Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

2 ago 2014

¿Cabe tanta fama en una sola isla?............................................Patricia Peiró


Bieber se ha estrenado este año en la isla. / Cordon press

Es imposible saber cuánto se ha gastado Puff Daddy en su última visita a Ibiza, isla de la que ya es habitual cada verano. Seguramente la cifra haría poner los ojos como platos a cualquiera que ahorre todo el año para esas ansiadas vacaciones.
 Pero podemos hacer una estimación. La casa que ha alquilado cuesta en torno a los 90.000 euros la semana; el chófer, 700 euros por doce horas; un guardaespaldas, 500 euros por ocho. El cubierto en el Cipriani, el local de moda, sale alrededor de los cien euros
. Añadamos los extras de alquilar un barco, las botellas de champán y compras varias.
Tampoco hay que olvidar que suele ir a la isla con un séquito de 15 personas. Para satisfacer las necesidades de las decenas de famosos que cada verano desembarcan en ella, Ibiza ha desarrollado toda una estructura —casi una industria—.
Hagamos solo una pequeña lista de los que han puesto sus pies en las costas pitiusas estos días. A saber: Neymar, Llorente y Aitor Ocio por el bando de los futbolistas; Djockovic y Nadal por el de los tenistas. Eugenia Silva, Esther Cañadas, Kate Moss y Naomi Campbell, encabezan el equipo de las modelos. Jaime de Marichalar, los Thyssen al completo y reconciliados (Carmen, Borja y Blanca) y los Casiraghi, por la parte de la aristocracia. Kate Hudson, Carolina Kurkova y Orlando Bloom, por el de las estrellas internacionales. Bustamante, Fernando Tejero y Carla Goyanes pertenecen al famoseo español.
La ruta del lujo incluye en Cipriani, donde se pelearon Bloom y Bieber
¿Cabe tanta fama en una isla tan pequeña? Juan Suárez es el cronista semioficial de la isla y ha publicado un libro, Amigos en Ibiza, con sus entrevistas a los rostros conocidos que han pasado por allí. “Ibiza tiene una tolerancia innata que permite que Naomi Campbell pueda ir de compras tranquilamente por la Marina sin que los viandantes la atosiguen o que Leonardo DiCaprio almuerce en uno de sus chiringuitos como un playero más”, asegura.
Román Fortunato es parte de esta estructura del turismo de famosos de la que Ibiza está a la cabeza. Él es un concièrge. Traducción: el que se encarga de planificar las vacaciones de un cliente en base a unas peticiones previas, y de cumplir los deseos que surgen durante la estancia. Contratar sus servicios vale 5.000 euros. Su clientela incluye nombres tan variopintos como Paris Hilton, Paz Vega, los Casiraghi, el actor Stephen Dorff, la modelo Alessandra Ambrosio o Pau Gasol. Muchos de ellos se han convertido en sus amigos.
Los Thyssen reconciliados en Ibiza. / Elkin Cabarcas / Cordon Press
Este argentino afincado en Ibiza desde hace 14 años guarda muchos de los secretos de las celebrities de Ibiza. No todos pueden contar que uno de sus primeros días de trabajo se perdieron en coche con Calvin Klein y acabaron invitándole a su casa mientras hacía tiempo porque Jade Jagger iba a pasarse a buscarlo. Solo fue el inicio de una carrera llena de anécdotas. “Una vez Puff Daddy organizó una fiesta que comenzó a las seis de la tarde y tenía que acabar a las dos de la madrugada. A las once de la mañana del día siguiente seguíamos y él ordenó abrir el almacén de bebidas para que continuara”, revela. El concièrge llegó con el rapero al restaurante Cipriani tras la bronca que protagonizaron Orlando Bloom y Justin Bieber el miércoles, un encontronazo que ha sido la comidilla de todas las webs de cotilleos.
La jornada habitual de un famoso en Ibiza ha ido tejiendo la red de las estrellas.
El día no empieza antes de las once de la mañana, que para eso están de vacaciones. Los más modestos se dejan ver en la orilla del mar, y los que tienen más posibles se montan en su yate y emprenden el rumbo a Formentera. Como cualquier mortal, no desprecian un buen chiringuito. Juan y Andrea, en la playa de Illetes, es uno de los restaurantes más frecuentados por estrellas nacionales e internacionales.
El selfie de Puf Daddy. / Instagram / Cordon Press
El tiendeo no les va mucho, pero la boutique hippy chic Vicente Ganesha ha conseguido que diseñadores como Valentino o Armani sí que hagan una parada en su negocio
. A las once de la noche llega el turno de sentarse a la mesa. ¿Dónde reservar? Los lugares preferidos son el Cipriani y el Cavalli, muy exclusivos, o Las Dos Lunas y el Can Pau, que están en el campo y ofrecen comida mediterránea tradicional
. En los restaurantes hay de todo: algunos acordonan un espacio para el famoso y su séquito, mientras que otros optan por tratarlos como a un cliente más. En los primeros incluso puedes coincidir con ellos en el baño, como le ocurrió a Suárez, que compartió unos minutos en el aseo con Zinedine Zidane. Al terminar, le propuso hacerse una foto juntos. “Mear no me importa, pero una foto no”, le respondió el futbolista.
Los paparazi tienen un abanico de siete macrodiscotecas en las que buscar a los rostros conocidos.
 El jueves pasado se dejaron caer por Space Puff Daddy y Naomi Campbell, mientras que Justin Bieber y Eva Longoria acudieron a Lio. Pacháy Ushuaïa atraen también a muchas celebridades. En estos lugares siempre ocupan un reservado, así que no esperen encontrarse en la barra a Karolina Kurkova o a Tamara Falcó, que también han visitado últimamente la isla.
No nos engañemos, las estrellas viene aquí porque quieren ser vistas”
Suárez ha llegado a compartir una velada con George Michael que se alargó hasta las ocho de la mañana hablando de música. También ha montado en el yate de Armani. “Antes era un ambiente más elitista, ahora se ha globalizado”, sentencia. “Siempre fue una isla de famosos, pero ahora se ha ampliado el abanico y se han apuntado los de Hollywood”. Bieber se ha estrenado este año en la isla y también se ha podido ver a Dita Von Teese, que actuará en la fiesta Café Olé del Space.
El famoso que va a Ibiza quiere intimidad hasta cierto punto, si no, no iría al lugar en el que el número de paparazis solo es superado por el de granos de arena en sus playas. Como dice Suárez: “No nos engañemos, ellos vienen aquí porque quieren ser vistos”.

Máxima Zorreguieta, pionera de las nuevas soberanas.............................................. Isabel Ferrer

Nombrada regente Holanda por si faltara su esposo, Guillermo, ha sabido mantener su agenda profesional una vez en el trono.

Máxima Zorreguieta, durante una visita a Polonia el pasado junio. / REUTERS

Máxima Zorreguieta (Buenos Aires, 1971) inauguró el pasado 30 de abril de 2013 la liga de las nuevas soberanas consortes europeas.
 Vestida de azul cobalto y con una espectacular tiara del joyero de la Casa de Orange, su atuendo fue de auténtica reina.
 De no ser porque su esposo, el rey Guillermo Alejandro de Holanda, heredero de una monarquía de 200 años de antigüedad, llevaba puesta una capa de armiño, la protagonista de la entronización hubiera sido ella
. Máxima ejerce de primera dama de su país adoptivo con mucha ambición.
 Un buen ropero forma parte de su trabajo. Sabe que no puede llevar cualquier cosa en su posición. Su agenda, sin embargo, no es un accesorio más
. Economista y experta en financiación inclusiva para el desarrollo (los microcréditos, en palabras llanas), se ha labrado una reputación internacional que también beneficia a su esposo.
Máxima estrenó su título en Luxemburgo al mes de llegar al trono, y los viajes de presentación como nuevos monarcas se han sucedido sin pausa en 2013.
 En su calidad de enviada especial de la ONU, ha ido sola a Colombia y Perú, además de hacer una gira africana.
 Todo parecía rodar sin problemas hasta que el pasado agosto golpeó el drama: la muerte del príncipe Friso, hermano de Guillermo, que llevaba un año y medio en coma tras sufrir un accidente de esquí en Austria.
Fue una tragedia familiar. Cumplidos tres meses de su primer aniversario como consorte, la catástrofe del vuelo MH17 de las líneas aéreas malasias abatido sobre Ucrania, ha puesto a prueba su papel institucional.
 El rey se ha dirigido en primera persona a la nación, pero el segundo plano de ella ha sido bien visible a la hora de compartir la tristeza de los familiares de 194 compatriotas muertos (de un total de 298 pasajeros).
La catástrofe del vuelo MH17 ha puesto a prueba su papel institucional
El pasado diciembre, el Parlamento holandés la nombró regente “por haber puesto en los últimos años sus muchas cualidades al servicio del Reino”
. Si su esposo falleciera antes de la mayoría de edad de Amalia, la princesa heredera, Máxima asumiría la representación internacional de Holanda. No está mal para el país que un día cuestionó su llegada
. Con tres hijas, Amalia, Alexia y Ariana, y un marido y un país encantados de haberla conocido, solo una debilidad podría amenazar su horizonte. Y el de Guillermo. Son las villas de veraneo. Superado el fiasco de la que vendieron en Mozambique en 2012, la nueva, en Grecia, obliga a tocar unas playas protegidas.
 Aunque el Gobierno lo califica de asunto privado, el deseo de privacidad puede jugarles otra mala pasada. Su segundo talón de Aquiles.
El primero sigue siendo el pasado de su padre, Jorge Zorreguieta, secretario de Estado de Agricultura durante la dictadura argentina.
 Un pasado mantenido a raya a base de excluirle de la boda y la posterior entronización de su hija. Pero los holandeses no la hacen responsable de la trayectoria paterna, y ha conseguido aplicar su experiencia profesional a la función regia. Comenzó despacio y desde abajo.
Primero, con las mujeres inmigrantes.
 Para sorpresa de sus nuevos compatriotas, se presentó hace trece años hablando ya el idioma
. Y ahora las anima a hacer otro tanto para que puedan valerse por sí mismas y acceder a un empleo. La enseñanza primaria y secundaria ha sido su segundo objetivo.
 Desde su posición habla a los menores de las ventajas de una hucha bien manejada.
En diciembre fue nombrada regente “por sus muchas cualidades”
En 2009, Ban Ki-Moon, secretario general de la ONU, vio el tirón de una princesa real que trabajó de soltera en la banca, y la nombró su asesora para la financiación sostenible. Hoy, además de actuar como enviada especial de la organización en países emergentes, es presidenta de honor del programa de microcréditos del G20 (el grupo de las mayores economías mundiales).
El pasado 21 de marzo, cuando estaba a punto de cumplir su primer año en el trono, Máxima recibió en Alemania el premio Deutsche Medien. Otorgado desde 1992 por los medios germanos de comunicación, reconoció justamente su compromiso con el desarrollo.
 Al aceptar el galardón, pidió sin rodeos a los bancos lo siguiente:
 “Que pongan de nuevo al cliente en el centro de su labor y acerquen sus servicios a la gente para mejorar sus vidas”.
Se refería a los microcréditos, sin duda, pero la frase denota lo que la historiadora Reinildis van Ditzhuyzen califica de división del trabajo
. “Ella está muy preparada y sabe que, en algunos campos, como este de las finanzas, no tiene las ataduras de su esposo, el Jefe del Estado.
 Así que puede llegar más lejos. Lo único que de verdad importa es que ejerzan bien su labor pública y no haya críticas sobre su vida privada.
 Si los reyes actúan adecuadamente, pueden generar grandes beneficios”, asegura.
Pidió a los bancos “que pongan al cliente en el centro de su labor”
Con el apoyo a la integración social sucede algo parecido. Guillermo y Máxima recibieron en 2002 el Fondo Orange como regalo de boda de la nación.
 Se trata de una fundación pensada para reforzar la cohesión, y sus 26 millones de euros anuales de presupuesto la han convertido en la mayor patrocinadora de iniciativas ciudadanas.
En sus planes cabe todo: desde guarderías y hogares de ancianos a proyectos de reintegración de delincuentes y personas sin techo, propuestas de agrupaciones juveniles, de homosexuales y minorías étnicas, o bien voluntariado.
 Los fondos salen de la lotería y de donaciones particulares, y la entrega de las Manzanas de Orange, el premio anual que reconoce el esfuerzo realizado, es la cita preferida de ambos.
Es verdad que la crisis cuestiona “la sociedad en la que todos los ciudadanos utilicen sus recursos y puedan hacer oír su voz en pie de igualdad”, que el nuevo rey propuso en su discurso de aceptación de la Corona. Es igualmente cierto que será muy duro sustituir “el estado de bienestar del siglo XX, por la sociedad participativa del siglo XXI”. Pero su promoción de una Holanda más inclusiva es sincera, y la pareja se apoya sin disimulo en la tarea. “
Máxima y Guillermo ocasionan gastos, desde luego.
 Los presidentes de Gobierno también son caros, y muy pocos tienen el carisma del estadounidense John Kennedy”, señala la historiadora, cuando se le menciona el contraste entre el gasto de la realeza y la austeridad derivada de la crisis.

 

La última folclórica

Isabel Pantoja celebra hoy su 58 cumpleaños y busca sobre los escenarios tomar distancia de sus disgustos personales.

Isabel Pantoja en una gala en el Palau de las Arts de Valencia. / GETTY IMAGES

Isabel Pantoja cumple hoy 58 años y lo celebrará rodeada por sus fans en Cantora, la finca gaditana que heredó de Paquirri.
 La mayoría de los miembros de su Club Oficial de Madrid han desembolsado 250 euros para costearse el viaje, el hotel y parte del regalo que le entregarán cuando la tonadillera les abra la puerta de su casa, dispuesta a brindar, cantar y bailar con ellos durante un buen rato.
 Todo ocurrirá en medio de una pausa en su gira veraniega con la que está recorriendo España, quizá empeñada en volver a ser noticia por su trabajo y no por sus escándalos personales, pues no ha podido dejar de ser la asidua protagonista de las revistas manoseadas en peluquerías, supermercados y hogares a media mañana.
 Y, sin embargo, la última folclórica llega a la madurez plena en medio de las secuelas de su imputación en el Caso Malaya y los constantes disgustos que no dejan de darle sus hijos (bien rentabilizados en los platós de la tele y en las revistas).
A primera hora del 8 de noviembre de 2013, día en que su hija conocida popularmente como Chabelita cumplió 18 años, la intérprete de Marinero de luces emitió un comunicado para anunciar que la joven estaba embarazada como “fruto de una relación estable y duradera de amor”. También pidió respeto para su intimidad y la del resto de su familia y lamentó tener que leer y escuchar comentarios sobre su hija, convertida en “objeto de explícita burla y mal intencionado cotilleo”.
Cuatro meses después, el 7 de marzo de este año, Chabelita dio a luz a un niño de casi tres kilos de peso en Málaga y la cantante que empezó a conquistar al público a principios de los setenta en El Corral de la Morería, junto al Viaducto de Madrid, se ufanaba de ser abuela por segunda vez.
 El acontecimiento pareció devolverle la sonrisa en medio de la incertidumbre por no saber si sus abogados lograrían recurrir la sentencia de dos años de cárcel y una multa de más de un millón de euros por blanqueo de capitales que la Audiencia de Málaga le había impuesto un año antes cuando, al salir de los juzgados, se desvaneció ante una muchedumbre que en el pasado le aplaudía sin miramientos y ahora le gritaba "choriza" y la tiraba del pelo.
Pero la alegría le duraría poco. Chabelita y su novio Alberto Isla no tardaron en alquilar una casa en Sanlúcar de Barrameda, cuya puerta estaba cerrada para Isabel Pantoja. “No entiendo por qué no puedo ver a mi nieto”, dijo entre sollozos en El Programa de Ana Rosa (Telecinco), mientras Chabelita iba al cirujano para aumentarse los pechos y gastaba en la milla de oro de Madrid los ingresos que le brindaban sus primeras exclusivas a la prensa del corazón.
 Insinuó que el cambio de actitud de su hija había sido propiciado por Alberto Isla, que la tenía “envuelta en una ficción”, y dijo estar muy apenada también por su madre, doña Ana Martín, de 83 años (es decir, su sombra, para quien lo primero siempre ha sido “la carrera de la niña”), pues la situación la tenía muy afectada y “con las pestañas blancas de tanto llorar”.
Con la llegada de la Semana Santa todo pareció calmarse
. La viuda de un torero y exnovia de un político corrupto logró juntar a toda la familia en un balcón del centro de Sevilla donde, con lágrimas en los ojos, presenciaron el paso de la Virgen de la Esperanza de Triana y del Cristo de las Tres Caídas
. Dos meses después, quién sabe si por esta manifestación de fe, el Tribunal Supremo confirmó la sentencia de la Audiencia de Málaga pero, al ser una persona sin antecedentes penales y haber recibido una condena que no supera los 24 meses, se libró de entrar en la cárcel.
 Atrás quedó el calvario de sentarse en el banquillo de los acusados ante las cámaras de la televisión, los días enteros avergonzada y deprimida, encerrada en su finca, probando apenas unos batidos nutricionales.
 Entonces supo que tenía que levantarse y volver a ponerse la bata de cola porque, en la dialéctica cañí, el siniestro total no está contemplado.
Pero, si como decía Lola Flores, “cuando los hijos crecen no sirven más que pa matarnos a disgustos”, Kiko, el DJ, y Chabelita, la joven madre, no dejan de aquejar a Isabel Pantoja aireando por separado sus intimidades.
 Uno siendo objeto de un documental (con análisis tertuliano incluido) sobre sus intenciones de convertirse en cantante y otra rompiendo su relación sentimental viciada de origen.
 Dicen ahora, además, que el hombre que fuera el capataz de Cantora “tiene ganas de hablar” acerca de lo que vio y oyó mientras permaneció en la finca y que, tal vez en otoño, algún medio lo convenza con una buena cantidad de dinero.
Así que hay culebrón para rato porque, como dicen los periodistas Sol Alonso y Fernando Martín, biógrafos de La Pantoja (Temas de Hoy), “este país parece tener una especial querencia por el morbo. Lo disfruta, lo saborea y le encanta, como suelen decir esos anuncios de comida para perros.
 Incluso tiene una desarrollada capacidad para ofrecerlo en una vertiente artística de indudable aceptación y carga mucho más light: el humor negro.
 Sin embargo, pueden oírse las voces de ‘españoles de pro’ que quieren negar esta característica, desde nuestro particular punto de vista, evidente como la luz solar”.
Mientras tanto, la artista que ha convertido su propia vida en una copla; la aristócrata del pueblo que en 1983 provocó que hubiera gente dispuesta a dormir en la explanada de una iglesia de Sevilla, sin importarle los sudores de abril, con tal de coger sitio para no perderse la gran boda de la tonadillera y el torero ante Jesús del Gran Poder; la otrora “viuda de España” que “hasta fregaría suelos” para pagar un monumento a “El”, su Paquirri, el mismo no le negaba “ni la luna”; ella, la última folclórica, tantea con una gira de conciertos por toda la península la respuesta que podría recibir cuando lance su nuevo disco (Hasta que se apague el sol), que grabó gracias su compadre Juan Gabriel, el mexicano que en 1988 le compuso Así fue y en 2011 No me parezco a nadie, tema en el que no se cansa de alardear (por si a alguien le queda alguna duda):
“Soy Isabel Pantoja y hago lo que se me antoja”.

 

Dulces noches, años ochenta........................................................ Manuel Vicent

Carmen Maura era un detonante en medio de aquel mundo de drogas, sexo y amas de casa histéricas, materia primigenia en la creación de Almodóvar.

 

La actriz Carmen Maura, retrada por Jordí Socías.

Cuando los huesos de Franco bajaron a la tumba Carmen Maura era todavía una galerista de arte, que exponía a pintores jóvenes muy formales, y Pedro Almodóvar era un administrativo de la compañía Telefónica, que jugaba con una cámara súper 8 y que, en vez de inmortalizar las bodas y bautizos de sus familiares en Calzada de Calatrava, niños saludando desde el columpio o las idas y venidas de un perro trayendo la pelota al amo, trataba de recomponer en el celuloide el rompecabezas de aquellas tribus urbanas, criaturas descoyuntadas de la modernidad, que poblaban las noches de Madrid poseídas por el dios Calimocho.
Carmen Maura regía la galería de arte Da Vinci, situada en la trasera del Café Gijón, y en ese tiempo era una joven dulce y embarazada, de maneras educadas, cuyos bisabuelos ya se duchaban todos los días.
 Su apellido te llevaba al político monárquico conservador Antonio Maura, del que era sobrina nieta. Se notaba a la legua que de niña le habían enseñado a sentarse con las piernas muy juntas, a hacer algún postre y a utilizar la pala del pescado; por su parte había aprendido a distinguir las distintas etapas de la pintura de Tàpies.
 Pero se ve que se aburría
. Tanto orden, tantas tardes de domingo matrimoniales acaban convirtiendo el bostezo en un explosivo.
 Un día aquella muchacha modosa desapareció del mundo del arte y de forma inesperada emergió en medio de una tribu urbana enloquecida, que tenía su reino en Rockola y en la discoteca Sol de la calle Jardines.
En 1980 Almodóvar rodó su primera película, Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón, en la que Carmen Maura, que había contribuido a encontrar a un productor, se convirtió en una de las protagonistas.
Desde entonces, esta excelente actriz, pese a sus múltiples registros, su extensa filmografía y sus premios internacionales, ya no pudo librarse de estar por siempre atada a Pedro Almodóvar, el amo de llaves de aquella estética alegre y disparatada de los años ochenta.
 Aun en las etapas en que por achares de celos estuvieron distanciados les ligaba un lazo maldito.
 Era la mezcla perfecta: una aristócrata desclasada y un ácrata dinamitero.
Los huesos del dictador produjeron un fuego fatuo.
 De él se prendió la mecha que produjo la detonación libertaria
. Una nube de libélulas con pendientes de plumas de pato en las orejas y la cresta verde en el cráneo rapado llenó la noche.
La década prodigiosa fue inaugurada por un abad disfrazado de político socialista llamado Tierno Galván.
Si Dios no existe, todo está permitido, dijo Dostoievski; si Franco ha muerto, ahora mismo me pongo a bailar en Rockola con una bata guateada y unos rulos para lamerme los traumas, dijo Almodóvar. Solo le faltaba encontrar una musa que diera sentido a todo aquel disparate y estuviera como él dispuesta a ponerse el mundo por montera.
 La encontró en el dulce rostro de Carmen Maura lleno de ingenuos mohines y en el papel de Pepi ella desarrolló su talento todavía en agraz ante las cámaras de Almodóvar, que tampoco sabía entonces donde colocarlas. Carmen Maura era un detonante en medio de aquel mundo de drogas, sexo, tamaños de pene y amas de casa histéricas, materia primigenia en la creación de Almodóvar.
Carmen Maura, una mujer al borde del ataque de nervios, se abrió camino hacia las esferas entre travestis, suicidas, terroristas, abuelas en parente y la serpiente del paraíso
Mientras los fachas iban con cadenas y bates de béisbol imponiendo su verdad por las calles de Madrid y el golpe de Tejero aun estaba caliente, en 1983 Carmen Maura apareció en la película Entre tinieblas, en el papel de sor Perdida, del convento de Redentoras Humilladas, junto a sor Estiércol y sor Rata de Callejón, entregadas a redimir chicas descarriadas
. Eran monjas de clausura que después de orinar de pie sobre las coles de la huerta del convento se metían un pico pensando en el centurión que traspasó con una lanza el costado del Nazareno.
La cuestión era echar a la basura todo el surrealismo católico de Buñuel para sustituirlo por una burla desvergonzada de la Iglesia; recrear un mundo de sofás de escay donde unas mujeres en zapatillas con una borla de lana rosa en el empeine soñaban con ser cajeras de supermercado; secuencias con colores agrios, un kitsch descalabrado de fotos de los abuelos encima del televisor.
 En los años ochenta había salas de fiestas para matrimonios gastados donde un gorila copulaba con una rubia de botella mientras la esposa medio dormida, junto al marido inflamado, daba cabezadas ante una fanta de limón
. Se llamó la movida al ir venir de estas colmenas de abejas doradas por abrevaderos y plazoletas iniciáticas y aunque había otras chicas del montón Carmen Maura era el rostro que navegaba en aquella palangana del inconsciente colectivo, nena, tú vales mucho, de aquel famoso programa de televisión donde ella, cándida e ingenua, decía cosas cínicas llenas de dinamita
. Carmen Maura, una mujer al borde del ataque de nervios, se abrió camino hacia las esferas entre travestis, suicidas, terroristas, abuelas subidas en parapente y la serpiente del paraíso que ofrecía manzanas rayadas en los lavabos del Cock. Dulces noches de los años ochenta.