Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

21 jun 2014

Reino ‘nude’................................................................Boris Izaguirre

En esta corte de damas, todas uniformadas por el blanco, destacarán las que no tienen miedo (al menos al color), como Isabel Presley y Carla Royo Villanova.

Recepción de los Reyes tras la proclamación. / Bernardo Pérez

Algo también interesante de la proclamación de Felipe VI fue su naturaleza virtual: la emoción, el relato, se vivió más por televisión que en las calles
. Probablemente sea una característica del tiempo en que les toca ser reyes: un mundo de emociones digitales, donde la imagen es el texto, la auténtica reina.
Por más que desde la prensa insistiéramos en que las calles de Madrid estaban inundadas por miles de personas, bien vigiladas por casi los mismos policías, los súbditos del siglo XXI prefirieron ver los actos desde sus casas y a través de las pantallas antes que arremolinarse en masa para vitorearles. Control remoto en mano, impusieron su criterio:
 lo que más llamó la atención fueron la emoción de la reina Sofía por las palabras de cariño y respeto de su hijo
. Las lágrimas de Elena, recordando las de 1992 cuando fuimos olímpicos. Elevaron share las ausencias de don Juan Carlos y Cristina, ambos en Madrid, poniendo el puntito de drama que tanto gusta a la teleaudiencia.
 Gustó la corbata españolista de Felipe, antes Froilán, pegado a su móvil retransmitiendo a alguien que muchos desean saber quién era.
 Y aunque sea algo que aún le incomode, todos miraban el atuendo de la nueva Reina, coronando a su vez a otro Felipe, Felipe Varela, como el Karl Lagerfeld de este reino
. Pese a su interés en que se aprecien más cosas de ella, la atención sobre su vestuario subraya que Letizia va a ser de lo más interesante de este reinado precisamente porque tiene un don que pocas mujeres poseen: sus gestos y sus gustos son más importantes que los discursos de cualquiera a su alrededor.
En la recepción de los 3.000 representantes de la sociedad española volvió a quedar claro que el blanco sigue siendo una apuesta segura por las señoras aterradas de equivocarse en un día histórico. Parte de la representación femenina española se refugia en el no color y ofrece un repertorio de blancos apabullante.
 Está el blanco roto, el nuclear, el nupcial y hasta el blanco sucio, que es el favorito de los diseñadores más lanzados.
 Esos blancos y el miedo a equivocarse unifican mucho más que el deseo del nuevo Monarca por la “unidad y no la uniformidad de España”.
 Por eso, en esta corte de damas uniformadas por el blanco destacarán las que no tienen miedo (al menos al color), como Isabel Preysler, que llevaba tres, y Carla Royo Villanova, desbordante de primavera y tonos pastel.
 El besamanos permitió constatar otro elemento uniformador: el retorno del zapato de color nude, una de cuyas lideresas ha sido la nueva Reina.
 Pese a que ni Artur Mas ni su esposa se sumasen a esa tendencia en busca de unidad, las invitadas de la recepción sí supieron expresar un halago unánime a Letizia a través de este frívolo pero certero detalle
. En el reino de la imagen, un zapato dice más que mil palabras. El reino nude.
A pesar de su poco favorecedor uniforme de mangas arrugadas, el discurso del nuevo Monarca estuvo hilvanado de emociones.
 La calculada selección de autores españoles, Antonio Machado, Espriu, Aresti o Castelao, confeccionó un halago para las cuatro lenguas oficiales, quizá producto de la periodística pluma de Letizia.
 El deseo de una “Monarquía renovada para un nuevo tiempo” quiso dejar atrás la Transición, pero evidenció que es un deseo bastante abstracto. Forzosamente las monarquías han tenido que envejecer para asumir el recambio, como de hecho acaba de suceder en nuestro país.
Desde otro país, Miami, una ciudad sofocada por la humedad bochornosa y el sol tropical, España se observa como un país en permanente tormenta.
 Pintoresco, cuando no pasa una cosa, pasa la otra.
 El día previo a la coronación (como los latinoamericanos prefieren llamar la proclamación), la selección española de fútbol destiñó todo el rojo pasión que vestía quedándose en blanco lívido al verse eliminados del Mundial y despojados de su título de campeones.
Mientras en el mundo latino se hablaba de debacle, en nuestro país pareciera que la reacción inmediata era no hablar más del asunto aunque Telecinco registrara una audiencia superior a 13 millones de espectadores, muchísimo más que la del discurso de cualquier monarca.
 Millones de españoles que tuvieron que tragarse su indignación. “Chico, pobrecitos los príncipes que siempre les pasa algo en sus días señalados: en la boda les llovió, y la víspera de ser reyes pierde España el Mundial.
Qué mala suerte”, apuntaba un desalmado empresario venezolano, también atento a que en la fundación próxima al partido Podemos entraron y salieron miles de euros procedentes del chavismo.
Otros venezolanos presentes discutieron que la colaboración de petrodólares venezolanos a partidos españoles viene de atrás.
“Una vaina [asunto] muy loca, chico, en Venezuela nos encanta regalar dinero”, sintetizó el empresario durante la retransmisión en el restaurante Barceloneta de South Beach, atiborrado de españoles en bañador bebiendo sangría helada.
 Las caras de cabreo, tristeza y protección solar ante la derrota merecían más de un Instagram. La fiebre de selfies que precedió al juego disminuyó de tal forma que muchos empezaron a borrarlos de sus redes sociales.
 Otros lamentaban que hace cuatro años, en Sudáfrica, no existían los selfies. Pasado el bochorno, vino el olvido.
 Fin de fiesta.
 En el país que tontea secretamente con el fracaso, la nostalgia siempre triunfa.

 

20 jun 2014

El futuro de España es su pasado......................................................... José Sámano

Del Bosque se plantea dejar el cargo, pero la federación pretende que siga y guíe la renovación.

 


El equipo titular ante Chile se entrena en Curitiba / alejandro Ruesga

En la sala de espera del Mundial nada preocupaba más a Vicente del Bosque que la mirada de sus futbolistas
. Necesitaba interpretar si después de tantos triunfos aún tenían apetito para competir al máximo, si perduraba el fervor de estos años.
 El técnico se convenció de que el núcleo de la plantilla aún era adicto al éxito, nadie vaciló, nadie dio síntomas de padecer de actualidad.
 Se lo habían demostrado en París, en el abordaje a Francia para asegurar la clasificación mundialista. Los pretorianos le hicieron ver al técnico que no estaban empachados, que Brasil era un alicient
e extraordinario
. Si no se habían tirado a la bartola con la resaca tras levantar una Eurocopa, y luego un Mundial y todavía una Eurocopa más, no se esperaba que lo hicieran ahora
. Para gente como Casillas, Xavi, Alonso o Villa, por citar algunos de los más curtidos, desde 2008 la selección siempre había sido un refugio terapéutico para sus baches en los clubes. Algunos llegaron a sentir que la selección era su primera casa y, salvo el paréntesis por aquella borrasca de los clásicos de la era Mourinho, la armonía ha sido una constante, sin un altercado que reseñar, sin bocazas o metedores de pata.
El seleccionador mantuvo el forro del equipo con su columna principal –once de los 23 elegidos para Brasil habían ganado los tres títulos cosechados por la Roja en esta época-, pero no fue tan conservador como pueda pensarse
. Hizo siete cambios respecto al grupo de Sudáfrica 2010, lo que supone una reforma del 30%. De la Eurocopa de 2008 al Mundial africano se hicieron ocho relevos, y luego hubo cuatro alternativas entre Johanesburgo y el Europeo de 2012.
 Las lesiones de Thiago y Víctor Valdés trastocaron algo los planes de Del Bosque, pero en lo sustancial no hubo clamor alguno sobre la lista definitiva, ni en la “mediosfera” ni fuera.
 Ningún ilustre se quedó en tierra, más allá de la decisión final sobre Navas, Negredo o Llorente, ninguno de los cuales fue nunca titular ni lo hubiera sido en esta ocasión.
El vivero de la Sub 21 tomará el relevo junto a futbolistas comoDe Gea, Koke, Isco, Thiago...
Pese al largo recorrido de muchos de sus futbolistas, la media de edad de la plantilla se acercó mucho a la de otros campeonatos
. La final de Viena se jugó con un promedio de 26 años y un mes, la de Johanesburgo con 26,8 y la de Kiev con 27,1.
 Ante Holanda la media fue de 28,3 y frente a Chile de 27,4. La mayor experiencia se concentró en el medio campo, donde España cuece todo de forma tan singular, donde no todo el mundo está capacitado para el simposio de fútbol al que acostumbraba esta selección.
En el eje, donde anidan jugadores enciclopédicos como Alonso o Xavi, también se alinean Pirlo con Italia, Gerrard con Inglaterra o Lahm con Alemania.
Modulado el equipo, el convoy español ensayó por Estados Unidos –como muchas otras selecciones- y se acuarteló en Curitiba, en unas magníficas instalaciones del Atlético Paranaense.
 Este grupo huye del calor, le abriga la fresca, así que se inclinó por un clima a su gusto.
 Lo mismo que ya hizo en otras concentraciones que acabaron de forma triunfal.
 Sin ir más lejos, en la última Eurocopa se refugió en un remoto paraje polaco donde pegaba el biruji y luego jugó algunos partidos con la solana de Donetsk y Kiev.
“Estamos enchufados, estamos enchufados”, repetían los más veteranos del séquito en la reclusión en Paraná.

Iker Casillas, tras la derrota contra Chile. / alejandro ruesga
Todo estaba en marcha sin mayores sobresaltos que las molestias físicas de Alba, Costa y Piqué, lo normal en todas las selecciones a estas alturas del calendario.
 Del Bosque ordenó un primer equipo titular con tres campeones de la Champions (Casillas, Alonso y Ramos), el mayor goleador seleccionable del curso (Diego Costa), el futbolista más distinguido del vencedor de la Premier (Silva), un titular fijo del Chelsea, donde defender es un decreto capital (Azpilicueta), y cinco jugadores del Barça (Piqué, Alba, Busquets, Xavi e Iniesta).
Cabía discutir que los azulgrana no han tenido su mejor año, pero en el primer acto ante Holanda Xavi e Iniesta fueron los mejores.
 Hasta que se desencadenó la imprevista tromba y España se descuartizó por completo.
 De repente, el equipo incubó un virus con el que nadie contaba, como esas pájaras de campeonato que un día afecta sin cita previa a los ciclistas más épicos y legendarios.
 La epidemia afectó a todos, veteranos y novatos. Nadie era el que era.
La técnica abandonó a unos y el físico hasta le hizo burla al futbolista más exultante del mundo hace un mes, Sergio Ramos, al que Robben casi desmaya en una carrera.
Un aviso general e inequívoco de que había llegado la hora para una generación gloriosa. El destino no le concedió un partido de vuelta con Chile, donde ya no hubo piernas ni cabeza
. Un partido para el remate final y una amarga despedida.

El fútbol no atiende cuestiones del corazón así que para muchos, los que ya tenían decidida la jubilación internacional y los que se lo iban a pensar, la situación ha resultado traumática. Es el caso de Xavi y Villa, que han puesto su punto final a la selección con una mirada perdida desde la suplencia con los chilenos.
 Tras el bajonazo habrá que ver qué deciden Xabi Alonso e Iker Casillas, que no han ofrecido su mejor versión, o Fernando Torres.
Por ahora, ninguno ha dado pistas de que quiera dejarlo, pero pudiera ser que optaran por un paso lateral tras años y años de sobrecargas.
 Hagan lo que hagan, la federación tiene previsto rendir honores a toda la quinta antes de fin de año. Todos serán homenajeados coincidiendo con un partido de la selección y se aprovechará el acto para entregar la medalla por los 100 encuentros internacionales a Ramos, Puyol y Torres.
El presente inmediato pasa por el vivero de la Sub 21, categoría fortalecida desde la llegada de Del Bosque a la absoluta.
 Para el salmantino, el tránsito por esa categoría es casi obligatorio antes de dar el gran salto. Sus guiños al segundo equipo han sido constantes, con convocatorias para Bartra, Nacho o Deulofeu, por citar algunos casos.
 Ellos tomarán el relevo, junto a futbolistas como De Gea, Koke, Isco, Iturraspe, Thiago, Carvajal, Alberto Moreno e Íñigo Martínez.
En cuanto a Vicente del Bosque, responsable como es, se plantea ahora dejar el cargo.
 Se siente parte capital del fracaso y no es de los que mira para otro lado o pone el ventilador en marcha. Los rectores de la federación quieren que continúe en el cargo a toda costa e intentarán convencerle de ello.
 Ayer mismo, tras el varapalo, la jefatura federativa insistía de forma machacona en que ni se plantean una alternativa, no vislumbran un escenario sin Del Bosque, al que consideran el mejor guía posible para liderar la reforma.
“No hay una segunda opción, queremos hablar con él largo y tendido para convencerle cuando regresemos a España”, sostenía un alto cargo de la federación
. Ni siquiera contemplan ofrecerle el puesto de director técnico, como era Fernando Hierro
. Con contrato hasta la Eurocopa de Francia de 2016, quieren que abandere el porvenir como seleccionador, desde el banquillo.
 Quizá porque el mejor futuro de esta España hoy penitente está en su pasado, en no alejarse un dedo del camino de los últimos seis años.

Los ingleses saben filmar a los reyes...........................................................Carlos Boyero


Vicente Parra y Paquita Rico, en ¿Dónde vas Alfonso XII? (1958).

Imagino que en jornada tan trascendente para el futuro de la patria como la proclamación real (yo pensaba que el significado correcto era coronación, relacionaba lo de hacerte rey o reina con que te plantaran una corona en la cabeza, pero alguien que entiende de estas solemnes cuestiones me aclara que ese ritual se aplica en otras monarquías, pero no en la española, aquí son más sobrios) se han registrado un millón de imágenes de la familia real, que los móviles de todos los distinguidos invitados y de los numerosos componentes del pueblo llano que han sido emocionados testigos directos del recorrido de los reyes por las calles habrán captado y guardaran a perpetuidad esos históricos momentos.
A pesar de ese fervor ancestral de los ciudadanos españoles hacia sus reyes y de poseer tantos datos de sus épicas o intimistas andanzas, la temática de la realeza en el cine español ha sido escasa y bastante desdichada.
 Los Reyes Católicos y su compadecible hija poseen abundante filmografía, pero toda ella en vano, con resultado sonrojante y polvoriento tanto en drama como en comedia
. Creo recordar que Isabel y Fernando tenían notable protagonismo en Cristóbal Colón, de oficio descubridor, aquella desacomplejada perla del kistch ibérico firmada por Mariano Ozores.
 También recuerdo un melodrama infame y triunfador titulado ¿Dónde vas, Alfonso XII?
  Y todo en este plan. En los últimos tiempos, las series de televisión han reemplazado al cine en su intento de glorificación de esos seres tan necesarios y en el fondo tan humanos llamados príncipes y reyes.
 Vi a ratos una miniserie sin sentido del ridículo, entre cursi y cochambrosa, que contaba el noviazgo del entonces príncipe Felipe con Letizia Ortiz.
 Tampoco es memorable la presencia del rey Juan Carlos en otra miniserie sobre el 23-F. Por mucho que me esfuerce me resulta imposible recordar ningún retrato de la realeza en el cine español que merezca la pena.
Todo lo contrario que el arte y la complejidad que han volcado el cine inglés al hablar de los problemas que torturaban a sus reyes y a sus reinas.
 Stephen Frears, un director al que no imagino como devoto monárquico, trató con talento y profundidad en The Queen el dilema de la reina Isabel tras el fallecimiento de su nuera Lady Di sobre el tratamiento que debe de dar a su entierro la Casa Real.
 Entendías el problema de esa señora, su incertidumbre entre lo que le dictaba su corazón y lo que le aconseja finalmente su cerebro para evitar que el pueblo, enamorado de la presunta humanidad que acumulaba la difunta, se mosquee contra la Corona y la ponga en peligro.
 Helen Mirren llenaba de matices y de credibilidad a esa angustiada y desconcertada soberana.
También era brillante y emotiva El discurso del rey. Sobre todo el guion de David Seidler y las interpretaciones de Colin Firth y de Geoffrey Rush
. La relación entre el tartamudo rey Jorge VI y su paciente logopeda estaba bien contada, te conmovía la vulnerabilidad de ese hombre tan poderoso al que le resulta tan dificultoso expresarse con palabras.
Son dos ejemplos de cine reciente inglés sobre la calidad que aplican a ese género que tanto se presta a los tópicos y al baboseo.
Y si retrocedes en el tiempo, descubres que esa cinematografía ha realizado bastantes retratos memorables de su realeza. Hay talento para recrear esa tradición
. Consiguen hacer atractiva a esa institución que al parecer crearon los dioses, tan rara, tan anacrónica.

Una oportunidad perdida.................................................................... Antonio Caño

Resulta obligado decir que la jornada de proclamación del nuevo Rey resultó deslucida y el discurso del Monarca fue pobre, carente de la trascendencia y solemnidad del momento.

Varios colegas de otros países destacados en Madrid para cubrir lo que entendían como la coronación de un nuevo rey se vieron sorprendidos por la austeridad casi espartana de la ceremonia, la escasez de banderas y de público en las calles, la ausencia de líderes extranjeros, la contención de los gestos, la sencillez del acto en el Congreso y la brevedad y sobriedad del discurso del Monarca.
En Washington se reúnen cada cuatro años más de medio millón de personas para escuchar las primeras palabras de un nuevo presidente, que exhibe al aire libre su mejor oratoria, desfila entre muchedumbres y acude al final del día a media docena de fiestas entre las muchas que las distintas comunidades y grupos de la sociedad civil convocan para celebrar la vigencia de su democracia.
Nada de eso se observa con la misma naturalidad entre un pueblo como el nuestro que, por haber sido sometido durante décadas a la tergiversación de la historia, recela de la épica nacional y exige con mucha insistencia —ahora más que nunca— hechos y no palabras.
Con esas precauciones por delante, es obligado decir que la jornada de proclamación del nuevo Rey resultó deslucida y que el discurso del Monarca fue pobre, carente de la trascendencia y solemnidad del momento
. Estoy convencido de que las cualidades de Felipe VI exceden con mucho a la calidad de su intervención ante las Cortes, de la que, por cierto, el último responsable es el Gobierno, a quien constitucionalmente le corresponde la responsabilidad de supervisar y vetar las palabras del Rey.
Pronunciar un discurso sin riesgos produce el efecto de decir poco.
 En todo caso, Felipe VI dijo menos de lo esperado, lo que seguramente tranquilizó a La Moncloa, donde la parquedad es la norma, pero sin duda causó cierta frustración en otros círculos —se le había pedido, por ejemplo, utilizar todas las lenguas que se hablan en España— y, en su conjunto, transmitió al proceso de relevo en el trono un aire de fragilidad y vacilación que podía haberse evitado.
Fue un discurso simple, correcto, pero débil, sin la relevancia requerida.
 En resumen, una ocasión perdida
. Afortunadamente para él, este es solo el primer día de su reinado
. Es a partir de ahora cuando tendrá que demostrar su auténtica valía, su utilidad, el importante papel que se le tiene reservado.
 El Rey lo sabe de sobra y, aunque es verdad que sus palabras de ayer debían de haber sido adornadas con una mayor carga emocional y altura retórica, cabe decirse en su descargo que cualquier exceso en ese sentido podría haberse vuelto en su contra en un país que está para poca poesía.
Destaquemos, pues, lo que el Rey dijo en cuanto a su compromiso para ayudar a la mejora de nuestro sistema democrático
. Y, en ese aspecto, el más importante del discurso desde mi punto de vista, merecen atención especial las referencias a una Corona “honesta, íntegra y transparente”, así como las alusiones a una España en la que quepan todos y a una nación socialmente más justa, defendiendo lo que él llamó “la dignidad” de los afectados por la crisis.
Es ahí donde radican los principales males de la España de nuestros días.
 Sospecho que tras el debate entre Monarquía o República se oculta otro menos artificial y más profundo sobre las deficiencias de la democracia española que, 39 años después del juramento del primer Rey constitucional, está pidiendo a gritos reformas.
Algunos utilizan esa necesidad de cambios para justificar una estrategia absurda de destruirlo todo. Esa es la mejor receta para el fracaso. Pretender cambiarlo todo al mismo tiempo suele conducir a no cambiar nada.
Eso tampoco debe de ser, sin embargo, pretexto para el inmovilismo, que acaba haciéndose cómplice de los predicadores de la revolución.
 Lo más valioso de la jornada de ayer es que los españoles escuchamos a un jefe de Estado que propiciaba la adaptación de nuestro sistema —empezando por la institución que él mismo representa— a las demandas del siglo XXI.
 Les corresponde a los representantes elegidos por los ciudadanos poner en marcha los instrumentos que permitan esa actualización.
Pero resulta estimulante escuchar palabras de aliento desde una posición, efectivamente, heredada, pero también independiente y alejada de la confrontación ideológica.
No puede quedar ahí el trabajo de Felipe VI.
 Hay muchas cosas que puede hacer a partir de ahora dentro de los límites que le marca la Constitución, empezando por hacer efectiva su promesa de ejemplaridad
. Puede igualmente dar algunos pasos que prueben que este es un país en el que caben todos, incluidos los que no se sienten españoles, y que la ley está al servicio de todos, también de los que se quieren separar de España, siempre que ejerzan sus derechos sin atropellar los derechos de los demás. Puede y debe insistir el Rey en que los españoles no nos permitamos presumir de nuestro bienestar hasta que este no sea verdaderamente compartido.
Fue este, por tanto, un comienzo de reinado con poco lustre, tal vez acorde con nuestro carácter y con nuestra realidad actual: parco en ostentación y mesurado hasta el punto de confundirse con un cierto complejo histórico
. Pero fue un comienzo que apunta en la dirección correcta, que aborda el debate auténtico, que no es el de Monarquía-República, sino el del mejoramiento de nuestra democracia y de nuestra convivencia.