En el papel que llevó de Soria se recogía la condición indispensable de recibir una compensación de 5.000 millones de dólares (unos 3.700 millones de euros) en activos líquidos, disponibles y netos de impuestos, calculados sobre la base del valor de mercado contrastada.
Asimismo, se subrayaba que dichos activos debieran ser de plena propiedad de Repsol, gozando de total libertad para su posterior transmisión a terceros sin restricción, algo que la compañía consideraba imprescindible para el pacto.
También recogía la prioridad de que el pago fuera en efectivos o instrumentos financieros cotizados y no en terrenos de Vaca Muerta, cuestión que siempre barajó el Gobierno argentino.
Incluía cláusulas adicionales como que hubiera máximas garantías de cumplimiento y renuncia de las partes a procedimientos posteriores a un acuerdo.
El Gobierno de México hizo el papel de intermediario mientras el director general de Pemex, Emilio Lozoya, desataba una tormenta con declaraciones contra Antonio Brufau y la gestión de la petrolera española en la que el grupo mexicano tiene una participación del 9,34%.
El pacto de Buenos Aires, con ese camino andado, se desarrolló con celeridad y con Lozoya como representante mexicano en las negociaciones tripartitas junto a Soria y el ministro de Economía argentino, Axel Kicillof. Al final, el acuerdo no se desvió prácticamente de lo negociado entre Soria y Coldwell en la capital azteca.
Las quejas de Lozoya sobre Brufau y la ausencia de este en Buenos Aires generaron todo tipo de especulaciones sobre el futuro del ejecutivo de Mollerussa al frente de Repsol.
No obstante, el acuerdo responde a los deseos expresados por Brufau a Soria, por lo que se siente respaldado lo suficiente como para continuar con el proyecto. También se supone que Pemex habrá sacado alguna compensación, ya que el pacto le deja el camino expedito para entrar en la explotación del yacimiento de Vaca Muerta y que, por la Alianza industrial Estratégica firmada en febrero de 2012 con Repsol, se sentía impedida
. Por eso, y por la presencia de Isidro Fainé, presidente de Caixabank (principal accionista de Repsol con el 21,02%), en el pacto de Buenos Aires, se espera que mañana el consejo de la petrolera apruebe sin problemas el acuerdo.
Repsol cuenta con ocho consejeros independientes (además de los dos de Caixabank, dos de Sacyr, uno de Pemex, y dos ejecutivos), que tendrán que aportar su opinión; pero no se esperan sorpresas.