Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

15 feb 2014

En busca de la naranja entera: deconstruyendo el amor romántico...........................................del Blog Mujeres


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Escena de 'Crepúsculo'
“Formada para obedecer a un ser tan imperfecto como el hombre, con frecuencia tan lleno de vicios y siempre tan lleno de defectos, debe aprender con anticipación incluso la injusticia y a soportar las sinrazones de un marido sin quejarse”.
Rousseau, Emilio (1752)
Buena parte de lo que ha trascendido de las respuestas que la duquesa de Palma dio al largo interrogatorio al que fue sometida hace unos días es el ejemplo más clarividente de cómo se perpetúa el mito del amor romántico
. Ese que cada 14 de febrero, además, los grandes almacenes se empeñan en recordarnos, aunque en realidad no haga falta esperar a San Valentín
. El orden cultural dominante, que todavía sigue obedeciendo en gran medida a los dictados del patriarcado, reproduce constantemente, en alianza todopoderosa con el mercado, las pautas de una concepción de la afectividad y la sexualidad ligadas a la diferenciación jerárquica entre hombres y mujeres.
Baste con analizar como la publicidad, pero también la mayoría de las películas que arrasan en taquilla, de las canciones que más se escuchan en las radios fórmulas o de los culebrones que logran millonarias audiencias, para constatar como prevalece una concepción del amor que para las mujeres acaba suponiendo la negación de su autonomía, la ceguera más justificada, la entrega sin condiciones al héroe que las salva o que suple su minoría de edad.
De esta manera, y como ha sido a lo largo de los siglos, el amor continúa siendo, como bien lo calificara Marina Subirats, “el opio de las mujeres” (Marina Subirats y Manuel Castells, Mujeres y hombres, ¿un amor imposible? Alianza, Madrid, 2007). 
Esa razón que la razón no entiende –mucho más en el caso de las que a lo largo de la historia se ha cuestionado su igual racionalidad– y que justifica confianzas ciegas, renuncias injustificables y, en el peor de los casos, hasta el sufrimiento que supone ser víctima de la crueldad del amado.
El “contrato sexual” que en buena medida todavía hoy sigue condicionando el “pacto social” ha prorrogado los binarios patriarcales en los que habitan las raíces de las desigualdades de género. Junto a los dos básicos –los que contraponen público/privado y razón/emoción- , el que sigue distinguiendo entre el hombre sujeto y la mujer objeto, entre el héroe y la princesa, entre el hombre socializado en las narrativas de la conquista y la mujer domesticada en la hipérbole de las emociones. Entre ellos, el todopoderoso amor, el que articula dos mitades complementarias en unas estructuras jurídicas y políticas que, por tanto, han obedecido siempre a la lógica heteronormativa.
El hombre y la mujer como seres condenados a entenderse, el matrimonio como contrato legitimador de la procreación, la división sexual del trabajo en nombre de los intereses familiares
. De ahí los obstáculos que en los sectores más conservadores y patriarcales sigue encontrando el matrimonio entre personas del mismo sexo o los modelos familiares alternativos al tradicional. Porque es el sustrato social y cultural del patriarcado, y por tanto el eje esencial del poder, el que se resiste a ser erosionado.
Debería ser alarmante, al menos para todas y para todos los que creemos en la igual dignidad y autonomía de los individuos con independencia de su sexo, como en las sociedades avanzadas del siglo XXI perviven los rasgos del amor romántico y muy especialmente como continúan muy arraigados entre los más jóvenes.
 Algo que han demostrado varias investigaciones realizadas en los últimos años, entre las que destaca la que en 2011 publicó el Instituto Andaluz de la Mujer sobre Sexismo y Violencia de Género 
. En dicho informe se demostraba como entre los chicos y las chicas más jóvenes pervivían los mitos del amor romántico, es decir, creencias como que “el amor todo lo puede”, que estamos de alguna manera predestinados a encontrar un “amor verdadero”, que “el amor es lo más importante y requiere entrega total” y que, por supuesto, exige  posesión y exclusividad.
Unas creencias que especialmente perviven en muchas chicas jóvenes que parecen entender que enamorarse implica perder la autonomía y la capacidad de autodeterminación.
  Negarse a sí mismas para ser del que ama, quien por supuesto hará todo lo posible por mantener a la mujer-objeto sometida a las riendas de su autoridad. 
De ahí la justificación de los celos y de todo tipo de control, los cuales además se han intensificado en los últimos años a través del uso de las nuevas tecnologías y de las redes sociales.
Difícilmente lograremos unas relaciones afectivas y sexuales plenamente igualitarias mientras que no desterremos una concepción del amor que acaba siendo una estrategia de control social que mantiene a las mujeres en una posición subalterna.
 La que seguimos viendo reproducida en la saga de Crepúsculo, en las novelas de Federico Moccia y, por qué no, en las declaraciones de una infanta que parece haber sufrido una especie de renuncia a su capacidad de discernimiento en nombre del amor. 
Tal vez esa sería la gran revolución pendiente que, en nombre de la igualdad, deberíamos empezar a celebrar en este San Valentín.
 Mujeres y también hombres comprometidos con otra manera de entender nuestras relaciones afectivas y sexuales
. Una revolución que nos lleve finalmente a proclamar que en nombre de nada ni de nadie ni ellas ni nosotros debemos renunciar a ser naranjas enteras.
 Y que la aventura no es buscar la media que hipotéticamente nos hace falta si no otra entera con la que compartir jugos, libertades y proyectos. 
Sustituida la venda del amor absoluto por la alegría de mirarnos a los ojos sabiendo que nunca quien bien nos quiere nos hará llorar.

Amaya Arzuaga evoca el vuelo de los pájaros en su desfile

Atlas

La diseñadora Amaya Arzuaga ha inaugurado esta mañana la 59ª edición de la pasarela Merc
edes-Benz Fashion Week Madrid (MBFWM), que presenta las colecciones para otoño-invierno 2014. Es la primera vez que la burgalesa ocupa esa destacada posición, pero el honor no guarda relación con su reciente Premio Nacional de Diseño de Moda.
 “Lo hacemos por sorteo”, revelaba Arzuaga minutos antes del desfile de su segunda línea, que recibe el nombre de AA.
 La colección principal se verá el próximo día 3 de marzo en la Semana de la Moda de París. Pero el galardón sí ha tenido impacto en los diseños y también en ella misma.
 Después de todo, es la primera mujer en lograrlo y sigue a nombres con tanto calado como Manolo Blahnik, Paco Rabanne o Elio Berhanyer.
“Nunca le he dado mucha importancia a los premios, pero en este momento tan difícil que todos estamos pasando me hizo una ilusión especial.
Y me ha motivado más para trabajar”, asegura.
La colección de AA para hombre y mujer se inspira en las alas de los pájaros.
 Una evolución de las mariposas que protagonizaron la temporada anterior
. La idea surgió hace cuatro meses y eso le ha dado tiempo a Arzuaga para desarrollarla
 De hecho, la diseñadora afirma que esta temporada se ha planteado con la misma ambición la primera y la segunda línea.
 En cuero plastificado, barnizado y estampado, la colección muestra un intenso trabajo en el desarrollo de materiales
. “Es un largo proceso de experimentación y de ensayo-error”, sostiene.
La modernidad de Arzuaga contrasta con la nostalgia de Roberto Verino, que por enésima vez ha evocado el espíritu de Audrey Hepburn en la película Desayuno con diamantes.
 En un desfile tedioso y dividido en tres secciones, el gallego ha vuelto a repasar los tópicos de la elegancia del cambio de década de los cincuenta a los sesenta.
El protagonismo de la presentación ha terminado por recaer en el gigantesco perro negro que ha acompañado a la última modelo, que ha aparecido un tanto desorientado con las luces, la música y la multitud expectante.
El pabellón 14.1 de Feria de Madrid (Ifema) acogerá hasta el próximo martes los desfiles de 40 diseñadores
. Diez de ellos, los considerados emergentes, dentro de la plataforma Ego que se celebra en la última jornada de la cita
. Según la organización, la edición anterior contó con 40.000 visitantes y más de 240.000 personas siguieron los desfiles a través de internet.
 Datos que acreditan a MBFWM como la mayor cita de la moda española.
 Entre los diseñadores, se habla de la necesidad de que este certamen sirva para unir a la industria textil española y a los creadores. Como ejemplo del camino se cita el caso de Miguel Palacio y Hoss Intropia, que también ha desfilado esta mañana
. Desde hace tres años, el madrileño presenta en la pasarela el fruto de su colaboración con una compañía textil presente en 48 países y con más de 1.600 puntos de venta.
Esta tarde se verán los desfiles de Etxeberria, Duyos y Devota&Lomba
. Cerrará la jornada la marca de joyería Aristocrazy, que participa por tercera vez en la pasarela.

Mapamundi Arco


'Elizabeth' (2012) de Alex Katz.

Si hay un termómetro que presagia el comportamiento de Arco desde hace bastantes años es Helga de Alvear.
 Si la galerista y coleccionista está triste, malo; si no va al programa general de la feria (como ocurrió en 2010), horroroso, y si está contenta… Bueno, si se muestra alegre, Arco pinta bien.
“¡Por fin voy a poder comprar a las galerías españolas!”, exclama
. La bajada del IVA del arte —cuya letra pequeña ha mitigado la euforia inicial en el sector— le da motivos para transmitir unas noticias que sus colegas galeristas recibirán con la misma esperanza que se escucha la sirena de una ambulancia en un accidente
 Sin embargo, Helga de Alvear tiene fama de verso suelto y surgen las dudas.
Desde la llegada en 2010 de Carlos Urroz a la dirección de la feria, Arco ha fiado su presente y su futuro a la capacidad de atracción de coleccionistas extranjeros, sobre todo latinoamericanos. Idéntica estrategia que la pujante Zona Maco (México) o la poderosa Art Basel Miami. Sintiendo el aliento en la nuca, la feria madrileña ha añadido a su exposición de motivos una nueva estrategia. “Arco es un lugar donde coleccionistas, comisarios y directores de museos pueden descubrir artistas”, asegura Carlos Urroz
. Un asidero más para una feria que tal vez pueda vivir su mejor edición de los últimos dos o tres años. El IVA del arte baja
. Pasa, por término medio, del 21% al 15,5%. Un respiro para las galerías y los coleccionistas españoles. Además, la organización ha invitado a unos trescientos potenciales compradores, y algunas instituciones, como el Museo Reina Sofía, pasarán por caja.
 Los astros se alinean. ¿Será suficiente?
La calidad de una feria la dan las galerías que participan y hace años que los nombres punteros del arte contemporáneo no vienen a Arco. Nadie espera a Marian Goodman, David Zwirner, Barbara Gladstone, Metro Pictures, Gagosian o White Cube.
 “Las grandes galerías no están y es una batalla perdida en un futuro inmediato”, reconoce Manuel Borja-Villel, director del Reina Sofía. Entonces, ¿se agota la fórmula Arco? Tal vez la palabra no sea “agotamiento” sino “evolución”. La competencia exige evolucionar continuamente sobre todo si recordamos que cada 15 días se celebra una feria de arte en algún lugar del mundo.
 “Arco debe ser un espacio de encuentro y de búsqueda de propuestas alternativas.
A largo plazo puede ser bueno para que regrese un cierto tipo de coleccionista”, propone Borja-Villel. A fin de cuentas, Arco ha de ser capaz de crear un arquetipo de comprador propio y un modelo de feria único. Es la baza de su subsistencia. Su lugar en el mundo.
Arco ha de ser capaz
de crear un arquetipo
de comprador propio y un modelo de feria único. Es la baza de su subsistencia
Pero el tiempo es una amenaza. Por eso habría que recordar el arranque de la novela Menos que cero, de Bret Easton Ellis:
 “A la gente le da miedo mezclarse con la circulación de las autopistas de Los Ángeles”.
 Y combinarlo con las palabras del responsable del Reina Sofía: “En la sociedad, en general, hay una tendencia a ser igual que los demás. Como si se temiera a lo diferente, la mezcla. Y en el arte también vemos esa homogeneización. Nombres que se repiten constantemente. Y esos nombres se hallan muy ligados al mercado”.
Sin embargo, entendida la feria como un espacio, sobre todo, de comercio, estas páginas son un pequeño mapamundi de los artistas presentes en Arco que respalda el mercado. Pero a la vez también cartografían algunos creadores que representan la diferencia.
 Otras autopistas por las que viajar. Otros ámbitos.
“Reservo la mejor pieza de cada exposición que hago a lo largo de la temporada y la llevo a la feria”. Esta es la estrategia de Mira Bernabéu, director de la galería valenciana espaivisor.
 En su estand, obra de Lotty Rosenfeld, Tomislav Gotovac, Sanja Ivekovic y el siempre potente trabajo de Nil Yalter, con su serie fotográfica Algerien Marriage in Dreu. France, 1977, que se vende por 80.000 euros. Otra galería donde también prima lo conceptual y lo sociopolítico, la barcelonesa Project SD, apuesta por una horquilla de precios amplia. Desde los 850 euros de una edición de Dora García a los 24.000 euros por una pintura de gran formato del belga Pieter Vermeersch.
 A medio camino muestra un políptico de 12 piezas sobre papel de Patricia Dauder (16.000 euros). “Espero acertar con el estand”, apunta su directora Silvia Dauder. Porque una feria tiene mucho de azar. Aun así, “hay que ser lo más ambicioso posible con el nivel de las galerías y los coleccionistas”, analiza Gloria Pérez, de Joan Prats.
 Este año, en su banda alta de precios y de mercado, Juan Uslé y Julião Sarmento (60.000 euros).
Al fin y al cabo, “es tiempo de ir con todo. Trabajos potentes, pesos pesados y grandes firmas”. Fer Francés, director de Javier López, dispara la frase. Lleva solo dos meses al frente de la galería —antes trabajó en la todopoderosa David Zwirner— y en su estreno trae a Madrid una tela de tres metros de David Salle (cuyos últimos resultados en subasta combinan la cal y la arena), los leds superventas de Jenny Holzer y la pintura plana de Alex Katz (500.000 euros).
Todo en busca de captar la atención de un coleccionista que no tiene un único rostro, por “eso es una feria tan especial”, apunta Jean Frémon, presidente de la galería Lelong.
 “En los primeros días llegan sobre todo los clientes internacionales de América Latina, Alemania o Turquía”, dice.
“También hay coleccionistas privados, con sus propios museos, que compran piezas históricas”.
Con esa mirada destaca un papel (Black Column, 2013) de David Nash (15.300 euros) y una técnica mixta (Quadrat retallat, 2004) firmada por Antoni Tàpies (36.000 euros).
En este viaje por la feria, hay, al menos, tres galerías españolas que imponen su pegada en la línea que une artistas y éxito de mercado. La catalana Marc Domènech apabulla con grandes nombres de las vanguardias y el arte moderno: Léger, Lichtenstein, Dalí, Giacomo Balla, Matisse, Paul Klee, Picasso, André Masson, Miró. Un estand que mira, sobre todo por precio, al cliente extranjero. “La calidad siempre es la mejor estrategia”, aseguran. Mientras, una imprescindible de Arco, Elvira González (quien no facilita los precios de las obras), responde con Barceló (Dogón II, 2008), Calder (Huit Rondelles Rouges, 1971), John Chamberlain, Donald Judd, Olafur Eliasson, Josef Albers y Lee Ufan. El artista coreano ha aumentado su cotización y el interés por su trabajo tras la retrospectiva de 2011 en el neoyorquino Guggenheim
. Ejemplo claro del efecto arrastre que ciertos museos tienen en la valoración de los artistas. Al fondo, Guillermo de Osma añade gasolina al fuego de los precios con un estand que se mueve entre 1.500 y 300.000 euros y que se basa en artistas históricos como Richard Serra, Manuel Millares, Juan Gris, Óscar Domínguez, Miró o Joaquín Torres-García junto a la muy de moda Mira Schendel. Guillermo de Osma, su director, suma a las llamas el optimismo: “El coleccionista español se ilusiona con Arco”, sostiene.
Hace falta ilusión, pero también fe, esperanza y caridad.
 Las tres virtudes teologales. Fe en que los coleccionistas extranjeros comprarán, esperanza en que la reducción del IVA (aunque limitada) ayudará y caridad (bien entendida) en la respuesta de las instituciones públicas
. En los dos últimos años, el Reina Sofía ha comprado obra de artistas que se pueden encontrar este año en la feria y a quienes respalda el mercado.
 Puede ser una pista. Apunten. Pablo Palazuelo (Temps Blanc, óleo sobre lienzo, adquirido por 230.000 euros), Matt Mullican (Untitled, instalación, 75.000 euros), Mario Merz (Fibonacci Napoli, 10 fotografías y neón, 400.000 euros), Nancy Spero (Bomb Shitting, aguada y tinta sobre papel, 44.668 euros) y Heimo Zobernig (sin título, 181.500 euros).
Esta es una estrategia; otra, la más recomendable, es seguir el criterio propio y fijarse en galerías con un programa sólido.
La berlinesa Crone llega con un estand que se reparten Rosemarie Trockel (cuyos remates en subasta subieron bastante el año pasado) y Hanne Darboven. El imprescindible trabajo de esta última, comisariado por João Fernandes, subdirector del Reina Sofía, podrá verse a partir del 26 marzo en el museo público. De Alemania también procede la voz de la galería Grässlin, su directora, Bärbel Grässlin, cree que los precios que alcanzan en subasta Markus Oehlen y Heimo Zobernig “confirman su calidad”. De ambos trae pintura. ¿Cifras? 59.000 y 44.000 euros, respectivamente. De Imi Knoebel, otro de los favoritos del mercado, ofrece un acrílico sobre aluminio (Bild 25.10.2013) valorado en 130.000 euros.
La cuestión no es solo si vendes o no, el problema es cómo afecta a tu trabajo si vendes mucho y muy caro
Por su parte, Thomas Schulte, una presencia fija desde hace años en la feria, acude, entre otros, con tres autores que gustan al mainstream. Richard Deacon abre el fuego con una escultura de acero (Something Else Happens, 2013) valorada en 45.000 euros, le sigue Jonathan Lasker, que muestra un óleo (The Handicapper’s Faith, 2011) tasado en 200.000 dólares (148.000 euros) y cierra el vértice la visión política del chileno Alfredo Jaar (quien también está presente en Oliva Arauna) con una caja de luz de gran formato (245×245×18 centímetros) titulada Milan, 1946: Lucio Fontana visits his studio on his return from Argentina, 2013.
El precio hay que pedirlo directamente a la galería.
Pero no todo es cuestión de dinero en Arco, sino también de tiempo. Chantal Crousel acude a la feria desde el comienzo y la ha visto “crecer en interés y audiencia”, asegura.
Esta edición llega con un estand dedicado a José María Sicilia, un artista con más respaldo de ventas (aunque sus precios en subasta sufren mucho) que aprecio crítico. Aun así Crousel cuenta en su programa con creadores (Isa Genzken, Danh Vo, Mona Hatoum, Gabriel Orozco) que se defienden muy bien en el mercado primario y en las subastas. “Solo podemos esperar que los artistas sean lo suficientemente fuertes para resistir esta presión [del segundo mercado] y que no aumenten su producción o creen trabajos sin necesidad”, observa Crousel.
Sin embargo los creadores, sobre todo los más jóvenes, parecen tener claro cómo manejar la tensión. “No sigo las subastas, ni me interesan ni pienso que afecten a mi carrera. El mercado puede afectar a las ventas de las obras que produzca, al número de exposiciones a las que me inviten o al interés que mi trabajo genere en la industria del arte.
 Pero no creo que mi carrera se defina, ni quede representada, en esos términos”, describe Paloma Polo, el único representante español en el programa general de la última Bienal de Venecia y cuyo trabajo muestra la galería Parra & Romero. Junto a Polo, el estand recoge obras (de 10.000 a 50.000 euros) de Rosa Barba, David Lamelas y Luis Camnitzer.
 Todos con buen encaje entre los coleccionistas y las instituciones.
Tampoco la artista polaca Maria Loboda —quien ha participado en la pasada Documenta de Kassel— mira con desconfianza al mercado, aunque advierte de sus efectos. “La cuestión no es solo si vendes o no, el problema es cómo afecta a tu trabajo si vendes mucho y muy caro”.
 Y avisa: “El exceso de producción puede sobrecargar con facilidad tanto a uno mismo como al público y además corres el peligro de terminar repitiéndote porque sabes que un cierto estilo generará dinero”
. Lo sintetiza Pablo Flórez, de la galería Heinrich Ehrhardt, “se trata de trabajar con artistas, no de venderlos de mala manera o ganar dinero con ellos a costa de cualquier otro tema”.
 Una buena advertencia frente a la especulación que sufren los trabajos de creadores muy jóvenes como Jacob Kassay (Polígrafa trae litografías por 3.900 euros), Óscar Murillo, Rashid Johnson, Nate Lowman o Alex Hubbard.
Al fin y al cabo, “comprar o vender en subasta es como ir al casino, con la desventaja de que si pierdes, es decir, si la obra no se vende, queda señalada para una buena temporada.
La venta privada es diferente, se llega a un acuerdo de precio y si se vende, bien para ambas partes; en caso contrario, no has quemado la pieza”, resume Paloma Martín Llopis, uno de los directores de la neoyorquina Edward Tyler Nahem. La galería maneja un fondo que va de Basquiat a Willem De Kooning.
Pero en Arco también hay artistas que si todavía no son sin duda serán. João Maria Gusmão y Pedro Paiva (Fonseca Macedo-Arte Contemporáneo y Graça Brandão) encajan ahí. Este dúo portugués crece en apoyo crítico (en junio estarán en el centro milanés HangarBicocca, cuyo director artístico es Vicente Todolí) y de mercado. ¿Precios? 8.000 euros las fotografías y 13.000 los vídeos. Esta es una voz entre otras mil. También hay que escuchar a Armando Andrade Tudela y Mario García Torres (Elba Benítez), Teresa S. Abboud (Formato Cómodo), Adrià Julia y Tracey Rose (Dan Gunn), Jerónimo Elespe (Ivorypress), Laida Lertxundi (Marta Cervera), David Claerbout (Micheline Szwajcer), Itziar Okáriz (Moisés Pérez de Albéniz), Iñaki Bonillas (Niels Borch Jensen Gallery), Néstor Sanmiguel Diest (Maisterravalbuena), Enrique Radigales (The Goma)…
 Consagrados, emergentes, noveles, con aceptación del mercado o sin ella; da igual, los artistas que participan en Arco demuestran que la cultura y el arte contemporáneo en España, no es, por mucho que algunos se empeñen en que sea así, la piltrafa que el tablajero arroja al muladar.
 Viajen por la feria. Mézclense con la circulación del arte. Disfruten del mercado; y también de las diferencias.

Un moreno y una rubia.................................. Luz Sánchez-Mellado

Aunque la pugna entre Moreno Bonilla y Susana Díaz no pase a los anales de la alta política, puede darnos sus buenos cuartos a las pregoneras.

 

Moreno Bonilla y Susana Díaz. / JULIÁN ROJAS / JULIO MUÑOZ (EFE)

No gano para sustos
. Ahora que le estaba cogiendo el tranquillo al jefe de los ojazos, va la cúpula, me lo permuta por otro notable —será por prebostes— y tengo que empezar a hacerle la rosca desde el principio
. Mira que a mí no se me caen los anillos, y si se me caen meto la mano hasta el codo en el agujero que haga falta, que dice Bibiana Fernández
. Pero una va teniendo una edad equis y no tiene cuerpo para según qué trotes
. Con el nivelazo que hay ahí fuera, encima.
El jueves estuvo María José Campanario en El hormiguero, y el viernes Rosa Benito canceló su reaparición estelar en Sálvame deluxe a última hora
. Ya me contarás si, con tamañas exclusivas en la competencia, puede una fantasear siquiera con apuntarse un tanto con el nuevo
. Como que el otro día soñé que Obama me concedía una entrevista en profundidad y me desperté empapada.
En sudor, malpensados.
 Menos mal que era una pesadilla, que si llega a ser cierto, tal y como está el mercado de exquisito, me pego la paliza del siglo empollándome El inglés en 1.000 palabras para luego comerme el curro con potatoes porque el personaje no pasa el filtro.
Así que voy a marcarme objetivos ambiciosos, que para bajar el listón y hacerme un aquí te pillo aquí te mato con Kim Jong-il por Skype siempre hay tiempo. Que se prepare el hombre del momento, ahora no caigo en el nombre, que voy a por él a degüello
. Sí, mujer, el tipo al que Rajoy ha señalado para batirse con Susana Díaz en las próximas andaluzas. Ay, lo tengo en la punta de la lengua: el número dos de Ana Mato, la ministra de Sanidad que dijo que “la falta de varón no es un problema médico”, siendo como es la pandemia del siglo XXI.
Que sí, que lo conoces seguro: un chicarrón del sur así lustroso, guapetón a la antigua y de pelo más grueso que el humor de Torrente.
 No, Floriano, no, obsesa, más moreno, ¡eso!: Moreno Bonilla. Por lo visto, han volado cuchillos entre Cospedal y Arenas para colocar a sus peones y ha ganado el favorito del Campeón, valga la redundancia. A mí las guerras intestinas me son inverosímiles, bastante tengo con mis problemas de tránsito. Pero, aunque la pugna entre Moreno y Díaz no pase a los anales de la alta política, puede darnos sus buenos cuartos a las pregoneras.
Un moreno y una rubia sin una cana de tontos, jaquetones ambos, cachorros desde lactantes de sus respectivos partidos, con hambre de gloria atrasada y sin complejos de ERE ni de sobres, dándose estopa de aquí a las autonómicas.
 Con la cuarta parte, Aaron Sorkin se monta una intriga con mucha tensión sexual resuelta a lo bestia en ventas de carretera entre sus respectivos jefes de campaña, y arrasa en los Grammy. Eso va a ser una lucha en el barro y no los juegos florales de las dos Sorayas en el Congreso.
 Él, de momento, le ha esputado a ella que usa Andalucía de trampolín a La Moncloa, como si él no fuera un paracaidista lanzado desde allí a salvar su patria chica.
Ella, por ahora, se ha hecho la sueca de Triana y no ha mentado a su oponente, como si lo que no se nombra no existiera o existiese. El morbazo está servido
. Llamadme petarda, frívola, macromachista, pero donde esté un duelo mixto, que se quite un Rajoy-Rubalcaba en horario de máxima audiencia.