Con su 'thriller' 'Séptimo', el director navarro Patxi Amezcua ha logrado más de un millón de espectadores en Argentina.
Durante años, Patxi Amezcua (Pamplona, 1968) bajaba en el ascensor
-vive en un séptimo piso- mientras sus hijos lo hacían por las
escaleras.
Era la típica broma matinal para alegrar la salida hacia el colegio, el tan manido " a ver quién llega antes". Un día pensó qué ocurriría si al llegar él abajo sus vástagos no aparecieran.
A su vez proseguía con otra carrera, la profesional: guionista de El viaje de Arián y de Trastorno, director del thriller 25 kilates (una película que despertó admiración en su paso por la sección Zonazine de Málaga), autor de la obra de teatro 19.30. Historias de suspense con cierto poso social.
Y cuando un productor argentino les propuso a él y a su coguionista Alejandro Flah levantar un posible proyecto, le comentó la idea del ascensor a Alejandro. "Séptimo era el título provisional... pero así se quedó".
En Séptimo Ricardo Darín y Belén Rueda dan vida a un exmatrimonio.
Todas las mañanas, Darín va a la casa familiar, recoge a sus dos hijos y los lleva al colegio.
Realizan el juego que hacía Amezcua..., pero en una de las jornadas laborables más importantes para el abogado que encarna Darín, los críos no llegan a la planta baja: han desaparecido, se han evaporado.
Amezcua agradece haber podido hacer la película que quería: "Con ritmo, con suspense, con dos actores como Ricardo Darín y Belén Rueda".
El director ha primado el elemento de thriller por encima de otra posible variante: el drama.
"No quería caer en el melodrama, porque es cierto que este guion podía caer en el lado lacrimógeno de dónde están mis hijos. Se impone el ritmo, y sí me importó la verosimilitud de la historia, que el público se crea a los personajes, que entienda la angustia de ese abogado, metido en cosas muy turbias que pueden incidir en la historia.
Cuando escribes el guion piensas como si estuvieras en una partida de póquer: debes tener en cuenta todas las variantes, atar todos los cabos".
Ricardo Darín
. El monstruo. Da igual lo que interprete, el público se va tras él. "Por eso le escogimos, porque es uno de los grandes, porque siempre da credibilidad a sus personajes.
Ricardo aguanta la cámara... y por eso ha llegado adonde ha llegado. Y Belén funciona, la pareja visualmente encaja. Estoy muy contento".
A través de los casos que maneja el abogado Darín, y de cómo nació la historia de amor en esa pareja, Amezcua da algo más: una pincelada rápida a la sociedad argentina. "Aunque sea de trasfondo, siempre me ha interesado mostrar ese algo más, aquí un lado oscuro de un tiempo oscuro de una época concreta.
Y aunque no paseemos por Buenos Aires, hay varios planos aéreos para recordar al público dónde estamos". El equipo encontró muy rápidamente el edificio, fundamental con sus escaleras.
"Aunque no llevamos un storyboard cerrado, allí decidimos muchas tomas". De referentes, el Polanski de Frenético y de El escritor. "Tiene ritmo y es oscuro con los personajes. A mí ese Polanski me gusta mucho".
¿Cómo se siente un navarro con casi un millón de espectadores en Argentina? "Es muy extraño. Pero sí es cierto que les gusta su cine, su realidad, sus ciudades, y aman a sus actores y directores.
Aquí en cambio parece que despreciamos nuestro cine.
Es triste. Hay directores y actores españoles reclamados en Estados Unidos, y no nos sentimos orgullosos de ello".
Era la típica broma matinal para alegrar la salida hacia el colegio, el tan manido " a ver quién llega antes". Un día pensó qué ocurriría si al llegar él abajo sus vástagos no aparecieran.
A su vez proseguía con otra carrera, la profesional: guionista de El viaje de Arián y de Trastorno, director del thriller 25 kilates (una película que despertó admiración en su paso por la sección Zonazine de Málaga), autor de la obra de teatro 19.30. Historias de suspense con cierto poso social.
Y cuando un productor argentino les propuso a él y a su coguionista Alejandro Flah levantar un posible proyecto, le comentó la idea del ascensor a Alejandro. "Séptimo era el título provisional... pero así se quedó".
En Séptimo Ricardo Darín y Belén Rueda dan vida a un exmatrimonio.
Todas las mañanas, Darín va a la casa familiar, recoge a sus dos hijos y los lleva al colegio.
Realizan el juego que hacía Amezcua..., pero en una de las jornadas laborables más importantes para el abogado que encarna Darín, los críos no llegan a la planta baja: han desaparecido, se han evaporado.
Amezcua agradece haber podido hacer la película que quería: "Con ritmo, con suspense, con dos actores como Ricardo Darín y Belén Rueda".
El director ha primado el elemento de thriller por encima de otra posible variante: el drama.
"No quería caer en el melodrama, porque es cierto que este guion podía caer en el lado lacrimógeno de dónde están mis hijos. Se impone el ritmo, y sí me importó la verosimilitud de la historia, que el público se crea a los personajes, que entienda la angustia de ese abogado, metido en cosas muy turbias que pueden incidir en la historia.
Cuando escribes el guion piensas como si estuvieras en una partida de póquer: debes tener en cuenta todas las variantes, atar todos los cabos".
Ricardo Darín
. El monstruo. Da igual lo que interprete, el público se va tras él. "Por eso le escogimos, porque es uno de los grandes, porque siempre da credibilidad a sus personajes.
Ricardo aguanta la cámara... y por eso ha llegado adonde ha llegado. Y Belén funciona, la pareja visualmente encaja. Estoy muy contento".
A través de los casos que maneja el abogado Darín, y de cómo nació la historia de amor en esa pareja, Amezcua da algo más: una pincelada rápida a la sociedad argentina. "Aunque sea de trasfondo, siempre me ha interesado mostrar ese algo más, aquí un lado oscuro de un tiempo oscuro de una época concreta.
Y aunque no paseemos por Buenos Aires, hay varios planos aéreos para recordar al público dónde estamos". El equipo encontró muy rápidamente el edificio, fundamental con sus escaleras.
"Aunque no llevamos un storyboard cerrado, allí decidimos muchas tomas". De referentes, el Polanski de Frenético y de El escritor. "Tiene ritmo y es oscuro con los personajes. A mí ese Polanski me gusta mucho".
¿Cómo se siente un navarro con casi un millón de espectadores en Argentina? "Es muy extraño. Pero sí es cierto que les gusta su cine, su realidad, sus ciudades, y aman a sus actores y directores.
Aquí en cambio parece que despreciamos nuestro cine.
Es triste. Hay directores y actores españoles reclamados en Estados Unidos, y no nos sentimos orgullosos de ello".
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