Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

15 jul 2014

Madre coraje, madre de Cristiano Ronaldo............................................................. Javier Martín

Publicada una autobiografía de Dolores Aveiro, en la que habla de su vida familiar y del momento en que recogió a su nieto recién nacido en Florida.

 

Dolores Aveiro con sus hijos Cristiano y Katia. / CORDON

Madre coraje, La vida, la fuerza y la fe de una luchadora, así se titula el libro de Dolores Aveiro, más conocida por ser la madre del futbolista Cristiano Ronaldo.
El libro, que será presentado oficialmente el miércoles por el secretario de Estado de Medio Ambiente José Eduardo Martins, es la biografía autorizada de la madre de Ronaldo, escrita por Paulo Sosa Costa.
“La mujer a la que el sufrimiento nunca apagó la esperanza”, se señala en la portada.
 La obra, de 248 páginas, editada por Materia-Prima, retrata las penurias de una mujer que se educó en un orfanato, padeció la violencia familiar, luchó contra un cáncer y contra una pobreza extrema, circunstancias que le hicieron plantearse abortar cuando se quedó embarazada de Cristiano,"el bebé que cambiaría el rumbo de todos”.
Nacida el último día de 1954 en el pueblo de Caniçal, la infancia puede describirse -tras leer el libro- como un infierno.
 A los cinco años murió su madre Matilde (37 años). Su padre, José Viveiro, se ve con cinco hijos y absolutamente incapaz de llevarlos adelante.
 Excepto el mayor, los cuatro pequeños fueron enviados a distintos hospicios de Funchal. Dolores y su hermana Laurentina a uno, y los más pequeños, Jorge y Florentina, a otro.
Dolores recuerda que era constantemente castigada por las monjas.
 Le colocaban un saco en la cabeza por dormirse en misa o le ponían friegas de ortigas para que no siguiera meándose en la cama
. A los 9 años huye, pero la encuentran y la envían a un centro de deficientes donde el médico comprueba que no lo es.
Finalmente, su padre que vivía con otra mujer, Ángela, recoge a sus hijos.
 Bajo el mismo techo vivían cinco hijos de la madrastra, cuatro de Matilde y José, y uno en común. Dolores vuelve a ser castigada y golpeada con regularidad.
 A los 13 años la sacan de la escuela y la ponen a trabajar en la vendimia, hasta que a los 18 años se casa con Dinis
. Pasa la noche de bodas en la misma habitación de los suegros, lo que no fue obstáculo para que cuatro años después tuviera ya tres hijos,  Hugo, Elma y Cátia.
Y en esto, cuando más distanciada estaba de Dinis, que seguía sin trabajar, a los 30 años, vuelve a quedarse embarazada
. Dolores Aveiro pretende abortar; “pero el médico no apoyó mi decisión”.
 Pese a ello optó por una receta casera que le proporcionó una vecina: beber cerveza negra caliente y correr hasta que el cuerpo no aguantara más
. Así lo hizo pero, pese a correr y correr, el embarazo siguió adelante con absoluta normalidad. Su desesperación llegó hasta el momento del parto cuando, el médico, para animarla, dijo al ver al bebé: "Con estos pies le va a salir futbolista"
. El nombre: Cristiano, porque sí, y Ronaldo por el presidente de Estados Unidos Ronald Reagan.
La situación familiar, como había pronosticado el médico -"este bebé le va a traer muchas alegrías"- fue mejorando. Elma, con16 años, se pone a trabajar en un hotel; Hugo, con 15 ayuda en una empresa de aluminios, la pequeña Cátia cuida de Ronaldito y la madre deja la vendimia y entra a trabajar en la cocina del mismo hotel de su hijo en Funchal.
La madre de Ronaldo también explica cómo fue la decisión de su hijo de ser padre
. “Quiero tener un hijo y me gustaría que mi madre me ayudase en la educación y darle el amor como hizo conmigo y con mis hermanos.
 La madre del bebé nunca será conocida”, declaró el futbolista.
 Y Dolores Aveiro voló a Florida (Estados Unidos) para ir a buscar a su nieto de cuya madre "nunca" se sabrá la identidad. El padre, mientras, estaba disputando el mundial de Suráfrica.
La familia, procedente de Madeira, ha salido adelante gracias al hijo menor, Cristiano Ronaldo dos Santos Aveiro, que siendo un jovenzuelo (16 años) fue fichado por el Sporting de Lisboa, trasladándose de su Funchal natal a la capital portuguesa
. La madre recuerda el último susto, cuando el médico del club le anunció que su hijo tenía un problema de corazón por el rápido desarrollo físico.
 Pero, afortundamente, salió bien de la operación.
En un partido contra el Manchester United en 2007, el jugador deslumbró al entrenador escocés Alex Ferguson, que le fichó inmediatamente.
 En esa etapa inglesa, su entrenador también ejerció de padre, y en ocasiones le castigó por su carácter infantil.
 Ya en ese club fue elegido el mejor jugador del mundo, título que reeditó con el Real Madrid este año.

DIOSES Y MONSTRUOS.......................... Diez años sin el rey.................................................. Carlos Boyero

El cine, la magia y la interpretación siempre echarán de menos al cautivador Marlon Brando.

Maria Schneider y Marlon Brando, en una escena de 'El último tango en París', de Bertolucci.

Hay actores que al iniciar su carrera pueden resultar nada veraces y que con el tiempo logran desprender credibilidad y arte.
 Y no sabemos si esa gratificante evolución fue posible gracias al esforzado aprendizaje de un oficio o a que las experiencias que fueron acumulando en su vida forjaron su capacidad para expresar una amplia galería de sensaciones.
 Probablemente hay grandes actores que han nacido en posesión del arte de interpretar y otros que van haciéndose a lo largo del tiempo
. Hay algunos que siempre parecen ser ellos y otros a los que es difícil reconocer de un papel a otro. De los primeros creemos que son una y otra vez su propio personaje, que aunque interpreten guiones escritos por otras personas y den vida a seres distintos, cuando les filma la cámara hablan, se mueven, gesticulan, se expresan, piensan y sienten exactamente igual que en su vida real.
 A los segundos, que gozan de mucho prestigio, les denominamos camaleones por su vocación y su habilidad para cambiar de piel encarnando a los seres más dispares
. Hay actores que crean moda y su estilo es imitado consciente o inconscientemente por sucesivas generaciones de intérpretes, mientras que otros son principio y fin de raza, su personalidad nace y muere con ellos, no serán modelo de nadie.
Los actores que más amo en el cine estadounidense, los que constituyen un género en sí mismos, los que te ponen inevitablemente de su parte aunque alguna vez los directores les hayan colocado en la piel del villano, los que justificarían con su presencia pagar la entrada aunque la película fuera olvidable son John Wayne, Cary Grant, Robert Mitchum, Humphrey Bogart, James Stewart, Henry Fonda, gente así, todos ellos muertos.
 A ninguno me lo imagino matriculándose en la carrera de actor, rezando en el altar del método y poniéndole velas a Stanislavski, buceando en su subconsciente para crear sus personajes, graduándose en expresión corporal.
 O si fuera así, es algo que nunca percibes al verlos en la pantalla.
 No necesitan ser intensos, ni demostrarnos en cada plano que su vida interior es apabullante, ni sobreactuar, ni recurrir a gestos mimosos, coquetos o excéntricos para reclamar continuamente la complicidad y el amor incondicional del espectador.
Abundan en su irregular carrera los ejercicios de autocomplacencia y la desidia hacia el arte del que se sabía superdotado
La anterior especie corre peligro de extinción
. No encuentro personalidades a la altura de las suyas en el cine actual
. Tampoco quedan muchos camaleones geniales, esos actores todoterreno y siempre veraces.
 Algunos de los más ilustres, debido a que su físico nunca podría acceder al estrellato, tuvieron que conformarse con ejercer casi siempre de secundarios de lujo
. Para entendernos, el modelo antiguo sería el extraordinario Walter Brennan. Su glorioso sucesor en el cine de los últimos veinte años realizado en Estados Unidos se llamaba Philip Seymour Hoffman, alguien que jamás perdió el estado de gracia ante la cámara.
 No le ocurrió lo mismo con su vida.
 Se le fue hace poco y de forma especialmente salvaje, con una jeringa clavada en el brazo.
Y te preguntas si queda algún auténtico rey entre los actores actuales, alguien con un poderío expresivo tan natural como inigualable.
 Hay superdotados como los ya setentones Robert de Niro y Al Pacino que tuvieron épocas grandiosas y creaciones memorables
. Pero llevan demasiados años descuidando sus carreras, repitiéndose de forma grotesca, pareciendo caricaturas de sí mismos, haciendo películas discretas, mediocres o lamentables.
 Lo último que interpretaron a la altura de su genio fue una obra maestra titulada Heat.
Y eso ocurrió hace veinte años. Sean Penn y Johnny Depp son actores muy buenos, pero la memoria debe de hacer esfuerzos para recordar interpretaciones suyas destinadas al clasicismo.
De acuerdo, es muy difícil sufrir con tanto arte como lo hacía Penn en Mystic river y en 21 gramos o componer con tanta gracia, pasión y tragicomedia al peor director de la historia del cine como lo hacía Depp en la maravillosa Ed Wood.
 Pero hace demasiado tiempo que no han vuelto a pisar esas cumbres. Aunque tenga mérito encarnar a Jack Sparrow de la forma que lo hace Johnny Depp en esa serie tan idiota como multimillonaria de los piratas caribeños, es dudoso que su creación vaya a servir como el ejemplo que más influyó para que muchos chavales jóvenes intentaran ser actores.
 Y todo el mundo estará de acuerdo en que George Clooney es un galán como los mejores de antes, además de una persona inteligente y con sentido del humor.
 Admitiendo el fulgor de todas estas estrellas, sigo sin reconocer en ninguna de ellas el rasgo distintivo de los auténticos dioses.
Pero tengo claro que se cumplen 10 años de la muerte de un actor que fue el último rey del cine, trono no heredado ni anhelado, sino al que accedió con naturalidad en nombre de su proteica fuerza histriónica, su seducción de todo tipo de espectadores al verle y escucharle en la pantalla, su magnetismo, su sensualidad, su poder de convicción y de conmoción al transmitir una gama variada y torrencial de sentimientos, la coordinación mágica de sus ojos, sus manos, su boca, su voz, sus silencios y los movimientos de su cuerpo para que todo en él desprenda hipnotismo, diversos momentos en algunas de sus interpretaciones en los que plasma las emociones de forma impresionante y veraz.
 Ese señor se llamaba Marlon Brando. Capote hizo un reportaje memorable sobre su persona (aunque Brando lógicamente quisiera matar al enano perverso al que contó presuntas confidencias que este después publicó) que tituló El duque en sus dominios.
 Se quedó corto con el título aristocrático que le otorgaba su mordacidad.
 Brando no era un duque. Fue el rey desde el principio.
Y con su desaparición se acabó la monarquía.
Ver y escuchar a ese fascinante Brando es una experiencia que la retina y el oído van a guardar a perpetuidad
Brando podía ser narcisista e irritante hasta provocar la náusea de cualquier mirón con un mínimo de sentido crítico.
 Abundan en su irregular carrera los ejercicios de autocomplacencia y la desidia hacia el trabajo o el arte para el que se sabía superdotado
. Disponiendo de ilimitada capacidad de elección para protagonizar historias interesantes, guiones con carne y alma, se apuntó demasiadas veces a lo fácil y a lo previsible que le proporcionaría fortuna inmediata, fue un desganado mercenario en bastantes causas mediocres, cuesta mucho recordar algún papel suyo con un poco de interés en sus últimos 25 años de carrera.
 Y, sin embargo, su aparición en cualquier película mantuvo las expectativas de gran acontecimiento hasta el final.
 Nadie quería perderse una actuación del gran mago.
Por si acaso, por si decidía sentirse generoso y regalarnos unas gotas de sus esencias.
¿Y cómo puede alguien tan vago disponer de tanto crédito? Cualquier espectador con sensibilidad y capacidad de admiración podrá entender las razones de ese eterno prestigio si observa a este actor genial en unas cuantas películas, en momentos que están más allá del elogio.
Acosando a Vivien Leigh en Un tranvía llamado deseo, pidiéndole a su esposa en la noche de bodas que le enseñe a leer en Viva Zapata, manipulando a la plebe con su discurso después del asesinato de César en Julio César, quejándose con tono bíblico a su gansteril hermano mayor de la explotación y el fracaso al que le condenó en La ley del silencio, machacado después de una paliza salvaje e intentando proteger a Redford y que se cumpla la ley en La jauría humana, formando con propósitos maquiavélicos al futuro revolucionario negro en Queimada, su actuación durante la boda de su hija en El Padrino, el monólogo ante el cadáver de su suicida mujer en El último tango en París, su reflexión sobre el poder absoluto y el horror existencial en Apocalypse now, son secuencias que demuestran con impacto inolvidable el arte de uno de los actores más originales, poderosos, cautivadores y emocionantes que jamás han existido.
 Ver y escuchar a ese fascinante Brando es una experiencia que la retina y el oído van a guardar a perpetuidad.
 El cine, la interpretación y la magia siempre le echarán de menos.

 

14 jul 2014

LOS CANTOS DE AMOR


La poesía era el punto central de toda la vida intelectual de los andaluces. Durante seis siglos, por lo menos, fue cultivada con tal celo y por tan gran multitud de personas que el mero catálogo de los poetas arábigo-hispanos llenaría tomos en folio.
El don de improvisar era frecuentísimo, pues hasta el gañán que iba tras el arado hacía versos sobre cualquier asunto y también los califas y los príncipes más egregios nos han dejado algunas poesías como testimonio de su talento. Cualquier obra, que trata de los reyes grandes de Andalucía recoge también sus dotes poéticas.



La situación de las mujeres en España era más libre que en los otros pueblos mahometanos. En toda la cultura intelectual de su tiempo tomaban parte las mujeres y no es pequeño el número de aquellas que alcanzaron fama por sus trabajos científicos o disputando a los hombres la palma de la poesía. Tan alta civilización fue causa de que se les tributase en España una estimación que jamás el oriente musulmán les había tributado.





 Mientras que allí, con raras excepciones, el amor se funda sólo en la sensualidad, aquí arranca de una más profunda inclinación  de las almas y ennoblece las relaciones entre ambos sexos. A menudo el ingenio y el saber de una dama tenían poderoso atractivo para sus adoradores, como sus prendas y hechizos corporales, y una inclinación común a la poesía o a la música solía formar el lazo que ligaba dos corazones entre sí. Como testimonio de lo dicho, los cantos de amor de los árabes andalusíes manifiestan, en parte, una pasmosa profundidad de sentimientos. En los movimientos y voces del alma de estos cantares se halla una mezcla de blandos arrobos y de violentas pasiones.




Si examinamos ahora algunos cantos de amor de diversos autores, veremos la variedad de tonos que hay en ellos. Una idea que se repite a menudo en la poesía de aquella época es la de que dos amantes se ven mutuamente en sueños durante la ausencia, y así hallan algún consuelo en su aflicción.



Ibn Jafaja (1058-1138) canta:
Envuelta en el denso velo
de la tenebrosa noche,
vino en sueños a buscarme
la gacela de los bosques.

Vi el rubor que en sus mejillas
celeste púrpura pone,
besé sus negros cabellos,
que por la espalda descoge,
y el vino aromoso y puro
de nuestros dulces amores,
como en limpio, intacto cáliz,
bebí en sus labios entonces.
En perlas vertió el rocío,
que de las sedientas flores
el lindo seno entreabierto
ansiosamente recoge;
Rosas y jazmines daban
en pago ricos olores.
Mas para ti y para mí,
¡oh gacela de los montes!,
¿qué más rocío que el llanto
que de nuestros ojos corre?
El poeta Ibn Darray (958-1030) expresa el mismo pensamiento más sencillamente:
Si en los jardines que habita
me impiden ver a mi dueño,
en los jardines del sueño
nos daremos una cita.

El negocio de sentarse en primera fila.................................................................................... Carmen Mañana

La presencia de caras conocidas en los desfiles se confirma como una herramienta de 'marketing' muy rentable para marcas y celebridades.

Jennifer López y Donatella Versace. / GETTY

Los vestidos de la colección que Donatella Versace presentó en París el 6 de julio ocuparon páginas y minutos de televisión en todo el mundo.
 Casi tantos como la imagen de la cantante Jennifer López sentada en la primera fila de su desfile. Porque lo que sucede a los pies de la pasarela concita a veces más interés que lo que pasa sobre ella. Y, casi siempre, hace que se hable del evento en medios distintos de los especializados
. Una labor que las celebritis prestan cada vez menos por amistad o amor al arte (de la aguja) y cada vez más por dinero.
 Desde los 36.000 que exigiría la actriz Blake Livevly, según la publicación Fashionista.com, hasta la tarifa de 75.000 euros que maneja Beyoncé y que Rihanna cobró en 2012 por sentarse durante 20 minutos a ver pasar diseños de Chanel, tal y como recoge Business Insider.
Sean Peen y Charlize Theron. / GETTY
Que la presencia de famosos en el llamado front row constituye una herramienta de márketing fundamental para la industria de la moda no es algo nuevo.
Pero sí la velocidad a la que crece y se profesionaliza este fenómeno, como ha quedado patente en la última semana de la alta costura francesa.
 Finalizada el pasado viernes, en ella se ha medido no solo el talento estético si no también la capacidad de convocatoria de los diseñadores.
 El modista retirado Valentino Garavani llevó de la mano a la celebridad catódica Kim Kardashian, la intérprete británica Emma Watson y a la ganadora de Eurovisión Conchita Wurst al desfile de su marca. Armani Privé consiguió reunir a las actrices Kate Hudson y Chloe Moretz.
Y Dior mezcló en el museo Rodin a Bianca Jagger y Valérie Trierweiler, expareja del presidente francés François Hollande, con embajadoras de la casa como Marion Cotillard, Jennifer Lawrence y Charlize Theron, que llegó acompañada de su novio, Sean Penn.
El oscarizado Jared Leto hizo doblete y acudió a las presentaciones de Giorgio Armani y Karl Lagerfeld.
 En esta última apareció vestido con pantalones y botas de la última colección femenina de Chanel. Junto a él, presenciando el homenaje a Le Corbusier del diseñador alemán, el director Baz Luhrmann y las actrices Kristen Stewart, Dakota Johnson, y Lily Collins.
“Cuando el desfile ha sido interesante una buena primera fila solo suma valor al evento”, asegura David Cabaleiro, socio fundador de la agencia de relaciones públicas Pin Up, que gestiona este tipo de acciones en España
. En su opinión se trata de asociaciones beneficiosas en ambas direcciones: “El mercado real de la alta costura, por ejemplo, es muy limitado.
 Solo un centenar de mujeres en el mundo pueden adquirirla, y para hacer relevante esta pasarela a nivel global las caras conocidas son una buena vía.
 También ayudan a que la marca siga viva, e incluso a que rejuvenezca, porque le permiten tener una gran presencia en las redes sociales”.
 Leto, que posee 1,7 millones de seguidores en Instagram, publicó varias fotografías del antes y después del desfile de Chanel.
Entre ellas, una junto al diseñador de la casa francesa en la que se leía: “Mi amigo el legendario Karl Lagerfeld y yo bromeando, sí, bromeando”.
Karl Lagerfeld y Jared Leto. / GETTY
Muchas marcas de lujo utilizan la invitación a sus desfiles como una primera aproximación a las actrices que anhelan vestir en las alfombras rojas, especialmente en la de los Oscar, que se ha revelado como un escaparate cada vez más importante para la industria de la moda, más incluso que las propias pasarelas.
 Además, dentro de los contratos que las casas firman con sus embajadoras “comienzan a incluir, junto al rodaje de la campaña publicitaria y la participación en cierto número de fiestas o entrevistas, la aparición en sus front rows”, según apunta Cabaleiro.
Sentarse a pie de pasarela, permite a los famosos asociar su imagen a los exclusivos valores que representan estas marcas.
 “Mejora su percepción e incluso puedo aumentar su caché”, apunta el responsable de Pin Up. Aunque, para algunos artistas, la reputación no es una divisa suficientemente potente.
Ninguna marca admite que las estrellas acudan a sus desfiles, además de por admiración, porque exista un cheque de por medio.
Pero la diseñadora británica Nicole Farhi denunció en 2012 estas prácticas, que asegura detestar. “¿Qué es lo que muestran los periódicos el día después del desfile? No es la ropa, sino las celebrities a las que has pagado por acudir […]. Sé que todos me odiarán por revelar esto, pero me da igual.
 Es una abominación”, declaró la creadora a The Sunday Telegraph.
Abe Gurko, director de Abe, una agencia de relaciones públicas con sede en Nueva York, ha sido uno de los pocos que se ha atrevido a confirmar este secreto a voces.
“Una vez un representante me dijo: ‘Ella lo haría por 125.000 dólares [casi 92.000 euros]’. Yo le deseé un buen día”, contó a The Telegraph.
 El empresario también reveló que lo máximo que ha llegado a desembolsar para que un famoso acudiese a un desfile fueron 18.000 euros.
“Pagué dos billetes de avión para una estrella europea y su acompañante, el hotel, ropa, maquillaje y un chófer para tres días.
 Mereció la pena cada céntimo”.