Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

10 nov 2013

Las Hay con Suerte, siempre van de invitadas.....

Viviendo en casa ajena:Sra. de Antonio Muñoz Molina.

Desde hace meses no salgo de la vida de una familia que lo dejó casi todo por escrito: los Baroja.

Lo que es la vida.
 Jamás imaginé que me iba a pasar tanto tiempo viviendo en un piso de la calle de Ruiz de Alarcón de Madrid. Desde hace meses que no salgo de ese domicilio; para ser más exacta, de la vida de los miembros ya desaparecidos de una familia que lo dejó casi todo por escrito. Los Baroja.
Para los que no son de Madrid aclaro que dicha calle está frente al Retiro, en ese entramado de avenidas de pretensión parisiense en las que uno imagina cuando mira hacia arriba un universo de pisazos y casoplones en los que se diría que habitan más fantasmas que seres vivos.
 Dado que en ese barrio se ubican la Real Academia, los Jerónimos, el Prado y el Casón del Buen Retiro, a una le entra como una especie de solemnidad alarmada cuando pisa sus aceras porque teme encontrarse al doblar la esquina con un cura, un académico o un muerto ilustre. O las tres cosas a la vez.
Don Pío se paseaba por ese barrio solemne frente al Retiro, con su boina y su bufanda
Lo que me resulta extraordinario es que fuera precisamente por esas calles por las que paseara don Pío, el hombre de la boina, la bufanda, las zapatillas y un abrigo, que a fuerza de ponérselo tanto en interiores como a la intemperie, había acabado pareciendo una bata de estar por casa.
 Don Pío llegó a esa dirección tras la guerra porque no pudo hacerlo a su casa familiar de la calle de Mendizábal, que fue bombardeada, y yo llegué de la mano de Juan Benet, que en su libro Otoño en Madrid hacia 1950, cuenta con humorismo pedantesco sus visitas a la tertulia del escritor vasco.
Unas tertulias abiertas a cualquiera, aunque frecuentadas por una serie de contertulios regulares, tan peculiares y disparatados, que más que una conversación literaria parecía un encuentro del viejo escritor con algunos de los personajes más característicos de su literatura.
Cerré el libro de Benet, pero no queriéndome marchar aún de esa casa y con la miel puesta en mis labios, me sumergí en Los Baroja, las memorias del sobrino, Julio Caro
. A don Julio lo conocí en persona, porque en el programa de Radio 3 que yo presentaba le teníamos mucha ley y con cualquier excusa lo llamábamos.
 Me ha hecho gracia leer cómo se describe a sí mismo, como un misántropo, un huidizo, un hombre refractario al amor, como lo fue su tío, porque en mis recuerdos la visita a los estudios de Caro Baroja era siempre para nosotros una fiesta, por la manera en que su inteligencia brillaba en cualquier asunto que abordaba, por la generosidad con la que compartía su asombroso conocimiento de las costumbres y tradiciones españolas, y la valentía con la que se expresaba contra la burricie enrocada de algunas fiestas populares y la agresividad de los tiempos modernos.
Siempre hay motivos para echarlo de menos.
Y para sentir la necesidad que en la cultura española hay de ese tipo de seres humanos, de opinión tan insobornable como fue la suya, que jamás se dejó engatusar por la tentación de caer simpático.
Decían lo que pensaban asumiendo el riesgo de que cayera mal. No fueron de los vencedores, pero tampoco de los vencidos
Con el sobrino, con Julio Caro, he tenido la oportunidad de asistir a las tertulias de la calle de Ruiz de Alarcón desde otro punto de vista.
 El que fuera entonces el joven Julito estaba harto de tanta visita y de que la tertulia de puertas abiertas de su tío acabara atrayendo a periodistas que iban a presenciar aquello como quien va a una feria de personajes anormales, para luego dar cuenta de la visita en ligeras crónicas periodísticas que hacían recuento de las extravagancias de su tío
. Pero en las memorias de Julio Caro Baroja hay eso y mucho más. Hay el paso por la República, la guerra y la posguerra de una familia que siempre se caracterizó por llevar la contraria.
 O por decir lo que pensaban asumiendo el riesgo de que cayera mal. No fueron de los vencedores, pero tampoco de los vencidos, aunque su irreductible personalidad familiar los convirtió en perdedores de esos sombríos capítulos de la historia de España.
Y nadie mejor para contar esa pérdida que la madre de don Julio, la hermana de don Pío, Carmen Baroja y Nessi, en sus Recuerdos de una mujer de la generación del 98, el libro al que di el salto tras acabar el de don Julio. Y aquí me encontré con la realidad. Tras la visión benetiana, o la de los intelectuales de la familia, he leído a Carmen, a la mujer que en pocas palabras describe cómo la guerra, que la mantuvo junto a sus hijos en su casa navarra de Itzea, convirtió sus manos de señorita que tocaba el piano y bordaba en las manos rudas de una agricultora que aprendió a criar animales para sacar a su familia del hambre y sirvió como enfermera en tiempos de guerra.
 Carmen es la acción, la lucha, la valentía, la generosidad, el arrojo, frente a los dos varones a los que la condescendencia materna había permitido ser simplemente espectadores y beneficiarios de la protección familiar.
Carmen fue madre en el sentido más primigenio de la palabra madre: la mujer que haría lo que fuese con tal de dar de comer a sus hijos y de camino a los hombres diletantes de la familia.
Tras las vidas de los dos ilustres Barojas, Pío y Ricardo, se esconde la de la hermana.
 Su prosa es sencilla, dispersa y confusa en ocasiones, poco experta en seguir un hilo argumental, pero de ella se desprende el drama de una vida, y gracias a su narración yo he entendido mucho mejor el día a día de aquel piso de la calle de Ruiz de Alarcón.

 

Negro....................Juan Cruz

Fabra omitió la propia historia de Canal Nou y quería reivindicarse como salvador de los derechos populares frente a la avaricia de periodistas.

 

El editor Manuel Borrás (Pre-Textos) contó el otro día en la librería Alberti, en diálogo con su colega Santiago Tobón (Sexto Piso), que él seguía empeñado en sacar adelante su empresa en un lugar excéntrico, la Comunidad Valenciana, donde sucedían cosas oscuras.
Esa misma mañana, los periódicos habían saludado con estupor la última de esas cosas oscuras que ocurren en lugar tan luminoso: la explicación que el presidente Fabra había dado para cerrar Canal Nou y las culpas que había elegido para pasar a negro esa radiotelevisión pública.
Disculpar culpando estaba penado en la escuela, pero Fabra debió de pasarse esas semanas, así que se disculpó culpando a otros
. En concreto, a la directora general que pilotó los últimos seis meses de la historia de ese fracaso y a los sindicatos, que son malos y no entienden.
Ya todo el mundo ha oído la demagogia que usó el presidente valenciano para defender su ocurrencia, tan aplaudida por los suyos, periodistas incluidos
. Pero enseguida le han sacado los colores: el dinero que no se quiere gastar en salvar esos medios se lo gasta en sufragar fastos nefastos y para pagar adornos, como el aeropuerto de Castellón, cuya utilidad es cero.
En ese desquite de culpas, Fabra omitió la propia historia de Canal Nou de manera tan aviesa que ahora parece que no solo aspiraba a ser eficaz enterrador de una idea que le sirvió a los de su clase, los políticos, y a los de su partido, sino que además quería reivindicarse como el salvador de los derechos populares frente a la avaricia de periodistas y sindicalistas.
Y es que si él hubiera tenido presente la historia chunga de Canal Nou, se habría detenido en culpas anteriores.
 Habría explicado cómo sus antecesores obligaron a los directivos del canal a desfigurar la realidad para que esta les resultara placentera.
 Ignoraron la obligación de ser rectos en el control de su poder y pusieron al frente de la radiotelevisión que llevaron a la ruina a sus más directos servidores y se garantizaron siempre la supervivencia de su imagen frente a toda contingencia.
 Uno de esos presidentes, Francisco Camps, logró convertir en inexistente a su antecesor, Eduardo Zaplana, que también había hecho lo suyo a su favor y a favor de otros.
 Bajo esos mandatos lograron enriquecimientos ilícitos, pero sobre todo distorsionaron la verdadera función pública de la radiotelevisión, que pusieron a sus órdenes sin escrúpulo alguno.
La lista de barbaridades que se hicieron entonces, y que Fabra no citó entre las culpas que evocó el último miércoles, ofrecen un panorama que recuerda, y no tan lejanamente, aquellas manías del Ceausescu rumano, que para parecer más guapo se hacía retratar como si no hubiera cumplido nunca más de cuarenta años. Ahora nos sorprendemos, sobre todo fuera de Valencia, pero todo eso se sabía, allí pasaban cosas oscuras, como decía Borrás; ocurría como pasaba en Rumanía, no se decía muy alto porque la oscuridad estaba disimulada por la mayoría absoluta.
 El problema de la mayoría absoluta es que permite el poder absoluto si la conciencia del poder no está obligada por la dignidad de su uso.
 La tentación de culpar, como ha hecho Fabra, es una consecuencia de la mayoría que heredó de los antecesores de los que no ha querido acordarse.
 Se sentirá su igual.

9 nov 2013

El miedo baja por las escaleras...................Gregorio Belinchón

Con su 'thriller' 'Séptimo', el director navarro Patxi Amezcua ha logrado más de un millón de espectadores en Argentina.

Ricardo Darín, en 'Séptimo'.

Durante años, Patxi Amezcua (Pamplona, 1968) bajaba en el ascensor -vive en un séptimo piso- mientras sus hijos lo hacían por las escaleras.
 Era la típica broma matinal para alegrar la salida hacia el colegio, el tan manido " a ver quién llega antes". Un día pensó qué ocurriría si al llegar él abajo sus vástagos no aparecieran.
 A su vez proseguía con otra carrera, la profesional: guionista de El viaje de Arián y de Trastorno, director del thriller 25 kilates (una película que despertó admiración en su paso por la sección Zonazine de Málaga), autor de la obra de teatro 19.30. Historias de suspense con cierto poso social.
 Y cuando un productor argentino les propuso  a él y a su coguionista Alejandro Flah levantar un posible proyecto, le comentó la idea del ascensor a Alejandro. "Séptimo era el título provisional... pero así se quedó".
En Séptimo Ricardo Darín y Belén Rueda dan vida a un exmatrimonio.
 Todas las mañanas, Darín va a la casa familiar, recoge a sus dos hijos y los lleva al colegio.
 Realizan el juego que hacía Amezcua..., pero en una de las jornadas laborables más importantes para el abogado que encarna Darín, los críos no llegan a la planta baja: han desaparecido, se han evaporado.
Amezcua agradece haber podido hacer la película que quería: "Con ritmo, con suspense, con dos actores como Ricardo Darín y Belén Rueda".
  El director ha primado el elemento de thriller por encima de otra posible variante: el drama.
 "No quería caer en el melodrama, porque es cierto que este guion podía caer en el lado lacrimógeno de dónde están mis hijos. Se impone el ritmo, y sí me importó la verosimilitud de la historia, que el público se crea a los personajes, que entienda la angustia de ese abogado, metido en cosas muy turbias que pueden incidir en la historia.
 Cuando escribes el guion piensas como si estuvieras en una partida de póquer: debes tener en cuenta todas las variantes, atar todos los cabos".
Ricardo Darín
. El monstruo. Da igual lo que interprete, el público se va tras él. "Por eso le escogimos, porque es uno de los grandes, porque siempre da credibilidad a sus personajes.
 Ricardo aguanta la cámara... y por eso ha llegado adonde ha llegado. Y Belén funciona, la pareja visualmente encaja. Estoy muy contento".
A través de los casos que maneja el abogado Darín, y de cómo nació la historia de amor en esa pareja, Amezcua da algo más: una pincelada rápida a la sociedad argentina. "Aunque sea de trasfondo, siempre me ha interesado mostrar ese algo más, aquí un lado oscuro de un tiempo oscuro de una época concreta.
 Y aunque no paseemos por Buenos Aires, hay varios planos aéreos para recordar al público dónde estamos". El equipo encontró muy rápidamente el edificio, fundamental con sus escaleras.
 "Aunque no llevamos un storyboard cerrado, allí decidimos muchas tomas". De referentes, el Polanski de Frenético y de El escritor. "Tiene ritmo y es oscuro con los personajes. A mí ese Polanski me gusta mucho".

¿Cómo se siente un navarro con casi un millón de espectadores en Argentina? "Es muy extraño. Pero sí es cierto que les gusta su cine, su realidad, sus ciudades, y aman a sus actores y directores.
 Aquí en cambio parece que despreciamos nuestro cine.
 Es triste. Hay directores y actores españoles reclamados en Estados Unidos, y no nos sentimos orgullosos de ello".

 

 

Séptimo

Título original
Séptimo
Año
2013
Duración
88 min.
País
 España
Director
Patxi Amezcua
Guión
Patxi Amezcua, Alejo Flah
Música
Roque Baños
Fotografía
Lucio Bonelli
Reparto
Ricardo Darín, Belén Rueda, Luis Ziembrowski, Osvaldo Santoro, Guillermo Arengo, Jorge D'Elía, Andrea Carballo
Productora
Coproducción España-Argentina; CEPA Audiovisual / El Toro Productions / Ikiru Films / K&S Films / Telecinco Cinema
Género
Thriller. Intriga | Secuestros / Desapariciones
Web Oficial
http://www.septimolapelicula.es/
Sinopsis
Un padre y sus dos hijos juegan a ver quién llega primero a la calle desde un séptimo piso: si el padre en el ascensor o los niños por las escaleras. Cuando el padre llega a la planta baja, resulta que los niños no aparecen, no hay ni rastro de ellos. Empieza entonces una búsqueda frenética por parte del padre (Ricardo Darín) y la madre (Belén Rueda). (FILMAFFINITY)
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