Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

17 jun 2014

El padre...............................................................JULIÁN MARIAS, VISTO POR SU HIJO JAVIER

Éste es un artículo rencoroso, como podrían serlo los que escribieran los vástagos de otros republicanos.16 JUN 1994
No está bien que sea yo quien escriba este artículo
. Es poco elegante que el padre hable del hijo o el hijo del padre.
 Pero el padre cumple 80 años el 17 de junio y el hijo ha tenido que oír en su vida demasiadas sandeces en boca de imbéciles o de malvados.
 En este país casi nadie recuerda nada; de los que recuerdan, muchos falsean; y los que no tienen edad, simplemente no saben.
 Además, en la literatura y el cine hay tradición de hijos justicieros, o vengativos, o rencorosos.
 No me importa hacer por una vez ese papel. Este es un artículo, así pues, rencoroso, como podrían serlo los que escribieran los vástagos de otros republicanos, fuera cual fuese la profesión de sus padres
. Este padre tenía seguramente dos vocaciones, por recuperar la palabra antigua pero vigente en su juventud: la de escritor y la de profesor
. La segunda no pudo cumplirla, la primera sí, y mucho, pero a duras penas durante bastantes años. El padre estuvo en el bando republicano durante la guerra civil; escribía en el Abc de Madrid y en Hora de España; colaboró con Besteiro -tan ensalzado hoy por los socialistas y por casi todo el mundo-, hasta su rendición y aún después
. Al terminar la contienda, fue denunciado por su mejor amigo y por un profesor de arqueología que luego reinó en su cátedra durante largos decenios (el supuesto amigo también obtuvo la suya más adelante, en Santiago, y aún se las dio de izquierdista).
 Pasó un tiempo en la cárcel y pudo ser fusilado.
 Fue juzgado cuando lo que había que demostrar era la inocencia; tuvo suerte, y algún bendito testigo al que cuando el juez le espetó: "Oiga, le recuerdo que usted ha sido llamado como testigo de cargo", tuvo el valor de contestar: "Ah, yo creía que se me había llamado para decir la verdad".
 Pudo salir, pero se encontró con la hostilidad y el veto del régimen victorioso.
 Por razones políticas le fue suspendida la tesis en 1942, no pudo ser doctor hasta 1951, año en el que por fin se le permitió publicar artículos en la prensa diaria.
 Cuando la cátedra de su maestro Ortega hubo de cubrirse en 1953, un influyente miembro del Opus escribió que si el padre llegaba a ocuparla la consecuencia sería clara y funesta: nada menos que "Ia Republica".
 El padre no opositó. Se sabe que cuando fue propuesto para la Real Academia, Franco se lamentó con estas palabras: "Es un enemigo del régimen, pero no puedo hacer nada
. Sobre la Academia no tenemos control directo". Cuando amainó la ira y se pudo pensar que el padre se incorporara por fin a la Universidad él no estaba dispuesto a solicitar el certificado de adhesión al régimen que por fuerza obtuvieron cuantos sí se incorporaron a ella; todos, también los legendarios héroes que fueron expulsados más tarde.
¿Qué ocurría con los compañeros de generación mientras tanto, durante la guerra y la victoria? Algunos han muerto ya y otros están vivos y son muy celebrados: unos con justicia, otros sin tanta. Todos fueron cambiando, unos pronto, otros tardíamente.
 Algunos reconocieron sus debilidades o equivocaciones del pasado; otros las ocultaron; algunos hasta las negaron y tergiversaron, biografía-ficción debería llamarse el género.
 No importa mucho hoy día. Pero en los años treinta, cuarenta y cincuenta sí importó bastante.
 Y así, mientras al padre le pasaba cuanto vengo contando, otro filósofo tildaba en un libro de "jolgorio plebeyo" a la República y ocupaba el saneado puesto de delegado de Tabacalera en una provincia; el novelista eximio se ofrecía como delator y luego recibía alguna condecoración franquista; el poeta, el humanista, el filólogo, el otro novelista: todos de Falange, colaboradores del diario Arriba, o rectores de Universidad, o intérpretes entre Franco y Hitler; fue ministro quien luego pudo defender al pueblo, tuvo cargos institucionales el historiador que lanzó soflamas en plena guerra contra "los tibios".
 Nadie les ha pasado cuentas, y está bastante bien que así sea. La etapa democrática los ha jaleado y los considera maestros.
Lo serán, sin duda, de sus disciplinas.
Mientras tanto, el padre republicano y vetado ha sido más bien ignorado por esta etapa democrática, por los herederos de Julián Besteiro.
 No ha tenido reconocimientos oficiales, igual que en tiempos de Franco.
 Ni siquiera un mísero Premio Nacional de Ensayo, que se ha otorgado hasta a autores noveles con obras más bien escolares.
Nada de esto es grave, no creo que al padre le importe mucho
. Pero el hijo ha tenido que escuchar muchas sandeces en boca de imbéciles y de malvados.
En otro periódico ha escrito una semblanza pacífica.
 El hijo se disculpa por hacer hoy público en éste su resentimiento.
Yo sé de las cartas que usted Javier escribía con saña a ese filósofo que no nombra, y que le replicaban sus hijos, todos tienen hijos que quieren poner a su padre el reconocimiento negado, y los hijos de "Aquel" que entonces tenía alzheimer, pero lo recuerdo en una visita en la Universidad de La Laguna, tiene o tuvo el derecho de rectificar en su ideología como lo hizo el padre de Usted, al que no entendiamos su religión y leíamos la Revolución de las masas, porque hubo profesores que sacaron lo bueno de cada uno y gracias a él conocimos la obra de su padre y de su delator.....y supongo que en gran medida ambos sufrieron en su vida llevar a cuestas a uno el silencio y al otro su delacción.


El pensador que quiso ser pirata........................................... Juan Cruz


Julián Marías, en su casa de Madrid en 1977. / César Lucas

El hijo Miguel, nacido en 1947, tiene esta visión de su padre, el filósofo Julián Marías, que hoy hubiera cumplido un siglo:
“Estábamos en Sevilla, mi padre iba a dar una conferencia ante gente que se sorprendió cuando él les explicó que él no quería ser filósofo, sino que de chico soñó siempre con ser pirata”.
De la conversación con los hijos (tuvo cinco, murió a los tres años Julianín, sobreviven cuatro) resulta una imagen muy distinta de la que habitualmente se tiene de Julián Marías (Valladolid, 1914-Madrid, 2005), cuya Historia de la Filosofía (1941) fue el libro en el que varias generaciones españolas estudiaron la biografía del pensamiento.

De este hombre, que murió hace nueve años, se tiene la idea clásica del pensador con la mano en la barbilla, como en la escultura de Rodin.
 También fue un hombre jovial, al que los chicos hacían reír con sus propias burlas.
 En busca de ese caleidoscopio hablamos con cada uno
. Son el citado Miguel, historiador del cine, crítico; Fernando (1949), historiador del arte; Javier (1951), novelista, académico de la Lengua; y Álvaro (1953), músico, intérprete de flauta.
 También hablamos con un nieto, Daniel, geógrafo, nacido en 1976, poco antes de que muriera Lolita Franco, la madre y abuela
. Este hecho (ocurrido en 1977) fue la mayor tristeza del filósofo.
“Fue un hombre valiente, esa fue una constante de mi padre”, dice Álvaro. “Era un liberal, como los del XIX.
 Y practicaba la libertad; decía siempre lo que quería, mi hermano Javier ha heredado eso bastante
. Él decía que en la dictadura había que tomarse el máximo de libertad que se pudiera…
Cuando era senador real por designación de Don Juan Carlos, le reprocharon que asumiera ese puesto.
 Él replicó: ‘Somos senadores reales porque tenemos realidad y votamos lo que nos da la real gana y no lo que nos mande nuestro partido”.
“Era valiente. La vida no se puede vivir con dignidad sin una cierta dosis de valor, decía… Independientemente de la que ya se conoce que tuvo después de la guerra, cuando sufrió cárcel porque lo delató un amigo, cuando ya tenía ochenta años lo atracaron en la calle, viniendo de misa. No sé qué hizo para ahuyentar al atracador, lo cierto es que volvió a casa con su cartera”.
Ejercía de padre, “pero no en exceso”.
“¡Nada de ser amigo de los hijos! Era un padre afectuoso sin manifestarlo demasiado.
 Cuando fui a estudiar flauta en París me escribió: ‘Se echa de menos escuchar la flauta cada día’. Ese era el límite de la expresión de su afecto.
 Le podías llevar matrículas que él decía: ‘Podría haber sido mejor’. Estaba siempre en guardia, no quería dejarse influenciar por los hijos”.
Hizo un juramento con su hermano Adolfo, que murió joven: no mentir jamás.
“Y lo cumplió a rajatabla, a veces en circunstancias arduas… Renunció a enseñar en España porque le resultaba impensable jurar, como era obligado, los Principios del Movimiento.
 Jurar en falso era algo que estaba fuera de sus posibilidades, y así puso en riesgo su supervivencia y la de su familia
. Pero nunca censuró ni criticó a los que lo hacían”.
Decía que en la dictadura había que tomarse el máximo de libertad
Álvaro Marías, hijo de Julián Marías
No conoció el resentimiento. “Pero tampoco conoció la cautela, ni la desconfianza. ¡Era confiadísimo! Era un ejemplo perfecto del español al que ninguna de los dos Españas iba a helarle el corazón, ¡y eso que sufrió cosas que lo hubieran congelado!”.
La delación. “Mi madre decía a veces: ‘menos mal que vuestro padre tiene una epidermis de elefante, porque si no se hubiera muerto a los veinte años…’
 Ese episodio de la delación debió dejarlo herido, pero impidió que trasluciera
. Jamás alardeó de haber estado en la cárcel y en sus memorias omitió el nombre del amigo que lo había delatado.
 Pero citó el nombre, con dos apellidos, del policía que lo había interrogado con delicadeza.
 No le gustó que Javier citara por su nombre a ese delator”.
Lolita Franco. “No se recuperó nunca de la muerte de nuestra madre. Fue el peor viudo que he conocido. Se refugió en el trabajo.
 Y escribió un montón de libros importantísimos en ese largo trance. Era una extrañísima combinación de inteligencia y bondad
. Dicen que me parezco a él, ¡pero no me imagino a mi padre tocando la flauta”.
Miguel y los demás despejaban “la casa para que él escribiera. La madre decía: ‘El padre está pensando’
. Él exigía silencio
. La madre tenía razón: él trabajaba en casa, y si no trabajaba no comíamos… Tras el nacimiento de Javier, yo tenía cuatro años y nos fuimos a Estados Unidos; enseñar allí le cambió la vida, empezó a entrar dinero, flotamos… Javier y Álvaro vivieron una época más desahogada.
 No era mucho de estar con los bebés, pero como abuelo trató de adaptarse; era de una timidez enfermiza también con nosotros.
Nos hacía dibujos para entretenerse, y siempre hacía los mismos; ¡iguales que los que les hizo a sus nietos!
 Pobre papá, qué poca inventiva plástica.
 Me decían en la escuela: ¿tu padre qué es? Decir ‘filósofo’ sonaba rarísimo, así que decía ‘piensa y escribe’, lo cual también era exótico. Lo que yo sabía era que mi padre estaba callado”.
El filósofo Julián Marías. / Sciammarella
“Siempre lo he encontrado muy gracioso, sin hacerse el gracioso nunca.
 Le tomábamos el pelo cariñosamente, hablábamos muchísimo, lo discutíamos todo, porque en las comidas siempre se habló
. Respetaba a todo el mundo, también a los pesados. Nosotros decíamos: ‘¡Ese que viene esta tarde es un monstruo!’ y él replicaba que los monstruos tienen derecho a existir.
Pues entonces nuestra madre simulaba darle la razón: ‘¡Cómo sois! No es un monstruo, vuestro padre tiene razón: es una mala persona y además huele muy mal”.
“Lo acompañé a Sevilla. Ahí habló de la vocación; contó que lo que quería era ser pirata.
 ¡La gente se partía de la risa! Pero se hizo filósofo porque una vez escuchó a Ortega y Gasset, dejó la clase de química y se metió ahí, y eso fue decisivo.
 Pero yo sí creo que era plausible esa vocación de pirata… Es curiosa la idea que se hizo la gente de él a lo largo de los años: era del bando perdedor y lo han tratado como si fuera del bando vencedor, y además sufrió proscripción por ello
. Pero no andaba lloriqueando por eso. En casa estaban los pasaportes en regla, por si hubiera que salir pitando”.
“Tenía una confianza envidiable en mi madre.
 La perseguía por la casa para leerle sus textos
. Se estaba lavando la cabeza, y allá que iba mi padre leyendo lo último que había escrito
. Era muy crítica, y era a la que hacía más caso.
 En realidad ella fue la que nos llevó a las artes creativas; a mí me había leído el Amadís de Gaula cuando yo no sabía leer
. Él nos llevaba a leer libros de Historia, o a Ortega… Decía que no se le puede exigir a la gente como uno se exige a sí mismo
. Todo el mundo no es totalmente malo ni totalmente bueno”.
El nieto Daniel y el hijo Fernando coinciden en la misma conversación. Dice Daniel: “Tenía gracia, sentido del humor. En la casa los chicos nos quedábamos en la cocina, desde allí veíamos a los Marías en ebullición.
 Era un espectáculo… Él era gracioso, tenía sentido del humor. Me explicaba todo, y luego lo entendí mejor, como intelectual y como abuelo.
Y me he dedicado mucho a su obra, a editarlo, a divulgarlo. Era un abuelo atípico… Le gustaba ser escuchado, claro, pero también que le contáramos, como si fuéramos colegas…”.
Pero era, verdaderamente, “ajeno al abuelismo”, así lo ve Fernando, el historiador.
 “Se interesaba por las personas cuando tenían uso de razón alto… Yo entraba al despacho, me sentaba en el suelo, lo veía pensar… Un día dibujé algo en el lomo de un libro; la bronca aún me suena.
 Así aprendí el respeto al trabajo, a la vocación, aprendí de su honradez vital.
 En casa aprendimos que todo tenía que ser discutido; no había entre nosotros lo que podría llamarse respeto paterno-filial, nos podía llamar majaderos, pero nosotros también podíamos ser con él irreverentes…”.
Se hizo filósofo porque
una vez escuchó
a Ortega y Gasset
Miguel Marías, hijo de Julián Marías
Después de la muerte de Lolita “se retrajo muchísimo”. “Miguel le exigió implicarse en las discusiones políticas de la época, tenía que escribir, salir de aquello…
 Apareció una señora que le hizo caso, a todos nos gusta que nos hagan caso, somos muy susceptibles al halago femenino.
No fue una compensación, fue un impulso de que había que continuar viviendo.
 Nuestra madre había sido su vínculo con la realidad, le advertía, le ayudaba, debió sentirse muy solo…”. A Daniel le llamó la atención del abuelo “lo singular que era”, “¡Cómo nos enseñaba todo lo que sabía!”.
 A lo que el tío Fernando apunta: “¡Google lo hubiera hundido en la miseria!”.
 Era, en serio, “una enciclopedia viviente, un ejemplo presente”, que es como Fernando le dedicó uno de sus libros… En cuanto al resentimiento que no tuvo, “una nube sí existía, intentaba dominarla, luchó para que no aflorara el rencor.
 La destrucción del individuo a causa del rencor la vivió como una amenaza.
 Él tenía, como católico que era, el concepto de ese pecado”. A Daniel le gusta recordarlo, “con orgullo”; a Fernando le molesta que en los últimos años se produjera “una apropiación de su figura por parte de cierta derecha, que no era la de Adolfo Suárez”.
Ellos no han querido ser parásitos de su memoria, “por eso no hemos creado ninguna fundación [Daniel: “A mí sí me gustaría que la hubiera”]; creo que lo mejor que podemos hacer, lo que a él le hubiera gustado, es seguir haciendo nuestros oficios.
 ¡Nos repatea la conmemoración beata!”.
De ello ha escrito mucho Javier.
 Y esto nos dijo, cuando íbamos a trazar este perfil familiar: “Con su permiso le atribuí el personaje de Juan Deza, en Tu rostro mañana… Ahí se narra la delación de que fue objeto, a él no le gustó que yo nombrara al delator… Discutíamos en casa, discutíamos mucho.
 Era estimulante para los hijos discutir con él.
 Él lo propiciaba: decía que el primer pensamiento no bastaba, que había que pasar al siguiente
. Lo primero que se te ocurre no vale, sigue pensando, a ver qué se te ocurre, prueba a llevarte la contraria. Para un joven impaciente eso era un poco exasperante.
 Y a la larga es una cosa bastante inolvidable.
 Nos enseñaba a pensar. Intentaba siempre que siguiéramos pensando”.
No se fue al exilio.
 Entre otras cosas, reflexiona su hijo Javier siguiendo lo que su padre decía, porque si todo el mundo se iba entonces este país se quedaba abandonado, “y se fueron muchísimos”
. Él se quedó, vivió un exilio interior, extrañado en un país sobre el que pensó para hacerlo, como reza un famoso título suyo, “inteligible”.
No pudo ser pirata; escuchando a sus descendientes, resulta obvio que nació para pensar, sin ninguna de las artes que tan bien dominan los piratas.

El hijo de Gallardón casi atropella a una mujer en su veloz huida..............................................Debe ser la consigna del PP peperos a la Fuga....

El hijo del ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, que huyó tras colisionar con un vehículo en la calle de Miguel Ángel, estuvo a punto de atropellar a una mujer en la misma calle en la que vive, según confirmaron fuentes policiales.
También ha trascendido que no chocó contra un único turismo, sino que lo hizo con otro más, que estaba estacionado.
 Algunos testigos describieron su andar y su forma de manejarse como de “evidente embriaguez” a los policías municipales que actuaron en el incidente.
El primer choque se produjo en la calle de Miguel Ángel cuando el turismo que conducía el hijo de Gallardón, un Lancia Ypsilon blanco a nombre del ministro, golpeó con un Volkswagen Passat por el lado izquierdo.
 Después, le embistió por la parte trasera.
El conductor del vehículo perjudicado se bajó del mismo para hacer el parte de accidentes, pero el hijo de Gallardón se fugó “a gran velocidad y conduciendo en zig-zag”, según los testigos.
Los afectados, que pudieron hacer una foto de la matrícula, le siguieron hasta su domicilio, situado a 1,5 kilómetros.
Justo en la calle donde reside, estuvo a punto de atropellar a una mujer que bajaba de un turismo estacionado
. De hecho, el hijo de Gallardón golpeó por el lado izquierdo con ese coche aparcado, un Mini. En el choque le había roto el espejo retrovisor izquierdo
. Pese a la colisión, no se detuvo y se introdujo en el aparcamiento de su vivienda.
Los primeros afectados llamaron desde su teléfono móvil al teléfono de emergencias 112 justo a las 00.02 y explicaron lo que acababa de ocurrir.
 El operador les dijo que no podía mandar a la policía hasta que se detuviera el Lancia Ypsilon.
 Al no encontrar aparcamiento, estacionaron en el vado del inmueble donde vive Gallardón y avisaron al 092 (teléfono de emergencias de la Policía Municipal).
Al lugar acudieron dos coches patrulla, que se entrevistaron con otros tres testigos
. Estos vieron entrar el coche y salir al poco a un joven que se metió en el portal de enfrente. “Por la forma de andar y de actuar iba en evidente estado de embriaguez”, relataron los testigos a la policía.
El cabo que acudió al lugar preguntó a los policías que vigilan la casa del ministro de Justicia. Estos le confirmaron que el que acababa de entrar era el hijo de Gallardón.
El conductor del primer vehículo afectado denunció los hechos en la comisaría de Centro.
Fuentes policiales recuerdan que uno de los cuatro hijos ya fue denunciado hace unos años por hacer botellón (consumir alcohol en la vía pública) cuando su padre era alcalde.
La delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, ha declarado esta mañana durante un desayuno de trabajo que la fuga del hijo del ministro Alberto Ruiz-Gallardón era un "tema menor" y que la colisión entre ambos vehículos fue de escasa importancia y que no se produjeron víctimas. "Según tengo entendido, es un asunto menor. Hablar de colisión me parece excesivo. Por lo que me han transmitido, fue un rozamiento de dos vehículos", ha señalado.
Cifuentes ha recordado que el Cuerpo Nacional de Policía no actuó en ningún momento y que todo el caso los tramitó la Policía Municipal de Madrid. "
No voy a hablar de un tema en el que no conozco todos los detalles y es un tema menor, me trasladan. La Ley hay que cumplirla para todos", ha concluido.
Este hecho recuerda al protagonizado por la presidenta del PP en Madrid y expresidenta regional Esperanza Aguirre, cuando derribó en plena Gran Vía una moto de un agente de circulación cuando le iba a notificar una denuncia por haber estacionado en el carril bus. Aguirre dijo que solo había ido a sacar dinero.
 Sin esperar a que terminaran su trabajo cogió su coche y se dirigió a su domicilio, cerca de la calle de San Bernardo.
 Hizo caso omiso a las señales de los agentes que la perseguían.

Por:

España contra el vértigo................................................................... José Sámano


Vicente del Bosque, en un entrenamiento en Curitiba. / alejandro ruesga

La selección española se encuentra ante la situación más drástica y abismal de su exitosa etapa.
 A los campeones también se les mide ante el vértigo, y La Roja debate estos días consigo misma tras la hecatombe con Holanda. ¿Ante Chile, España seguirá torera como siempre o querrá embestir como nunca?
 Fruto de la ansiedad, un repentino cambio de molde pondría al equipo ante una situación de riesgo, en vilo ante lo desconocido.
 Este equipo de máxima templanza jamás se ha medido en combustión y podría resultar ortopédico, estrepitoso
. Al grupo español nunca le ha ido la pirotecnia, pero contra Chile siente que debe tener una respuesta contundente y rotunda, lo que le puede llevar a un peligroso desenfreno, al desorden visto tras el segundo tanto de Holanda
. Un dilema mental que España tendrá que resolver con tiento, con la máxima de que el tercer gol no llega antes que el primero
. No hay necesidad de inmolarse, por mucho que la estocada holandesa llegara al hueso.
En sus entrañas, los españoles, que ayer a media tarde viajaron a Río de Janeiro, saben que una simple victoria contra Chile mañana en Maracaná puede ser estéril, al tiempo que le acongoja un traspié que haga cerrar un ciclo celestial sin la dignidad merecida.
 España pelea tanto por una clasificación muy enrevesada como por una despedida acorde con su trayectoria de estos tiempos.
Ninguna de las dos cuestiones le será fácil, pero el paso por la cima durante seis años invita a pensar en la conveniencia de fortalecer las certidumbres antes que proponer una cirugía extrema
. Es ahí donde tendrá que dilucidar Vicente del Bosque, que nunca fue un radical, sino un hombre equilibrado, nada proclive al populismo.
Frente a los chilenos sería una sorpresa mayúscula que el técnico revolucionara la alineación.
 Es previsible, como es lógico, que haya retoques, con Javi Martínez, Koke y Pedro en la línea de salida para refrescar y dar energía al conjunto
. Ante la intervención de Del Bosque habrá que ver la réplica del vestuario
. Caiga quien caiga del equipo será un peso pesado, porque casi todos se alistaron en la funesta jornada inicial.
 El seleccionador ha insistido en que nadie debe sentirse señalado, pero en su fuero interno sabe que será inevitable.
Al conocer la alineación alguno tendrá que responder con la grandeza de la estrella que lleva al pecho y deberá hacerlo con total generosidad
. Es muy probable que para quien se vea abocado al banco sea su último servicio al equipo y que en sus planes no figurara un adiós en un tristísimo, indeseable y engorroso partido final con Australia. Sin ombliguismo, de todos, titulares y reservas, depende que el sueño de un cruce de octavos con Brasil sea realidad.
 Nada mejor para intentar restañar el desmadre del pasado viernes o hasta para poner el punto final al gran relato del fútbol español.
En Chile se vislumbra a un adversario de cuerpo entero, pero si España recupera sus constantes debe salir airosa.
 Sin alardes, en el primer tiempo ante Holanda dejó parte de su rastro.
 Otra cosa será que golee lo necesario para lograr la clasificación.
El fútbol no es una ciencia, es revoltoso, y en los análisis previos solo cabe agarrarse, aunque sea con alfileres, a los precedentes.
 Ni en su tránsito por la cima, España nunca fue un simposio goleador y en su gran aventura solo se desató ante Rusia en la Eurocopa de 2008 y contra una Italia con diez jugadores en la final del mismo torneo cuatro años después.
 En ambos casos, lo hizo a su manera, con su catálogo por delante.
 Es la receta que mejor conoce.
 Y ante un precipicio, como se encuentra España, nada es más intrépido que ser la España preholanda.