Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

30 may 2014

Las decisiones difíciles de Hillary Clinton.......................................................................... Yolanda Monge

La ex secretaria de Estado presenta su libro, que se publica el 10 junio, como “un viaje personal, literal”

La demócrata medita si presenta a las elecciones de 2016.

 

Hillary Clinton, en un acto en Washington. / AFP

Hillary Clinton detesta a la prensa, la acepta con la resignación a que le obligaban sus cargos anteriores, pero siempre recela de ella.
 Quizá por eso, cuando a la ex secretaria de Estado y posible contendiente en la carrera por la Casa Blanca en 2016, en un acto de democratización no vinculante, un grupo de internautas le ofreció varios títulos para su nuevo libro, su favorito fue el siguiente y la traducción podría quedar tal que así: Crónicas de una diadema. 112 países y lo importante sigue siendo mi peinado.
Que se hable del pelo, del bolso o de si la exsenadora demócrata prefiere el traje pantalón a la chaqueta y falda es en gran medida responsabilidad de la prensa, de los medios de comunicación que siguen considerando noticia si Hillary Clinton ha empleado 15 minutos –o no- con la plancha del pelo y si el embarazo de su hija, y por tanto su nuevo cargo como abuela, harían de ella una presidenta menos efectiva en el caso de conquistar la Casa Blanca, o si incluso esa gestación le hará considerar la posibilidad de no ser candidata (¿?).
Cierto es que la animadversión que Clinton tiene hacia la prensa se remonta a largo tiempo atrás, cuando su vida privada quedó expuesta a cualquiera que quisiera tener una opinión sobre ella y su matrimonio tras el escándalo que llevó a que su marido, el entonces presidente Bill Clinton, fuera el único mandatario estadounidense del siglo XX en sufrir un impeachment.
En unos días, el nombre de Hillary, así, sin apellido ni cargo, volverá a estar en boca de todos –algo que nunca sucede cuando se trata de un hombre, nadie habla de Barack o Marco (Rubio), por poner un ejemplo-.
 Ya lo está, incluso cuando la exprimera dama no dice nada o no tiene nada que decir.
 Pero el próximo día 10 de junio, Hillary Clinton estrena libro, y no, no lleva un título relativo a adornos de pelo.
Clinton ha estado trabajando en los últimos años en sus memorias sobre su etapa en Foggy Bottom al frente del Departamento de Estado.
 El nombre con el que ha bautizado su obra es Hard Choices (Decisiones Difíciles) y sorprendentemente coincide con el título dado a un libro por otro secretario de Estado, Cyrus Vance, durante la Administración Carter.
“Todos nosotros enfrentamos decisiones difíciles en nuestras vidas”, explica Clinton.
“De eso trata la vida, de tomar esas decisiones, y la manera en que las tomamos hacen de nosotros las personas que somos”, filosofa la política demócrata
. La exsecretaria de Estado relata en sus memorias que los años al frente de la diplomacia de EE UU fueron para ella “un viaje personal, literal”, ya que acabó visitando 112 naciones y acumulando más de un millón de kilómetros en viajes por el mundo.
“Durante décadas, he servido a mí país de una u otra manera”, relata Clinton para proseguir diciendo que, sin embargo, sus años como secretaria de Estado le han hecho consciente aún más de algo que ya sabía, la gran fortaleza de Estados Unidos como nación.
Clinton sabe mucho de decisiones difíciles. Hay quien tildaría algunas de ellas de meramente inconvenientes, como por ejemplo no divorciarse de Bill Clinton tras el escándalo Lewinsky y utilizar así el apellido para ascender en la escala del poder político.
 En pocos meses deberá de someterse a otra. Ser aspirante o no a la Casa Blanca
. Y aguantar entonces el chaparrón sobre estilismo que tiene asegurado.

 

Crónica de la intemperie.....................................................C.arlos Boyero

LUIS ALMODÓVAR / PAULA CASADO

En la España de 2002, presunta tierra de la abundancia y de los inagotables ríos de leche y miel, el director Fernando León habló con lenguaje poderoso y resultado estremecedor de aquellos que habiendo perdido su trabajo pasan los lunes al sol, se buscan como pueden no ya la vida sino la supervivencia, bebiendo sin pausas para espantar al miedo, tirándose por la ventana, tiñéndose el pelo e intentando patéticamente disfrazar su edad para encontrar un curro, aprovechando la indemnización para montar un pequeño negocio que les permita seguir tirando, temiendo en su angustiosa condición de parados que el amor desfallezca, llegue el abandono y el naufragio sea absoluto, pidiendo en vano un crédito, rompiendo farolas a pedradas, haciendo piña en su desdicha, riéndose a veces de su desconsuelo.
La edad de los protagonistas de Los lunes al sol estaba entre los treinta y los cincuenta y tantos años, sabían lo que era una nómina y cobrar todos los meses, durante una larga época de su existencia habían dispuesto de trabajo, eran victimas de la reconversión industrial; el monstruo engendrado por los canallas legalizados y que se iba a cebar a perpetuidad con los débiles todavía no había estallado, faltaban seis años, el esplendor parecía eterno.
HERMOSA JUVENTUD
Dirección: Jaime Rosales.
Intérpretes: Ingrid García-Jonsson, Carlos Rodríguez, Inma Nieto, Fernando Barona, Juanma Calderón.
Género: drama. España, 2014.
Duración: 102 minutos.
Jaime Rosales sitúa Hermosa juventud en el desolador aquí y ahora, en barrios deprimidos, pero no se centra en la gente que perdió su trabajo, sino en los jóvenes que nunca han tenido uno continuado y están llegando a la mosqueante sospecha o a la desesperada certidumbre de que jamás dispondrán de un contrato digno, ni siquiera indigno.
 Es una pareja de poco más de veinte años, enamorada, de clase baja, sin aspiraciones excesivas, viviendo en las casas maternas y comiendo de ellas, depositando en las tiendas currículos que nadie va a mirar, trabajando por 10 euros el día que hay suerte y por 300 cuando se prestan a protagonizar un video de porno casero, a mirar el cielo tumbados en los parques, haciendo botellón, compartiendo con los amigos una desesperanza similar, fallando sus precauciones y engendrando una niña, malviviendo sin dinero, sin nada que hacer, sin sueños, con una tristeza asfixiante y contagiable.
Tanto ellos como su entorno van justitos de inteligencia, son gente muy normal, no le piden a la vida nada especial, solo conseguir un trabajo que les permita llevar una existencia que no esté marcada por la angustia y la carencia de lo elemental.
 Lo tienen crudo. Como todos los nacidos para perder.
 Emigrar tal vez sea la única salida.
 Pero también fuera la supervivencia puede estar asociada a la sordidez.
El cine de Jaime Rosales, del cual desconecté radicalmente ante la incomprensión y el aburrimiento que me provocaron sus dos anteriores películas Tiro en la cabeza y Sueño y silencio, recupera con Hermosa juventud su capacidad para perturbar, para hacer crónicas originales y veraces de gente acorralada.
 Rosales utiliza con originalidad en un par de ocasiones el uso exhaustivo que hacen las personas jóvenes de las nuevas tecnologías para narrarnos lo que ha ocurrido con sus vidas en el paso del tiempo
. Los actores jóvenes rebosan naturalidad, los diálogos y las situaciones son creíbles, nada resulta gratuito o suena a impostura
. Es una buena y necesaria película.

29 may 2014

“¿Qué fue de la señora Síntesis?”................................................... Juan Cruz

Recostado en la cama, Onetti se preguntaba el 6 de enero de 1993 (a punto de publicar Cuando ya no importe) qué demonios había pasado “con la Señora Síntesis”
. En un artículo se había preguntado por qué los periódicos no tenían en su nómina “al señor Fuentes”, habida cuenta de lo que lo usábamos los periodistas, a los que él llamaba reporteros. “Fuentes, siempre están citado fuentes, y quién será el señor Fuentes?”.
“Los reporteros son tan tontos”, decía. “¿Y qué me vas a preguntar? Los reporteros siempre preguntan lo mismo: ¿para qué escribes, para quién escribes?”
. Es evidente que usted se divierte escribiendo, al menos. “Ya. Se puede decir así. El placer de escribir es muy grande. Ahora escribo una cosa, recuerdos, inventos. Hago el descubrimiento del cadáver de la Señora Síntesis? ¿De qué murió Síntesis?
 Todos los periodistas, para no tragarse todo un discurso de un ministro, damos la apretada Síntesis. ¡La apretaron tanto que la pobre se murió! Hay cantares de ciego sobre la muerte de la Síntesis, ¡cosa grave!”.
Se tomaba a broma.
 A una chica que lo miraba le dijo: “¿Te fijas en que tengo un solo diente? Te advierto que tengo una dentadura perfecta, pero se la he prestado a Mario Vargas Llosa”.
Ahí recibía; delante estaba el jardín que le había hecho Dolly, una mujer inteligente y risueña, la paz de Onetti.
 Serio como Bogart, él hacía reír; se reía de sí mismo, primero, y luego se burlaba de los reporteros. “Son tan tontos”. ¿Y los escritores? “Hay una cosa que me molesta, y trato de tomar en broma: los lugares comunes. Hay cosas que me irritan, sobre todo en gente joven, el empleo de lugares comunes. Yo no sé…, por ejemplo, esto…, bueno, es un amigo mío, un colega, mejor no hablar…
 Leí un fragmento y está todo hecho con lugares comunes, con frases hechas. Si a mí se me ocurre una frase hecha, en ese momento siento como un golpe en la mano, en el cerebro, un rechazo, no puedo hacerlo”.
La literatura la mantenía “con interés, con cariño… He escrito tanto, tal vez demasiado, dirán algunos.
 No hay ningún personaje sobre el cual yo haya escrito al que yo no le tenga cariño, aunque sea un canalla, aunque sea un bandido. Si no lo tuviera, yo no podría escribir”.
A veces los personajes vienen “de tantos libros que leí”; se produce luego “una selección inconsciente tal vez…”. Hay palabras, decía, del castellano castizo, ese castellano de los peninsulares (excluía a gallegos y canarios) “que me matan, que no soporto”.
 Se reía de lo que decían sobre su cuerpo de escritor, “que para mí escribir era como hacer el amor… Bueno, no sé lo que sientes tú cuando haces el amor, te hablo de lo que siento yo, lo que sentía yo: una entrega total, fuera del mundo”
. En momentos así surgen los personajes, “cuando dudo de mi estado mental; los quiero vivos a los personajes”. Los doblega, “somos muy amigos”.
Para todo tenía un sucedido. Jorge Amado, por ejemplo. El escritor brasileño le pidió prestado su apartamento de Montevideo; estaba el novelista exiliado, era 1941. Onetti le dejó las llaves al portero, y le advirtió: el señor Amado tiene una cita clandestina con el secretario general del Partido Comunista brasileño.
 Días después regresó a buscar la llave. ¿Y vino el señor Amado?, preguntó Onetti al conserje. “Sí, ¡y qué tetas tenía el secretario general del Partido Comunista brasileño!”.
 A Julio Cortázar no le perdonó que tratara mal al peruano José María Arguedas. A Cela no le perdonó que tratara mal a Antonio Muñoz Molina, de quien fue ferviente admirador
. Y en esa conversación del 6 de enero de 1993 (en la que estaba la poeta y novelista Dulce Chacón; Dolly iba y venía, su presencia era la casa misma), este hombre memorioso y simpático, acaso el más simpático de los escritores que conoció este reportero, relató un encuentro que otros hicieron célebre por lo que le dijo a Mario Vargas Llosa, quien años después escribiría un libro extraordinario sobre la literatura de Onetti, El viaje a la ficción.
Contó Onetti: “Una vez nos encontramos con Mario y con Patricia, su esposa, en San Francisco. Terminaba el plazo de su habitación, y pasaron a la nuestra, yo estaba con [el escritor uruguayo Carlos] Martínez Moreno
. Después ellos tomaban no sé si avión o tren para ir a Los Ángeles.
Mario me contó que trabajaba en ese tiempo en la radio francesa, y empezaba a las diez de la noche, que luego volvía a casa y se ponía a trabajar de tal hora a tal hora, eso leí también que hacía García Márquez, que decía que tenía unos horarios fijos para escribir.
 Yo eso no lo concibo, me parece admirable tener eso. Entonces yo le dije a Mario: mira, lo que pasa es que tú tienes un amor conyugal con la literatura, tú estás obligado a cumplir con tu señora esposa y yo tengo un amor de pasión, absolutamente no conyugal, y entonces hago el amor porque me da la gana, cuando tengo ganas
. De la misma manera escribo cuando me da la gana. Yo no podría escribir de tal hora a tal hora, yo escribo, yo qué sé, estoy leyendo un bodrio policial y de golpe me viene el ataque y agarro y escribo”.
Sobre agendas viejas escribía.
 Con ritmo musical, como si de su cerebro partiera la existencia de personajes que no conoció nunca, pero que vivían con él en aquella cama de hospital en la que pasó los últimos tiempos de su vida, hasta que murió en la ciudad que le dio exilio.
 El reportero (“Son tan tontos los reporteros”) le apuntó al final de aquella conversación que en su literatura no se nota el paso del tiempo.
 Él dijo, con la ironía de la que estaba lleno: “Bueno, me alegro. Que siga así”.
 Era, otra vez, su homenaje a la Señora Síntesis.

Por qué los asesinos en masa nunca son mujeres..........................................................Ruben Pujol

En la tristemente larga historia de matanzas en EE UU y Europa la aplastante mayoría de autores son varones. ¿Por qué?


Sin duda resultaría reduccionista atribuir la matanza de seis personas el pasado viernes en Santa Barbara (California) a un expediente de psicopatía agravada con frustración sexual. pero no hace falta ser psiquiatra forense para identificar en el extenso manifiesto (137 páginas) y en las videoconfesiones que dejó tras de sí Elliot Rodger un resentimiento fundado en el rechazo de proporciones homicidas.
Según él mismo explica en la furibunda perorata autobiográfica que dejó en YouTube, Rodger era un incel, un célibe involuntario, de 22 años que no podía soportar más que las chicas por las que sentía atracción invariablemente le ignoraran y ocasionalmente le humillaran con su desprecio.
Aún peor: le martirizaba que otros chicos, en su opinión menos merecedores, las conquistaran y obtuvieran de ellas ese placer (sexual y romántico) que a él se le vetaba.
Rodger escupía ira por el hecho de verse convertido en un macho beta.
 Así lo hizo constar en sus aportaciones a foros hoy cerrados, donde varones de escaso éxito compartían su rencor hacia los denominados ligones
Rodger escupía ira por el hecho de verse convertido en un macho beta: excluido por los alfa del ritual de apareamiento. Así lo hizo constar en sus aportaciones al foro PUAHate.com, hoy clausurado, donde varones de escaso éxito compartían su rencor hacia los denominados ligones (pick-up artists, en su jerga algo así como artistas del ligue que proliferan en la red pavoneándose de sus infalibles técnicas para conquistar mujeres).
Así, el caso de Rodger se presenta no sólo tanto como una actualización 2.0 del ancestral patrón mamífero de conducta.
 Tampoco una variación más de la fijación colectiva con la personalidad de los chavales estadounidenses que devienen en asesinos (que también)
. Más bien es una denuncia de la relevancia que se le da a la virginidad y el peso que tienen las presiones relacionadas con el sexo en las mentes occidentales.
 De los nefastos efectos que estas presiones producen.
 De la extraña fascinación que ejerce sobre los medios de comunicación el lado más oscuro de la sexualidad.
 No hay más que ver cómo la discusión de la matanza de Isla Vista se ha centrado casi en su totalidad en esta obsesión de Rodgers.
Y cómo se ha destacado sobre todo las comunidades cibernéticas de profesores de la seducción a la que él se refería constantemente.
Los hombres externalizan la culpa. 'La causa de mis problemas son los otros'.

Las mujeres tienden a desarrollar las atribuciones de culpa internamente"
-Candice Batton, directora de la Escuela de Crimonología de la Universidad de Nebraska
Como vendedores de crecepelo con canal de YouTube, los gurús del ligue apelan al orgullo herido y la sed infinita de los mancebos del mundo para hacer fortuna comercializando con sus enseñanzas. Aplicando la lógica contable del comisionista, el objetivo de estos ‘maestros de la seducción’ va más allá –o más acá– del sexo, pues no se trata tanto de obtener el placer carnal, sino de la satisfacción notarial de anotar la conquista en el Excel y demostrar que se tiene el know how.
 La pregunta aquí ya no es por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo, sino cómo llamar a esta disciplina que combina técnicas del neuromárketing, mentalismo, programación neurolingüística o lo que comúnmente conocemos como dar la tabarra hasta darle la forma de un libro, un seminario o incluso unas colonias con las que sacarle cuatro cuartos a los que van a dos velas.
De momento, y a falta de un término más elaborado, hay quien lo llama game, en referencia a The Game: Penetrating the Secret Society of Pickup Artists, la Biblia de los aprendices a seductor, firmada por el periodista Neil Strauss y traducida aquí como El método.
 Juguetones como son estos ‘artistas’, lo de game les está bien traído porque hace referencia al aspecto lúdico y con premio final de la seducción, al hecho de que puede uno entrenarse y conseguir un rendimiento más allá de los talentos que la genética le dio.
 Según reconoce el propio Strauss, un prerrequisito del juego es menospreciar al sexo opuesto.
En ese oscuro pozo de odio a uno mismo y resentimiento es donde se cuece la bilis de esos hombres, románticos porque no tienen alternativa, vírgenes a su pesar como Rodger que, por falta de experiencia, idealizan las relaciones sentimentales
. Por fortuna, la mayoría digiere mal que bien su (nuestro) lugar en la manada.
 El caso de Elliott fue diferente hasta alimentar un plan de venganza –retribution day lo llamó él–, una explosión de violencia que hiciera ver al mundo las injusticias y abusos que gobiernan las relaciones sentimentales entre hombres y mujeres
. En la lógica resentida que impulsó la venganza de Rodger, la culpa de su desdicha era de los demás: de las mujeres por ignorarlo, de los jugones por seducirlas y burlarse de él y, de nuevo en un ciclo perverso, de ellas por dejarse engañar.
Esta proyección de culpa en el exterior y el despliegue de violencia ostentosa y publicitada que le sigue son como sabemos patrones eminentemente masculinos, y es por ello que la historia demuestra que la inmensa mayoría de los asesinatos en masa son perpetrados por hombres.
 Según Candice Batton, directora de la Escuela de Criminología de la Universidad de Nebraska citada por la revista Time,
 "Los hombres internalizan la culpa. 'La culpa de mis problemas son los otros
. Las mujeres tienden a desarrollar las atribuciones de culpa internamente”, por lo que su violencia, cuando se produce, escoge formas más sutiles e íntimas de expresarse.
El caso denuncia la relevancia que se le da a la virginidad y el peso que tienen las presiones relacionadas con el sexo en los varones occidentales
Los motivos por los que las masacres y los asesinatos en masa suelan estar protagonizados por varones puede imputarse a un milenario constructo en el que se mezclan cuestiones fisiológicas y hormonales con los roles impuestos por una sociedad patriarcal —el hombre como explorador, cazador, soldado, líder o protector, emprendedor— que precisan de un despliegue público
. También lo precisa su violencia cuando, en última instancia y frustrados esos mandatos genético-sociales, la psicopatía anula todo rastro de empatía y cosifica a hombres y mujeres por igual en un modo perverso de conquista final.