Varios poetas de España y América Latian eligen los mejores versos de Luis Cernuda y dicen por qué les gusta.
"Cómo llenarte, soledad
sino contigo misma".
Este hermoso y profundo comienzo con que Luis Cernuda inaugura Soliloquio del farero sirve de preámbulo al homenaje que le rinden varios poetas de España y de América Latina, en el cincuentenario de su muerte.
Cada uno de ellos ha elegido el poema y los versos que más le gustan. Poetas contemporáneos que dialogan con el maestro y crean un recital para los lectores que empieza así:
“Por la costa del sur, sobre una roca
alta junto a la mar, el cementerio
aquel descansa en codiciable olvido,
y el agua arrulla el sueño del pasado”.
Versos iniciales de Elegía anticipada, el poema preferido por Antonio Colinas, “su poema más bello y perfect
o. En él se resumen los valores esenciales de Cernuda: meditación sublime sobre temas esenciales, emoción contenida e intensa, el cementerio como jardín y, a la vez, inmerso en una naturaleza absoluta que la cercanía de la mar acrecienta”.
“Todo lo que es hermoso tiene su instante y pasa”.
Lo muestra en Las ruinas, elegido por Aurora Luque, donde se dan la mano eternidad y finitud. Una especie de “antiplegaria en la que el poeta, implacablemente honesto, reprocha a Dios su superfluidad y canta la belleza, trágica por efímera, de los seres del mundo”.
“Hermosa era aquella llama, breve
como todo lo hermoso: luz y ocaso”.
Palabras puestas en mitad de Tristeza del recuerdo, donde sueño, memoria y realidad son recordadas como inherentes a cada ser.
Piedad Bonnett lo prefiere por su “enorme poder de síntesis y versos sencillos pero inolvidables para evocar los amores idos, y con el tema del tiempo y la memoria como columnas en las que se sostiene”.
“Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío”.
A este lugar donde conviven luz, sombra y reclamo como uno solo reflejado en el poema Si el hombre pudiera decir invita Oscar Hahn. ¿La razón de su elección?:
“Aunque el poema está inspirado en la experiencia de Cernuda con el amor que no osa decir su nombre, trasciende lo personal y tiene una validez universal.
Bellamente escrito, puede aplicarse a las diversas relaciones amorosas censuradas ayer y hoy por todo tipo de prejuicios”.
“Infierno y paraíso
los creamos aquí, con nuestros actos
donde el amor y el odio brotan juntos,
animando el vivir. Y yo no quiero
vida en la cual ya tú no tengas parte:
olvido de ti, sí, más no ignorancia tuya”.
Palabras vivas de El amante divaga que remueven íntimamente a María Victoria Atencia cada vez que las lee
. Para ella se trata de “un poema grandioso, de una clarividencia única. No se puede explicar más porque las palabras hablan por sí solas”.
“Ahora, al poniente morado de la tarde,
En flor ya los magnolios mojados de rocío,
Pasar aquellas calles, mientras crece
La luna por el aire, será soñar despierto”.
Es la Primavera vieja, escrita en Glasgow en abril de 1942, recuerda Antonio Rivero Taravillo.
“El poema es una hermosísima evocación de Sevilla en la que, bajo el embozo de esa segunda persona del singular que empleó él a menudo, aparece el propio Cernuda convertido en ‘un fantasma que vuelve’. Su cierre es de esos versos que no se olvidan: “Cuán bella fue la vida y cuán inútil”.
“Quizá mis lentos ojos no verán más el sur
de ligeros paisajes dormidos en el aire,
con cuerpos a la sombra de ramas como flores
o huyendo en un galope de caballos furiosos”.
Recuerdo, recuerdos, de los lugares amados que siempre acompañarán a las personas escenificado en Quisiera estar solo en el Sur elegido por José Manuel Caballero Bonald
. Recuerdos que son aliento: “El sur es un desierto que llora mientras canta”, y que llama a Luis Cernuda y Luis Cernuda lo llama para cerrar el poema con una abertura perpetua:
“Su oscuridad, su luz son bellezas iguales”.
Es el poeta, reconoce Francisco Brines, que ha sustentado lo que otros poetas como él han intentado escribir.
“Un poeta que tuvo la poesía como destino personal y razón de vida”.
sino contigo misma".
Este hermoso y profundo comienzo con que Luis Cernuda inaugura Soliloquio del farero sirve de preámbulo al homenaje que le rinden varios poetas de España y de América Latina, en el cincuentenario de su muerte.
Cada uno de ellos ha elegido el poema y los versos que más le gustan. Poetas contemporáneos que dialogan con el maestro y crean un recital para los lectores que empieza así:
“Por la costa del sur, sobre una roca
alta junto a la mar, el cementerio
aquel descansa en codiciable olvido,
y el agua arrulla el sueño del pasado”.
Versos iniciales de Elegía anticipada, el poema preferido por Antonio Colinas, “su poema más bello y perfect
o. En él se resumen los valores esenciales de Cernuda: meditación sublime sobre temas esenciales, emoción contenida e intensa, el cementerio como jardín y, a la vez, inmerso en una naturaleza absoluta que la cercanía de la mar acrecienta”.
“Todo lo que es hermoso tiene su instante y pasa”.
Lo muestra en Las ruinas, elegido por Aurora Luque, donde se dan la mano eternidad y finitud. Una especie de “antiplegaria en la que el poeta, implacablemente honesto, reprocha a Dios su superfluidad y canta la belleza, trágica por efímera, de los seres del mundo”.
“Hermosa era aquella llama, breve
como todo lo hermoso: luz y ocaso”.
Palabras puestas en mitad de Tristeza del recuerdo, donde sueño, memoria y realidad son recordadas como inherentes a cada ser.
Piedad Bonnett lo prefiere por su “enorme poder de síntesis y versos sencillos pero inolvidables para evocar los amores idos, y con el tema del tiempo y la memoria como columnas en las que se sostiene”.
“Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío”.
A este lugar donde conviven luz, sombra y reclamo como uno solo reflejado en el poema Si el hombre pudiera decir invita Oscar Hahn. ¿La razón de su elección?:
“Aunque el poema está inspirado en la experiencia de Cernuda con el amor que no osa decir su nombre, trasciende lo personal y tiene una validez universal.
Bellamente escrito, puede aplicarse a las diversas relaciones amorosas censuradas ayer y hoy por todo tipo de prejuicios”.
“Infierno y paraíso
los creamos aquí, con nuestros actos
donde el amor y el odio brotan juntos,
animando el vivir. Y yo no quiero
vida en la cual ya tú no tengas parte:
olvido de ti, sí, más no ignorancia tuya”.
Palabras vivas de El amante divaga que remueven íntimamente a María Victoria Atencia cada vez que las lee
. Para ella se trata de “un poema grandioso, de una clarividencia única. No se puede explicar más porque las palabras hablan por sí solas”.
“Ahora, al poniente morado de la tarde,
En flor ya los magnolios mojados de rocío,
Pasar aquellas calles, mientras crece
La luna por el aire, será soñar despierto”.
Es la Primavera vieja, escrita en Glasgow en abril de 1942, recuerda Antonio Rivero Taravillo.
“El poema es una hermosísima evocación de Sevilla en la que, bajo el embozo de esa segunda persona del singular que empleó él a menudo, aparece el propio Cernuda convertido en ‘un fantasma que vuelve’. Su cierre es de esos versos que no se olvidan: “Cuán bella fue la vida y cuán inútil”.
“Quizá mis lentos ojos no verán más el sur
de ligeros paisajes dormidos en el aire,
con cuerpos a la sombra de ramas como flores
o huyendo en un galope de caballos furiosos”.
Recuerdo, recuerdos, de los lugares amados que siempre acompañarán a las personas escenificado en Quisiera estar solo en el Sur elegido por José Manuel Caballero Bonald
. Recuerdos que son aliento: “El sur es un desierto que llora mientras canta”, y que llama a Luis Cernuda y Luis Cernuda lo llama para cerrar el poema con una abertura perpetua:
“Su oscuridad, su luz son bellezas iguales”.
Es el poeta, reconoce Francisco Brines, que ha sustentado lo que otros poetas como él han intentado escribir.
“Un poeta que tuvo la poesía como destino personal y razón de vida”.