Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

1 jun 2014

La zarzuela perdida de Bécquer............................................................................. Jesús Ruiz Mantilla

Sale a la luz ‘El talismán’, una obra inacabada con libreto del poeta y música de Joaquín Espín.

Gustavo Adolfo Bécquer.

Aparte de ensimismarse en Rimas con las que en un futuro encuadernaría tantas carpetas adolescentes y perderse con las Leyendas, Gustavo Adolfo Bécquer (Sevilla, 1836-Madrid, 1870) tenía dos vocaciones más: la pornografía y la zarzuela
. De la primera, aunque algunos expertos no lo vean claro, nos legó un clásico clandestino firmado bajo el pseudónimo de SEM y trazado al alimón con su hermano Valeriano, pintor.
Se titula Los borbones en pelota y muestra a Isabel II en constante fornicio con los guardias de Corps. La segunda era alimenticia.
 Se dedicaba a ella junto a su amigo Luis García Luna, bohemio y caído en desgracia, como él, con quien colaboró también en obras de teatro.
 Pero existía una pieza inédita e inacabada que acaba de salir a la luz: El talismán, una zarzuela perdida que empezaron a escribir para el músico Joaquín Espín y Guillén.
Una de las teorías más probables es que lo empezara a hacer por amor. “Así parece”, confirma Víctor Infantes, coordinador de la publicación de la pieza junto a la partitura, que ha publicado Visor
. Fue verla en el balcón y caer seducido por su rostro moreno y su nariz aguileña.
 Se llamaba Julia Espín —hija de don Joaquín—, acabó dedicándose a cantar ópera antes de casarse con el político liberal Benigno Quiroga
. Aunque previamente mantuviera una relación con Bécquer que acabó inspirándole varias de sus rimas.
Aparte del deseo de acudir a la tertulia de los Espín, famosa por sus debates musicales no solo gracias al compositor, sino también a su esposa, Josefina Pérez, sobrina de Isabella Colbrand, primera mujer de Rossini, también había algo de alimenticio en el doble acercamiento a la familia.
 Había que fomentar las buenas relaciones
. Los versos no daban mucho de sí, cosa que Bécquer lamenta.
"La poesía lírica española sería de las primeras del mundo si con ella se comiese o a sus autores se les premiara de algún modo", escribe a un crítico que le echa en cara indirectamente utilizar seudónimos y dejarse llevar por los gustos franceses.
Firmaba alguno de sus libretos con otro nombre
. Cuando lo hacía junto a su amigo García Luna se fundían en Adolfo García
. Juntos escribieron La ventana encantadaLas distracciones o Tal para cual, entre otras.
 Y ambos concibieron esta pieza recién encontrada, que se desarrollaba en París y alrededores con un juego de enredos, despistes y disfraces dieciochescos.
Comenzaron titulándola La esmeralda, lo que produjo confusión entre los expertos que pensaron pudiera ser una adaptación de Nuestra señora de París, escrita por Víctor Hugo.
Poco o nada se sabía de El talismán. Salvo pistas difusas
. Hasta que el año pasado, en la Feria del Libro de Madrid, el impenitente bibliófilo Manuel Vázquez de la Plata le comentó no sin misterio a Infantes que poseía algo que podía interesarle:
 "No me ha contado dónde lo compró.
 Solo que lo encontró gracias a un librero viejo y que podía ser de Bécquer".
 Quedaron e Infantes se encontró ante el mamotreto de una partitura con unas cuartillas dentro.
 Las había de color azul -pertenecientes a García Luna- y otras blancas que Infantes supo reconocer del autor sevillano.
Para no equivocarse acudieron a Jesús Rubio Jiménez, de la Universidad de Zaragoza, gran experto en el poeta.
 Encargaron un peritaje caligráfico a Juan José Jiménez Praderas, que certificó la autoría. Así fue como llegaron a la conclusión de que se trataba de un hallazgo original de Bécquer dentro de un trabajo conjunto que no llegó a finalizarse.
La compusieron entre 1859 y 1860, pero tras esa fecha y hasta la muerte del poeta en 1870 -por tuberculosis, según unos, por problemas hepáticos, sostienen otros o por sífilis, argumentan algunos- no continúa el proyecto.
 Sin duda, la ruptura de su relación con la hija del compositor echa todo al traste
. Las fechas coinciden. "El milagro no es sólo que se haya conservado la partitura, sino que lo haya hecho con las cuartillas dentro", comenta Víctor Infantes.
Entre los múltiples trabajos que Bécquer tuvo que hacer para salir adelante tras instalarse en Madrid en 1854 estaban los encargos de comedias, el periodismo a céntimo la pieza antes de ser nombrado director de 'La ilustración', las adaptaciones de éxitos franceses a la escena…
 Su carrera literaria no acababa de arrancar, aquel proyecto de la Historia de los templos de España se truncó con un solo volumen. Había enfilado su vocación con ánimo maratoniano: "Comencé por donde comienzan casi todos: por escribir una tragedia clásica y algunas poesías líricas.
 Esto es lo que en lenguaje técnico llamamos pagar la patente de inocencia". La sombra del fracaso le acechaba en esos duros comienzos de la capital, lo mismo que a su compadre García Luna, que acabó muriendo en la más pura miseria.
Pero aun así, sabía encontrar el gusto y escarbaba en los intríngulis de la jugosa relación que siempre ha dado la música con la literatura
. Añoraba otro idioma para dar letra a las zarzuelas. Así lo deja patente en una carta recogida para el estudio de El talismán dentro de un artículo de Rubio Jiménez: "No puede negarse que la palabra musical dista mucho de sustituir con ventaja a los cantables del libro francés.
 Los pensamientos que en este idioma se pueden encerrar en un verso merced a sus modismos especiales, su manera de construir las oraciones, la brevedad y la ligereza de sus palabras, es casi imposible que los contenga un verso español de la misma medida.
Lo impide la licuación fastuosa y, por decirlo así, epopéyica, de nuestra lengua castellana".
Le preocupaba dicho maridaje
. Pero a juicio de Juan Antonio Tamayo, experto en la obra del poeta, lo logra, tal como señala Miguel Ángel Lama en otro artículo del volumen: "Domina la difícil técnica de adaptar la poesía a la música. Sabe elegir los metros adecuados a cada situación, sea cómica o dramática, y consigue los necesarios efectos aprovechando con evidente maestría el pie forzado que le da el ritmo de la partitura".
Una pena que ese ritmo no llegara a sonar nunca.
 Aunque anuncia Víctor Infantes que para la presentación del hallazgo en Madrid puede que escuchemos algún dueto.
 Será la mejor manera de certificar el nuevo descubrimiento.

 

¿Tarugos todos?............................................................. Javier Marías

Nunca he sido muy lector de biografías, y las películas llamadas biopics, que ilustran la vida de los grandes artistas, descubridores, cantantes e incluso políticos y militares, me parecieron desde la infancia aburridas
. Tengo la impresión de que antaño todas estas obras eran proclives a la mitificación, cuando no directamente hagiográficas
. Sigo sin prestar mucha atención a esos géneros, pero, por lo que leo en prensa o cae ante mis ojos a veces, no me cabe duda de que desde hace decenios la intención se ha invertido.
 Probablemente no se venda un ejemplar biográfico si no se pone a caldo al protagonista, o, en su defecto, se le descubren variados vicios y taras o se “demuestra” que sí, que tendría enorme talento en lo suyo, pero como ser humano era despreciable, odioso y despótico, cuando no un maltratador, un abusador de niños, un superdrogadicto, un pronazi, un esclavista o un borracho violento. Sin escándalo y vituperio no hay negocio, esa es la consigna. 
Y si el biografiado llevó una existencia normal y decente, entonces una de dos: o se queda sin libro y sin película o se tergiversan, manipulan y tuercen los hechos hasta convertirlo en un malvado, para lo cual basta con dar crédito a los testimonios de personas que le tenían inquina o a las que desdeñó, o que quieren sacarse dinero o fama fáciles presumiendo de lo mucho que conocían al ilustre (“Yo lo vi, lo viví; pocos lo saben, pero a mí se me confiaba”), haciendo revelaciones insólitas … por lo general incomprobables
. Pero no vayan a pedirle a un biógrafo de hoy que compruebe en exceso, o que ponga en entredicho los datos más “jugosos”.
Si las vidas de las personas, contadas de arriba abajo, tienden a resultar tediosas (a menos que sea la de un aventurero, pero apenas si quedan de éstos), de la actual proliferación de biografías, “autorizadas” o no, se puede extraer alguna conclusión o por lo menos síntomas.
 Uno intuye que hoy existe una especie de resentimiento global, alentado por la supuesta repercusión de las redes sociales, que no sólo alcanza a todo bicho viviente sino muriente, es decir, también a los bien muertos y enterrados.
 A los que se recuerda, claro, que son por fuerza los que destacaron
. Es como si esos numerosos resentidos universales encontraran consuelo si se les cuenta: 
“Sí, Fulano fue un genio, pero infeliz, un despojo
; Mengana maravillosa, pero estaba como una cabra y se acostaba hasta con animales; Zutano una celebridad, pero violaba a su mujer y tal vez a sus hijos”.
 Últimamente hay otra modalidad: “Perengano hizo obras maestras, pero se las debía a su mujer (o Perengana a su marido), a la que frustró y relegó a la sombra”.
 De hecho hay una escuela cerril-feminista que ha decidido que Bach compuso lo que le oía tararear al ama de llaves; que a Velázquez le pintaba los cuadros su señora; que Tolstoy sólo contaba lo que le había oído a su madre.
Parodio y exagero, pero con base.
 He visto la película Hitchcock y parte de The Girl, ésta sobre el acoso del director a Tippi Hedren. En ambas se presenta a Hitchcock como a un acomplejado, un enfermo, un salido, un impotente, un envidioso, un megalómano, un cerdo vengativo, un semimaniaco, un asesino en potencia que contuvo sus instintos sublimándolos en sus obra
s. Puede ser, todo ello. Estoy seguro de que algunos seres admirables y algunos genios dejaron mucho que desear como individuos, y fueron los miserables que hoy se dice que fueron.
 Pero ¿todos? ¿Y ninguno realizó lo que se le atribuye, sino que se lo copiaron o encargaron todos a su mujer o marido o a un discípulo o al vecino?
 En el caso de Hitchcock, de un tal Gervasi y con pésimo guión de un tal McLaughlin, el mensaje es claro y burdo: a la que se le ocurría lo brillante y audaz, la que de verdad valía y poco menos que “creaba”, era Alma Reville, la señora Hitchcock
. Él casi carecía de ideas o no sabía plasmarlas sin la guía de ella. Sin duda esa mujer colaboró con él, fue a veces guionista, le sirvió de grandísima ayuda, él le consultaría, como hace todo el mundo con su pareja de una vida.
Pero de ahí a otorgarle a ella el mérito de un montón de obras maestras va algo de trecho.
 Lo peor y más inverosímil de estas dos películas es que Hitchcock aparezca como un memo, un tarugo y un pelele.
 Puede que fuera cuanto antes he enumerado, pero desde luego no un idiota ni un frívolo. Pocos autores han explicado lo que habían hecho con tanta profundidad y conciencia (basta leer las conversaciones con Truffaut en El cine según Hitchcock)
. No era precisamente un intuitivo, ni un “buen salvaje” con un don, como ciertos pintores, músicos, poetas y hasta novelistas.
 Sabía perfectamente lo que hacía y por qué, hasta la saciedad incluso. En estas películas recientes es difícil decidir cuál de los actores que lo interpretan lo hace peor y está más chafarrinoso, si Anthony Hopkins o Toby Jones.
 El primero se limita a mirar al elevado vacío y deformar la boca cada vez que habla o no habla; el segundo es un fantoche grotesco (bueno, también Hopkins)
. En fin, pase que todos los mayores talentos que ha dado la tierra fueran unos depravados, desgraciados, psicópatas, tiranos, fatuos o aprovechados.
 Si eso reconforta a nuestro rencoroso mundo, y le permite dormir más tranquilo, bien está
. Pero, por favor, que no pretendan convencernos de que además eran imbéciles, de Homero a Newton, de Shakespeare a Einstein, de Cervantes a John Ford, del primero al último.
elpaissemanal@elpais.es

Cosas que aprendimos con Pulp Fiction.................................................................................Carmen López


Pulp Fiction  
Aunque parezca mentira, hace ya 20 años que Quentin Tarantino presentó en el festival de Cannes su película Pulp Fiction, con la que consiguió básicamente dos cosas: la Palma de Oro y revolucionar al público. Detractores y entusiastas tienen en común la pasión que la cinta despierta en ellos y es que, dos décadas después, la película sigue sin dejar indiferente.
Estas son algunas de las cosas que aprendimos a través de sus diálogos, las relaciones entre sus personajes y algunas de las escenas más memorables del cine de los últimos años.
1. El mítico cuarto de libra con queso de McDonalds debe su nombre al sistema métrico americano. En Francia esa misma hamburguesa recibe el nombre de 'Royal con queso', ya que el sistema de medición europeo es diferente (aunque en España conserva su nombre original). Sin embargo, un Big Mac es un Big Mac en cualquier parte del mundo. Y en Holanda le echan mayonesa a las patatas fritas en lugar de Ketchup.
2. El camino del hombre recto está por todos lados rodeado por la injusticia de los egoístas y la tiranía de los hombres malos. Según Jules (Samuel L. Jackson) esta frase aparece en el capítulo 25, versículo 17 del libro de Ezequiel en la Biblia, aunque en realidad no es así. Pese a todo, lo repite cuatro veces durante la película, generalmente antes de apretar el gatillo
Pulp Ficion

Foto: Cordon Press
3. Ningún médico te recomendará que tomes heroína, pero si decides hacerlo no la esnifes. Un ejemplo de lo que te puede suceder es la sobredosis de Mia (interpretada por Uma Thurman) quien se encuentra una bolsa de polvo blanco en el abrigo de su acompañante y decide 'empolvarse la nariz'. Termina despertándose con una aguja clavada en el corazón en el suelo de la casa de un traficante de droga.
4. Aunque el tiempo corra y los kilos pesen, Travolta no pierde la gracia para el baile. Casi 20 años después de dar vida a Tony Manero en Fiebre del Sábado Noche, John Travolta vuelve a protagonizar una de las escenas de baile que pasaron a la historia del cine casi en el momento de proyectarse por primera vez: el 'twist 'con Uma Thurman en el Jack Rabbit Slims.
Baile
5. Un masaje en los pies puede ser muy sensual. O incluso sexual, según la posición de Vincent en su discusión con Jules acerca de un supuesto incidente ajeno con la mujer de Wallace.
6. Un batido de leche y helado, sin bourbon ni nada, puede llegar a costar 5 dólares. Y esto hace 20 años, aunque según el testimonio de Vincent después de probarlo, merecía la pena pagarlos.
Baile
7. La barriga en una mujer es sexy, mucho más que una tripa como la de Madonna cuando cantó 'Lucky Star'. Al menos según el razonamiento de Fabienne (Maria de Medeiros), que también apunta que: “Lástima que lo que resulta agradable al tacto y agradable a la vista rara vez coinciden”.
8. Un piloto es el capítulo de una serie que se rueda generalmente para que los productores decidan si será exitosa o no. Fue el único trabajo de Mia, la mujer de Marcellus Wallace (Ving Rhames), ante la cámara, según le explica Jules a Vincent antes de la cena de este último con la susodicha.
9. Una cartera que lleve grabada la frase 'hijo de puta peligroso' puede pertenecer a un acérrimo lector de la Biblia. No conviene fiarse de las apariencias.


Baile
10. Cualquier hora del día es buena para la tarta. Fabienne se lo dice a Butch (Bruce Willis) mientras le relata una larga lista de platos que piensa tomarse en el desayuno y antes de que se desate una tormenta épica en el seno de su relación.
Pulp Fiction

Foto: Everett
11. Un reloj puede ser muy importante para un hombre. Especialmente si ha ido pasando de generación en generación en una familia y alguno de sus miembros lo han llevado alojado en una cavidad corporal poco cómoda durante unos cuantos años.
Baile
12. La vida puede cambiar en cualquier momento y el que hasta hace un segundo era tu enemigo puede convertirse en tu salvador.
 Una lección que Marcellus y Butch aprendieron después de visitar los sótanos de la tienda en la que entraron peleándose, a punto de matarse. Cuando salieron habían firmado la paz.
13. Pulp. Durante los primeros segundos de la película en la pantalla puede leerse la definición de la palabra según el American Heritage Dictionary: “una revista o un libro que contiene materia escabrosa y está imprimido en papel característicamente áspero, inacabado”.




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Kendall Jenner, la 'Kardashian' más mimada de la moda.......................................................Noelia Ramirez y Francesca Rinciari (Realización)

Carne de tabloide, Kendall Jenner es mucho más que un apellido o un personaje de reality.

 

Kendall Jenner 
En el Festival de Cannes las joyas tienen más guardaespaldas que las celebridades. Existen más posibilidades de compartir ascensor con Julianne Moore que ver de cerca o sostener en las manos algunos de los diamantes que brillarán en la alfombra roja o en sus idílicas fiestas. Hombres fornidos con posturas hieráticas custodian todos sus movimientos. Las joyas son las auténticas estrellas –el año pasado un robo millonario copó más titulares que la Palma de Oro– y si no se es un vip o un exclusivo cliente, olvídese de acercarse. Al igual que los ídolos del celuloide, las piezas más preciadas se refugian en el emblemático Hotel Martinez.
Allí, donde Truffaut se encerró un mes para escribir La piel suave y Wim Wenders reunió al pedigrí del cine para rodar Chambre 666, emplaza su fuerte la firma Chopard, cuyas dos últimas plantas le pertenecen durante el certamen. En la sexta, su base de operaciones. En la séptima, el botón que todos quieren pulsar en el ascensor pero al que solamente unos pocos tendrán acceso: el venerado Chopard Lounge, una luminosa suite de amplia terraza, con vistas a Cannes y al Palacio de los Festivales, donde transitarán Penélope Cruz, Pedro Almodóvar, Sofia Coppola, Jane Fonda o Karlie Kloss, buscando un paréntesis de relajación al trajín del certamen durante el día o para bailar bajo las estrellas en la exclusiva fiesta que la firma organiza tras la entrega de su trofeo.
La chica que llega en albornoz y zapatillas es hija de Bruce Jenner, un medallista olímpico que ganó el decatlón para Estados Unidos en los juegos de 1976, convertido ahora en orador motivacional. Su madre es Kris Jenner, una azafata de vuelo que se casó con el abogado de O. J. Simpson, Robert Kardashian, antes de conocer a Bruce Jenner y volver a pasar por el altar. Todo este juego de sillas en el árbol genealógico familiar implica que Kendall y su hermana pequeña, Kylie Jenner, son hermanastras de Kim, Khloé y Kourtney Kardashian. O lo que es lo mismo, ella forma parte de esa tribu que ha hecho de lavar los trapos sucios familiares todo un negocio televisivo en el reality Keeping Up with the Kardashians. El programa, que ya va por su novena temporada en el canal estadounidense E!, renovó su contrato en 2012 por 40 millones de dólares (29.245.120 euros) y de ahí han salido varios spin offs y uno de los momentos cumbres del género: el más que cuestionado efímero enlace de 72 días entre Kim Kardashian y el baloncestista Kris Humphries. Su familia, simple y llanamente, es carne de tabloide.
Ahora que el show alcanzará otro hito con la boda que se celebró el sábado entre su hermana Kim y el megalómano cantante Kanye West (al cierre de esta edición los rumores de localización se debatían entre París, Florencia y Versalles), Kendall llega sin ganas de hablar de realities, de su familia o de cualquier tipo de enlace. Bueno, ella no. Los que llegan cerrados en banda son su férreo equipo de publicistas y relaciones públicas, que medirán sus palabras y tomarán todas las decisiones que atañen a nuestro encuentro. Ellos decidirán qué se pondrá para las fotos y qué contará en la entrevista. Ellos hacen una criba sin miramientos de cualquier referencia que no sea exclusivamente a su carrera de modelo en las grandes pasarelas. Nada de Kimye, nada de bodas, nada de los negocios con su hermana pequeña (a quien ahora se la relaciona con el hijo de Will Smith) y, mucho menos, nada de vida sentimental (Kendall supuestamente vivió un idilio con Harry Styles, líder de One Direction y actual prescriptor de tendencias).

Solo una maniquí. «Aquí Kendall viene a hablar de su carrera de modelo, no de los Kardashian», advierten.
 Ella, mientras tanto, wasapea y se queda embobada con las vistas. «¿Qué quieres que te cuente? Si solamente es una adolescente», apunta su publicista.
 Y tiene razón.
Kendall es educada, tímida y más que correcta en su trato con todo el equipo. Se comporta como cabría esperar de una chica de 19 años. Es escueta, poco reflexiva y tiene esa capacidad de repetir la palabra awesome (impresionante) más de una docena de veces en nuestro encuentro. Es, al fin y al cabo, la viva imagen de una adolescente. «Es mi primera vez aquí y esta ciudad es impresionante, el color del mar es de locos, no puedo explicar todo lo que siento», comenta mientras mira al Mediterráneo y terminan de maquillarla.



Kendall Jenner
Vestido de Givenchy, pendientes de oro blanco y diamantes y brazalete de oro blanco con diamantes y rubíes, todo de la colección Red Carpet de Chopard.
Una estrella de cine. La maniquí no parece echar de menos su Calabasas natal en California y se siente como una princesa en el festival. Un poco como Nicole Kidman en Grace de Mónaco, la película que había visto unas horas antes en la gala de apertura del certamen. «Le ha gustado porque es un cuento de hadas y a ella le encantaría vivir en uno», apunta su relaciones públicas con un mohín. Y ella nos lo corrobora. «Me encantó, fue impresionante, y, ¿sabes qué?, me sorprendió muchísimo ver a todos esos fotógrafos vestidos de esmoquin».
Kendall se refiere al tradicional posado de la alfombra roja en el Palacio de los Festivales. Allí hizo la jugada perfecta, una prueba más del estricto asesoramiento que recibe. Esperó hasta al final y posó justo antes de que apareciese el equipo de la película. Nicole Kidman la saludó a lo lejos, y se quedó completamente sola en la alfombra roja, despejada para recibir a los protagonistas de Grace de Mónaco. Una estrategia redonda para no pasar desapercibida y aparecer en todas las publicaciones de moda horas después.
Nos confirma que lee y sigue la prensa cuando hablan de ella. «Soy consciente de todo lo que se publica sobre mí o sobre mi familia, pero no quiero que me afecte. ¿Por qué voy a dejar que me estropeen el día?», apunta. No se lo arruinaron cuando se estrenó desfilando para Marc Jacobs en la semana de la moda de Nueva York a mediados de febrero. Su foto, con un top semitransparente en tono tierra confirmó las expectativas: Kendall Jenner sí iba a ser la Kardashian adoptada por las altas esferas de la moda que podría conseguir una carrera de éxito en solitario. Su físico –es alta y delgada–, la aleja del perfil de sus hermanastras y la hace idónea para la pasarela. «Con Marc ha sido mi gran paso. No sabía cómo se lo iba a tomar la gente, pero al final todo ha salido bien. No estoy jugando a ser modelo, lo único que quiero es que me tomen en serio», apunta decidida. Parece que repite un guión aconsejado a conciencia.

La hoja de ruta de su carrera ha tomado un giro crucial este 2014. Su año. Antes, su futuro parecía intrínsecamente unido al de su hermana Kylie. Las dos dejaron el instituto y se pusieron a estudiar en casa para que su carrera tuviese mayores frutos económicos. Y vaya si lo consiguieron. Juntas han tejido su propio imperio: han protagonizado varias portadas y editoriales de revistas de moda por todo el planeta, han creado su propia línea de ropa (Kendall&Kylie) en colaboración con Pacsun, tienen su gama de esmaltes para Opi (por la que cobraron más de 80.000 euros), una colección de complementos y zapatos para Steve Madden y hasta se han atrevido con la literatura. Este año pondrán a la venta Rebels: City of Indra, una novela autobiográfica distópica sobre «dos chicas con superpoderes, Lex y Livia, que empiezan un viaje juntas y no se dan cuenta de que posiblemente su mayor peligro sea la otra».
Las Jenner buscaban el éxito lejos del estigma Kardashian, intentando pasar desapercibidas en elreality familiar –su capítulo más sonado y donde más protagonismo tuvo ella fue cuando cumplió 16 años, y de eso hace tres años–. En más de una ocasión confirmaron a la prensa no sentirse muy cómodas con el programa, a pesar de haber crecido con él y a sabiendas de que su madre ha firmado un contrato de 30 millones de dólares (21.933.840 euros) que les obliga a estar conectadas al show y hacer apariciones públicas en familia.
Sus publicistas insisten en no hablar del libro o de sus proyectos con Kylie. En los dos últimos meses, el destino ha querido que Kendall vuele sola en las pasarelas y ese es el filón que desean explotar. Tras desfilar para Jacobs (una propuesta de su amiga, la editora Katie Grand, quien ya la había retratado para el Instagram de la revista Love), se sentó junto a Anna Wintour en el show de Topshop Unique y se subió a la pasarela de Giles en Londres. Su elevación a los altares llegaría con su aparición en Givenchy y su primera incursión en la alfombra roja de la gala del Costume Institute del Metropolitan como musa de Topshop. «A Marc le agradezco que me permitiese estar en su desfile, que abriese la veda. Pero Riccardo también me ha apoyado y lo conozco mejor, así que a ambos les debo mucho», dice, en un paso más de sus respuestas programadas.
Ahora, aunque sus publicistas se nieguen tan siquiera a mencionarla, también tendrá que agradecer a otra persona la confirmación de su nuevo estatus de modelo del momento. Tras meses de rumores, y después de aparecer en el Instagram de la revista y ver cómo su hermana protagonizaba la portada de abril, la confirmación llegaba hace un par de semanas: Anna Wintour ha realizado una sesión fotográfica para Vogue USA con Kendall Jenner retratada por Patrick Demarchelier. La moda se ha rendido a Kendall. Una tímida adolescente que se convierte en una auténtica profesional frente a la cámara en nuestra sesión en Cannes. Puede que su equipo de promoción quiera explotar únicamente su carrera en solitario, pero ella se descubre cuando las preguntas se hacen más personales y menos frías. «Mi joya favorita es un collar con los nombres de mis sobrinos grabados en oro». La modelo se refiere a la pieza que su madre les regaló a todas sus hijas después de que su hermana Kourtney diese a luz a su segundo hijo. Por mucho que lo intente disimular, es de la tribu.