Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

7 may 2014

Duelo de presidentes..............................................................Boris Izaguirre

Cerezo y Pérez, una interesante rivalidad: a ver quién contrata con más estilo, mantiene mejor el control y lucha por hacerse con el trofeo del macho alfa.

Enrique Cerezo y Florentino Pérez, en una comida de las directivas del Atlético de Madrid y el Real Madrid, en 2011. / DIARIO AS

Es apasionante la situación creada entre los presidentes Enrique Cerezo, del Atlético de Madrid, y Florentino Pérez, del Real Madrid.
 Ambos son hombres de edad y estatura similar, Cerezo con un abundantísimo cabello exquisitamente bien domado y Florentino con una leve calva llevada con deportividad.
Los dos son piscis, como Rihanna, un signo muy sociable.
 Aquellos que saben de horóscopos aseguran que los piscis son dulces, pero con personalidad compleja, y, atención, un humor muy voluble.
 Su comportamiento puede ser difícil de entender (como cuando Florentino abandonó la presidencia y, tras unas elecciones muy alborotadas, regresó).
 La realidad que plantea una Champions definida por los dos equipos madrileños ha convertido a estos dos peces gordos en auténticos rivales.
Florentino es el paradigma del empresario español que todo lo hace a lo grande. Millones antes de la burbuja inmobiliaria, millones también después de su estallido
. Cerezo es un caballero más discreto, casi no se le conoce otra ostentación mas allá de pasear su yate y su pelazo por Ibiza en verano con su familia y amigos muy próximos.
 Mientras Florentino construye rascacielos y firma contratos millonarios, Cerezo, en su rol como productor cinematográfico, intenta mediar con el Gobierno y la industria para acabar con la piratería. Uno se las ha visto con los egos caprichosos de infinidad de estrellas, el otro ha convertido a jugadores en divas galácticas y a sus edificios en vedettes del paisaje.
 Cerezo se arregla como un jefe de estudio hollywoodense; Florentino, a veces, como un alcalde neoyorquino.
 Generalmente se han visto uno al otro como amables contrincantes.
Ahora el partido ha cambiado.
El Real Madrid sigue siendo ese club que lo define todo en la escena futbolística, sus jugadores más caros como Bale y Ronaldo terminaron temporada demostrando lo que valen.
 Pero ha sido el ascenso irresistible del Atlético, ese rudo club de barrio, eterno perdedor, lo que ha generado un fenómeno que convierte a Simeone en santo y que nos sirve para juguetear con la apariencia de estos dos empresarios.
 Cerezo mantiene un trato directo y distante, sabe ofrecer un aspecto casi paternal.
 Parece bueno, aunque su rol pueda convertirlo en ogro.
 Florentino es más torvo, no le importa vestir gabardina hasta el 40 de mayo, siempre escoge la jugada más complicada cuando tiene que asumir liderazgo en su club y llega el último cuando las crisis arrecian. Es un juego más de salón.
Cerezo asiste a estrenos teatrales, se planta en Miami para ferias de televisión viajando sin dormir para no estropear su peinado. Florentino jamás aparece en cosas que no tengan que ver con el balón, el ladrillo o el entorno del poder, como cuando acude con otros empresarios a conversar con el presidente del Gobierno sobre “el clima de inestabilidad” o la recuperación económica.
Todo eso puede cambiar.
Por vez primera, los jugadores del Atlético no solo recibirán buenas primas, sino que se pondrán en el panorama internacional, y si ganan la Champions, serán las nuevas estrellas, con sus fotos en bañador adornando el Cuore de verano, Costa o Mario Suárez convertidos en los nuevos Ronaldo.
 Como si Cerezo se hubiera percatado de que su equipo también puede ser un rentable peliculón copiando la idea a Florentino, que despidió a Del Bosque porque afeaba su plantilla.
 Una interesantísima rivalidad: ver cuál contrata con más estilo, cuál mantiene mejor demostración de control y lucha por hacerse con el trofeo del macho alfa: quien es el champion.
Así como Cerezo y Florentino son la nueva parejita mediática, otras se rompen
. Lo de la actriz Julie Gayet con el presidente Hollande recuerda a El príncipe y la corista, la célebre película de Marilyn Monroe.
 Es la constatación de que esas novias jóvenes pueden ser más volátiles que el humor de los piscis. Resulta que Gayet no se ve llevando adelante las actuaciones de primera dama, dejando el nido vacío. El Elíseo ha pasado de tener dos primeras damas a ninguna en tiempo récord.
 Apena que Gayet no quiera apuntarse a la tendencia de superwoman, porque, aunque a no todas les apetece, es un papel que me entusiasma y que tan bien ha interpretado Carla Bruni, capaz de ser modelo, vampiresa, primera dama liberal, madre y cantante, y todo el tiempo verse francamente bien, incluso disfrutándolo.
Mientras en Londres la novia del príncipe Harry, Cressida, crecía de repente dándole portazo a su relación, la vicepresidenta del Gobierno,
 Soraya Sáenz de Santamaría, se venía arriba sentenciando que “en su puta vida había cobrado un sobre
”. Ese fue el pistoletazo de salida, el grito de guerra, de los populares ante las elecciones europeas, que sin embargo tendrán que explicar al resto de europeos qué consideran un “sobre” y qué califican de “puta”.
 Ver a toda una vicepresidenta sentenciando su vida con una palabrota, sucumbiendo a una de las peores demostraciones de machismo que es transformar a una mujer en garrula creyendo que eso da apariencia de poder, no gusta.
 Hablando como se supone que lo hacen los empresarios del ladrillo o los productores de cine que ahora, por el contrario, prefieren comportarse como las nuevas estrellas del palco.

 

 

Alzheimer’s Association............................................................ Chiqui de la Fuente


Alzheimer1
ONG Alzheimer’s Association
. ""Nieto / Hija" por Alzheimer". Agencia Grupo Gallegos, EE. UU.
Alzheimer

Errores y aciertos de la serie más vista del año................................................... Rubén Romero Santos

El velo de Hiba o los fallos en la recreación del barrio ceutí no quitan mérito a 'El Príncipe', que se ha comido el 'prime time' y ya va a por su segunda temporada.

 

¿Es o no es una bella familia?

Ojo, contiene espoilers
Pasaba la medianoche cuando un último plano cerraba la primera temporada de El Príncipe: un flashback al primer episodio en el que Fran (José Coronado) le soltaba a Morey (Álex González) una sentencia de ecos polanskianos en Chinatown: “Los de aquí decimos que en El Príncipe todo acaba en agua salada: o sea, en lágrimas o en el fondo del mar”
. Minutos antes, el agujero de bala entre ceja y ceja descerrajado a Abdul marcaba un macabro punto y seguido en la que se ha convertido en la serie del año.
 Parecía difícil superar a El tiempo entre costuras, pero con sus 26,3% de share y más de 5 millones de espectadores por capítulo (ayer cerró con un 33,3% y 6,6), El Príncipe lo ha conseguido.
 Estos son los amos del barrio y estas son sus credenciales.
Hiba Abouk: la reina mora. Si algún día se pone de moda lo de la clonación, que los primeros sean los señores de Ben Barek, porque hay que ver cómo les han salido las criaturas, oiga: Faruq, Fátima, Nayat y Abdu, casi nada…
Desde el 4 de febrero, cuando se estrenó El Príncipe, al día de hoy (ayer la serie cerró su primera temporada), Hiba ha pasado de ser la actriz/conquista de Hugo Silva a la estrella del momento
. Las revistas del corazón de los lunes (que ya la amaban) y las de los miércoles (siempre más aristrocráticas) le han abierto sus exclusivas de par en par.
 Que si mantiene un romance con su compañero de reparto Álex González (algo que ella ha negado) o que si ha pasado por quirófano para retocarse pechos y cadera (calla como una tumba).
 Poco ha importado que su personaje esté lleno de inexactitudes: se llama “Fátima”, en cristiano, a pesar de que, siendo musulmana debería llamarse “Fatima”; y por exigencias del guion (esto es, por salir mona) no lleva el velo como debiera, sino que muestra su cabello.
Su representante confirma que Hiba comenzará a rodar en junio la segunda temporada de la serie de Telecinco.
¡Al rico croma! En una ficción profundamente conservadora en el fondo y en la forma, como es la española, El Príncipe ha supuesto una revolución
. Rodada en Madrid, ha correspondido a Stargate Studios la misión de recrear el conflictivo barrio ceutí que da nombre a la serie
. Telecinco no se ha cansado de repetir que la empresa es la misma que trabaja para The Walking Dead o C.S.I. El resultado ha sorprendido al público peninsular… y al local, también: basta darse una vuelta por los foros para encontrarse con ceutíes que no reconocen en ese pinturero amasijo de casitas coloreadas que parecen sacadas de Tintín la realidad de El Príncipe.
  Sea como fuere, su éxito debería inducir a las futuras series a asumir más riesgos en la producción.
Rubén Cortada: el árabe mulato. Telecinco se aseguró a dos pesos pesados de la lista de los hombres más deseados de España como protagonistas: Álex González y José Coronado. Sorprendentemente, el que más provecho le ha sacado ha sido el tercero en discordia, Rubén Cortada. Ayer casi se podía oír cómo se cortaba el aliento de millones de espectadores (en especial, espectadoras) cuando su hercúleo cuerpo recibía un disparo
. Falsa alarma, solo fue un rasguño.
 Tremendo año el de Cortada, presente en los dos fenómenos de la ficción catódica de la temporada: en El tiempo entre costuras era Ramiro, el marido poco de fiar que arrastraba a Sira Quiroga a Marruecos; en El Príncipe, Faruq ha sido el rey dentro y fuera del barrio.
 No se recordaba un fervor así por un actor desde Miguel Ángel Silvestre/El Duque.
Echando redes. Mucho CNI y mucho incógnito, pero Morey no paraba de tuitear y retuitear…
 Y es que Telecinco ha hecho todo lo posible por visibilizar su ficción estrella por tierra, mar e Internet.
Hábilmente, han creado perfiles de Twitter (por supuesto, ficticios) de sus personajes, para tuitear e interactuar con los fans.
 Un método de promoción barato que se ha demostrado todo un éxito y que parece difícil que no copie cualquier serie que se produzca en las próximas semanas, días u horas
. Con ellos, El Príncipe ha conseguido semana tras semana ser trending topic, demostrando que su red social era mayor que la de los terroristas de Akrab
. Afortunadamente, también es menos sanguinaria y bastante más popular: en una televisión cada vez más transmediatizada, en la que el tradicional televisor solo es una pantalla más, El Príncipe ha batido todos los récords de reproducción en internet con más de 13 millones de visionados en streaming (a falta de los datos de ayer).
Mariano, tenemos un problema. Y gordo, además.
 Por momentos, parece que, por el hecho de ser musulmanes, los Ben Barek no sean españoles de la muy católica España.
 Como no hay mal que por bien no venga, el defecto ha servido para darnos cuenta de lo poco que hemos avanzado en la lucha contra los estereotipos.
Debería servir para reflexionar y mejorar en el conocimiento de nuestras diferencias
. Por lo pronto, la serie ya está atrayendo turismo a un barrio que bien lo necesita, con un 40% de paro y un 71% de familias en la extrema pobreza.
 A pesar de ello, no estaría mal corregir estos errores en la segunda temporada, que se antoja todo un éxito.



Y es que, hoy por hoy, oír El Príncipe evoca más una serie de televisión que a un tal Felipe de Borbón.

¿Alguna vez es un hombre demasiado mayor como para vestir vaqueros?


La respuesta es a la pregunta que titula este artículo es "no".
Pero, obviando el hecho de que doce palabras no pueden considerarse un reportaje, lo cierto es que, como cualquier ley universal, la regla que predica que los vaqueros son una prenda sin edad tiene sus excepciones.
 O, como gustan repetir los invitados al polígrafo de Sálvame, admite matizaciones.
Los vaqueros son esa pieza universal que lucen desde el príncipe George de Inglaterra (1 año) hasta sir Ian McKellen (74 años).
 Habitantes omnipresentes de cualquier armario, han sido definidos como la prenda más democrática del mundo
. Lo que, desgraciadamente, no significa que sienten igual de bien a todo el que se los enfunde. Encontrar el vaquero perfecto es complicado, aunque se tenga un cuerpo como el de David Beckham. Y según pasan los años, la cosa no se vuelve más fácil
. En ese campo, la experiencia no es un grado. Caer en errores de principiante resulta común incluso entre estrellas y sex symbols.
Aquí va una recopilación de los fallos más recurrentes entre los seniors.
- Más grande no es mejor. Toda la juventud envidiando las patas finas de Joe Ramone y cómo le quedan los pitillos, para llegar a los 70 y empezar a comprarse dos tallas extra con el objetivo mal disimulado de enmascarar las canillas que empiezan a parecernos demasiado flacas
. Muchos hombres creen que a mayor amplitud, mayor comodidad, pero volver a la época infantil, esa en que las madres compraban la ropa una talla más grande en previsión de un inminente crecimiento, no ha lugar.
Ser capaz de quitarse el vaquero sin necesidad de desabrocharlo no es un valor positivo. De verdad.
Mick Jagger. / CORDON PRESS
- Cuando yo era joven. Lo habrá observado incluso en usted mismo.
 Cuando muchos hombres toman la decisión de “vestirse un poco modernos” –para un concierto, una noche de copas…– tienden a recurrir casi inconscientemente a la misma estética que era considerada avant garde en su juventud, aunque haya pasado medio siglo desde entonces.
Jefes entrados en la cincuentena que se enfundan la cazadora vaquera y sexagenarios que desempolvan los pantalones ligeramente nevados
. La buena noticia es que si se mantienen fieles a esta corriente –del rockabilly a los ochenta más recalcitrantes– llegará un momento (incluso dos o tres) en el que vuelva a estar de moda.
 Atreverse a probar lo nuevo nunca está de más. Tampoco mantenerse fiel a un estilo. La diferencia entre hacerlo intencionadamente y hacerlo porque se desconocen otras opciones es, como el caso del hipster y el judío ortodoxo, cuestión de actitud.
Gary Oldman. / CORDON PRESS
- Tirar la toalla. En esta vida uno nunca puede declararse fuera del mercado y, aunque esté felizmente casado, eso no le da permiso para enterrar todo resquicio de coquetería.
 Puede que su estado de forma no sea el mismo que en la treintena y que los Levi’s 501 ya no le sienten como las fotos le recuerdan que una vez lo hicieron, pero hoy hay una oferta infinitamente más grande de tejidos, cortes, altos, largos.
 Es una cuestión de prueba y acierto, como el Sudoku.
El diseñador Calvin Klein. / CORDON PRESS
- Los complementos demodé. A cierta edad, uno se gana el derecho de hacer lo que le dé la gana y, por ende, de vestir como considere
. Pero hay ciertas normas que se aplican en cualquier momento vital.
 Los vaqueros con zapatos castellanos no tienen ninguna justificación.
 Igual que resulta difícil sostener un uso irónico de las chanclas con calcetines pasados los cincuenta.