Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

23 mar 2014

Formas de mala educación.......................................................Ángel Gabilond

AlexRoweGrantWood1930TheAmericanGothic (1)
Se hace indispensable la emulación. Necesitamos referencias e incluso, en determinadas ocasiones, lo más que cabe hacer es procurar imitar
 . Y hay quienes ofrecen perspectivas y horizontes tan abiertos y amplios que prácticamente son permanente inspiración. Dicen y dan que decir. Pero, también en tal caso, ello requiere no limitarse a copiar
. Incluso reproducir no es sin más repetir. Ciertas actitudes son contagiosas. Y muy singularmente en la cultura y en la educación.
 Se infiltran, se instalan, y van fraguando una suerte de naturalidad que pronto se vive como indiscutible.
 Puede hablarse entonces de ejemplaridad, para bien y para mal.
Al respecto, es sorprendente la manifiesta mala educación de tantos supuestamente bien educados. Incluso con modales depurados, no es difícil encontrar quienes adolecen de una inadecuada educación
. No es poco ser impecable en las formas, algo cada día más de agradecer, sin embargo, llama la atención que, incluso sin que ellas se pierdan, puede esfumarse la educación por los vericuetos de las maneras.
 Hay quienes finamente son sencillamente maleducados. Y en lugar de vincular el respeto a la dignidad, lo identifican con la etiqueta.
No es cosa de cuestionar un comportamiento cuidado, sin duda requerible y necesario, sino de no reducir a ello la educación.
 Una cohorte de correctos pueden resultarnos poco atractivos y ejemplarizantes. Con modales impecables también cabe desconsiderar absolutamente la educación.
Muy singularmente por quienes en determinados ámbitos la tienen como un mero instrumento para la buena reputación, es decir, un simple medio con fines derivados y externos.
 No solo una mera apariencia, sino la reducción de esta a la efectiva realidad.
 A su juicio, no se trataría tanto de ser educado cuanto de estar educado para algo
. En última instancia, consistiría en un adiestramiento, a fin de responder como corresponde. Por supuesto, a lo establecido. Pero para ratificarlo.
JennisonSmithLeonardoDaVinci1514StJohnTheBaptist
Algunas formas de la llamada "mala educación" no siempre obedecen simplemente a la desconsideración, ni a la falta de aprendizaje
. Ni siquiera están en todo caso configuradas
. Hay ciertamente factores históricos y sociales que condicionan comportamientos, y no siempre la transgresión es, sin más, mala educación.
 También puede poner en cuestión estereotipos inadecuados.
 Sin embargo, la ignorancia obstaculiza incluso la impugnación. La mala educación empieza por ser una falta de conocimiento, incluso de información. O la improcedente relación con él.
Quienes ostentosamente se sienten afectados por el espectáculo de la mala educación, en general siempre ajena, no pocas veces encuentran dificultades para reconocer hasta qué punto la propia falta de análisis, de diagnóstico, de comprensión, son ya una muestra inequívoca de educación, al menos, insuficiente.
 Y todos hemos de ser críticos al respecto, para empezar, con nosotros mismos.
Ciertamente, la forma como contenido, el modo de actuar con determinado proceder y las instituciones como espacio de posibilidad requieren toda una tarea de paideia, incluso de metanoia, una auténtica conversión a la acción, algo que los clásicos latinos vinculan a un retorno hacia sí mismo (ad se convertere), como modo de cuidado de sí.
 Por ello, la mala educación empieza por impedir esta acción libre, tratando de imponer actuaciones, más que de propiciar acciones y su capacidad de activarlas.
Jordan Pettinger Masterpiece
La mala educación es desatención y desconsideración para con lo legado, para con lo recibido, abandonado a su suerte.
 Se trataría más bien, siquiera de valorarlo, de reescribirlo o de someterlo al juicio crítico, lo que no significa su mera descalificación.
 Al contrario, ignorarlo resultaría un tanto frívolo y poco ilustrado, hasta para la más creativa frivolidad.
La falta de sensibilidad, la desconsideración para con uno mismo o la entronización permanente de sí, el provecho propio como supremo valor, la carencia de sentido de la medida, la incapacidad no ya para lo incomprensible, sino incluso para lo inesperado, hacen de estas formas de mala educación algo poco recomendable, también por su estilo, que no es mera pose y que, en esa medida, en general es torpe y zafio, por muy presentable que pretenda ser.
 Precisamente, el estilo no es un condimento de la acción, dado que ofrece sentido.
 No es un aliño, es un modo de ser y de hacer. Y ello no impide, antes al contrario, apreciar y promover el conocimiento, con convicciones, con valores, con aptitudes, con habilidades. Pero conocimiento.
La mala educación se caracteriza por un proceder ansioso e indelicado, precipitado, fascinado por la inmediatez y la mera actualidad, por identificar lo urgente con lo imperioso.
Confunde así la eficacia con la prontitud y considera, erróneamente, que esta es siempre celeridad. No sabe demorarse, se aturde y ofusca por intervenir en cualquier circunstancia
. Considera que, dado que no hay tiempo que perder, avasallar es el camino. O se copia o se desestima.
 En definitiva, ignora la mediación. Para ella, lo llamado útil o eficaz, sin más precisiones o contemplaciones, es la adopción de medidas sin pararse en otros efectos siempre colaterales. La mala educación es entonces peligrosa.
 Para empezar, para los demás.
No se trata de no ser resolutivo, ni exigente, ni esforzado, ni de dejar de ser capaces de incidir, de decidir.
Se trata de no entender que ser ejecutivo es ejecutar cuanto obstaculiza nuestros objetivos, nuestros resultados. Para el maleducado, ser resolutivo consiste en ser resultadista.
 De cualquier manera.
Puestos a reivindicar la educación, la buena educación, y hemos de hacerlo, conviene, siquiera para ser creíbles, no proceder maleducadamente.
 Y nos corresponde a todos y a cada quien estar bien atentos.
 En los discursos sobre educación, en las disposiciones al respecto, y en determinados comportamientos también se ponen en evidencia otras formas que inciden en los sistemas, en los procedimientos y en los logros, y que reproducen, no siempre lo mejor ni de la mejor manera, aquello que precisamente dicen combatir.
AdamLambertDiegoVelazquez1616HeadOfYoungManInProfile
(Imágenes: Obras maestras de la pintura reproducidas fotográficamente. Alex Rowe, fotografía paralela a partir del cuadro de Grant Wood, The American Gothic, 1930; Jennison Smith, a partir del cuadro de Leonardo Da Vinci, San Juan Bautista, 1514; Jordan Pettinger, a partir del cuadro de Johannes Vermeer, La joven de la perla, 1665; Adam Lambert, a partir del cuadro de Diego Velázquez, Cabeza de hombre joven de perfil, 1616)

La novela en español del siglo XXI

Lima realizará la I Bienal de Novela Mario Vargas Llosa

Los expertos crean un retrato de la narrativa hispanohablante.

Claves de la novela en español del siglo XXI

W. M. S.
- Hay una grata convivencia de autores de diferentes generaciones, lugares y estilos: desde quienes pusieron el nombre de la novela en español en boca de todo el mundo el siglo pasado, y los que se sumaron desde los años noventa, hasta los nuevos, de todas las edades.
- La hibridación de géneros y estructuras. La norma es que no hay reglas. Es la riqueza de lo heterogéneo.
- Los mundos totalizadores que explicaban grandes problemas o temas han sido reemplazados por micromundos más personales que contienen el universo.
- Latinoamericanos y españoles se han quitado la obligación o el peso de escribir necesariamente de sus respectivos países o ciertas temáticas. Escriben de todo y sobre cualquier lugar.
- Los temas en auge tienen que ver, sobre todo, con la literatura del Yo; líneas y enfoques ensayísticos que se han desplazado hacia la novela; miradas sobre la historia y la política más contemporáneas; la novela negra o asomos de ella al prestarse más para contar las incertidumbres del presente; lo urbano y cosmopolita pero también lo neo-rural.
- Hay países, o regiones, en las que destacan temáticas concretas, por ejemplo la narcoviolencia en México, la Guerra Civil o la crisis económica y social en España (lo que ya vivió Argentina a comienzos del siglo); o revisión de historias nacionales, el caso de Colombia con la guerrilla y el narcotráfico, o Argentina y Chile con sus respectivas dictaduras.
- Una clara toma de conciencia y compromiso social, ideológico y cultural que desafía la verdad oficial de gobiernos o partes interesadas.
- En cuanto a estructuras o arquitecturas novelísticas predomina lo tradicional o clásico, y aunque se aprecian riesgos y apuestas experimentales notables, se echan de menos más exploraciones literarias.
- El balance sobre el estado de la novela no está claro
. Se divide entre los que lo consideran positivo y quienes recalcan la falta general de ambición de los autores e incluso de la poca disposición de los lectores a acercarse a novelas que se salgan de los senderos seguros y claros que algunos novelistas intentan abrir.

 

La pajarita y la ignorancia................................................................Eugenia de la Torriente.


El duque de Cambridge, dando una lección de estilo en la última entrega de los BAFTA / Cordon Press

No para todo el mundo el domingo es sinónimo de fútbol o de misa.
Hay una determinada época del año en la que en cada día del Señor parece celebrarse una entrega de premios cinematográficos más importante que la anterior, hasta alcanzar el clímax orgásmico de los Oscar.
 Supongo que lo de ubicar la ceremonia en domingo está calculado para obtener el máximo impacto mediático y no guarda relación con la cuestión religiosa. En todo caso, la rutina es siempre la misma. Durante la noche de autos, los medios perdemos los papeles para ser los primeros en contar por tierra, mar y aire qué llevó quién. Información que los lectores devoran y gracias a la cual las marcas consiguen toneladas de publicidad gratuita.
Para asegurarse que ningún detalle queda fuera de la engrasada maquinaria, a lo largo de ese día el correo electrónico se satura con notas de prensa que reivindican la autoría de los más nimios detalles del atuendo (hasta el punto de alcanzar terrenos tan pantanosos como la ropa interior)
. Como algunas firmas sienten pudor a eso de trompetear sus presas antes de cazarlas, las notas siguen llegando a la mañana siguiente con la misma puntualidad con la que la resaca despertará a los invitados que no se moderaron con el champán.
Obviamente, no es comparable el interés que los hombres y las mujeres despiertan en estos sobreexpuestos paseíllos de alfombra roja.
 Lo cual es lógico. El atuendo de etiqueta masculino se concibió en un sobrio cromatismo de blanco y negro, precisamente, para enmarcar y no competir con los fastos coloristas de los trajes de noche de las mujeres
. Pero ser un personaje secundario no debería eximir a los caballeros de aprender un poco mejor cómo manejar tan sencillos códigos. Al contrario, ante tan limitadas posibilidades el fallo resulta todavía más vergonzante.
¿Por qué proliferan los errores pese a lo sencillo de la ecuación? La razón principal hay que buscarla en la forma en que muchos hombres exhiben hoy con orgullo su completo desconocimiento de las reglas de la etiqueta
. Como si no conocerlas fuera un signo de rebeldía. Disculpen, caballeros, pero eso tiene otro nombre: ignorancia.
La rebeldía o transgresión implica conocimiento.
Por no hurgar en la herida del ejemplo español (donde estamos en pañales en la materia), tomemos como muestra la última gala de los premios BAFTA en Londres.
 Allí se pudo ver a un impecable príncipe Guillermo, que combinó el esmoquin con pajarita con unos zapatos de terciopelo tipo slipper.
 El principal objetivo de un traje de gala es diferenciarse de uno de oficina o diario (si no, ¿para qué?) y el calzado más apropiado es más ligero de lo habitual, más cercano a una zapatilla que a un zapatón
. De hecho, el clásico opera pump con lazo –que la ignorancia toma por afeminado– es el único elemento del vestuario que entró en el siglo XX tal como había dejado el XIX.
 Al lado del impecable Windsor, Leonardo DiCaprio con un bajo en el que cabían unas alforjas no parecía un tipo rebelde. Solo un estadounidense tosco
. Y eso por no hablar de Brad Pitt y su incomprensible camisa sin cuello que le dejaba la pajarita pegada al cuello a la manera de un stripper o de un guardaespaldas de la mafia italiana.
Lo que cuesta comprender es por qué unos tipos que saben positivamente que van a pasar tanto tiempo embutidos en mínimas variaciones del esmoquin durante toda su carrera profesional no hacen un mínimo esfuerzo por estudiar un poco la cuestión.
Aunque solo fuera por mera curiosidad o inquietud cultural.
Solo se trata de conocer un poco mejor el idioma en el que, quieran o no, van a tener que expresarse. Para no meter la pata.

Los efectos secundarios de fijarse metas

Marcarnos objetivos muy definidos e inamovibles genera frustración personal

Debemos apostar por el progreso a largo plazo en lugar de vivir inmersos en cumplir propósitos.


Los efectos secundarios de fijarse metas

Marcarnos objetivos muy definidos e inamovibles gene inmersos en cumplir propósitos


Ilustración de João Fazenda

“–¡Sofía, Daniel! –grité por el pasillo a mis hijos de siete y cinco años de edad, que estaban jugando en su habitación–. En diez minutos llega el autobús de la escuela. Vamos a ver quién se cepilla antes los dientes y llega primero a la puerta.
Los dos se lanzaron hacia el baño, riendo.
 Tan solo dos minutos más tarde, Daniel había ganado, por muy poco, a Sofía. Sonreí por mi victoria. Tenía a los dos niños en la puerta, listos para coger el bus en un tiempo récord.
Había conseguido mi objetivo. ¿O no? Sí, estaban en la puerta a tiempo.
 Sin embargo, dos minutos no es tiempo suficiente para cepillarse los dientes correctamente. Además, el baño había quedado hecho un desastre”.
Con esta anécdota familiar, Peter Bregman empezaba su artículo Considere no establecer objetivos en 2013, publicado en la prestigiosa Harvard Business Review.
 El escritor y especialista en liderazgo fue una de las primeras voces en alzarse en contra de la ética de los objetivos, esa tendencia tan arraigada que profesionaliza todos los ámbitos de la existencia.
 Y con profesionalizar nos referimos a contemplar la existencia bajo la perspectiva de la productividad, como si nuestras vidas tuvieran que responder ante un consejo de administración y lo único que importara fueran los resultados.
Cuando bailas, tu objetivo no es ir a un lugar determinado de la pista. Es disfrutar cada paso del camino”
Wayne Dyer
Así, con tantos objetivos por cumplir, casi nadie habla de sus perniciosos efectos secundarios. Analicemos, en este sentido, la anécdota familiar de Bregman y veremos reflejados, tanto en el padre como en los dos niños, muchos de los problemas (personales y empresariales) que caracterizan y definen nuestro tiempo:
Enfoque pequeño de la realidad. Si solamente me preocupa que mis hijos estén a tiempo para coger el autobús de la escuela, dejo de lado algo tan importante como su higiene dental, por ejemplo. El resultado es que empequeñezco la dimensión de un tema mayor por conseguir un resultado inmediato.
Comportamientos poco éticos. Puede que Sofía y Daniel, compitiendo para llegar antes a la puerta, se empujen o se escondan el uno al otro la pasta de dientes, por ejemplo.
 Por tanto, se puede estar fomentando un aumento de conductas no deseadas.
Falta de perspectiva ante posibles riesgos. No es difícil de imaginar a Daniel corriendo escaleras abajo para llegar el primero, sin pensar en que puede tropezar y hacerse daño.
Falta de automotivación. Si el objetivo es lo único que importa, si llegar el primero para tener contento a papá es la motivación, ni Daniel ni Sofía van a lavarse los dientes por razones como la higiene y el cuidado personal.
Disminución de la cooperación. Supongamos que Sofía, más pequeña que Daniel, no acierta a abrir la pasta de dientes y le pide ayuda a su hermano.
 Es lógico que, en este contexto, Daniel vea la incapacidad de su hermana como una ventaja competitiva que le acerque a la meta de llegar el primero y decida no ayudarla.

Mejorar nuestro talento

Ilustración de João Fazenda
ARTÍCULO
Consider not setting goals in 2013,
Peter Bregman.
Se puede leer el artículo completo en
www.peterbregman.com.
LIBRO
El talento no es suficiente
John Maxwell (Grupo Nelson)
Aprenderemos cómo trabajar los ámbitos
de mejora que representan nuestro talento.
APUNTARSE A UNO MISMO
En el libro Zen en el arte del tiro con arco,
Eugen Herrigel
nos cuenta sus años como
discípulo con uno de los grandes maestros
de arquería japonesa, el llamado kyudo.
Precisamente una de las grandes lecciones
que aprendió (casi imposible de entender
para un occidental) es que para acertar en el
centro de la diana, para alcanzar el objetivo,
hay que apuntarse a uno mismo. Debemos,
pues, estirar el arco libre de toda intención y
con un tipo de fuerza no forzada que permita
al tiro desprenderse del tirador “como fruta
madura que cae de la rama”.
Pero además de los efectos secundarios que hemos comentado, una vida enfocada a los objetivos provoca ansiedad
. Porque cuando se compite, no siempre se puede ganar. Porque no siempre se puede conseguir aquello que nos proponemos
. Aunque nos esforcemos. Aunque lo hagamos todo bien, es inevitable que en ocasiones no alcancemos lo que era nuestro objetivo. ¿Entonces qué? Incluso durante el proceso, estamos tan orientados a lograr esto o aquello que provoca que no disfrutemos de lo que estamos haciendo. Solamente podemos pensar en si lo conseguiremos o no. ¿Resultado? Más desasosiego.
 Así, no es difícil de entender que los psiquiatras definan la ansiedad como la epidemia de nuestro siglo. Es normal. Nuestra sociedad se ha orientado a la ética del objetivo.
 Del conseguir. Del tener. Del llegar. No del camino.
En este sentido, la distinción entre ser y tener que hace Erich Fromm, uno de los grandes pensadores de finales del siglo pasado, parece una profecía de nuestros días. Veamos:
“Si puedo decir ‘soy lo que tengo’, entonces la pregunta que surge es: ‘¿Quién soy yo si pierdo lo que tengo?’. Así pues, el sentido de identidad basado en ‘lo que yo tengo’ es siempre amenazante.
 El sentido de identidad que está basado en el ser es completamente diferente. Yo siento, veo, amo, estoy triste… todas estas experiencias humanas que se pueden expresar con verbos son actividades humanas que no son dependientes, que no pueden perderse o ser destruidas”.
Si queremos librarnos de la angustia del tener, de conseguir y conseguir objetivos, debemos fijarnos ámbitos de mejora. Trabajar en lo que nosotros somos, en aquello que no puede ser destruido. No en aquello que podemos obtener.
Hagamos un ejercicio, usemos la imaginación y supongamos que somos delanteros de un equipo de fútbol y llevamos algunos partidos sin marcar un gol.
 Nos hemos esforzado. Hemos corrido más que nunca, pero el gol no llega. Empezamos a estar ansiosos y tratamos de concentrarnos para el próximo partido con un único objetivo en mente: meter por fin un gol y dar por acabada la sequía.
 Llega el día del partido y estamos tan pendientes de nuestro objetivo que apenas combinamos con nuestros compañeros. Nos obsesionamos con disparar desde cualquier posición, sin tener en cuenta si es la más idónea. No disfrutamos. No nos lo pasamos bien. Al final, no llegamos a marcar.
 Es más, el entrenador, disgustado con nuestro juego, decide sustituirnos antes de que termine el encuentro. Los objetivos nos han traicionado.
La mejor forma de conseguir la realización personal es dedicarse a metas desinteresadas” Viktor Frankl
Pero hay otro camino que consiste en analizar las razones por las que no hemos alcanzado el gol: examinar nuestro juego en estos últimos partidos
. Entonces, tal vez lleguemos a la conclusión de que no estamos suficientemente compenetrados con los mediocampistas de nuestro equipo, y que además no nos desmarcamos bien, con lo que no producimos suficientes opciones claras de gol. Tenemos ahora dos ámbitos de mejora en los que trabajar durante los entrenamientos.
 Así, charlamos con los mediocentros y ensayamos alguna jugada nueva. Nos preocupamos por desmarcarnos mejor, crear buenas diagonales…
 En conclusión, saltaremos al terreno de juego siendo mejores futbolistas y, por tanto, aumentaremos en mucho las posibilidades de marcar gol. Además, al darnos cuenta de nuestra progresión, seguro que disfrutaremos mucho más del juego.
Enfocarse en los objetivos es trabajar para conseguir lo que queremos una vez. Enfocarse en los ámbitos de mejora es progresar para alcanzar lo que queremos una vez y otra y otra.
 Es como la fábula que todos conocemos de aquel granjero que tiene una gallina que pone huevos de oro
. Sabemos su fatal desenlace. El hombre, impaciente y avaricioso, decide abrir en canal a la pobre gallina para extraer todos los huevos de oro. El granjero se ha enfocado en los objetivos. ¿Resultado? Ni huevos, ni oro, ni gallina. Y mucha ansiedad.
Lo cierto es que todos tenemos nuestra gallina de los huevos de oro, es decir, aquello que hacemos bien y además disfrutamos haciéndolo. 
Y todos podemos decidir si le pedimos resultados y más resultados o si preferimos cuidar y mimar esas habilidades que nos diferencian del rest