4 oct 2013
Velázquez en el Prado, el regreso
La gran exposición de la temporada en la pinacoteca alberga los últimos retratos del pintor en la corte de Felipe IV
El museo exhibirá obras nunca vistas en España.
La exposición Velázquez y la corte de Felipe IV,
que se ha presentado esta mañana en el Museo del Prado, tiene mucho de
vuelta a casa
. Son cinco las obras del pintor sevillano que partieron hace 350 años rumbo a la corte austriaca y que la semana pasada regresaron a Madrid del Kunst Historisches Museum de Viena, envueltas en los ropajes del acontecimiento y entre fuertes medidas de seguridad. También hacía mucho tiempo que no se veían en España las célebres Meninas de Dorset, que cuelgan habitualmente en el museo de Kingston Lacy (Gran Bretaña) y que están actualmente atribuidas a Martínez del Mazo, yerno del artista.
La muestra, de aire exquisito, formada por 30 piezas y comisariada por Javier Portús, no será un exhaustivo repaso a la trayectoria del pintor (al estilo de la histórica exposición de 1990 que batió todas las marcas), pero sí aspira a convertirse desde el martes y hasta el 9 de febrero en todo un evento científico y artístico.
“Nos permitirá llenar dos de las lagunas fundamentales sobre la obra del pintor en las colecciones reales”, explica Portús, Jefe de Departamento de Pintura Española.
“La de los retratos de la corte papal realizados en Roma y la proliferación de figuras femeninas e infantiles en su producción cortesana de la última década”.
Como sobresalientes ejemplos de la primera categoría se juntan de modo excepcional cuatro en una misma sala: la versión del Inocencio X que Velázquez se trajo a Madrid y regresa a España por primera vez desde su salida durante la Guerra de la Independencia con destino final en la colección del Duque de Wellington, dos retratos cardenalicios provenientes del pequeño museo británico de Kingston Lacy y de la Hispanic Society de Nueva York y el Ferdinando Brandani adquirido por la pinacoteca madrileña en 2003.
A la cita faltarán las representaciones de Inocencio X (Palazzo Doria-Pamphilj, en Roma) y de Juan de Pareja (Metropolitan), ambos de poco menos que imposible préstamo.
Con todo, lo expuesto será suficiente para observar la transformación que el pintor sufrió en Roma: su acercamiento “más carnal” —menos distante, menos español— al retrato.
Entre los pertenecientes a la segunda categoría de reinas, infantas y príncipes de escasa suerte destaca el lote de cinco cuadros (cuatro velázquez y un mazo) que llegarán del Museo de Historia del Arte de Viena, cuyos fondos habsbúrguicos se cuentan entre los mejores del mundo.
La lista está formada por los retratos de las infantas María Teresa y Margarita y Felipe Próspero, el sucesor más esperado, adornado al óleo por toda clase de amuletos que de poco sirvieron: la pobre criatura murió a los tres años.
El conjunto nunca se ha visto en su integridad en la casa de Velázquez en Madrid.
El interés, completado por las representaciones de la reina Mariana de Austria, va más allá de que puedan contemplarse como planetas en torno al gran sol de Las Meninas, obra cumbre alrededor de la que en el fondo gravita toda la muestra
. Para el comisario Portús también supone la entrada de nuevos modos en la obra del pintor: las telas y sus matices invaden los retratos y pasan a primer plano detalles como floreros, relojes, adornos capilares de mariposas o mascotas.
Además, sirve de demostración de que el arte siempre acaba siendo un espejo de las convulsiones políticas de su tiempo, en este caso, el de una corona en sus horas más bajas: en desesperada búsqueda de un heredero, que llegaría con Carlos II, en continuo baile dinástico, en bancarrota y en guerra contra Portugal y Francia.
Es en 1650, en medio de este torbellino, donde arranca nuestra historia, con Velázquez (1599-1660) embarcado en grandes empresas en Roma: nada menos que ejercer de retratista por excelencia de la corte papal. Felipe IV, a quien le unía una de esas relaciones largas y, por tanto, resabiadas (“me ha engañado mil veces”, escribiría el monarca a Luisa Magdalena de Jesús), se había casado el año anterior con Mariana de Austria
. Y por mucho que eso fuera contra los planes del pintor sevillano, su labor era tras la llegada de la nueva reina más necesaria que nunca en la corte.
“Lo que hizo a su vuelta de Madrid no supone una continuación de su arte, sino más bien la culminación: en esta época cada obra suya se cuenta por una obra maestra”, recuerda Portús, que añade
: “Había mucha demanda de retratos reales.
Velázquez tenía el monopolio sobre ese trabajo, era un pintor que no pintaba mucho y además tenía que atender su puesto de aposentador
. Eso dio como resultado una gran producción de su taller”.
La muestra, además de dedicar una parte importante al influjo del maestro muerto en sus discípulos y continuadores (Juan Carreño de Miranda y Juan Bautista Martínez del Mazo, quienes mantuvieron con “vida propia” el retrato real), permitirá comparaciones provechosas que quizá disipen ciertas dudas: vendrán las famosas Meninas de Dorset, copia que algún crítico, como Matías Díaz Padrón, que presentó un estudio al respecto esta misma semana aún atribuye al sevillano.
También, la Infanta Margarita del Louvre.
Capaz de deslumbrar a Manet y Renoir (quien exclamó: “La pequeña cinta rosa de la infanta Margarita, ¡toda la pintura está en ella!”), acabó rebajada en su atribución por ser considerada de taller.
Pese a que el museo francés aún quiere ver una gran porción del pincel velazqueño en ella, Portús no solo no alberga sospechas, sino que cree que la posibilidad que ofrecerá la muestra de ver la pieza en su contexto será definitiva “tanto para especialistas como para aficionados”.
Lo mismo sucederá, opina, al comparar la Infanta Margarita en traje azul (de Velázquez, sin duda) con la vestida de rosa (que hay quien aún considera que se desatribuyó incorrectamente para acabar en el terreno de Mazo).
. Son cinco las obras del pintor sevillano que partieron hace 350 años rumbo a la corte austriaca y que la semana pasada regresaron a Madrid del Kunst Historisches Museum de Viena, envueltas en los ropajes del acontecimiento y entre fuertes medidas de seguridad. También hacía mucho tiempo que no se veían en España las célebres Meninas de Dorset, que cuelgan habitualmente en el museo de Kingston Lacy (Gran Bretaña) y que están actualmente atribuidas a Martínez del Mazo, yerno del artista.
La muestra, de aire exquisito, formada por 30 piezas y comisariada por Javier Portús, no será un exhaustivo repaso a la trayectoria del pintor (al estilo de la histórica exposición de 1990 que batió todas las marcas), pero sí aspira a convertirse desde el martes y hasta el 9 de febrero en todo un evento científico y artístico.
“Nos permitirá llenar dos de las lagunas fundamentales sobre la obra del pintor en las colecciones reales”, explica Portús, Jefe de Departamento de Pintura Española.
“La de los retratos de la corte papal realizados en Roma y la proliferación de figuras femeninas e infantiles en su producción cortesana de la última década”.
Como sobresalientes ejemplos de la primera categoría se juntan de modo excepcional cuatro en una misma sala: la versión del Inocencio X que Velázquez se trajo a Madrid y regresa a España por primera vez desde su salida durante la Guerra de la Independencia con destino final en la colección del Duque de Wellington, dos retratos cardenalicios provenientes del pequeño museo británico de Kingston Lacy y de la Hispanic Society de Nueva York y el Ferdinando Brandani adquirido por la pinacoteca madrileña en 2003.
A la cita faltarán las representaciones de Inocencio X (Palazzo Doria-Pamphilj, en Roma) y de Juan de Pareja (Metropolitan), ambos de poco menos que imposible préstamo.
Con todo, lo expuesto será suficiente para observar la transformación que el pintor sufrió en Roma: su acercamiento “más carnal” —menos distante, menos español— al retrato.
Entre los pertenecientes a la segunda categoría de reinas, infantas y príncipes de escasa suerte destaca el lote de cinco cuadros (cuatro velázquez y un mazo) que llegarán del Museo de Historia del Arte de Viena, cuyos fondos habsbúrguicos se cuentan entre los mejores del mundo.
La lista está formada por los retratos de las infantas María Teresa y Margarita y Felipe Próspero, el sucesor más esperado, adornado al óleo por toda clase de amuletos que de poco sirvieron: la pobre criatura murió a los tres años.
El conjunto nunca se ha visto en su integridad en la casa de Velázquez en Madrid.
El interés, completado por las representaciones de la reina Mariana de Austria, va más allá de que puedan contemplarse como planetas en torno al gran sol de Las Meninas, obra cumbre alrededor de la que en el fondo gravita toda la muestra
. Para el comisario Portús también supone la entrada de nuevos modos en la obra del pintor: las telas y sus matices invaden los retratos y pasan a primer plano detalles como floreros, relojes, adornos capilares de mariposas o mascotas.
Además, sirve de demostración de que el arte siempre acaba siendo un espejo de las convulsiones políticas de su tiempo, en este caso, el de una corona en sus horas más bajas: en desesperada búsqueda de un heredero, que llegaría con Carlos II, en continuo baile dinástico, en bancarrota y en guerra contra Portugal y Francia.
Es en 1650, en medio de este torbellino, donde arranca nuestra historia, con Velázquez (1599-1660) embarcado en grandes empresas en Roma: nada menos que ejercer de retratista por excelencia de la corte papal. Felipe IV, a quien le unía una de esas relaciones largas y, por tanto, resabiadas (“me ha engañado mil veces”, escribiría el monarca a Luisa Magdalena de Jesús), se había casado el año anterior con Mariana de Austria
. Y por mucho que eso fuera contra los planes del pintor sevillano, su labor era tras la llegada de la nueva reina más necesaria que nunca en la corte.
“Lo que hizo a su vuelta de Madrid no supone una continuación de su arte, sino más bien la culminación: en esta época cada obra suya se cuenta por una obra maestra”, recuerda Portús, que añade
: “Había mucha demanda de retratos reales.
Velázquez tenía el monopolio sobre ese trabajo, era un pintor que no pintaba mucho y además tenía que atender su puesto de aposentador
. Eso dio como resultado una gran producción de su taller”.
La muestra, además de dedicar una parte importante al influjo del maestro muerto en sus discípulos y continuadores (Juan Carreño de Miranda y Juan Bautista Martínez del Mazo, quienes mantuvieron con “vida propia” el retrato real), permitirá comparaciones provechosas que quizá disipen ciertas dudas: vendrán las famosas Meninas de Dorset, copia que algún crítico, como Matías Díaz Padrón, que presentó un estudio al respecto esta misma semana aún atribuye al sevillano.
También, la Infanta Margarita del Louvre.
Capaz de deslumbrar a Manet y Renoir (quien exclamó: “La pequeña cinta rosa de la infanta Margarita, ¡toda la pintura está en ella!”), acabó rebajada en su atribución por ser considerada de taller.
Pese a que el museo francés aún quiere ver una gran porción del pincel velazqueño en ella, Portús no solo no alberga sospechas, sino que cree que la posibilidad que ofrecerá la muestra de ver la pieza en su contexto será definitiva “tanto para especialistas como para aficionados”.
Lo mismo sucederá, opina, al comparar la Infanta Margarita en traje azul (de Velázquez, sin duda) con la vestida de rosa (que hay quien aún considera que se desatribuyó incorrectamente para acabar en el terreno de Mazo).
Los análisis demuestran que Asunta recibió una dosis letal de ansiolítico
Las pruebas toxicológicas realizadas al cadáver de la niña Asunta Basterra Porto, que fue fue hallada en un camino forestal de Teo (A Coruña) en la madrugada del pasado 22 de septiembre y de cuyo homicidio se acusa a sus padres,
revelan una cantidad letal de lorazepam, un ansiolítico cuya marca
comercial más conocida es Orfidal.
Según fuentes vinculadas al caso, los análisis arrojan un índice de 0,68 miligramos por litro de sangre (o lo que es lo mismo, 0,68 microgramos por mililitro) frente a la que, explican las mismas personas, se consideraría “normal” o fuera de riesgo para la salud: 0,04mg/l.
Una cantidad 17 veces inferior.
Según el psiquiatra forense y toxicólogo José Cabrera Forneiro, consultado por EL PAÍS, “unos niveles de 0,68 microgramos por mililitro en sangre de lorazepam implican necesariamente toxicidad cercana a la posibilidad de morir, y más aún en niños menores de 12 años”.
Cabrera añade: “Solo en la experiencia clínica con intentos de suicidio en adultos hemos encontrado niveles máximos de 0,60 microgramos por mililitro tras ingerir unas cinco cajas completas del medicamento”
. El lorazepam está contraindicado para los menores de 12 años. Asunta murió en la tarde del sábado 21, cuando le faltaban 10 días para cumplir 13 años.
“Si en el análisis de sangre inicial de la niña se encontraron 0,68 microgramos por mililitro de lorazepam, eso en términos forenses significa tres cosas irrefutables”, sigue exponiendo el psiquiatra forense, autor del libro Toxicología de los psicofármacos: “La primera es que tuvo que ingerir una cantidad equivalente a varias cajas del medicamento
; la segunda, es que quien lo hizo, lo hizo con la intencionalidad de acabar con la vida de Asunta; y la tercera, es que transcurrió poquísimo tiempo entre la ingesta del medicamento y el fallecimiento”.
Fuentes próximas a la investigación sugieren que la dosis de lorazepam, un principio activo del grupo de las benzodiazepinas, podría haberle provocado a Asunta un “estado semejante al coma etílico”.
Las mismas fuentes advierten de que, en las declaraciones recabadas estos días, un testigo relató a los investigadores que la niña le había dicho que en su casa le daban “unos polvos blancos”, en referencia a algún medicamento
. No obstante, estas personas insisten en que la niña estaba “completamente sana” y no necesitaba ningún tipo de fármaco, “ni para el asma ni para nada”.
Desde la detención de los padres, Rosario Porto y Alfonso Basterra, distintos profesores de la niña han revelado episodios anteriores en los que Asunta no se encontraba en condiciones de asistir a clase. El 16 de julio pasado llegó muy mareada a la academia de música y permaneció todo el rato tumbada.
Tres días antes de morir, su madre excusó la asistencia de la niña al gimnasio donde practicaba ballet, mediante un mensaje de SMS en el que indicaba que la chiquilla había tomado pastillas y estaba “KO”.
Si Asunta hubiese muerto como consecuencia de una dosis letal y no por asfixia, fuentes de la investigación apuntan que es posible que fuese maniatada “inmediatamente después de morir para así poder trasladar el cadáver fácilmente” hasta un camino forestal. “Atándola tan pronto, con el cuerpo aún caliente, la autopsia no habría podido establecer si las marcas de las cuerdas en muñecas y tobillos son premortem o postmortem”.
La policía judicial de la Guardia Civil busca saliva de la niña en cojines y en varios peluches que los agentes se llevaron de las casas de la familia para determinar si fue asesinada por sofocación con alguno de estos objetos.
En la primera inspección de la Guardia Civil al chalé de Teo (A Coruña), la misma noche en que se halló el cuerpo, fue hallado en una cesta un fragmento de cuerda anaranjada, similar a que se localizó junto al cadáver, así como un pañuelo y una mascarilla.
Según fuentes vinculadas al caso, los análisis arrojan un índice de 0,68 miligramos por litro de sangre (o lo que es lo mismo, 0,68 microgramos por mililitro) frente a la que, explican las mismas personas, se consideraría “normal” o fuera de riesgo para la salud: 0,04mg/l.
Una cantidad 17 veces inferior.
Según el psiquiatra forense y toxicólogo José Cabrera Forneiro, consultado por EL PAÍS, “unos niveles de 0,68 microgramos por mililitro en sangre de lorazepam implican necesariamente toxicidad cercana a la posibilidad de morir, y más aún en niños menores de 12 años”.
Cabrera añade: “Solo en la experiencia clínica con intentos de suicidio en adultos hemos encontrado niveles máximos de 0,60 microgramos por mililitro tras ingerir unas cinco cajas completas del medicamento”
. El lorazepam está contraindicado para los menores de 12 años. Asunta murió en la tarde del sábado 21, cuando le faltaban 10 días para cumplir 13 años.
“Si en el análisis de sangre inicial de la niña se encontraron 0,68 microgramos por mililitro de lorazepam, eso en términos forenses significa tres cosas irrefutables”, sigue exponiendo el psiquiatra forense, autor del libro Toxicología de los psicofármacos: “La primera es que tuvo que ingerir una cantidad equivalente a varias cajas del medicamento
; la segunda, es que quien lo hizo, lo hizo con la intencionalidad de acabar con la vida de Asunta; y la tercera, es que transcurrió poquísimo tiempo entre la ingesta del medicamento y el fallecimiento”.
Fuentes próximas a la investigación sugieren que la dosis de lorazepam, un principio activo del grupo de las benzodiazepinas, podría haberle provocado a Asunta un “estado semejante al coma etílico”.
Las mismas fuentes advierten de que, en las declaraciones recabadas estos días, un testigo relató a los investigadores que la niña le había dicho que en su casa le daban “unos polvos blancos”, en referencia a algún medicamento
. No obstante, estas personas insisten en que la niña estaba “completamente sana” y no necesitaba ningún tipo de fármaco, “ni para el asma ni para nada”.
Desde la detención de los padres, Rosario Porto y Alfonso Basterra, distintos profesores de la niña han revelado episodios anteriores en los que Asunta no se encontraba en condiciones de asistir a clase. El 16 de julio pasado llegó muy mareada a la academia de música y permaneció todo el rato tumbada.
Tres días antes de morir, su madre excusó la asistencia de la niña al gimnasio donde practicaba ballet, mediante un mensaje de SMS en el que indicaba que la chiquilla había tomado pastillas y estaba “KO”.
Si Asunta hubiese muerto como consecuencia de una dosis letal y no por asfixia, fuentes de la investigación apuntan que es posible que fuese maniatada “inmediatamente después de morir para así poder trasladar el cadáver fácilmente” hasta un camino forestal. “Atándola tan pronto, con el cuerpo aún caliente, la autopsia no habría podido establecer si las marcas de las cuerdas en muñecas y tobillos son premortem o postmortem”.
La policía judicial de la Guardia Civil busca saliva de la niña en cojines y en varios peluches que los agentes se llevaron de las casas de la familia para determinar si fue asesinada por sofocación con alguno de estos objetos.
En la primera inspección de la Guardia Civil al chalé de Teo (A Coruña), la misma noche en que se halló el cuerpo, fue hallado en una cesta un fragmento de cuerda anaranjada, similar a que se localizó junto al cadáver, así como un pañuelo y una mascarilla.
El juez Taín cree que la madre de Asunta estaba con ella cuando murió
Los padres han sido trasladados a Santiago para una reconstrucción
Ambos se han negado a participar por consejo de sus abogados
El juez, José Antonio Vázquez Taín, cree que "todo apunta a que la madre de Asunta estaba con la menor asesinada" en el momento de su muerte, según recoge el auto que ha remitido a su defensa. “A la hora que presuntamente se produjo el fallecimiento, atendiendo al contenido gástrico,
todo apunta a que [la niña] estaba con la imputada.
Las diferentes versiones ofrecidas dejan clara su participación en los hechos”, asegura el magistrado.
Además, añade que "a las horas que la menor sufre la ingesta forzada de fármacos la imputada estaba con la pequeña”. Este auto fue remitido por el juzgado tras notificar, inicialmente, a los letrados de los padres de Asunta solo la parte dispositiva, decretando la prisión provisional, a instancias de la Fiscalía.
En él, precisa su "motivación" para enviar, en este caso, a la madre a prisión.
En concreto, sostiene que, de las diligencias de investigación ya practicadas, "se desprende" la supuesta participación de Rosario Porto en los hechos que se le imputan (homicidio, posible asesinato).
El juez justifica la decisión de enviar a prisión sin fianza a la madre de Asunta dado que "las testificales de amigos y allegados son importantes, la manipulación de pequeños matices podría ofrecerle una coartada" y sostiene que "pueden existir indicios que se desconocen y que la imputada podría destruir".
Por último, Taín rechaza dejar en libertad a la acusada porque dado las "gravísimas penas" a las se enfrenta la acusada y al "enorme rechazo social" que ha levantado el caso en Santiago, Rosario Porto podría "darse a la fuga", disponiendo para ello de importantes "medios económicos y contactos en el extranjero”.
Esta mañana, el juzgado de Instrucción ha requerido la presencia de los padres de Asunta para llevar a cabo una reconstrucción parcial de los hechos y otras diligencias, pero ambos se han negado "hasta que no se levante el secreto de sumario".
El abogado de Porto, José Luis Gutiérrez Aranguren, confirmó a los medios en la puerta del juzgado que ha recomendado a su cliente que "no participe absolutamente en ninguna diligencia nueva".
Tras la negativa, el juez Taín ha decidido tomar declaración a los tres policías que atendieron a la madre de Asunta cuando acudió junto a su exmarido a denunciar la desaparición de su hija.
Las diferentes versiones ofrecidas dejan clara su participación en los hechos”, asegura el magistrado.
Además, añade que "a las horas que la menor sufre la ingesta forzada de fármacos la imputada estaba con la pequeña”. Este auto fue remitido por el juzgado tras notificar, inicialmente, a los letrados de los padres de Asunta solo la parte dispositiva, decretando la prisión provisional, a instancias de la Fiscalía.
En él, precisa su "motivación" para enviar, en este caso, a la madre a prisión.
En concreto, sostiene que, de las diligencias de investigación ya practicadas, "se desprende" la supuesta participación de Rosario Porto en los hechos que se le imputan (homicidio, posible asesinato).
El juez justifica la decisión de enviar a prisión sin fianza a la madre de Asunta dado que "las testificales de amigos y allegados son importantes, la manipulación de pequeños matices podría ofrecerle una coartada" y sostiene que "pueden existir indicios que se desconocen y que la imputada podría destruir".
Por último, Taín rechaza dejar en libertad a la acusada porque dado las "gravísimas penas" a las se enfrenta la acusada y al "enorme rechazo social" que ha levantado el caso en Santiago, Rosario Porto podría "darse a la fuga", disponiendo para ello de importantes "medios económicos y contactos en el extranjero”.
Esta mañana, el juzgado de Instrucción ha requerido la presencia de los padres de Asunta para llevar a cabo una reconstrucción parcial de los hechos y otras diligencias, pero ambos se han negado "hasta que no se levante el secreto de sumario".
El abogado de Porto, José Luis Gutiérrez Aranguren, confirmó a los medios en la puerta del juzgado que ha recomendado a su cliente que "no participe absolutamente en ninguna diligencia nueva".
Tras la negativa, el juez Taín ha decidido tomar declaración a los tres policías que atendieron a la madre de Asunta cuando acudió junto a su exmarido a denunciar la desaparición de su hija.
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