David Bailey, el fotógrafo más legendario del Londres de los sesenta, recuerda a todos los personajes que ha retratado.
David Bailey tiene la capacidad de sacar los
retratos más limpios y reveladores del mundo de la fotografía sin
aparentar esfuerz
o. Retratarlo –al menos, periodísticamente– es más
delicado.
Apenas nos hemos sentado en su estudio de Londres, acariciado a
Pig, su Jack Russell, y decidido que ambos fumaremos durante esta
entrevista, cuando entona: “¡Odio el pasado!
No vamos a traerlo de
vuelta, ¿verdad?”.
Me conformo de palabra pero, de pensamiento, discrepo con rabia.
El pasado de Bailey es fascinante.
De hecho, está preparando una retrospectiva de toda su carrera.
Patrocinada por Hugo Boss, tendrá lugar en febrero en la National
Portrait Gallery. Se lo ha ganado.
Este señor de 75 años fue el gran fotógrafo de la moda británica de los sesenta.
Se estrenó con Jean Shrimpton,
una modelo con aires de cervatillo etéreo con la que tuvo una relación
amorosa, e inventó lo de de sacar la fotografía de la moda a la calle.
De ser la referencia en la moda pura pasó al fotoperiodismo y luego a
las portadas de discos.
Se casó con Catherine Deneuve, filmó
documentales estupendamente sesenteros sobre Visconti o Warhol y conoció a lo que viene siendo todo el mundo, desde los mafiosos hermanos Kray hasta la Madre Teresa.
Unos cigarrillos después descubrimos que,
si no quiere hablar de su pasado, es por la forma condescendiente en
que se han ido pubicando sus comentarios en la prensa a lo largo de su
carreraa.
“A los 25 años todo el mundo es estúpido. Y yo di muchas
entrevistas a esa edad sin darme cuenta de que tendría que vivir con
esas declaraciones el resto de mi vida
. Dices algo gracioso como, yo qué
sé, ‘Catherine Deneuve es como un Ferrari’, y de repente tienes a un
montón de periodistas molestos diciendo ‘David Bailey compara a las
mujeres con los coches’.
¡Es que entonces la gente lo hacía! No quería
quedarme con un Volkswagen viejo”.
Le informo de que esto no es un
problema, que ICON aprecia los Ferraris, reales o metafóricos
. Entonces
accede a hablar del pasado.
Al poco está pasando de un tema a otro sin
ningún flujo lógico y diciendo cosas como estas:
Sobre Andy Warhol:
“Le dije que quería sacarlo desnudo y me dijo que no, que su cuerpo
parecía un mal traje de Dior lleno de remedos”. [Una feminista disparó a
Warhol en 1968 y la operación resultante le dejó el torso lleno de
cicatrices].
Sobre Brigitte Bardot: “Estaba buena, ¿verdad? Tengo fotos geniales de ella. Pero ningún menor de 25 años la conoce”.
Sobre Arnold Schwarzenegger: “Mi hija entró al estudio, creo que tenía unos cuatro años, y le dijo: ‘Hola, señor ShortNigger’ [Traducible como Señor negrata bajito]. Pues mira. Rompió el hielo”.
Sobre Cara Delevingne: “Tuve que hacer a esa tal Cara para Vogue junto con Pharrell Williams
. Se puso un poco venida a más. Le canté las cuarenta. Me da igual quiénes sean”.
Sobre Oliver Stone:
“Entró al estudio diciendo que solo tenía cinco minutos. Le hice una
Polaroid, se la di y le dije que ya. ‘¿Cómo que ya?’, me contestó.
Pues
que si solo tenía cinco minutos, qué quería. Se quedó el día entero”.
La Madre Teresa:
“Era muy humilde. Pero te sacaba 100 dólares cada vez que te veía. Si
trabajabas con ella una semana, te habías quedado sin 500 dólares. Una
señora implacable”.
Sobre Diana Vreeland, mítica editora de Vogue y Harper’s Bazaar:
“Jack Nicholson y yo intentamos robar la aldaba de la puerta de la casa
en la que había vivido de pequeña.
Eran las cuatro de la mañana, ella
esperando en la limusina y nosotros fumando porros y desatornillando la
aldaba para regalársela.
Nos pilló la poli. Anjelica [Huston] estaba
ahí”.
Sobre Catherine Deneuve:
“Algo que creo que nadie sabe de ella: le encanta un buen chiste verde.
Estuve con ella mientras rodaba esa puta peli de Buñuel [Belle du Jour]
y lo conocí también a él.
Era de mis héroes. No me decepcionó. En fin,
Catherine. Un día me llamó y me dijo: ‘Me he divorciado hoy’. ‘¿Ah sí?’.
‘Sí. Ya podemos ser amantes. ¿A que es genial?”.
Sobre trabajar demasiado: “Un año hice 800 páginas para Condé Nast.
No quería volver a ver un vestido en mi vida”.
Su filosofía vital: “Todo en esta vida es
un accidente.Solo necesitas tres cosas para salir adelante: buenos genes, creerte destinado a algo y un poco de suerte”.