoy. No viva en el ayer ni el mañana. Compartimentos estancos al día.
Regla 2: haga frente a los problemas.
a. Pregúntese a sí mismo: ¿qué es lo peor que puede suceder?
b. Prepárese para aceptar lo peor.
c. Trate de mejorar la situación partiendo de lo peor.
Regla 3: recuerde el precio exorbitante que puede pagar con su vida y salud por las preocupaciones.
Contra la inercia paralizante de posponer, un remedio eficaz es ser
tan estrictos y cumplidores con nuestra misión como lo somos en nuestro
empleo.
Tenemos dos lugares donde vivir nuestra existencia: desde los hechos del presente, fluyendo con lo que nos sucede en este momento y lugar, o bien desde la ansiedad por lo que podría suceder.
Las pre-ocupaciones no sólo nos impiden ocuparnos de las cosas verdaderamente importantes, sino que agotan nuestra energía mental y promueven un estado de ánimo negativo que a su vez cansa a los que tratan con nosotros.
Por si fuera poco, esta clase de miedos sobre situaciones hipotéticas son inútiles
. Se ha medido estadísticamente que la mayoría de cosas que nos preocupan nunca llegan a suceder.
Contra esta lacra para las cosas útiles y positivas que podríamos realizar, el psicoterapeuta Richard Carlson proponía tomar, entre otras, las siguientes medidas
: Proponernos no sufrir por pequeñeces.
Tomar conciencia del efecto bola de nieve de nuestros pensamientos.
Repetirnos el lema: “La vida no es una emergencia”. Aprender a vivir con la incertidumbre del mañana.
Si incorporamos a nuestro día a día estos propósitos, lograremos reprogramar nuestra mente para una vida activa y a la vez serena.
Prima hermana de la emoción que acabamos de ver, el estrés es la respuesta emocional y fisiológica a las situaciones de alta exigencia a las que nos somete la vida cotidiana.
Al ver nuestra mesa a rebosar de trabajo, al recibir un correo con una reclamación o al echar una ojeada a nuestra agenda del día, de repente nuestra respiración se acelera y el corazón late más rápido.
Nuestro cuerpo se ha puesto en estado de alerta para afrontar algo que no sabemos si superará nuestras fuerzas.
Daniel Goleman, el gran divulgador de la inteligencia emocional, analiza así este fenómeno:
“Desde un punto de vista evolutivo, la ansiedad tal vez resultara útil cuando cumplía con la función de predisponernos a afrontar algún tipo de peligro, pero en la vida moderna suele manifestarse de forma desproporcionada e inoportuna. En tal caso, la angustia no constituye tanto una respuesta de activación ante un peligro real como una reacción ante una situación cotidiana o que no es más que el producto de nuestra imaginación. En este sentido, los ataques repetidos de ansiedad constituyen un indicador de un elevado nivel de estrés (…) que contribuyen a incrementar los problemas médicos”.
No es casual que Goleman utilice la palabra imaginación al referirse a las situaciones de estrés, ya que cada persona interpreta de manera diferente lo que está viviendo y reacciona en consecuencia.
El psicólogo de Berkeley Richard Lazarus afirma que “si dos personas pueden vivir una misma situación potencialmente estresante de formas distintas es porque en ellas hay diferencias individuales como la percepción, el aprendizaje o la memoria que afectan su forma de enfrentarse a dicha situación, por lo que la variable importante del estrés no es tanto externa como interna”.
Tomarse los acontecimientos con calma, relativizar las urgencias y hacer una cosa detrás de otra son formas efectivas de reprogramar nuestra mente para que no caiga en las redes de un estrés excesivo.
Pronosticar en negativo antes que las cosas sucedan es el quinto ladrón de energía mental
. Como bien han explicado los psicólogos a partir de la llamada “profecía de autocumplimiento”, cada vez que trazamos un oráculo pesimista, de forma inconsciente nuestra mente se pone a trabajar para que eso suceda y poder decir al final: “¿Lo ves? Tenía razón”.
Algunas iniciativas que podemos tomar para promover el optimismo en nuestra vida diaria: Centrarnos en las soluciones, no en los problemas.
Rodearnos de amistades agradables y nutritivas.
Practicar la gratitud hacia las cosas que salen bien y las personas que nos facilitan la vida
. Establecer pequeñas metas para cada gran objetivo.
Vivir, en lo posible, sin endeudarnos. Retomar el contacto con la naturaleza. No analizar tanto. Destacar lo bueno y relativizar lo malo
. Contrariamente a lo que muchas personas creen, el optimismo también se aprende y se puede practicar.
Se acerca un nuevo curso.
Si reducimos el protagonismo de estos cinco hábitos negativos, nuestros mejores planes estarán mucho más cerca de cumplirse.
Bueno cada uno que haga lo que pueda un manual no cambia la vida.
Sin embargo, hay propósitos más profundos que, si logramos incorporarlos a nuestro software mental, nos ayudarán a cumplir cualquier meta que nos fijemos.
Vamos a hablar de algunas actitudes y hábitos que configuran nuestra realidad diaria, y de si son los más adecuados para alcanzar lo que deseamos
. Concretamente nos centraremos en desactivar cinco vicios mentales que sobrecargan nuestra vida y que entorpecen la realización personal.
Dispersión
“El cazador que acecha dos conejos, no atrapa ninguno” proverbio zen¿Cuántas veces nos hemos sentido agotados antes de empezar una tarea importante? Imaginemos un hombre que, al regresar del trabajo, realiza a distancia la carrera de sus sueños.
Se ha reservado ese tiempo en casa y está motivado, pero no logra avanzar y antes de una hora apaga el ordenador totalmente agotado. ¿Qué sucede?
Libros para una actitud positiva
- ‘No te ahogues en un vaso de agua’, de Richard Carlson (DeBolsillo). Uno de los manuales más útiles y prácticos que se han escrito para relativizar problemas y afrontar el día a día con una actitud positiva.
- ‘Cómo suprimir las preocupaciones y disfrutar de la vida’, de Dale Carnegie (Elipse). Sesenta años después de la muerte del autor, sigue siendo un referente por su lúcida simplicidad y la forma directa y expeditiva de abordar lo que no funciona.
O bien que durante el curso online intente controlar lo que sucede en la casa, sean sus hijos, su esposa o las tareas que va atendiendo al mismo tiempo.
Entrar y salir de una tarea resulta más agotador que la actividad misma
. Cada vez que este hombre abandona la lectura de un artículo de historia, por ejemplo, necesita un esfuerzo extra para luego volver a entrar.
Resultado: fatiga y bajo rendimiento, lo cual deriva en desmotivación y quizás abandono.
La solución es hacer una sola cosa a la vez, desactivando todo lo demás. Un buen propósito para empezar el curso con más eficacia.
Procrastinación
“Vuelva usted mañana”, Mariano José de Larra
Nuestra vida está llena de planes que se posponen una y otra vez hasta que, cuando ya es demasiado tarde, nos lamentamos por lo que desearíamos haber hecho.
El mal hábito de aplazar se denomina técnicamente abulia o procrastinación
. Esta actitud cotidiana es un verdadero lastre para los planes personales, pero lo peor de todo es el precio psicológico que pagamos por ello.
Según el profesor William J. Knaus, de la Escuela de Medicina de la Universidad de Virginia, “la gente pospone tareas con la esperanza de encontrarla ‘realizada’ al día siguiente como por arte de magia; todo ello viene acompañado normalmente por sentimientos de culpa, autoengaño y desesperanza”.
Según este mismo autor, el hábito de procrastinar esconde estas dos minas personales:
La creencia de que somos incapaces de llevar a cabo lo que nos hemos propuesto.
Es decir: miedo al fracaso.
Exceso de perfeccionismo, lo cual hace que nos exijamos numerosas condiciones previas, a menudo absurdas, para empezar.
Pero son sólo excusas.
Trucos
Tres reglas para mantener a raya las preocupaciones. En su libro Cómo suprimir las preocupaciones y disfrutar de la vida, Dale Carnegie ofrece tres reglas fundamentales para controlar este agente cotidiano de ansiedad y sufrimiento:
Regla 1: viva solamente el día de hoy. No viva en el ayer ni el mañana. Compartimentos estancos al día.
Regla 2: haga frente a los problemas.
a. Pregúntese a sí mismo: ¿qué es lo peor que puede suceder?
b. Prepárese para aceptar lo peor.
c. Trate de mejorar la situación partiendo de lo peor.
Regla 3: recuerde el precio exorbitante que puede pagar con su vida y salud por las preocupaciones.
Preocupaciones y miedos
“Hoy es el mañana por el que ayer te preocupabas”, autor desconocidoTenemos dos lugares donde vivir nuestra existencia: desde los hechos del presente, fluyendo con lo que nos sucede en este momento y lugar, o bien desde la ansiedad por lo que podría suceder.
Las pre-ocupaciones no sólo nos impiden ocuparnos de las cosas verdaderamente importantes, sino que agotan nuestra energía mental y promueven un estado de ánimo negativo que a su vez cansa a los que tratan con nosotros.
Por si fuera poco, esta clase de miedos sobre situaciones hipotéticas son inútiles
. Se ha medido estadísticamente que la mayoría de cosas que nos preocupan nunca llegan a suceder.
Contra esta lacra para las cosas útiles y positivas que podríamos realizar, el psicoterapeuta Richard Carlson proponía tomar, entre otras, las siguientes medidas
: Proponernos no sufrir por pequeñeces.
Tomar conciencia del efecto bola de nieve de nuestros pensamientos.
Repetirnos el lema: “La vida no es una emergencia”. Aprender a vivir con la incertidumbre del mañana.
Si incorporamos a nuestro día a día estos propósitos, lograremos reprogramar nuestra mente para una vida activa y a la vez serena.
Estrés y ansiedad
“El campo de la conciencia es diminuto. Sólo acepta un problema a la vez”, Antoine de Saint-ExupéryPrima hermana de la emoción que acabamos de ver, el estrés es la respuesta emocional y fisiológica a las situaciones de alta exigencia a las que nos somete la vida cotidiana.
Al ver nuestra mesa a rebosar de trabajo, al recibir un correo con una reclamación o al echar una ojeada a nuestra agenda del día, de repente nuestra respiración se acelera y el corazón late más rápido.
Nuestro cuerpo se ha puesto en estado de alerta para afrontar algo que no sabemos si superará nuestras fuerzas.
Daniel Goleman, el gran divulgador de la inteligencia emocional, analiza así este fenómeno:
“Desde un punto de vista evolutivo, la ansiedad tal vez resultara útil cuando cumplía con la función de predisponernos a afrontar algún tipo de peligro, pero en la vida moderna suele manifestarse de forma desproporcionada e inoportuna. En tal caso, la angustia no constituye tanto una respuesta de activación ante un peligro real como una reacción ante una situación cotidiana o que no es más que el producto de nuestra imaginación. En este sentido, los ataques repetidos de ansiedad constituyen un indicador de un elevado nivel de estrés (…) que contribuyen a incrementar los problemas médicos”.
No es casual que Goleman utilice la palabra imaginación al referirse a las situaciones de estrés, ya que cada persona interpreta de manera diferente lo que está viviendo y reacciona en consecuencia.
El psicólogo de Berkeley Richard Lazarus afirma que “si dos personas pueden vivir una misma situación potencialmente estresante de formas distintas es porque en ellas hay diferencias individuales como la percepción, el aprendizaje o la memoria que afectan su forma de enfrentarse a dicha situación, por lo que la variable importante del estrés no es tanto externa como interna”.
Tomarse los acontecimientos con calma, relativizar las urgencias y hacer una cosa detrás de otra son formas efectivas de reprogramar nuestra mente para que no caiga en las redes de un estrés excesivo.
Pesimismo
“El 31 de diciembre, el optimista espera la medianoche para recibir el año nuevo, mientras que el pesimista lo hace para asegurarse de que el viejo se acaba” Bill VaughanPronosticar en negativo antes que las cosas sucedan es el quinto ladrón de energía mental
. Como bien han explicado los psicólogos a partir de la llamada “profecía de autocumplimiento”, cada vez que trazamos un oráculo pesimista, de forma inconsciente nuestra mente se pone a trabajar para que eso suceda y poder decir al final: “¿Lo ves? Tenía razón”.
Algunas iniciativas que podemos tomar para promover el optimismo en nuestra vida diaria: Centrarnos en las soluciones, no en los problemas.
Rodearnos de amistades agradables y nutritivas.
Practicar la gratitud hacia las cosas que salen bien y las personas que nos facilitan la vida
. Establecer pequeñas metas para cada gran objetivo.
Vivir, en lo posible, sin endeudarnos. Retomar el contacto con la naturaleza. No analizar tanto. Destacar lo bueno y relativizar lo malo
. Contrariamente a lo que muchas personas creen, el optimismo también se aprende y se puede practicar.
Se acerca un nuevo curso.
Si reducimos el protagonismo de estos cinco hábitos negativos, nuestros mejores planes estarán mucho más cerca de cumplirse.
Bueno cada uno que haga lo que pueda un manual no cambia la vida.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)