Laika, la primera cosmonauta del planeta Tierra
¿Quién dijo que un perro no podía cambiar la historia? Si hay algún
animal que ha marcado la conquista del espacio, ésa es Laika, una
pequeña perrita callejera de dos años que se convirtió ahora hace 55
años en el primer ser vivo en alcanzar el espacio. Pero el triunfo de
Laika fue agridulce, porque fue al mismo tiempo la primera víctima de la
carrera espacial.
Laika, la primera en el espacio.
Tras el éxito que supuso
el lanzamiento del Sputnik,
el Ingeniero Jefe Serguéi Koroliov estaba exultante. El primer satélite
artificial de la Tierra había sido posible gracias a una concatenación
de eventos. Por un lado, los militares habían permitido que Koroliov
usase su valioso misil R-7 Semiorka en sus aventuras espaciales con la
condición de que llevase a cabo dos vuelos con éxito con mínimo. Esta
condición se cumplió durante el verano de 1957, pero los fracasos
iniciales del R-7 preocupaban a Koroliov.
Por otro lado, en los dos primeros lanzamientos del R-7 de carácter
militar, la cabeza de reentrada destinada a albergar el arma nuclear se
había desintegrado durante la reentrada sobre la península de Kamchatka.
Los militares no iban a lanzar más misiles R-7 hasta que estuviese
diseñada una nueva cabeza, así que en octubre de 1957 Koroliov se vio de
repente con la necesidad de lanzar otro satélite cuanto antes. Si se
retrasaba demasiado, cabía la posibilidad de que el nuevo satélite fuese
pospuesto por culpa de las pruebas militares.
Koroliov aprovechó el entusiasmo mediático creado por el Sputnik para
apelar directamente a Nikita Jruschov. El Ingeniero Jefe se entrevistó
con el líder soviético poco después del lanzamiento del primer satélite
artificial. Curiosamente, fue el propio Jruschov el que decidió sacar el
tema y le preguntó a Koroliov si era posible lanzar otro satélite antes
del 7 de noviembre, a tiempo para el 40º aniversario de la Revolución
Bolchevique de Octubre (sí, la Revolución de Octubre se celebraba en la
URSS en noviembre. Cosas del cambio de calendario juliano a gregoriano
que tuvo lugar después de la revolución de 1917).
Koroliov respondió sin dudarlo un segundo: 'podemos poner un perro en
órbita'. Jruschov quedó maravillado ante la idea, aunque insistió en que
el lanzamiento debía tener lugar antes del aniversario de la
Revolución. ¿De dónde había sacado Koroliov semejante idea? ¿Se trató de
algo improvisado? En absoluto. La oficina de diseño OKB-1 del Ingeniero
Jefe gozaba de una amplia experiencia en vuelos espaciales con
animales, aunque todos ellos en misiones suborbitales.
En una fecha
tan temprana como 1951, la URSS se había convertido en el primer país en
enviar animales al espacio y recogerlos con vida, lanzándolos en
una trayectoria suborbital por encima de la subjetiva frontera de los
cien kilómetros de altura. Las protagonistas de esta gesta fueron
Tsygan y
Dezik, dos perritas que volaron en un cohete R-1V lanzado desde la base de Kapustin Yar.
Claro que por entonces esta hazaña pasó desapercibida fuera de la URSS,
más que nada porque el gobierno de Stalin no quería atraer la atención
sobre el programa de misiles soviético. Hasta septiembre de 1957 se
realizaron un total de veinte lanzamientos suborbitales de cohetes R-1 y
R-2 con perros. Desgraciadamente, no todos resultaron un éxito y cuatro
perras (Dezik -sí, la cosmonauta pionera-, Lisa, Bulba y Lisa 2)
murieron en dos accidentes.
La
idea de mandar animales al espacio había surgido, como no, del propio
Koroliov. En 1949 Koroliov contactó con el Instituto de Medicina de la
Aviación en Moscú para estudiar la viabilidad de los experimentos con
animales a gran altitud como preparación de cara a un posible vuelo
espacial tripulado. Como vemos, ya por entonces Koroliov pensaba en
poner un hombre en el espacio y no estaba dispuesto a dejar las cosas al
azar. Como resultado de las maniobras de Koroliov, el médico del
ejército
Vladímir Yazdovski fue puesto al mando de una nueva sección del Instituto de Medicina de la Aviación dedicada a los vuelos espaciales con animales.
Serguéi Koroliov (izquierda) con Yazdovski.
Yazdovski sería la figura que estaría detrás de todos las misiones
espaciales soviéticas con animales a bordo, acompañado a partir de 1955
por Oleg Gazenko. Lo primero que tuvo que decidir el equipo de Yazdovski
fue qué tipo de animal debían usar. Se estudió la posibilidad de
emplear conejos, ratones o reptiles, pero finalmente se decantaron por
los perros. Los soviéticos conocían el trabajo que los norteamericanos
estaban llevando al otro lado del telón de acero con monos, pero
Yazdovski consideraba que los monos eran demasiado nerviosos y agresivos
para esta tarea. Las similitudes fisiológicas con los humanos no
compensaban la pesadilla logística que suponía trabajar con simios.
Se acordó usar perros pequeños (de 6 a 8 kg) para que pudiesen caber
cómodamente dentro de una cápsula espacial. Preferentemente hembras -por
ser más tranquilas que los machos- y a ser posible de color blanco,
para que pudiesen ser fotografiadas con facilidad. Para los vuelos
suborbitales se decidió mandar parejas de perritas, ya que se había
observado que dos animales juntos se comportaban mejor que uno solo.
Cápsula para animales en vuelos suborbitales de misiles R-2 (RKK Energía).
En diciembre de 1950 comenzó el 'reclutamiento' de perros espaciales.
Yazdovski aceptó perros entregados por familias o conocidos del personal
del Instituto, aunque finalmente la mayoría serían perros callejeros
recogidos en las perreras municipales de Moscú. El equipo de Yazdovski
pensaba que los perros abandonados serían más 'duros' y tranquilos que
las mimadas y nerviosas mascotas caseras. En la primera tanda se
reclutaron 24 perros, de los cuales 17 serían entrenados para misiones
espaciales. Pero algo debían olerse los canes, porque algunos no se
mostraron muy entusiasmados con la idea de viajar al espacio. La perra
Smelaya se escapó el día antes de su lanzamiento en agosto de 1951,
aunque fue recuperada y completó su misión. Otro fugitivo, Rozhok, tuvo
más suerte y logró evadirse. Nunca fue encontrado y hubo que buscar un
sustituto (Zib).
Después de lanzar seis cohetes con perros en misiones suborbitales en
1951, entre 1954 y 1956 tuvo lugar una segunda serie de misiones con un
total de 9 lanzamientos. Todos estos vuelos se llevaron a cabo usando
cohetes R-1B, R-V, R-1D y R-1E, los cuales podían alcanzar una altura de
unos cien kilómetros. En mayo de 1956 dio comienzo una nueva etapa en
los vuelos suborbitales con animales al introducirse el cohete sonda
V-2A, basado en el misil R-2A. Mucho más potente que el R-1, el R-2A
podía alcanzar una altura de 212 kilómetros. Los perros sufrirían una
aceleración de 6 g, pero a cambio disfrutarían de 360-370 segundos de
ingravidez. El primer vuelo con el R-2A tuvo lugar el 16 de mayo de 1956
y las protagonistas fueron las perras Ryzhaya y Damka. Durante los
siguientes vuelos, a algunos de los perros se les suministró narcóticos
para comprobar su comportamiento en ingravidez con respecto a sus
compañeros.
Cohete V-2A, un misil R-2A modificado (RKK Energía).
Como vemos, en octubre de 1957 la URSS gozaba de una amplia experiencia
en vuelos suborbitales con animales. Koroliov sabía lo que decía cuando
le propuso a Jruschov lanzar un perro a la órbita terrestre. Ahora
quedaba concretar los detalles, que no eran pocos. Los vuelos
suborbitales apenas tenían unos pocos minutos de duración, así que los
ingenieros no se habían visto obligados a desarrollar complejos sistemas
de soporte vital o de regulación de la temperatura necesarios para una
nave espacial 'de verdad'. Pero lo más grave era que carecían de la
tecnología para hacer regresar a un animal desde la órbita. Los escudos
térmicos de ablación requeridos para soportar una reentrada atmosférica a
8 km/s estaban siendo perfeccionados en ese momento y en cualquier caso
no había tiempo suficiente para construir una nave espacial completa.
La primera y más dura decisión que tuvieron que tomar los ingenieros de
la OKB-1 fue por tanto seguir adelante sabiendo que no había posibilidad
de traer de vuelta al 'cosmonauta'. El viaje sería únicamente de ida.
El perro elegido moriría en el espacio.