Una semana después de archivarse su caso
por la supuesta comisión de los delitos de abuso sexual, corrupción de
menores, pornografía infantil y tráfico de drogas, el diseñador Francis
Montesinos ha dado la cara ante los medios de comunicación.
Aunque los testigos y los peritos psicológicos le han exonerado de todos los cargos, los 51 días que ha pasado imputado por los supuestos abusos de dos menores pasan una factura muy alta.
"Psíquica y económicamente me siento como si estuviera muerto.
Estoy que no sé dónde tengo la cabeza", afirma, sentado en un céntrico hotel de Valencia, ciudad donde nació hace 64 años y donde mantenía su tienda de moda desde hace más de 30 años, con interrupciones.
La "falsas acusaciones" han precipitado el cierre este viernes de este céntrico establecimiento, a la espera de tiempos mejores, si bien contará con un atelier para sus clientes más fieles.
"Me han retirado un contrato importante.
También una serie de bolos que tenía y diversas actividades.
Pero pienso continuar y volver a empezar.
Como el ave fénix, como ya hemos hecho en otras ocasiones
. Lo profesional se resolverá, lo que no sé es si se resolverá dentro de la cabeza", apunta Montesinos.
Habla en un tono tranquilo, que se trunca cuando recuerda cómo llegaron a su casa para registrarla "11 guardias civiles, con perros, y con helicóptero incluido".
"Era todo tan exagerado que, sentado en mi casa, llegué a pensar que como no iban a encontrar nada, a ver si me iban a poner algo por ahí, no sé, heroína, cocaína", comenta
. Pero no.
De hecho, el modisto tiene palabras de agradecimiento por el trato recibido tanto por la juez, que ha actuado con celeridad en su caso, como por los guardias civiles.
Y hacia los profesionales del mundo de la moda española, de la que él es uno de sus más relevantes representantes desde la pasada década de los ochenta, que le han expresado su apoyo.
También ha habido gente que le ha negado el saludo. "En Valencia es
difícil pasar desapercibido porque se me conoce", dice Montesinos
resignado, pero se queda con la reacción de la mayor parte de la gente
. Como la de los vecinos de la población valenciana de Llíria, donde tiene su chalé, el día después de su detención.
"Mientras almorzaba en el pueblo, pasaba gente que me decía en valenciano:
'Francis, que estem amb tu; que sabem que no has fet res (Francis, que estamos contigo; que sabemos que no has hecho nada)'", explica.
Tuerce el gesto y adopta una expresión entre perpleja e indignada rememorando "las mentiras y las acusaciones" que se han vertido contra él por los supuestos abusos de dos menores. Acusaciones que incluso se pretendieron ampliar a otras dos personas especialmente significativas para él por considerarlos hijos adoptivos.
Ambos tienen 52 años y padecen síndrome de Down. "Los querían meter en la denuncia, también. En fin, qué voy a decir...".
Atribuye las denuncias a dos mujeres, "una madre y una abuela", con problemas vinculados a la custodia de una niña y de un niño, supuestos objetos de abusos por parte del diseñador, que conoce a la familia de ambos. Él dice que se vio envuelto en una disputa familiar, cuando el responsable de los hechos es el "portugués", un antiguo ayudante de Montesinos que ejercía de casero del diseñador. Su abogado estudia la posibilidad de formular acciones penales contra "quienes vertieron acusaciones falsas, prestadas a veces por personas desequilibradas".
. El portugués se encuentra en prisión preventiva por intento de violación a un menor de 13 años en el chalé del modisto.
El caso fue denunciado por los padres. "Cuando fui yo a denunciarlo, la Guardia Civil me dijo que ya había puesto una denuncia por esos hecho, que lo denunciase por robo de mi vehículo", cuenta. Montesinos asegura que el portugués nunca mostró comportamientos de ese tipo durante los cinco años que trabajó en su casa.
"Se le vio el plumero a raíz de ese caso. Nunca se le había visto esa forma de actuar.
Estaba en mi casa, pero le podría ocurrir a cualquiera", sostiene el modisto, que ha declarado en el juicio como testigo.
Montesinos cree que algunos medios han hecho escarnio de su caso, pero tampoco quiere echar leña al fuego
. En algún programa se ha llegado a recordar las grandes fiestas de los años ochenta que se celebraban en su casa, con presencia de conocidos artistas de la movida madrileña.
"Es la fama con la que tengo que vivir y en ocasiones he vivido de ello.
Pero ahora, a los 64 años, no estoy para torear yo...
Lo que estoy es a punto de salir de la plaza", comenta.
Aunque los testigos y los peritos psicológicos le han exonerado de todos los cargos, los 51 días que ha pasado imputado por los supuestos abusos de dos menores pasan una factura muy alta.
"Psíquica y económicamente me siento como si estuviera muerto.
Estoy que no sé dónde tengo la cabeza", afirma, sentado en un céntrico hotel de Valencia, ciudad donde nació hace 64 años y donde mantenía su tienda de moda desde hace más de 30 años, con interrupciones.
La "falsas acusaciones" han precipitado el cierre este viernes de este céntrico establecimiento, a la espera de tiempos mejores, si bien contará con un atelier para sus clientes más fieles.
"Me han retirado un contrato importante.
También una serie de bolos que tenía y diversas actividades.
Pero pienso continuar y volver a empezar.
Como el ave fénix, como ya hemos hecho en otras ocasiones
. Lo profesional se resolverá, lo que no sé es si se resolverá dentro de la cabeza", apunta Montesinos.
Habla en un tono tranquilo, que se trunca cuando recuerda cómo llegaron a su casa para registrarla "11 guardias civiles, con perros, y con helicóptero incluido".
"Era todo tan exagerado que, sentado en mi casa, llegué a pensar que como no iban a encontrar nada, a ver si me iban a poner algo por ahí, no sé, heroína, cocaína", comenta
. Pero no.
De hecho, el modisto tiene palabras de agradecimiento por el trato recibido tanto por la juez, que ha actuado con celeridad en su caso, como por los guardias civiles.
Y hacia los profesionales del mundo de la moda española, de la que él es uno de sus más relevantes representantes desde la pasada década de los ochenta, que le han expresado su apoyo.
Ha habido gente que le ha negado el saludo.
"En Valencia es difícil pasar desapercibido porque se me conoce", dice el modisto
. Como la de los vecinos de la población valenciana de Llíria, donde tiene su chalé, el día después de su detención.
"Mientras almorzaba en el pueblo, pasaba gente que me decía en valenciano:
'Francis, que estem amb tu; que sabem que no has fet res (Francis, que estamos contigo; que sabemos que no has hecho nada)'", explica.
Tuerce el gesto y adopta una expresión entre perpleja e indignada rememorando "las mentiras y las acusaciones" que se han vertido contra él por los supuestos abusos de dos menores. Acusaciones que incluso se pretendieron ampliar a otras dos personas especialmente significativas para él por considerarlos hijos adoptivos.
Ambos tienen 52 años y padecen síndrome de Down. "Los querían meter en la denuncia, también. En fin, qué voy a decir...".
Atribuye las denuncias a dos mujeres, "una madre y una abuela", con problemas vinculados a la custodia de una niña y de un niño, supuestos objetos de abusos por parte del diseñador, que conoce a la familia de ambos. Él dice que se vio envuelto en una disputa familiar, cuando el responsable de los hechos es el "portugués", un antiguo ayudante de Montesinos que ejercía de casero del diseñador. Su abogado estudia la posibilidad de formular acciones penales contra "quienes vertieron acusaciones falsas, prestadas a veces por personas desequilibradas".
Escarnio
"El portugués es el que tiene que pagar y es el que está pagando", sostiene Montesinos, sobre el único imputado que ha quedado en esta causa y que está procesado en otra por unos hechos acaecidos el pasado año. El portugués se encuentra en prisión preventiva por intento de violación a un menor de 13 años en el chalé del modisto.
El caso fue denunciado por los padres. "Cuando fui yo a denunciarlo, la Guardia Civil me dijo que ya había puesto una denuncia por esos hecho, que lo denunciase por robo de mi vehículo", cuenta. Montesinos asegura que el portugués nunca mostró comportamientos de ese tipo durante los cinco años que trabajó en su casa.
"Se le vio el plumero a raíz de ese caso. Nunca se le había visto esa forma de actuar.
Estaba en mi casa, pero le podría ocurrir a cualquiera", sostiene el modisto, que ha declarado en el juicio como testigo.
Montesinos cree que algunos medios han hecho escarnio de su caso, pero tampoco quiere echar leña al fuego
. En algún programa se ha llegado a recordar las grandes fiestas de los años ochenta que se celebraban en su casa, con presencia de conocidos artistas de la movida madrileña.
"Es la fama con la que tengo que vivir y en ocasiones he vivido de ello.
Pero ahora, a los 64 años, no estoy para torear yo...
Lo que estoy es a punto de salir de la plaza", comenta.