* Otoño de Jon McNaught (Sins Entido).
“Hay pocos artistas de cómic más jóvenes que yo con quienes sienta una
verdadera afinidad estética, pero el radiante y vibrante Otoño de Jon McNaught es la reivindicación más hermosa que he leído sobre la belleza de estar vivo. Es una joya”. Estas palabras son del gran Chris Ware, autor de libros como Jimmy Corrigan, el chico más listo del mundo o Building Stories, así que no hay nada más que añadir.
* Albert contra Albert de Arnau Sanz.
"Mi padre padece trastorno bipolar.
Es adicto a la cocaína y al
alcohol. Este libro habla sobre él".
Así termina el prólogo que precede a
este conmovedor cómic en el que el dibujante catalán Arnau Sanz, de 29 años, recorre la vida de su progenitor -pasado, presente- y reflexiona sobre la suya -pasado, presente, futuro-.
En su última novela gráfica (en librerías, el 29 de noviembre) el autor
valenciano reconstruye la historia de unos héroes anónimos y, por
tanto, olvidados, de la Segunda Guerra Mundial: los españoles que
debieron huir al vencer el fascismo, que tomaron el primer barco para
África donde se sumaron a los aliados en la campaña de Túnez contra el
Mariscal Rommel y acabaron enrolándose en el ejército recién creado por
el General De Gaulle.
Todos ellos formaron parte de La nueve, una
compañía integrada en la segunda división blindada del general Leclerc
que viajó a Europa para liberar París de los alemanes.
* Sueño de Haruki Murakami. Ilustrado por Kat Menschik (Libros del Zorro Rojo).
Ayer llegó a las librerías Los años de peregrinación del chico sin color, la nueva novela del escritor japonés, y pronto lo acompañará Sueño,
en la que Murakami cuenta la historia de una mujer que lleva 17 días y
17 noches sin dormir.
No nota ni una pizca de cansancio, así que por el
día finge normalidad y por las noches, mientras su marido y su hijo
duermen, ella devora libros o recorre la ciudad sin rumbo fijo.
A
propósito de las ilustraciones de Menschik -que ha dibujado otro libro
del autor, The Mysterious Library-, Murakami ha escrito:
"Las imágenes de Kat Menschik son de verdad diferentes y únicas. Es precisamente ese sentido de otredad el que como autor quiero evocar en mis lectores".
* Tres mujeres de Sylvia Plath. Ilustrado por Anuska Allepuz (Nórdica Libros). Este poema a tres voces en torno a la maternidad de Sylvia Plath
-este año se conmemora el 50 aniversario de su muerte- es el compañero
de estantería ideal de otra joya poética e ilustrada como El viento comenzó a mecer la hierba de Emily Dickison.
* Piscina Molitor. La vida swing de Boris Vian de Christian Cailleaux y Hervé Bourhis (Impedimenta).
El 23 de junio de 1959 el corazón de Boris Vian dejó de latir al poco de comenzar la proyección de la adaptación cinematográfica de su novela Escupiré sobre vuestra tumba.
Como de costumbre, esa mañana había ido a la piscina donde practicaba
apnea por prescripción médica: así ejercitaba su corazón y luchaba
contra la dolencia cardíaca que siempre había condicionado su vida.
Esa
piscina sirve de punto de partida a Christian Cailleaux y Hervé Bourhis
para resumir/repasar la vida del polifacétivo Vian: ingeniero
especializado en metalurgia, músico, escritor, traductor, “especialista
en América que nunca la ha pisado”…
La biografía empieza y termina ese
día de junio: entre esa mañana ordinaria y su última noche, continuos
saltos temporales recorren los momentos más importantes de la vida del
francés: el asesinato de su padre, la publicación de su primera novela
en Gallimard, el escándalo de Escupiré sobre vuestra tumba, la muerte de su padre…
En su primer libro para niños, el artista japonés
cuenta la historia de un perro tan grande, tan grande que nadie se
fijaba en él. A excepción, claro está, de esa niña singular y dulce niña
que aparece continuamente en la obra de Nara.
Así se sentía Van Gogh, como un pájaro enjaulado e incomprendido: su
entorno le reprochaba que no le faltaba nada. Este libro, ilustrado por Javier Zabala,
parte de una carta que el pintor holandés le envió a su hermano Theo
-su relación quedó documentada en una abultada correspondencia-.
En
ella, Van Gogh recurría a la parábola para describir cuál era su estado
de ánimo.