El año que viene Hirokazu Kore-Eda (Tokio, 1962) tendrá el honor –y él así se lo ve, feliz- de ver adaptada en versión hollywoodiense su De tal padre, tal hijo,
que se estrena hoy en España.
Y lo hará ni más ni menos que Steven Spielberg, en una curiosa carambola: el estadounidense presidió el jurado del pasado festival de Cannes, donde concursaba el cineasta japonés con su último trabajo, y aunque la Palma de Oro recayó en La vida de Adèle (que Spielberg defendió fervientemente ante la prensa) estaba claro que De tal padre, tal hijo, por su reflexión sobre la familia, por la interpretación de los niños y por el tono, era el filme más cercano al gusto del director de E.T., el extraterrestre.
Efectivamente, a las pocas semanas, Spielberg compró los derechos para adaptar en Estados Unidos este drama, que se llevó el premio del Jurado de Cannes, y la filmará a inicios del próximo año. Kore-Eda ya ha estado en DreamWorks, donde, cuando le ofrecieron participar en el guion, declinó amablemente la oferta, y el proceso va rápido: Spielberg está escogiendo el reparto.
“No me atreví a preguntarle por qué le había interesado tanto mi filme. Sí me dijo que le había atraído mucho mi trabajo con los niños. A Spielberg siempre le ha motivado el tema del niño abandonado por sus padres”. ¿Y no tuvo ganas de reprocharle que no le diera la Palma de Oro? “No, con cómo fue recibida la película en el certamen me doy por satisfecho”.
Kore-Eda es uno de los grandes maestros del cine actual. Sus historias suenan a cercanas, su manera de dirigir a los niños es soberbia, su forma de huir de lo almibarado en tramas sobre la familia es clarividente
. Su estilo naturalista, su visión del sofocamiento en la sociedad de los sentimientos, se acerca al de Ozu
. En De tal padre, tal hijo, describe la sorpresa que reciben dos familias –una de clase alta, padre ejecutivo; otra de clase media-baja, padre con taller de reparaciones- cuando el director del hospital donde nacieron sus hijos hace siete años les confiesa que los bebés fueron intercambiados. ¿Qué hacer: quedarse con el niño con el que han vivido o intercambiarlos y reunificar a las familias biológicas?
Y todo ello contado desde el punto de vista del frustrado padre ejecutivo, al que encarna Masaharu Fukuyama, uno de las grandes estrellas de la canción en Japón.
“Hay algo que no hecho antes: una historia barata. Barata, por sencilla.
No hay elementos extras, solo una línea de trama”, cuenta Kore-Eda, que sí tiene claro que desde que él ha sido padre, su cine ha cambiado. “Aprendo aún como padre, mi hija es pequeña, y eso se refleja claramente en el protagonista principal, alguien que reacciona ante lo que le ocurre, que va detrás de los acontecimientos. Es una sensación que vivo en la vida diaria, y que quería reflejar en la pantalla.
Y sí, ahora el punto de vista de mi cámara es el del progenitor, cuando antes eran los niños quienes protagonizaban mis guiones”. Eso sí, siempre dentro de la familia
: “Es que no hay nada más importante. Todo el mundo tiene una.
Pero es cierto que yo cambio y así lo hacen mis películas.
Cuando rodé en 2004 Nadie sabe yo no era padre y aún vivía mi madre. Se nota, ¿verdad? En Still walking (2008) quería hablar de la generación de mis progenitores, que ya estaba desapareciendo, y en Kiseki (2011) ya me puse en manos de los niños porque yo acababa de ser padre”. Y que su cine influye en su vida diaria:
“Cuando descansábamos entre tomas, me descubrí mirando a los niños como si yo fuera su padre. Hoy lo que más me inspira es ver el rostro de mi hija durmiendo”.
Pregunta. En Cannes le pregunté si sentía la influencia de Ozu y me dijo que solo en la secuencia de los juegos paternofiliales y que necesitaba tiempo para reflexionar su respuesta.
Han pasado siete meses, ¿lo tiene más claro?
Respuesta. Sí, creo que a ambos nos interesa mucho las historias de hijos que no cumplen las expectativas de los padres, y cómo encajamos los seres humanos en la sociedad. Pero nada más, creo que nuestros estilos son muy distintos”.
Kore-Eda ama los riesgos en el rodaje: “Los dos niños del filme tenían agente pero nunca habían actuado. Es curioso por qué los contraté si no tenían experiencia previa.
Lo hice porque quería que sencillamente mostraran sus auténticas emociones, y yo solo poner la cámara. Eso nos dio grandes momentos de improvisación de los niños. A los actores infantiles, desde Nadie sabe, nunca les enseño los guiones”.
El japonés rehúye la posibilidad de un mensaje final: “No existe lo correcto o lo erróneo en la decisión que toman, en si quedarse con su hijo biológico o con el que han vivido.
No quiero que nadie se tome mi opción como una la única respuesta.
Mi intención era hablar de sangre contra tiempo.
Sé que chocan dos clases sociales muy distintas, porque no se puede negar la realidad que vivimos en Tokio
. Pero, por favor, que nadie entienda que una familia me parece mejor que la otra”.
La entrevista acaba con una carcajada de Kore-Eda. Japón, en realidad el comité de siete personas encargadas de la selección, no ha enviado ‘De tal padre, tal hijo’ a los Oscar
. Y eso que venía desde Cannes acompañada de todo tipo de parabienes. ¿Le duele? “[Ríe]
Salí de Cannes muy bien encaminado… Pero en mi país ese comité siempre ha primado lo local, títulos muy encerrados en su pequeñez
. Me da pena”.
Y lo hará ni más ni menos que Steven Spielberg, en una curiosa carambola: el estadounidense presidió el jurado del pasado festival de Cannes, donde concursaba el cineasta japonés con su último trabajo, y aunque la Palma de Oro recayó en La vida de Adèle (que Spielberg defendió fervientemente ante la prensa) estaba claro que De tal padre, tal hijo, por su reflexión sobre la familia, por la interpretación de los niños y por el tono, era el filme más cercano al gusto del director de E.T., el extraterrestre.
Efectivamente, a las pocas semanas, Spielberg compró los derechos para adaptar en Estados Unidos este drama, que se llevó el premio del Jurado de Cannes, y la filmará a inicios del próximo año. Kore-Eda ya ha estado en DreamWorks, donde, cuando le ofrecieron participar en el guion, declinó amablemente la oferta, y el proceso va rápido: Spielberg está escogiendo el reparto.
“No me atreví a preguntarle por qué le había interesado tanto mi filme. Sí me dijo que le había atraído mucho mi trabajo con los niños. A Spielberg siempre le ha motivado el tema del niño abandonado por sus padres”. ¿Y no tuvo ganas de reprocharle que no le diera la Palma de Oro? “No, con cómo fue recibida la película en el certamen me doy por satisfecho”.
Kore-Eda es uno de los grandes maestros del cine actual. Sus historias suenan a cercanas, su manera de dirigir a los niños es soberbia, su forma de huir de lo almibarado en tramas sobre la familia es clarividente
. Su estilo naturalista, su visión del sofocamiento en la sociedad de los sentimientos, se acerca al de Ozu
. En De tal padre, tal hijo, describe la sorpresa que reciben dos familias –una de clase alta, padre ejecutivo; otra de clase media-baja, padre con taller de reparaciones- cuando el director del hospital donde nacieron sus hijos hace siete años les confiesa que los bebés fueron intercambiados. ¿Qué hacer: quedarse con el niño con el que han vivido o intercambiarlos y reunificar a las familias biológicas?
Y todo ello contado desde el punto de vista del frustrado padre ejecutivo, al que encarna Masaharu Fukuyama, uno de las grandes estrellas de la canción en Japón.
“Hay algo que no hecho antes: una historia barata. Barata, por sencilla.
No hay elementos extras, solo una línea de trama”, cuenta Kore-Eda, que sí tiene claro que desde que él ha sido padre, su cine ha cambiado. “Aprendo aún como padre, mi hija es pequeña, y eso se refleja claramente en el protagonista principal, alguien que reacciona ante lo que le ocurre, que va detrás de los acontecimientos. Es una sensación que vivo en la vida diaria, y que quería reflejar en la pantalla.
Y sí, ahora el punto de vista de mi cámara es el del progenitor, cuando antes eran los niños quienes protagonizaban mis guiones”. Eso sí, siempre dentro de la familia
: “Es que no hay nada más importante. Todo el mundo tiene una.
Pero es cierto que yo cambio y así lo hacen mis películas.
Cuando rodé en 2004 Nadie sabe yo no era padre y aún vivía mi madre. Se nota, ¿verdad? En Still walking (2008) quería hablar de la generación de mis progenitores, que ya estaba desapareciendo, y en Kiseki (2011) ya me puse en manos de los niños porque yo acababa de ser padre”. Y que su cine influye en su vida diaria:
“Cuando descansábamos entre tomas, me descubrí mirando a los niños como si yo fuera su padre. Hoy lo que más me inspira es ver el rostro de mi hija durmiendo”.
Pregunta. En Cannes le pregunté si sentía la influencia de Ozu y me dijo que solo en la secuencia de los juegos paternofiliales y que necesitaba tiempo para reflexionar su respuesta.
Han pasado siete meses, ¿lo tiene más claro?
Respuesta. Sí, creo que a ambos nos interesa mucho las historias de hijos que no cumplen las expectativas de los padres, y cómo encajamos los seres humanos en la sociedad. Pero nada más, creo que nuestros estilos son muy distintos”.
Kore-Eda ama los riesgos en el rodaje: “Los dos niños del filme tenían agente pero nunca habían actuado. Es curioso por qué los contraté si no tenían experiencia previa.
Lo hice porque quería que sencillamente mostraran sus auténticas emociones, y yo solo poner la cámara. Eso nos dio grandes momentos de improvisación de los niños. A los actores infantiles, desde Nadie sabe, nunca les enseño los guiones”.
El japonés rehúye la posibilidad de un mensaje final: “No existe lo correcto o lo erróneo en la decisión que toman, en si quedarse con su hijo biológico o con el que han vivido.
No quiero que nadie se tome mi opción como una la única respuesta.
Mi intención era hablar de sangre contra tiempo.
Sé que chocan dos clases sociales muy distintas, porque no se puede negar la realidad que vivimos en Tokio
. Pero, por favor, que nadie entienda que una familia me parece mejor que la otra”.
La entrevista acaba con una carcajada de Kore-Eda. Japón, en realidad el comité de siete personas encargadas de la selección, no ha enviado ‘De tal padre, tal hijo’ a los Oscar
. Y eso que venía desde Cannes acompañada de todo tipo de parabienes. ¿Le duele? “[Ríe]
Salí de Cannes muy bien encaminado… Pero en mi país ese comité siempre ha primado lo local, títulos muy encerrados en su pequeñez
. Me da pena”.