La selección española
se encuentra ante la situación más drástica y abismal de su exitosa
etapa.
A los campeones también se les mide ante el vértigo, y La Roja debate estos días consigo misma tras la hecatombe con Holanda. ¿Ante Chile, España seguirá torera como siempre o querrá embestir como nunca?
Fruto de la ansiedad, un repentino cambio de molde pondría al equipo ante una situación de riesgo, en vilo ante lo desconocido.
Este equipo de máxima templanza jamás se ha medido en combustión y podría resultar ortopédico, estrepitoso
. Al grupo español nunca le ha ido la pirotecnia, pero contra Chile siente que debe tener una respuesta contundente y rotunda, lo que le puede llevar a un peligroso desenfreno, al desorden visto tras el segundo tanto de Holanda
. Un dilema mental que España tendrá que resolver con tiento, con la máxima de que el tercer gol no llega antes que el primero
. No hay necesidad de inmolarse, por mucho que la estocada holandesa llegara al hueso.
En sus entrañas, los españoles, que ayer a media tarde viajaron a Río de Janeiro, saben que una simple victoria contra Chile mañana en Maracaná puede ser estéril, al tiempo que le acongoja un traspié que haga cerrar un ciclo celestial sin la dignidad merecida.
España pelea tanto por una clasificación muy enrevesada como por una despedida acorde con su trayectoria de estos tiempos.
Ninguna de las dos cuestiones le será fácil, pero el paso por la cima durante seis años invita a pensar en la conveniencia de fortalecer las certidumbres antes que proponer una cirugía extrema
. Es ahí donde tendrá que dilucidar Vicente del Bosque, que nunca fue un radical, sino un hombre equilibrado, nada proclive al populismo.
Frente a los chilenos sería una sorpresa mayúscula que el técnico revolucionara la alineación.
Es previsible, como es lógico, que haya retoques, con Javi Martínez, Koke y Pedro en la línea de salida para refrescar y dar energía al conjunto
. Ante la intervención de Del Bosque habrá que ver la réplica del vestuario
. Caiga quien caiga del equipo será un peso pesado, porque casi todos se alistaron en la funesta jornada inicial.
El seleccionador ha insistido en que nadie debe sentirse señalado, pero en su fuero interno sabe que será inevitable.
Al conocer la alineación alguno tendrá que responder con la grandeza de la estrella que lleva al pecho y deberá hacerlo con total generosidad
. Es muy probable que para quien se vea abocado al banco sea su último servicio al equipo y que en sus planes no figurara un adiós en un tristísimo, indeseable y engorroso partido final con Australia. Sin ombliguismo, de todos, titulares y reservas, depende que el sueño de un cruce de octavos con Brasil sea realidad.
Nada mejor para intentar restañar el desmadre del pasado viernes o hasta para poner el punto final al gran relato del fútbol español.
En Chile se vislumbra a un adversario de cuerpo entero, pero si España recupera sus constantes debe salir airosa.
Sin alardes, en el primer tiempo ante Holanda dejó parte de su rastro.
Otra cosa será que golee lo necesario para lograr la clasificación.
El fútbol no es una ciencia, es revoltoso, y en los análisis previos solo cabe agarrarse, aunque sea con alfileres, a los precedentes.
Ni en su tránsito por la cima, España nunca fue un simposio goleador y en su gran aventura solo se desató ante Rusia en la Eurocopa de 2008 y contra una Italia con diez jugadores en la final del mismo torneo cuatro años después.
En ambos casos, lo hizo a su manera, con su catálogo por delante.
Es la receta que mejor conoce.
Y ante un precipicio, como se encuentra España, nada es más intrépido que ser la España preholanda.
A los campeones también se les mide ante el vértigo, y La Roja debate estos días consigo misma tras la hecatombe con Holanda. ¿Ante Chile, España seguirá torera como siempre o querrá embestir como nunca?
Fruto de la ansiedad, un repentino cambio de molde pondría al equipo ante una situación de riesgo, en vilo ante lo desconocido.
Este equipo de máxima templanza jamás se ha medido en combustión y podría resultar ortopédico, estrepitoso
. Al grupo español nunca le ha ido la pirotecnia, pero contra Chile siente que debe tener una respuesta contundente y rotunda, lo que le puede llevar a un peligroso desenfreno, al desorden visto tras el segundo tanto de Holanda
. Un dilema mental que España tendrá que resolver con tiento, con la máxima de que el tercer gol no llega antes que el primero
. No hay necesidad de inmolarse, por mucho que la estocada holandesa llegara al hueso.
En sus entrañas, los españoles, que ayer a media tarde viajaron a Río de Janeiro, saben que una simple victoria contra Chile mañana en Maracaná puede ser estéril, al tiempo que le acongoja un traspié que haga cerrar un ciclo celestial sin la dignidad merecida.
España pelea tanto por una clasificación muy enrevesada como por una despedida acorde con su trayectoria de estos tiempos.
Ninguna de las dos cuestiones le será fácil, pero el paso por la cima durante seis años invita a pensar en la conveniencia de fortalecer las certidumbres antes que proponer una cirugía extrema
. Es ahí donde tendrá que dilucidar Vicente del Bosque, que nunca fue un radical, sino un hombre equilibrado, nada proclive al populismo.
Frente a los chilenos sería una sorpresa mayúscula que el técnico revolucionara la alineación.
Es previsible, como es lógico, que haya retoques, con Javi Martínez, Koke y Pedro en la línea de salida para refrescar y dar energía al conjunto
. Ante la intervención de Del Bosque habrá que ver la réplica del vestuario
. Caiga quien caiga del equipo será un peso pesado, porque casi todos se alistaron en la funesta jornada inicial.
El seleccionador ha insistido en que nadie debe sentirse señalado, pero en su fuero interno sabe que será inevitable.
Al conocer la alineación alguno tendrá que responder con la grandeza de la estrella que lleva al pecho y deberá hacerlo con total generosidad
. Es muy probable que para quien se vea abocado al banco sea su último servicio al equipo y que en sus planes no figurara un adiós en un tristísimo, indeseable y engorroso partido final con Australia. Sin ombliguismo, de todos, titulares y reservas, depende que el sueño de un cruce de octavos con Brasil sea realidad.
Nada mejor para intentar restañar el desmadre del pasado viernes o hasta para poner el punto final al gran relato del fútbol español.
En Chile se vislumbra a un adversario de cuerpo entero, pero si España recupera sus constantes debe salir airosa.
Sin alardes, en el primer tiempo ante Holanda dejó parte de su rastro.
Otra cosa será que golee lo necesario para lograr la clasificación.
El fútbol no es una ciencia, es revoltoso, y en los análisis previos solo cabe agarrarse, aunque sea con alfileres, a los precedentes.
Ni en su tránsito por la cima, España nunca fue un simposio goleador y en su gran aventura solo se desató ante Rusia en la Eurocopa de 2008 y contra una Italia con diez jugadores en la final del mismo torneo cuatro años después.
En ambos casos, lo hizo a su manera, con su catálogo por delante.
Es la receta que mejor conoce.
Y ante un precipicio, como se encuentra España, nada es más intrépido que ser la España preholanda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario