Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

13 abr 2014

En el inofensivo pasado...................................... Javier Marías

Suárez era chulo, sí, pero sólo en el mejor sentido de la palabra: alguien que no se arredraba.

 

La reciente muerte de Adolfo Suárez produce sobre todo melancolía, al menos entre quienes éramos jóvenes cuando apareció, cuando gobernó y cuando fue defenestrado, por los suyos y por casi todo el mundo
. Pero la melancolía no viene sólo por lo más evidente, esto es, por la desaparición definitiva de una figura que trajo esperanza, considerable optimismo y suscitó mucha simpatía.
 Si en algo se distinguió Suárez fue en que, por primera vez en muchísimos años, un gobernante español no inspiraba miedo.
Siempre pareció razonable y alejado de todo autoritarismo; es más, como venía del franquismo –pero en nada se asemejaba a éste–, procuró ser todo lo contrario de lo que lo había precedido: respetuoso, conciliador, dialogante, sonriente y cordial, atento y persuasivo.
Tal vez, como a la mayoría de los políticos, los consejos le entraban por un oído y le salían por otro, pero se aprestaba a escucharlos e incluso los solicitaba.
 He contado ya antes cómo, al filtrarse el borrador de la Constitución, mi padre, Julián Marías, escribió un artículo tildándolo de absurdo, erróneo y hasta mal escrito.
 Ese mismo día Suárez lo llamó, le pidió encontrarse con él para que le explicara más y lo orientara al respecto. Si Suárez no era humilde, lo parecía. Si no le importaba la opinión de los demás, lo disimulaba tan bien que la indiferencia debe ser descartada: todo fingimiento tiene un límite, rebasado el cual deja de serlo.
 Si desdeñaba a alguien, lo ocultaba.
 Es difícil recordarle un mal gesto, un desplante, una actitud humillante o despreciativa, ni hacia sus oponentes ni hacia sus correligionarios. Era chulo, sí, pero sólo en el mejor sentido de la palabra: alguien que no se arredraba, que no estaba dispuesto a que lo avasallaran ni pisotearan; sí, en cambio, a que lo convencieran.
No es de extrañar que en estos tiempos desabridos la gente lo eche de menos, con la excepción de los ensimismados cenizos de Esquerra Republicana, el BNG y Amaiur y Bildu, quienes jamás apreciarán a nadie que no les dé la razón en todo: sus integrantes son individuos que sólo admiran a sus obedientes ovejas, si no es esto una contradicción en los términos.
 Pero la melancolía es también otra: la noche de su velatorio, cenaba yo frente al Congreso con mis amigos Díaz Yanes y ­Gasset, y salíamos a fumar de vez en cuando
 Veíamos cada vez (incluso pasada la una de la noche) la larguísima cola de quienes iban a visitar el cadáver. Más allá de que nos pareciera extravagante la costumbre (un poco sevillana), supongo que muchos de los que soportaban el frío y la espera querían expresar así su agradecimiento
. El inoportuno anuncio de su “muerte inminente” multiplicó los elogios y los monográficos televisivos.
 Y eso es lo que produce tristeza, incluso leve amargura. Suárez llevaba muchos años ausente por enfermedad, y aún más fuera de la política.
 No sólo era ya alguien “inofensivo”, sino que estaba desactivado y no contaba. Es lo propio de España: se vierte una catarata exagerada de alabanzas sólo cuando ha muerto una persona notable, o, si acaso, como aquí, cuando ya no hace sombra a nadie, ni adquiere protagonismo, ni puede soltar declaraciones que pongan en cuestión a ningún vivo.
 Parafraseando la máxima escuchada en tantos westerns, sobre los indios el único español bueno es siempre el español muerto, o, en su defecto, el que está fuera de juego, el callado, el inhabilitado, el que ha dejado el campo libre a los insaciables ambiciosos que quisieran a su alrededor nada más que un inmenso vacío.
A Suárez, mientras estuvo activo, lo detestaron casi todos: parte del Ejército, la extrema derecha, los del Partido Popular que al principio se llamaba Alianza, los socialistas, la extrema izquierda, los nacionalistas, sus compañeros de la UCD que le hicieron la vida imposible y lo obligaron a marcharse.
Cuando fundó su nuevo partido, el CDS, los votantes que hoy sienten nostalgia le dieron la espalda, hasta que hubo de disolverlo y retirarse
. Entonces, poco a poco, se empezaron a reconocer sus méritos y su carácter abierto, la dificilísima tarea que había llevado a cabo con mucho más éxito del esperable. Cuando ya no podía quitarle el sitio a nadie. Cuando su figura ya no podía empequeñecer las de los demás. Cuando se lo vio como pasado.
 El título de esta columna tendría que ser otro, pero ya lo utilicé en una pieza de 1997 y en el volumen recopilatorio que la contuvo: Seré amado cuando falte
. Una vez más, es una cita de Shakespeare, que lo expresó casi todo: “I shall be lov’d when I am lack’d”, en Coriolano.
 Lamentablemente, es el sino de todo español de valía, en cualquier campo: ser reconocido plenamente, ensalzado, añorado y querido sólo tras su desaparición o derrota
. A menudo ni siquiera el sentimiento es puro, sino que se utiliza al muerto que en vida fue denostado para denostar a los que quedan, a los que incurren en el imperdonable delito de seguir vivos y no vencidos.
“Este que ya no está sí que era bueno”, se aprovecha para decir, “y no como estos mediocres de ahora”
. Somos un país condenado a chapotear en el descontento presente, y a sentirnos orgullosos y reconciliados solamente con los que –por fin– ya no respiran y pertenecen al inofensivo pasado.
elpaissemanal@elpais.es

Aventura, mujeres, volar y matar

La historiadora alemana Stefanie Schüler-Springorum analiza en un libro con nuevas fuentes la vida de los pilotos de la Legión Cóndor en la Guerra Civil.

 

Miembros de la legión Cóndor desfilan ante Hitler tras la campaña realizada en España. / hugo jaeger (time & life pictures / getty image)

“Hacia la hermosa España, allí nos dirigimos; las chicas lo anhelan (...). Bajo la luz de la luna, en oscuras callejuelas, conocerás el amor”
. La estrofa, de una cancioncilla publicada en una de las revistas para la tropa de la Legión Cóndor, da la medida del sorprendente aura de aventura exótica que rodeaba la misión del contingente brindado por Hitler a Franco para ayudarle en la Guerra Civil.
 Mucho se ha escrito de esa fuerza, especialmente aérea, sobre todo en relación con la ensangrentada palabra que la ha etiquetado en la memoria colectiva: Gernika
. Ahora, en un libro apasionante, pleno de novedades, revelaciones y sugerencias, La guerra como aventura. La Legión Cóndor en la Guerra Civil española 1936-1939 (Alianza, 2014), la historiadora alemana Stefanie Schüler-Springorum se adentra en los entresijos de la unidad y en la mentalidad de sus integrantes para ofrecer un tan fascinante como documentadísimo retrato desde dentro de ese instrumento brutal y esencial de nuestra guerra.
“Los testimonios muestran que para muchos miembros de la Cóndor el viaje a España era una forma de turismo bélico en una tierra exótica y soleada, con cámara de fotos incluida y búsqueda de souvenirs”, señala la historiadora en un bar de Barcelona.
Los aviadores “eran jóvenes nazis de pura cepa, la élite de la nueva Alemania, con una sensación muy profunda de ser superiores”.
 En puridad no eran voluntarios, recalca, sino que se los seleccionaba para una misión secreta y se les preguntaba si querían participar o no. Eran las ganas de aventura, las perspectivas de ascensos y la buena paga —Schüler-Springorum explica cómo la mayoría al regresar, bronceados y orgullosos, se compraban un coche y se casaban— lo decisivo para alistarse en la Cóndor.
La “inaccesibilidad” de las españolas obligó a abrir burdeles alemanes
Sobre el terreno, vivían como privilegiados una cierta dolce vita en un país devastado y hambriento. Aunque muchos expresaban sus quejas por el “maldito aceite de oliva”, la comida no escaseaba (ni la bebida) y se les procuraba acogedores nidos, desde buenos hoteles al tren-vivienda de la tercera escuadrilla de cazas cuyas comodidades cantó el célebre Adolf Galland
. Todo ello no impidió que el jefe de la Legión Cóndor, el altanero Wolfram Von Richthofen, pese a desayunar langosta y cava, esencializase:
“La vida, el entorno, la comida, la gente, el país: todo repugnante”.
Los pilotos iban a cazar al campo, celebraban fiestas, se aburrían y sorprendían con sus maneras y atuendos, como cuando al pasear por Cáceres, relataba un aviador, “las chicas apartaban la mirada avergonzadas pensando que nuestros pantalones cortos blancos eran calzoncillos”.
En Alemania desde 1945 la unidad tuvo peor fama que el resto de la Luftwaffe
En general, cuando no ametrallaban o bombardeaban, trataban de causar buena impresión, aunque se mostraban distantes y no ayudaba el que a menudo marcharan por las ciudades al paso de la oca. Su arrogancia, apunta la historiadora, asqueaba no solo a los republicanos, sino a muchos de sus propios aliados.
 Tenían una curiosa —vistas sus actividades— sensibilidad hacia el maltrato de los animales y consideraban espectáculo cruel las corridas de toros.
 Sentían una aversión grande por la influencia de la iglesia católica y las “demasiadas misas”. El atraso, los latifundios y la miseria que vieron llevaron a algunos, por razones de modernidad nacionalsocialista y de manera más bien irreflexiva, a considerar que luchaban en el bando equivocado.
Schüler-Springorum dedica un espacio a abordar las relaciones sentimentales y las efusiones sexuales de los miembros de la Cóndor.
 Llegaban con muchas expectativas de chicas de miradas ardientes “endiabladamente hermosas”, pero se encontraban con la “inaccesibilidad de las españolas”.
Había que tirar finalmente de profesionales y se llegó a abrir “burdeles alemanes” a disposición exclusiva de los pájaros de la Cóndor.
La relación con los aliados era compleja. Los veían a todos por encima del hombro. Criticaban la impuntualidad de los españoles, que, se desesperaban, “siempre llegan tarde a la batalla”, su “inefectividad” y su “desorden”.
 Con los italianos había una completa falta de camaradería.
 De las tropas moras admiraban su valor y les encantaba su aspecto extravagante, que les sugería la lectura de las novelas de Karl May.
Los pilotos alemanes se consideraban la repanocha, a lo que colaboraba el que sufriera menos estrés que sus rivales gracias a la rotación y los largos descansos y su ventaja tecnológica, que les dio la superioridad aérea desde 1937 (en las fases en que no disfrutaron de esta, por ejemplo antes de disponer de los Messerschmitts Bf 109, tuvieron un verdadero shock: ya no era una aventura tan estupenda si el enemigo también te cazaba a ti). Tuvieron unos 300 muertos (bastantes, sugiere la estudiosa, en accidentes por conducir coches o motocicletas borrachos).
 Entre ellos, la tripulación de un bombardero que se estrelló en la sierra de Gredos y a la que se comieron los lobos.
Schüler-Springorum es muy desmitificadora. La Cóndor tenía una razón de ser muy práctica: debía servir no solo para experimentar y poner a punto la Luftwaffe (y conseguirle 20.000 soldados con experiencia de combate) sino para asegurarles a los nazis los minerales estratégicos españoles. Además, al acabar la guerra, Hitler le pasó a Franco una factura por la Cóndor de aúpa.
Los miembros de la Cóndor regresaron a casa muy felices; al cabo fue la única guerra que ganaron los alemanes en todo el siglo.
Pero en el 39 el país estaba ya más por el clima prebélico que posbélico. La mayor parte de los aviadores de la unidad que volvieron cayeron en la II Guerra Mundial (el 80%) y los que sobrevivieron se encontraron con la sorpresa de que en la posguerra estaba mal visto haber volado en España y la Cóndor era “mal afamada”, como si no fuera lo mismo que la Luftwaffe. Gernika daba mala fama. Les costaba entenderlo porque a los de la Cóndor nunca les pareció que hubieran hecho allí algo especial: poblaciones civiles las bombardeaban en todas partes.
 Es verdad que lanzar bombas sobre las casas del País Vasco, destaca la historiadora, tenía su interés, porque las construcciones se parecían más a las de Polonia...
En la RDA se dio una persecución especial de los ex-Cóndor en parte porque algunos miembros de la Stasi eran excomunistas de la guerra de España.
 En la RFA varios aviadores vieron perjudicadas sus carreras en la OTAN porque estar asociado a Gernika parecía poco europeísta.

12 abr 2014

Rajoy alerta de que si no gana el PP habrá un “retroceso en la recuperación”

El presidente y Cospedal arropan a Cañete en su primer acto como candidato europeo

El jefe del Ejecutivo sobre el retraso en la elección: "Hemos reservado lo mejor para el final"

Esto no es Delito?

 

EL PAÍS-LIVE!
El Partido Popular ha entrado oficialmente en la campaña europea con uno de los mensajes más empleados desde que Mariano Rajoy llegó a La Moncloa en 2011. El presidente del Gobierno y la secretaria general de los populares, María Dolores de Cospedal, han presentado este sábado en Toledo la candidatura del partido a las elecciones del 25 de mayo, encabezada por Miguel Arias Cañete, y lo han hecho esgrimiendo una vez más el argumento de la herencia recibida.
 Un escenario distinto a una victoria del PP, ha mantenido Rajoy, supondría "retroceder en el camino de la recuperación”.
“Tenemos el mejor número uno, tenemos candidatos estupendos y somos el PP. Por eso vamos a ganar las elecciones
. Porque en poco más de dos años no solo hemos recuperado el terreno perdido en la UE, sino que España ha vuelto a la sala de mando.
 Vamos a ganar, porque los españoles quieren ir hacia el futuro y no volver a un pasado que lamentablemente todos recordamos y sufrimos”, ha enfatizado Rajoy en referencia a los Gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero.
 El jefe del Ejecutivo ha hilado un discurso con elogios a Cospedal -"en menos de tres años María Dolores y el PP les han dado la vuelta a las cosas"-, Esteban González Pons, número dos de la candidatura, y Ramón Luis Valcárcel, y sin mención alguna para el actual portavoz del PP en el Parlamento Europeo, Jaime Mayor Oreja. Ha presumido de la eficacia de las medidas adoptadas, ha cargado contra el PSOE y su aspirante, Elena Valenciano, y ha presentado al todavía ministro de Agricultura como “el candidato mejor preparado”.
Ante la plana mayor del PP, cinco ministros y la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, el jefe del Ejecutivo ha recordado que los comicios de mayo son los más importantes de la historia de Europa y ha hecho hincapié en el mantra del crecimiento económico.
“No vamos a vender brotes verdes hasta que sean realidades sólidas. Después de seis años, el inicio de la recuperación no se produce porque ya tocaba. Hay algunos datos que son incontestables”, ha mantenido antes de agregar: “Ya estamos en el punto de inflexión y estoy convencido de que los españoles una vez más demostraremos nuestra capacidad de recuperación”.
Rajoy ha ahondado también en su ataque hacia el PSOE. “¿Cómo se puede confiar en un partido que tiene tan grave conflicto con la realidad?
 Me gustaría que presentaran alguna propuesta útil para España y para Europa”, ha afirmado al atribuir por vez primera el retraso en la designación del candidato a una estrategia concreta. “En las últimas semanas ha habido muchos comentarios sobre la candidatura del PP. ¿Por qué tardan tanto? Hemos reservado lo mejor para el final”, ha asegurado antes de explicar que ha querido “mantener todo este tiempo a Miguel en el ministerio para que el PSOE presentara sus propuestas para Europa”. En su opinión, no lo ha hecho.
“Yo no sé si a alguien le ha cogido por sorpresa la elección del candidato Yo creo que no. Está ahí para trabajar con crédito en Europa y no para sorprender a nadie”, ha considerado el presidente.
Antes que Rajoy, Cospedal ha sostenido que "la elección es fácil: se trata de más PP y menos PSOE". La secretaria general del PP ha cargado, además, contra todas las otras opciones.
"En España sabemos que el socialismo, el comunismo y los nacionalismos son mirar al pasado, y que el presente y el futuro se escriben con el PP", ha llegado a decir.
 Por su parte, el cabeza de lista ha acusado al principal partido de la oposición de centrar su campaña en "una declaración política", sin programa real, y ha tratado de conjurar la crisis del bipartidismo que reflejan todas las encuestas advirtiendo de que "los pequeños partidos en la UE son votos que no tienen ningún impacto".quese mueran los feos.....

11 abr 2014

El tiempo libre ha muerto

En un mundo en el que trabajar demasiado no basta, estar ocupado y renegar del ocio se ha convertido en el símbolo de estatus definitivo.

Un marinero de huelga en Londres para poner fin a la semana laboral de 56 horas. Eso era en mayo de 1966. Casi 50 años más tarde, el problema se ha universalizado / Reg Speller  (Getty Images)

El ocio ha muerto. El ocio anhelado, el tiempo libre ansiado,  son eso, deseos
. Lo cool ahora es asumir la pose de no-tengo-tiempo-para-nada, el no-me-da-la-vida, el necesito-días-de-más horas.
  Es el busier than thou (más ocupado que tú; un juego de palabras con el Holier than thou inglés). Y la historia no es que esto se haya convertido en nuestra realidad, que también, sino que vivir estresado está de moda e implica estatus. Estar abrumado por el exceso de trabajo es algo así como una insignia de honor.
Así hemos visto que actúa EE UU y así se lo hemos copiado. Como casi siempre.
¿Cuándo fue la última vez que alguien dijo: 'No estoy haciendo gran cosa'? Si lo dice, tendemos a pensar que es un perdedor. La gente no tiene que estar tan ocupada pero estarlo se ha convertido en un símbolo de estatus
-Brigid Schulte, autora de Overwhelmed: work, love and play when no one has time
Este, al menos, es el punto de partida de Brigid Schulte en su reciente libro Overwhelmed: work, love and play when no one has time (traducible como Abrumados: trabajo, amor y juegos cuando nadie tiene tiempo)
. La autora, del Washington Post, vio que cada vez más sus compañeras no tenían tiempo para nada. Fue entonces cuando se puso a investigar por qué y cómo ha cambiado nuestra sociedad para que algo fundamental como los momentos de ocio hayan sido dilapidados por la vorágine laboral y familiar.
 Y no es un fenómeno solo femenino (vale que las cargas familiares suelen recaer más en las mujeres) o de padres (ha recopilado estudios que indican que ahora pasan más tiempo con sus hijos –ellos y ellas– que en los años sesenta y sesenta–llamativo porque ellas mayoritariamente eran amas de casa– quizás por esa sensación de compensar el tiempo de trabajo). Tal y como escribe Schulte:
“Piensa en cómo nos hablamos:
–¿Cómo estás?
–Hasta arriba. ¿Tú?
–Tan liado que apenas puedo respirar.
¿Cuándo fue la última vez que alguien dijo: 'No estoy haciendo gran cosa'? Si lo dice, tendemos a pensar que es un perdedor
. Y particularmente en Estados Unidos donde muchas personas se definen a sí mismas por su trabajo, por lo que hacen, por lo mucho que hacen y por lo mucho que hacen más que tú. Un sociólogo, que estudia la forma en la que gastamos el tiempo, asegura que la gente no tiene que estar tan ocupada pero que esto se ha convertido en un símbolo de estatus.
 Quería entender si era cierto y por qué. Al principio pensé que era un fenómeno de las personas que viven en las grandes ciudades.
 Yo vivo en Washington DC y aquí todo el mundo es un adicto a un trabajo de primera categoría. Me preguntaba si sería diferente en la América rural, donde pensé que tal vez la vida sería algo más lenta”, le explica Schulte a ICON.
Pero el resultado fue que no. Lo que la periodista encontró en Fargo (Dakota del Norte) fue la gente estaba también “casi compitiendo por estar ocupado”.

Las mujeres, la tecnología y los ochenta

Creamos ocupaciones cuando podemos no necesitarlas porque necesitamos encajar, mostrar que somos tan importantes y tan dignos como los demás
“Las ocupaciones en los Estados Unidos son reales. Las horas de trabajo para los trabajadores con educación universitaria han ido en aumento desde la década de los ochenta, mientras que los trabajadores en el extremo inferior del espectro socioeconómico han sufrido dificultades tratando de encontrar suficiente trabajo para llegar a fin de mes, teniendo que improvisar dos y tres puestos de trabajo.
 Al mismo tiempo, los salarios se han estancado y el coste de la vida ha seguido aumentando.
 El precio de la matrícula universitaria se ha disparado casi un 900% desde la década de 1980 y nadie, fuera del 1%, ha tenido un aumento de 900% en sus salarios”, cuenta la periodista y escritora.
A todo esto, prosigue, hay que sumar la incorporación de la mujer al mercado laboral, lo que ha provocado que las familias trabajen más horas y hagan más malabarismos para compaginar el trabajo remunerado y el no remunerado, y la crisis y la incertidumbre respecto al futuro de las familias. Además, añade, “EE UU tiene una cultura devota del trabajo.
 Creamos ocupaciones cuando podemos no necesitarlas porque necesitamos encajar, mostrar que somos tan importantes y tan dignos como los demás.
 En otros países diversos estudios muestran una creciente presión del tiempo, que no hay tiempo suficiente en el día. Y parte de eso se debe a que las culturas laborales y políticas de todo el mundo todavía tienen que ponerse al día con la realidad de las familias trabajadoras. Recompensar a los trabajadores que llegan temprano, a los que se quedan hasta tarde y comen en sus mesas como si eso los hiciera los mejores trabajadores, incluso cuando la ciencia ha demostrado que el rendimiento no tiene porque ser necesariamente real
. Un escritor lo dijo mejor: A menudo esperamos trabajar como si no tuviéramos familias y tenemos familias como si no trabajáramos”.
El otro por qué llega con la tecnología. Un arma de doble filo, define Schulte, porque “Nos ha dado  libertad para trabajar de una manera nueva pero, al mismo tiempo, el flujo de información, la atracción adictiva del email y las redes sociales, y la incapacidad de apagar el trabajo puede hacernos sentir constantemente bajo presión y sin tiempo”. Pero, señala la escritora, hay tres grandes culpables: Nuestros empleos, nuestras expectativas y nosotros mismos. “El estrés y el agobio proviene de la incapacidad de predecir y de la incapacidad de controlar. A menudo estamos ciegos ante la realidad de nuestra situación en lugar de reaccionar. Los seres humanos están programados para conformarse. Somos criaturas sociales y así es como sobrevivimos y evolucionamos. Pero tenemos que preguntarnos si realmente queremos ajustarnos a estas presiones que están chupando todo nuestro tiempo y acaban con nuestra energía”.

¿Qué será del ocio?

El ocio está en peligro. Lo vemos como algo tonto. Vemos lo que queremos y luego empezamos a alardear de que estamos demasiado ocupados como para dedicarnos a ello
¿Está en peligro el tiempo libre? En EE UU sí, responde categórica. “Se ve como algo tonto, sin importancia, improductivo e incluso estúpido.
 Vemos lo que queremos y luego empezamos a alardear de que estamos demasiado ocupados como para dedicarnos a ello”, señala. Los hábitos de ocio en su país, prosigue, han pasado de comercializar productos como una semana de aventuras para pasar a ser de un fin de semana, de un par de horas. “Las campañas están dirigidas a tratar de conseguir que la gente salga a la calle unos minutos a la hora del almuerzo”.
Algo que contrasta con el siglo pasado cuando el estatus lo daba la cantidad de tiempo libre:
“Bill Gates se jactaba de cómo dormía debajo de su escritorio y abandonó el golf porque estaba trabajando todo el tiempo
. Y ahora todos estamos tratando de seguir su ejemplo”, ejemplifica Schulte.
Sin embargo, dice, por este lado del charco aún hay esperanza.
 “Hay países como España donde se ha mantenido el valor del ocio
. Allí hay gente que trata de proteger la cultura de tomarse tiempo para descansar y recargar en lugar de estar trabajando todo el tiempo”, explica. “O Dinamarca, que ha hecho de la felicidad, el ocio y el bienestar sus metas nacionales.
 Muchos países europeos tienen políticas que garantizan largos periodos de vacaciones pagadas. Eso en EE UU no existe”.
Hay países como España donde se ha mantenido el valor del ocio y la cultura de tomarse tiempo para descansar y recargar. O Dinamarca, donde la felicidad, el ocio y el bienestar son metas nacionales
Una realidad, cuenta, que conoció al encontrarse con una mujer estadounidense que había vivido y trabajado en España varios años antes de volver a EE UU.
 “Me dijo que cuando vivía en España se sentía más a gusto cuando tenía tiempo libre. Ella fue capaz de relajarse y disfrutar de sí misma.
 Pero que una vez que regresó a Estados Unidos si no tenía su agenda llena de cosas cada minuto, como todo el mundo hace, se sentía ansiosa
. Ella también sintió incluso que en su tiempo libre tenía que estar haciendo algo que valiera la pena, aprender algo, hacer ejercicio, mejorarse... Es lo que los investigadores llaman ocio "intencional". Lo pasaba mal dejando que el día pasara. Eso es común aquí, es un sentimiento que entiendo. Y creo que nos estamos perdiendo el dejar que la vida se desarrolle en todos sus misterios y la belleza del momento normal por estar siempre sintiendo que cada momento tiene que estar programado y ser útil”.
Bill Gates se jactaba de cómo dormía debajo de su escritorio y cómo dejó el golf porque estaba trabajando todo el tiempo y ahora todos estamos tratando de seguir su ejemplo

Las soluciones

Parar, frenar y reflexionar sería un primer paso sin duda. En su libro, Brigid Schulte funde investigaciones y anécdotas para más que un mero libro de autoayuda, radiografiar nuestra vida cotidiana. “La solución requiere dos líneas de acción: el cambio social y el cambio individual. Y en ambos frentes, sostengo en mi libro, tenemos que rediseñar el trabajo, reimaginar nuestras relaciones en el hogar y recuperar el valor del ocio” porque, agrega, nuestra civilización se ha creado en los momentos de ocio. “La rueda, el arte, la filosofía, la política, la creatividad, la innovación, el pensamiento para resolver problemas viejos con nuevas maneras… Todo surge cuando no estamos corriendo como locos en la rueda de hámster o tenemos nuestras narices presionadas contra la pantalla del ordenador. Eso viene en los descansos, cuando soñamos despiertos, en el ocio. Cuando estamos en reposo, nuestros cerebros son en realidad más activos”, afirma.
Por esos sus consejos van en tres direcciones. En el trabajo son los líderes (aquellos a los que emulamos, dice) los que deben dar ejemplo y “tienen que repensar la forma en que trabajamos”; en el amor hay que desterrar los prejuicios de estatus laboral y compartir la carga familiar; y en el juego y el ocio como base para sentirse mejor.
 Es lo que nos hace humanos, garantiza. “Piensa que la lista de tareas seguirá creciendo hasta el día de tu muerte .
 Nunca vas a llegar al final de la lista de tareas pendientes. Así que hay que darle la vuelta y poner la alegría en primer lugar, el resto después”
. Esa es la clave, pero no hay receta mágica sobre cómo hacerlo aunque la periodista nos da algunas recetas en su libro aunque ¿realmente tenemos tiempo para leerlo?