Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

4 nov 2013

El libro más desgarrador de Guillermo Cabrera Infante......................Juan Cruz

Guillermo Cabrera Infante. / daniel mordzinski

El libro más desgarrador de Guillermo Cabrera Infante, Mapa dibujado por un espía llega mañana martes a las librerías españolas, editado por Galaxia Gutenberg.
Narra ahí el autor de La Habana para un infante difunto el largo y doloroso proceso que concluyó con su despedida definitiva de Cuba y su largo exilio en Europa y sobre todo en Londres, donde vivió después de un breve periodo en España, de donde fue tácitamente expulsado por sus escritos revolucionarios en la época de la guerrilla cubana, antes de que Castro asumiera el poder en su país.
Cabrera Infante se exilió de Cuba en 1965 y murió en Londres en febrero de 2005.
Durante todo el exilio compartió su vida con su mujer, Miriam Gómez, que recibió entre muchos papeles inéditos este Mapa dibujado por un espía.
 Su marido lo escribió en seguida que comenzó su exilio, pero jamás dejó que ella leyera ese manuscrito, algunos de cuyos detalles ella conocía bien.
 Jamás, sin embargo, se atrevió a abrir el sobre donde él seguramente había contado los episodios más tremendos, y más conmovedores, de sus últimos tiempos en La Habana.
El escritor había ido a la isla para velar a su madre muerta
. Era entonces agregado cultural de Cuba en Bruselas. En las primeras semanas que pasó en La Habana observó que su país ya había caído en manos de la burocracia dictatorial y supo en seguida que no era hombre grato ni para las autoridades ni para quienes habían sido sus mejores amigos.
 La persecución fue al principio sutil y en seguida grosera, hasta que él tomó la determinación de irse de allí por las buenas o por las malas. La historia que ocurrió mientras tanto está contada en este libro, preparado por Antoni Munné para la colección que está publicando Galaxia Gutenberg.
 Es un libro desgarrador, minucioso, triste y profundo, acaso el libro más conmovedor de los escritos por el autor de Tres tristes tigres.

3 nov 2013

Un siglo de Burt Lancaster

Un siglo de Burt Lancaster

No estudió nunca Drama ni fue a escuela alguna. El ganador del Oscar por 'El fuego y la palabra' aprendió el oficio actuando.

“Me desperté un día siendo una estrella.
 Luego trabajé duro para convertirme en actor”.
 Así resumió en una ocasión Burt Lancaster cómo se había desarrollado su vida artística y, ciertamente, no pudo explicarlo mejor.
Burton Stephen Lancaster no estudió nunca arte dramático ni se formó en ninguna escuela de actores. Aprendió el oficio actuando. De niño se aficionó a la gimnasia y de joven se unió a un circo en el que pudo desarrollar todas sus habilidades atléticas.
 Participó como soldado en la Segunda Guerra Mundial y fue allí donde comenzó a intervenir en diversos espectáculos que se organizaban para entretener a las tropas. Cuando se licenció, decidió convertirse en actor. Un agente de Hollywood se fijó en él y debutó en el cine en 1946 al lado de la mismísima Ava Gardner en Forajidos.
Mañana sábado se cumplen 100 años del nacimiento de esta gran estrella y TCM va a recordarle todos los sábados del mes emitiendo algunos de los títulos más importantes de su filmografía.
 Películas como Apache, Los que no perdonan, El hombre de Alcatraz, Los profesionales, Trapecio o El nadador. Una selección de largometrajes en los que se puede apreciar, además, la evolución de su trayectoria como actor.
Al comienzo de su carrera fue contratado para interpretar personajes en thrillers, dramas y películas de cine negro como la mencionada Forajidos, La hija del pecado, Voces de muerte o Todos eran mis hijos.
 Pero enseguida rompió estos moldes para protagonizar largometrajes que le permitían dar rienda suelta a su fabulosa energía.
 Y así fueron llegando El halcón y la flecha, El temible burlón o Su majestad de los mares del Sur.
Burt Lancaster podía hacer sin dificultad todo tipo de acrobacias sobre la cubierta de un barco, convertirse en pirata, en sheriff, en pistolero o en indio
. Había dos cosas que siempre destacaban de sus películas.
 Una era su espléndido físico y la otra, su amplia sonrisa, que a menudo desembocaba en estruendosas carcajadas.
Pero, poco a poco, el acróbata se fue reconvirtiendo en un gran actor
. En 1948 fundó su propia productora y empezó a elegir otro tipo de personajes, papeles más sutiles que le permitían desarrollar toda su capacidad interpretativa.
 En De aquí a la eternidad se daba un apasionado beso en la playa con Deborah Kerr; en El fuego y la palabra interpretó a un falso predicador, papel que le valió su único Oscar; en El hombre de Alcatraz dio vida a un preso que se convertía en un gran experto en ornitología sin salir de prisión, y en Vencedores o vencidos se puso en la piel del juez Ernst Janning, uno de los acusados en el proceso de Núremberg.
Sin embargo, como si se tratara del mundo del circo, faltaba el “más difícil todavía”.
En 1963 se convirtió en el Príncipe Fabrizio Salina en El gatopardo, de Luchino Visconti.
 “Él quería a un actor ruso pero era demasiado viejo. Prefería a Laurence Olivier, pero estaba demasiado ocupado. Cuando me propusieron a mí, Visconti dijo: ‘¡Oh, no! ¡Un vaquero!’. Pero necesitaba los tres millones de dólares que ponía la 20th Century Fox si me contrataba y ocurrió lo que parecía imposible”
. El resultado fue tan satisfactorio que Visconti le volvería a llamar años después para Confidencias, y Bernardo Bertolucci le dio el papel de viejo terrateniente en Novecento.
“Todos seremos olvidados tarde o temprano, pero las películas no”, dijo en una ocasión.
 En su caso no es del todo cierto. Se cumplen cien años de su nacimiento y aún le recordamos yendo de piscina en piscina, vestido tan solo con un bañador en El nadador, o rescatando a Claudia Cardinale en Los profesionales.
 Es Burt Lancaster: el hombre capaz de volar de trapecio en trapecio, el galán seductor, el aventurero, el cowboy, el noble decadente. Toda una estrella.

 

 

Vivir es Facil,con los ojos cerrados

Sinopsis

Vivir es fácil con los ojos cerradosEn 1966, un John Lennon en plena crisis existencial, decidido a terminar definitivamente con los Beatles y convencido de poder lanzarse a la carrera de actor, llega a Almería para rodar a las órdenes de Richard Lester una película antibelicista: Cómo gané la guerra. Antonio, profesor de inglés en un humilde colegio de Albacete, decide emprender el viaje para conocerlo y hacerle una inusual petición. En la ruta se cruza con Belén, que se ha escapado de la turbia reclusión a la que está sometida por su familia y por el entorno social del país. Tiene apenas 20 años, pero carga con un pasado del que huye. Ambos se tropiezan con Juanjo, un adolescente de 16 años, que se ha fugado de casa en plena rebeldía juvenil y tras un enfrentamiento con su padre. Lennon es para ellos un símbolo de libertad, una aspiración. Los tres comparten los días y la aventura convertidos en la expresión de un país que aspira a un futuro mejor en la hermosa y atrasada Almería de los años 60, en los mismos lugares y días en que Lennon compuso la canción Strawberry Fields Forever.

Ficha técnica

Género:
Duración:
108
Edad:
APTA
Fecha:
Compañía:
UNIVERSAL
Director:

¿Por qué nada sirve nunca de nada?Javier Marías

Van a cumplirse dos años desde las últimas elecciones.
 Sí, sólo dos años, aunque parezca que Rajoy, Sáenz de Santamaría, Montoro, Mato, Wert y demás conmilitones lleven burlándonos una eternidad.
 Como me considero un hombre común, estoy convencido de no ser el único al que lo siguiente causa perplejidad: en este periodo se han aplicado incontables recortes en todo lo habido y por haber, pero sobre todo en lo que a la gente le importa más, con el consiguiente deterioro en sanidad, educación, ciencia, investigación, cultura, limpieza y transportes públicos.
 Las partidas presupuestarias han caído en todos los ámbitos; los enfermos “copagan” sus medicamentos (es decir, los pagan dos veces); los “dependientes” se han quedado sin asistencia y algunos pacientes crónicos han de contribuir a sufragar las ambulancias que los transportan para sus tratamientos; la electricidad ha subido varias veces, mientras los sueldos bajan o permanecen congelados desde hace años y en cambio el IPC continúa creciendo; los pensionistas han visto mermado su escaso poder adquisitivo (un aumento del 0,25% anual es una merma salvaje, teniendo en cuenta cuánto más se encarece la vida); en el Ejército empieza a faltar personal de adiestramiento; el mal funcionamiento de los organismos públicos se ha agravado por la reducción de plantillas; se jubila por la fuerza a médicos y sus plazas no se cubren, y lo mismo sucede con los profesores, de secundaria y de estudios superiores; las tasas universitarias están por las nubes, se restringe la concesión de becas.
 Todos los impuestos nos han sido elevados, en contra de lo prometido por el candidato Rajoy.
En vez del 15%, nos retienen el 21%, y esa medida “transitoria” ya está prorrogada para 2014.
 También el IVA está en el 21% para casi todo, y eso ha conducido al cierre de cines y teatros y a la pérdida de más y más empleos
. El presupuesto para bibliotecas públicas fue de cero euros en 2013. Según Sérvulo González, de este diario, “La carga fiscal nunca ha sido tan alta en al menos dos décadas …
Rajoy ha impulsado la mayor subida tributaria de la historia reciente …
Pero las bases imponibles siguen en caída libre debido a un empobrecimiento de los hogares (hay menos renta que gravar, menos consumo y las empresas ganan menos)”.
Estamos en manos de incompetentes que además carecen de escrúpulos
No hemos acabado, se rasca hasta el miserabilismo: las gasas, tiritas y demás, que hasta ahora soportaban un IVA del 10%, lo acarrearán en breve del 21%.
Los bancos, no se olvide, han recibido miles de millones de los contribuyentes, pero niegan líneas de crédito a la mayoría de pequeñas y medianas empresas, así como a los particulares que los salvaron de la bancarrota.
La perplejidad es elemental: ¿cómo puede ser que todos estos brutales recortes y ahorros, y toda esta monstruosa operación recaudatoria (un saqueo, un expolio en regla), no sirvan nunca de nada? Está previsto que el paro crezca aún más, las empresas siguen arruinándose, los comercios echan el cierre, el consumo está por los suelos. El déficit empeora y la deuda apenas mejora.
¿Dónde va a parar todo ese dinero, el que no se gasta en servir a los ciudadanos y el que se les sustrae con variadas triquiñuelas legales? ¿Por qué nada surte efecto?
Hay una respuesta obvia: estamos en manos de incompetentes que además carecen de escrúpulos.
 Pero ¿tan incompetentes? Excede toda verosimilitud. Para la ausencia de escrúpulos no hay límite de verosimilitud.
Lo prueba que, en medio de esta depauperación general, el Gobierno cuente con unos 600 “asesores”, es decir, individuos opacos designados libremente y a los que nadie ha votado, y que, al no ser funcionarios, tampoco ven rebajados ni congelados sus arbitrarios sueldos. El Ayuntamiento de Barcelona, a su vez, cuenta con 262, y el de Madrid no se sabe si con 231 o 254, mientras el de París, con más millones de habitantes, se asesora sólo con 36, según Acosta Vera, lector de este diario.
 Multipliquen por el número de ciudades de España. Añadan los “asesores” de los 17 gobiernos autonómicos, y les saldrán millares de personas nombradas a dedo, en su mayoría inútiles y parasitarias (ya se ve cómo funciona todo) y que cobran cantidades misteriosas de los Presupuestos del Estado. Lo más sangrante, con todo, es esto: si alguien es Presidente, ministro, alcalde, consejero autonómico o concejal, se supone que posee conocimiento y criterio para desempeñar su cargo y que no necesita de ningún asesor, no digamos de 262. Es como si yo no escribiera mis libros –aunque los firmara– y tuviera a mi disposición un nutrido equipo de “consejeros” y “negros”, por qué no.
De la misma manera que si soy novelista se da por descontado que sé escribir mis novelas y decido en ellas sin ayuda de nadie, y me documento si me toca hacerlo, de un cargo público debe esperarse que él o ella sean sus propios “asesores”, y que dimitan si no es así y dejen su puesto a quien sepa de verdad.
 O bien que el salario de los 262 “asesores” de Barcelona, los 231 de Madrid y los 600 del Gobierno central se reste de los que respectivamente perciben Xavier Trias, Ana Botella y Mariano Rajoy.
 Al fin y al cabo, el primero tiene el sueldo político más elevado de España.
 Lo cual, dicho sea de paso, también carece de explicación, e incluso de verosimilitud.

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