Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

1 mar 2014

Papá, más dinero.................................

Los padres dan cada vez menos a una paga fija a sus hijos y optan por financiarles a demanda

Los pedagogos alertan de que se pierde un valioso instrumento de educación

No importa tanto cuánto se les da sino cómo.

La paga semanal media de los adolescentes está en 13,5 euros. / samuel sánchez

Nacieron en unos años en los que parecía que todo se podía comprar. Si el sueldo no era suficiente, se pedía un crédito
. Aquellos niños son hoy adolescentes y la mayoría entiende que ese es el esquema natural: si la paga semanal se acaba el miércoles, el jueves se pide más. Y a la mayoría de los padres les cuesta decir no: el 80% de los jóvenes españoles entre 12 y 19 años logra algún dinero extra a la semana al margen de su asignación habitual. De esta manera, advierten todos los pedagogos y educadores, los niños no aprenden a distribuir sus gastos en función de sus ingresos, lo que les puede convertir en adultos incapaces de gestionar su economía y acarrear frustraciones.
El informe Adolescentes 2013, presentado esta semana por el equipo de investigación de la cátedra Keepunto de la Universidad Complutense de Madrid, corrobora que cada vez son más los padres que dan dinero a sus hijos a demanda
. “En 2001, según un estudio de la Universidad de Valencia, el 62% de los chicos tenían paga semanal o mensual fija. Hoy el porcentaje se ha invertido: el 62,1% van pidiendo a medida que les hace falta”, afirma Francis Blasco, coautora del trabajo, realizado sobre una muestra de 800 adolescentes de toda España.
La consecuencia es que acaban por no tener una percepción real de lo que gastan: dicen que unos 12 euros a la semana, cuando en realidad la media es de 38,46.
¿Qué ha pasado en esta década? ¿Son los padres, a pesar de la crisis, más permisivos con sus hijos? “Los datos parecen indicar que sí.
 Es cierto que la crisis ha mermado la paga [un 38% entre 2008 y 2012, según el Instituto Nacional de Estadística], pero a la hora de educar no importa tanto cuánto se les da sino cómo.
 Y si se les da a demanda, aunque sea poco, no se les está enseñando a ser responsables”, apunta Blasco.

Ropa, ocio y tecnología

  • El 62,1% de los adolescentes españoles entre 12 y 19 años no recibe paga fija, sino que se les da dinero a medida que les hace falta, según el informe Adolescentes 2013. El 80% consigue dinero extra a su asignación habitual; se lo dan sus padres, abuelos o parientes.
  • El 70% no tiene que hacer ninguna tarea en casa o su vida cotidiana para conseguir su paga. Al 30% se le retira por malas conductas. Solo el 19,2% de los que tienen entre 12 y 15 años ayuda en la casa, porcentaje que sube al 50% en la franja de 16 a 19 años.
  • La asignación media es de 13,5 euros a la semana. Dicen gastar unos 12 euros, pero en realidad su gasto alcanza los 38,46.
  • Según el estudio Teens 2010, de la fundación Creafutur, principalmente gastan su paga en ropa, salir a comer o tomar algo con los amigos y en tecnología.
  • El 38% se descargan programas o películas en Internet. El 50% no quiere pagar por los contenidos y asegura que aceptaría publicidad a cambio de acceso gratuito.
“Es difícil inculcar conceptos como el valor del dinero por la vía del razonamiento. Necesitan vivir determinadas situaciones para aprenderlo. Y lo que la mayoría de ellos ha vivido desde que nacieron es que el dinero se podía conseguir sin demasiado esfuerzo”, coincide el psicólogo Ángel Peralbo, autor de varios libros sobre adolescencia como De niñas a malotas. Según Peralbo, es imposible que un niño entienda el valor del dinero con una explicación.
 “Tienen que experimentarlo. En este sentido, la paga es un instrumento muy educativo porque les obliga a tomar decisiones sobre cómo gastarla y en qué.
 Y cuanto antes empiecen a hacerlo, mejor. Pero hay que ser firmes, no darles más de lo estipulado y exigirles algo a cambio para que aprendan también que el dinero no cae del cielo, hay que ganárselo”, aconseja.
En este aspecto los padres también se muestran blandos.
 Según el informe Adolescentes 2013, casi el 70% no tienen que hacer ninguna tarea en su casa o en su vida cotidiana para conseguir su paga.
Y solo el 30% la pierde por malas conductas.
“Los padres han confiado en que las instituciones educativas enseñarían a sus hijos el valor del dinero, y estas han considerado que era tarea de los padres. En el medio se han quedado los niños sin que nadie se haya preocupado de transmitirles una verdadera formación financiera. Esto no se aprende de un día para otro, hay que entrenarles para que en el futuro puedan tomar decisiones adecuadas”, advierte Raúl de la Cruz, fundador de Keepunto, una plataforma virtual que funciona como un simulador de banco que enseña a los jóvenes a gestionar su economía.
Javier Urra, que fue Defensor del Menor en la Comunidad de Madrid, está de acuerdo con este diagnóstico. “Los chicos han visto que sus padres manejaban el dinero alegremente.
 Nos entró la tontería y en lugar de comprar solo lo necesario o tomarnos las tapas justas, pedíamos raciones dobles y tirábamos lo que sobraba.
Y ahora, cuando ellos empiezan a disponer de sus primeros ingresos, reproducen ese comportamiento”, razona. “No digo que no se pueda permitir ningún capricho, pero siempre con una reflexión previa con el adolescente sobre la conveniencia de hacer ese gasto.
 Y no hay que dudar a la hora de decir no por miedo a que se frustre; al revés, es bueno que aprenda a hacer frente a las frustraciones”, añade.
El 80% de los adolescentes logra ‘extras’ a su asignación
La crisis, opina Urra, ha sido buena en este sentido. “La austeridad enseña que también se puede disfrutar con una ración de patatas.
Y hace más responsable el consumo”, subraya. Aunque los padres han intentado apretarse el cinturón para que a ellos no les repercuta tanto la crisis, algo les ha llegado.
Lo sorprendente, según los expertos, es lo rápido que han sabido adaptarse a la nueva situación. “Tienen menos dinero, pero eso no significa que no intenten seguir consumiendo al mismo ritmo. ¿Cómo? Gastando más de lo que ingresan —pidiendo dinero extra aparte de la paga— y, por otro lado, asumiendo la cultura del low cost y del casi gratis o gratis total en Internet.
 Son expertos en el manejo de las web de ofertas y descargas de la Red”, explica Guillermo Ricarte, director general de la fundación Creafutur, dedicada a predecir el comportamiento de los consumidores.
Según un estudio realizado por esta institución en 2010, los adolescentes de hoy son consumidores más expertos que sus padres.
 Tienen una gran influencia en las decisiones de compra y deciden especialmente sobre su propia alimentación, ropa y productos para la higiene personal
. También, destaca el estudio, son grandes creadores de tendencias e inspiran tanto a otros adolescentes como a adultos.
“Saben mejor que cualquier adulto encontrar la mejor ganga en Internet y en muchos casos conocen mejor el mercado”, coincide Miguel González-Durán Muñoz, director de la división de marketing infantil de la agencia Arista.
“Y eso las empresas lo saben.
Por ejemplo, si una familia va a comprar un coche con un adolescente a un concesionario, el vendedor se dirigirá también a él porque probablemente sepa más que su padre de marcas y precios”, apunta.
Casi el 70% de los no tiene tareas obligatorias para tener ‘sueldo’
La fundación Creafutur calculó en su estudio de 2010 que los adolescentes gestionaban unos 8.000 millones de euros al año. ¿En qué se lo gastan? Aparte de salir con los amigos, sus compras preferidas son la ropa y la tecnología.
 Aunque si pueden, comenta Ricarte, intentan que los productos más caros (sobre todo tecnológicos) se los regalen sus familiares para no mermar su paga.
 El director de Creafutur destaca otro dato interesante: “Si se les pregunta, aseguran que tienen conciencia medioambiental y que rechazan a las empresas que no son responsables socialmente.
 Pero en la práctica no les interesa dónde ni por quién ni cómo se han hecho los productos que quieren, y no creen que cambiar sus hábitos de compra sirva para cambiar el mundo. En este sentido, la mayoría son bastante cínicos”.
En realidad, los adolescentes se comportan como lo harían sus padres si pudieran. “Si a mí me dieran todo sin exigir a cambio nada, ¿por qué iba a rechazarlo? Si no saben controlar sus gastos, es porque no les estamos enseñando a hacerlo
. Ni los educadores ni los padres”, insiste Raúl de la Cruz
. “Unos por dejadez, otros por la excusa de que no quieren que a sus hijos les falte de nada y algunos porque les resulta más cómodo que estén entretenidos con un dispositivo electrónico en lugar de prestarles atención”.
¿Lo están haciendo peor los padres de hoy que los de anteriores generaciones? “No, pero tienen más recursos. Se ha sobredimensionado la inversión en los hijos, pero este proceso no ha ido acompañado de un refuerzo en la educación en valores”, opina Ángel Peralbo.
 “Es lo mismo que pasa con la información
. No es malo que tengan acceso a toda esa información que hay disponible hoy día en Internet, pero hay que enseñarles a manejarla y a interpretarla con sentido crítico”, concluye el psicólogo.

 

Ocho cosas que a buen seguro sucederán en los Oscar

Jennifer Lawrence montará el numerito, nadie hablará de política y ninguna comedia se hará con la estatuilla.

 

CORDON
Ya están aquí. Hay quienes ya han comprado las toneladas de café para pasar en vela la noche del domingo, momento en el que Hollywood tira de brío y regala al mundo la celebración de los Premios Oscar.
 Pero si a usted no le quita el sueño ni la cafeína ni Megan Fox, no se preocupe: hay un buen puñado de cosas que podrá comentar sin temor de ser cazado al día siguiente, porque es probable que se repitan, como ocurre año tras año.
 Y si fallamos en alguna predicción, no nos lo tengan en cuenta: pasa en las mejores familias (de adivinos y cinéfilos). Hagan sus apuestas…
1. Marranadas, las justas. Qué cosas: 6 de las 9 nominadas son “R”, o sea, no recomendadas para menores de 17 años; y las otras 3, no recomendadas para menores de 13.
 A los peques, ni agua. Aun así, la ABC seguirá tratando a los espectadores como parvulitos y no permitirá ni un chiste procaz. ¡Ah, qué tiempos aquellos en los que se colaban señores en pelota picada en medio de la gala!
2. El show de Jenny… Se ha convertido en un clásico de las galas, algo así como que Paris Hilton pierda en las fiestas posteriores su smartphone o se olvide de ponerse la ropa interior
. Gracias a su impericia fiestera, Jennifer Lawrence siempre mete la pata…
 Lo mismo se tropieza al ir a recoger su Oscar que le boicotea una entrevista a Taylor Swift con eso que ahora se llama photobombing y antes era “chupar cámara”.
 ¿Pueril y poco profesional? Tal vez, pero con 23 años y 3 nominaciones consecutivas, como que J-Law puede hacer lo que le dé la santa gana.
3. No será Kansas, pero lo parecerá. Un año más, los Oscar homenajearán a El mago de Oz, esta vez porque debe ser el aniversario de quien le hizo las coletas a Judy Garland o algo parecido (vale, hace 75 años, pero el año pasado hizo 74 y exhibieron las bailarinas rojas).
 Curiosa obsesión con una película que fue barrida en su gala por Lo que el viento se llevó
4. Señores, tenemos un problema. La Academia ya no sabe qué hacer para atraer al público adolescente: el año pasado pusieron a Seth McFarlane a hacer chistes sobre “tetas” y ni por esas.
Este año han elegido a Ellen DeGeneres porque es “una reina de Twitter” (New York Times dixit). Nos tememos que no va a ir mejor: de las nominadas, solo dos (Gravity y 12 años de esclavitud) están en la lista de “mejores películas del año” de páginas web tan influentes como Rotten Tomatoes. Parece que los gustos de los espectadores y los de los académicos divergen.
 De hecho, entre las nominadas, solo Gravity está en el top ten de películas más vistas del año. Fuera quedan A todo gas 6, El hombre de acero, Thor 2, Iron Man 3
5. Aquí ya cualquiera da el cante. Después del comentado número de Les misérables de Russell Crowe el año pasado, todo el mundo parece capacitado para subirse al escenario del Dolby Theatre. Solo así se explica que hayan reclutado a ¡Pink! para la gala. Sí, por lo visto sigue viva y es muy amiga de DeGeneres.
 A ver si Pharrell Williams anima el cotarro, porque entre Pink y U2…
6. No ganará una comedia. Desde Annie Hall, de Woody Allen en 1978, ninguna película “de las de mucho reír” se ha llevado el premio a la Mejor Película y lo más cerca que hemos estado ha sido, ejem, Shakespeare enamorado
7. Alguien debería ir haciendo las maletas… Si los pronósticos se cumplen, Cate Blanchett ganará el Oscar a la Mejor Actriz por Blue Jasmine.
Se emocionará mucho, y es posible que se le quede la mente en blanco, pero no tanto como a su marido Andrew Upton cuando le diga que santas pascuas y hasta aquí hemos llegado
. Y es que ganar el premio gordo femenino y divorciarse es todo uno: de las 265 casadas que lo han ganado desde 1936, 159 han partido peras con sus cónyuges
. En los últimos años, la lista se desmadra: Sandra Bullock, Reese Whitherspoon, Halle Berry, Kate Winslet…
8. Nadie hablará de China. Ya pueden detener a Christian Bale por rodar los excesos de la dictadura o Richard Gere irse de farruqui loca del bracete del Dalai Lama, pero en la gala nada se dirá del que ahora mismo constituye el principal mercado del cine de Hollywood fuera de California. Bueno, ni de China ni de nada que huela a política, que últimamente están muy prietas las filas y, además, lo tienen prohibido por contrato…
 Y con razón, no sea que pase lo que pasó con Marlon Brando y El padrino en 1973, se la cuelen y se les quede esa cara de "el pepino de este gin tonic amarga que no veas".
Se abren las apuestas

Tita supersuegra................................................................. Luz Sánchez-Mellado

Me apuesto la terapia sustitutiva a que la baronesa, con tal de hacer las paces con el niño, le compra obra a la pintamonas de la nuera y le busca sitio en sus museos.

 

Tita Cervera, durante su visita a Arco el pasado 20 de febrero. / Juan Naharro Gimenez (Getty)

Va a tener razón mi exsuegra: tengo una edad muy mala
. La doña me difama con todo ese rollo de la osteoporosis, la caída de estrógenos y las pequeñas pérdidas ya no tan pequeñas de la menopausia, sabrá ella qué fluidos pierde una y por dónde.
 Pero en lo de los sofocos de las mozas viejas —para ella una single es una máquina de coser antigua—, como me denomina desde que planté a su niño por zumbarse a mi monitora de zumba, va a estar en lo cierto.
¿Tú te crees que el martes, estando de incógnito en el Debate del Estado de la Cosa, me dio un vahído que casi tiene que venir el SAMUR?
Había ido a hacerle un Femen maduro a Rajoy en cuanto mentara la reforma del aborto, pero no hubo forma.
 Primero, porque el presidente no articuló su palabra yuyu hasta las tantas.
 Y segundo, porque fue oír a ese prócer clamar que había doblado el cabo de Hornos, representárseme talmente como Jack Sparrow en Piratas del Caribe, y ponerme a sudar a mares.
Y eso que tenía codo con codo a su legítima, Elvira Rodríguez, marcando sus aguas territoriales por si las corsarias.
 Total, que voy a tener que hacerle caso a la agorera de mi ex madre política y pillar toda la soja, los bífidus y los Tena Lady del súper.
Ahora, para suegra comprensiva, Tita Cervera, baronesa viuda Thyssen-Bornemisza, con Blanca Cuesta, esposa de su idolatrado niño Borja, después de todos los feos que le ha hecho la pareja a la pobre multimillonaria.
Vale que esa mamá política tenga la lengua bífida, como todas, y haya rajado que Blanca es una advenediza que tiene abducido a Borja y lo lleva fatalmente vestido, con lo ideal que lo llevaba ella de crío con sus blazers de capitán de yate.
 Pero también es cierto que, después de que el niño le exigiera la herencia en vida, la baronesa se rebajó a ir a conocer a su nieto sin que le dieran vela en el natalicio y salió de la pijoclínica sin ver al rorro y con su baronía entre las piernas.
 Una buenaza, Tita. Se ve que ahora la ex Miss Europa se barrunta que, a sus espléndidos 70, va a acabar yéndose al otro barrio peleada con la sangre de su sangre, y está dispuesta a quemar todas sus naves, menos el Mata-Mua, para recobrar a su hijo, aunque sea mediante nuera interpuesta.
Tenías que verla, forradita de peluche blanco, yendo de tapadillo a la exposición de Blanca a templar gaitas.
 Porque casualmente estaban los de ¡Hola! y le robaron la foto, que si no, no se entera nadie de su desinteresada bajada de pantalones
. La primera, la artista, que estaba en Arco alternando con los colegas.
 Porque resulta que la chica pinta. Unos cuadros neoexpresionistas entre mascletá fallera y paisaje después de una batalla de paintball, superapreciados por sus íntimos
. Bueno, y por su suegra. Me apuesto la terapia sustitutiva, que me cuesta un Bankia, a que Tita, con tal de hacer las paces con el niño, le compra obra a la pintamonas de la nuera y le busca sitio en sus museos.
 Ella, que tiene picassos, sorollas y tàpies por un tubo.
 Si eso no es poner de sus partes, que venga Miley Cirus y lo diga. Y te dejo, que estoy con el sofocón y me va a prestar mi exsuegra un refajo ignífugo
. Yo en eso, como Tita, soy superislámica: si Mahoma no va a la montaña, la montaña va a Mahoma.

28 feb 2014

“Vi mucha más verdad en el teatro que en Derecho”................................................... Elsa García de Blas

La actriz dirige el primer máster universitario de interpretación.

 

Serna cree que los actores deben ser universitarios. / Uly Martín

Los jóvenes imberbes que le piden consejo ignoran que la mujer que tienen enfrente rodó con Saura, Camus o Almodóvar, y que hasta apareció en la mítica Falcon Crest
. También, seguramente, que integra el selecto club de la Academia de Hollywood (es una de los cinco actores españoles que son miembros). Pero ahí está aconsejándoles Assumpta Serna (Barcelona, 1957), en el modesto estand que su fundación, First Team, tiene en Aula, la feria de educación que se ha celebrado estos días en Madrid, donde ha promocionado el primer máster universitario en interpretación cinematográfica.
 “Aquí estoy, como decimos los catalanes, arremangada”, sonríe. Y vuelve a los imberbes que sueñan con actuar.
Hay un impulso que mueve a esta actriz con más de un centenar de papeles a sus espaldas en 20 países y que se aprecia en cómo habla de lo que hace
. Desprende un compromiso profundo con su profesión, que se ha propuesto prestigiar.
 Tiene que ver, desliza, con que sus padres insistieran en que estudiara Derecho porque aquello de subirse a un escenario no era serio
. “Pero vi mucha más verdad en el teatro”, defiende.
 Esa verdad “tiene que revalorizarse”, insiste.
 Y ahí anda poniendo todo su empeño: los actores, cree, deben ser universitarios.
 Con el posgrado que ha puesto en marcha con la Universidad Rey Juan Carlos —que comienza este próximo mes de marzo— trata de superar, además, un déficit en la formación de los actores sobre la que se escribió en El trabajo del actor de cine:
 “Que no se les enseña a actuar para la pequeña ventana del cine, sino solo para la grande del teatro”.
 Y hay mucha diferencia. “La palabra es la unidad más pequeña en teatro, mientras que en el cine es el pensamiento”, explica antes de meter mano, también arremangada, a la hamburguesa de pinta regular que ha pedido en la cafetería de la feria.
¿Y de actuar, cómo anda? Desde que terminó de rodar la coproducción francoalemana de Los Borgia —“de las mejores cosas que he hecho últimamente”, dice— está esperando un papel.
 Hace tiempo que no le ofrecen nada en España.
 ¿Pasa factura saltar el charco? “Me lo pregunto mucho... Quizás hay demasiado respeto, doy miedo. Alguien que a lo mejor puede discutir cosas…”, reflexiona, y encuentra otro motivo:
 “Mario Camus me dijo una vez: ‘¡Cuando escribas un libro nunca más te van a llamar!”.
Eso le pesa, pero también la falta de apoyo que ha notado cuando ha salido fuera.
 Lo recuerda y entonces se le humedecen los ojos: “En 1988 hice una retrospectiva de cine español en Nueva York, y luego fui con los franceses... Aquello no tenía nada que ver, ellos sí que saben vender su cine”.
 Y añade con resignación: “El país no te respalda”.
En la conversación ha hablado muchas veces en plural —“pensamos” esto, “creemos” lo otro— porque comparte con su marido, el también actor Scott Cleverdon, la vida y la dirección de la fundación
. Él escocés y ella catalana, no queda otra que preguntarles cómo van en casa de soberanismo: “Él dice que no podemos opinar, porque llevamos mucho tiempo fuera”.
 Al final, se arranca: “Me da miedo que una nación, al hacerse pequeña, se empequeñezca”.