Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

22 sept 2013

Portazo de Barcelona a ‘Isabel’

El veto a grabar la serie histórica en el Tinell desata una polémica política.

Plaza del Rey y fachada del Palacio Real Mayor, en Barcelona. / GUIDO MANUILO (EFE)

Isabel, la soberana castellana que reunificó los reinos, ha desatado una tormenta política cinco siglos después. El Museo de Historia de Barcelona (Muhba) ha vetado la grabación de la serie histórica de Televisión Española en el Tinell. La productora, Diagonal TV, asegura que el organismo municipal ha negado la entrada de las cámaras “por desacuerdo con la versión histórica de la serie”.
La entidad pública niega que exista un trasfondo ideológico en una decisión que desde la oposición ha sido catalogada de censura y de ataque a la libertad de expresión artística.

Rigor histórico

Barcelona ha hecho lo contrario que Granada.
 La ciudad andaluza no puso ningún obstáculo para que las cámaras rodaran en la Alhambra, y especialmente en el Patio de los Leones, objeto de un reciente y muy costoso proceso de rehabilitación.
 Allí donde ha sido posible, los productores de Isabel intentan grabar en los escenarios en los que se produjeron los acontecimientos. Los guionistas se mueven por un principio: el rigor histórico, aunque la serie que emite los lunes TVE (cinco millones de espectadores en la primera temporada) no es un documental sino una ficción, como subraya su director, Jordi Frades.
Desde esta perspectiva, los historiadores dan el visto bueno a la manera en la está narrado el agitado reinado de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón.
 En el arranque de la segunda entrega, el decano de la Facultad de Ciencias de la Documentación de la Universidad Complutense, José María de Francisco Olmo, dijo: “Está muy bien tratada en su argumento histórico, ha seguido las fuentes y crónicas existentes y cuenta la mayoría de los hechos que se produjeron en esos convulsos años”.
El portavoz socialista en el Ayuntamiento de Barcelona, Jordi Martí, sostiene que denegar o autorizar permisos de rodaje en Barcelona “en función de posicionamientos históricos es censura”
. En la misma línea, el líder de ICV-EU, Ricard Gomà, ha criticado al Gobierno municipal por “censurar expresiones de la ciudadanía en función de si se ajustaban a sus afinidades”.
 En el otro extremo ideológico, la Fundación Denaes para la Defensa de la Nación Española, de marcado tinte conservador, ha denunciado ante la Fiscalía al director de Patrimonio, Museos y Archivos del Ayuntamiento de Barcelona, Josep Lluís Alay, por “presunta prevaricación de autoridad pública”.
La polémica tiene un toque de tragicomedia.
 Los productores de Isabel tenían previsto instalar las cámaras en la plaza del Rey y en el Palacio del Tinell, sobre cuyos muros se colgarían estandartes y banderas de la corte castellana y aragonesa. “Teníamos que rodar allí porque en la plaza del Rey fue objeto de un atentado Fernando el Católico”, afirman fuentes de la productora, que aseguran que contaban con todos los permisos del Ayuntamiento y de la Guardia Urbana. Los problemas han surgido en el Museo de Historia del Ciudad. Su director, Joan Roca, ha dicho que se ha limitado a aplicar la normativa sobre el patrimonio. “No tengo nada en contra de que se rueden escenas en la plaza, lo que no se puede hacer es cubrir o redecorar los elementos de un bien protegido, como pueden ser los muros o los balcones”.
Pero esta declaración de principios choca con la realidad, ya que a menudo se ruedan series y películas en edificios que también forman parte del patrimonio de la ciudad.
 Y choca, de manera frontal, con la opinión del propio alcalde de Barcelona, Xavier Trias, que no ve ningún problema en que las cámaras de Isabel se instalaran en los salones del Tinell.
 Ha admitido que él hubiera concedido el permiso.
Y la oposición socialista no ha tardado en recordarle que el museo es de titularidad municipal y que el alcalde bien podía haber levantado el veto.
 “Si Trias piensa que Isabel se puede rodar en el Tinell, que dé la orden”, dijo Martí.

Pero los productores ya han comenzado a buscar otras localizaciones. “Seguramente se grabará fuera de Cataluña
. Tendremos que poner un rótulo especificando que el atentado a Fernando fue en la plaza del Rey de Barcelona”, dice Diagonal
. Tampoco está decidido dónde se rodará el encuentro de Colón con los Reyes Católicos. Hay dos versiones. Para unos, el navegante fue recibido en el monasterio de Sant Jeroni de la Murtra. Para otros, en el salón del Tinell. El museo de Historia sostiene que el encuentro no se celebró en el Tinell y que fue el rigor histórico lo que le llevó a denegar el permiso para rodar en ese edificio.
La Academia del Cine Catalán lamenta el portazo de Barcelona a Isabel porque es un escaparate de la ciudad para millones de espectadores, no solo en España sino en los países a los que ha sido vendida la serie.

 

21 sept 2013

Thérèse D; película-testamento de Claude Miller.

Thérèse D; película-testamento de Claude Miller.

 l director francés Claude Miller (Diario íntimo de Adéle H., Bajo sospecha), fallecido poco antes de presentar su película Thérèse D. en el Festival de Cannes 2012, para su última producción adaptó el argumento de la novela Thérèse Desqueyroux, del Premio Nobel de Literatura 1952, François Mauriac.

cartel Therese D Thérèse D; película testamento de Claude MillerEsta es la segunda vez que la novela de Mauriac es llevada al cine
. La primera, en 1962, estuvo dirigida por Georges Franju e interpretada por Emmanuelle Riva y Philippe Noiret.
La historia se centra en los sentimientos de una joven rica provinciana, interpretada ahora por Audrey Tatou (Amelie, El código Da Vinci), casada en los “felices años 1920”, por obligación y un poco por devoción también, con el propietario de tierras Bernard Desqueyroux, con quien comparte valores de clase del tipo “cuantos más pinos tenga una familia mejor para todos”, a cargo del actor Gilles Lellouche (Pequeñas mentiras sin importancia, Los infieles)
. La película llega a los cines españoles el 20 de septiembre de 2013.
Thérése D., aplaudida hasta la náusea por una parte de la crítica francesa que es bastante pedante y crea ídolos a los que se mantiene fiel –a pesar de todo- hasta que la muerte les separa, es una película excesivamente introspectiva, melodrama de entreguerras y alcobas polvorientas con contraventanas, donde no llega la luz del sol y todo ocurre en penumbra y a veces en tinieblas.
 Retrato de una burguesía aburrida, que se mira en el espejo de sí misma y sus iguales y no tiene más horizonte que la reproducción de la especie y las tradiciones (la novela se publicó en 1927).
 La narración, bastante líneal y cronológica, oscila entre retrospectiva y anticipación, abarcando distintos tiempos en los que París, la capital luminosa soñada en la lejanía, significa la libertad.
A Thérése, abrumada a pesar de sus convicciones, por el deprimente espectáculo de la cotidianidad de esa burguesía provinciana de la que no solo forma parte, sino que acaba convertida en pieza fundamental, no se le ocurre nada mejor que intentar asesinar a su marido -algo antisemita y bastante inculto, que llama israelitas a los israelíes- para escapar de la trampa en que se ha metido
. Casi lo consigue; a pesar de la evidencia de su comportamiento, de nuevo funciona el “qué dirán” y será la propia familia quien esconda la actuación criminal de la mujer.
Película sobre la soledad en compañía, sobre el aislamiento en el interior de las familias, tan polvorientas y rancias como sus estancias cargadas de muebles y adornos, sobre el enorme precio que en ocasiones alcanza la libertad y por encima de todo sobre la hipocresía y el secretismo burgueses, es la última obra de un artesano del cine francés que antes de dirigir largometrajes pasó por casi todos los oficios.
 Actor, ayudante de producción, guionista, auxiliar de realización, director de cortos.
 A lo largo de su carrera Claude Miller, fallecido de un cáncer a los 70 años, en abril de 2012, conoció algunos momentos de gloria, con las películas La meilleur façon de marcher (1976, sobre la intolerancia con los homosexuales), La petite voleuse (1988, escrita a partir de una sinopsis original de François Truffaut y con una adolescente Charlotte Gainsbourg como protagonista) y La clase de neige (a partir de una novela de Emmanuel Carrère, Premio del Jurado en el Festival de Cannes 1998).
Coincido con algunos franceses en la apreciación de que Audrey Tatou, en la que se apoya todo el relato, “es mucho más convincente cuando se calla que cuando repite el texto del guión” y destaco la presencia, ignorada por esa misma crítica que crea sus mitos y los alimenta con frecuencia, de la joven actriz Anais Demoustier (dos veces Mejor esperanza femenina, en 2009 y 2011, en los Premios Cesar de la Academia del cine francés), en la que ya me había fijado en la película Las nieves del Kilimanjaro (2011, dirigida por Robert Guédiguian), en el papel de la cuñada ingenua y simple.

Una Isla más


Menorca, despedida de verano en el fin del mundo con Cees Nooteboom

Por: Winston Manrique Sabogal20/09/2013
Menorca-playa1
Bahía de Mitjana, en Menorca.
De la Babilonia 3.500 años atrás a la Menorca de hoy. Entre medias Tokio, Suráfrica, Brasil, Indochina, Roma, Londres, Canadá, Nueva Zelanda... hasta un total de 19 ciudades, regiones o países que les hemos propuesto en la serie La vuelta al mundo literaria durante este verano que termina este fin de semana, oficialmente. Y para cerrar este periplo he elegido una isla de España: Menorca
. Pero con un autor no español aunque gran parte de su alma está en este país, y en esa isla especialmente: Cees Nooteboom.
Nadie mejor que Nooteboom, uno de los escritores y viajeros contemporáneos más relevantes, para clausurar esta primera entrega de la serie
. Él es el penúltimo gran viajero por el mundo y explorador de sociedades y vidas humanas a través de novelas, ensayos y poemarios, que este año celebra sus 80 años.
En Cees Nooteboom confluyen dos elementos que me gustan para esta serie: ante todo su calidad literaria (pausada, limpia y reflexiva) y su inagotable y contagioso ánimo viajero. Además de que Menorca es, desde hace 40 años, su lugar elegido para veranear, la isla donde más que descansar, el escritor holandés ordena sus pensamientos, decanta sus experiencias viajeras de los últimos meses y convierte todo eso en literatura.
Como un homenaje a ese lugar de sus amores, Nooteboom le ha dedicado un libro: Lluvia roja (Siruela). Es un retrato de su vida y de la vida de la isla. Un libro hecho de estampas visuales, emocionales e intelectuales. 202 páginas que son un viaje al interior y exterior de Menorca. Letras hechas de recuerdos, sueños y realidades cotidianas de forma que evoca su propio pasado, a los vecinos menorquines, la amistad, el reposo de la creación y del ocio, a la manera antigua de sacar el mejor provecho a la vida. (lee aquí un pasaje de Lluvia roja)
Nooteboom empezó a viajar por el mundo a los 19 años, y desde entonces no ha parado. Aún hoy, él cuenta cada viaje, cada experiencia como si acabara de ocurrir, con el entusiasmo de un adolescente que acaba de descubrir el mar y quiere meterse en él cuanto antes. Lluvia roja es un bello homenaje a Menorca y una lección de expresión de sentimientos y sensaciones con naturalidad y de reivindicación y exaltación de lo corriente que es donde suele estar la verdadera belleza:
"Mi jardín se encuentra en el camino de la luna.
 Ello me permite saber cuánto tiempo llevo aquí. Antes la luna llena avanzaba sobre el muro de atrás y sobre los grandes cáctus  de carpichosas formas. Ahora se oculta detrás de la bella sombra, avanza lentamente hacia arriba ocultándose detrás de los olivos silvestres y asoma entre los pinos que también han crecido mucho.
 Para ver la luna de verdad tengo que acercarme al mar, de donde emerge grande y dorada, o aguardar hasta más tarde, cuando todo está en calma y silencio, y la luna ya muy alta baña todo el jardín en plata. Y entonces, por un instante, uno se siente capaz de beber esa luz".
Asú es Cees Nooteboom, el penúltimo gran viajero del mundo y de la vida con libros como La historia siguiente, Cómo ser europeos, El día de todas las almas, Hotel nómada, Rituales, En las montañas de Holanda. Y como él mismo escribe sobre su vivienda de Menorca: "En nuestra casa termina el camino y el mundo".
Si sabes de otro libro sobre Menorca con el cual podamos viajar literariamente hasta allí, será bienvenida su recomendación.
Espero que les haya gustado la serie en la que participaron Edmundo Paz Soldán, Paloma Bravo, Roger Salas, Fietta Jarque, Patricia de Souza, Ana Carbajosa y este servidor.
Cees-nooteboom
Cees Nooteboom, en Menorca / Cristóbal Manuel

La viuda negra de Gucci elige al fin la libertad

Patrizia Reggiani fue a la cárcel por instigar el asesinato de Maurizio Gucci en 1995

Su crimen es digno de una novela negra: un magnate de la moda asesinado a tiros, una eexesposa despechada y un misterioso matón

Tras rechazar un régimen abierto hace dos años, ahora sale dispuesta a trabajar por primera vez en su vida

Patrizia Reggiani, en 1998, escoltada en el juzgado de Milán donde fue sentenciada por el asesinato de su exmarido, Maurizzio Gucci. / reuters

Una mujer despechada con una pasión desmesurada para las orquídeas.
 Un latin lover, su marido, millonario y soberbio asesinado a tiros.
 Un chófer vestido de uniforme, un sicario misterioso y hasta una vidente napolitana
. No falta ninguno de los personajes necesarios para montar un argumento digno de un gran clásico del género negro. Incluso podría aparecer, al final, el triste y solitario Philipe Marlowe para buscar el culpable, entre ríos de alcohol, mujeres en vestidos elegantes y salones bien amueblados.
El homicidio de Maurizio Gucci, en la Milán centelleante de 1995, enganchó a los italianos más que una novela de Raymond Chandler o, para quedarse en la capital italiana de las pasarelas, de Giorgio Scerbanenco.
 Tras dos años de investigaciones, se descubrió que el nieto del fundador de la prestigiosa casa de moda fue asesinado por un matón pagado por su exesposa, Patricia Reggiani. La viuda negra fue condenada a 26 años de cárcel por haber encargado el asesinato.
 Esta semana, se ha escrito el epílogo del suceso: Reggiani salió de la cárcel de San Vittore en Milán, después de haber pasado 16 años entre rejas
. La mujer está ahora libre, a la espera de que el juez supervisor conceda su tutela a los servicios sociales. La intención de la mujer, tal y como ha anunciado su abogado, Danilo Buongiorno, es descontar los tres años que le quedan de pena trabajando en Bozart, una empresa que produce joyas.
Patrizia Reggiani es hija de un empresario del transporte y siempre disfrutó de una vida muy acomodada. Mamó lujo y glamour desde su infancia
. A ella se atribuye una frase que suena como el equivalente italiano y contemporáneo del más famoso “si no tienen pan que coman cruasanes” que Maria Antonieta espetó al pueblo francés a un paso de Revolución: “Prefiero llorar en un Rolls a ser feliz en una bicicleta”, se dice que dijo Reggiani una vez.
 En 1973 su trayectoria de mujer rica llegó a su cénit: la boda con Maurizio Gucci, delfín de una de las dinastías italianas más poderosas, acaudaladas y famosas.
 Un joven guapo y un galán empedernido. De su relación nacieron dos hijas, Allegra y Alessandra. Reggiani era una gran dama de aquel mundo brillante y despreocupado que crecía y se desenvolvía en los márgenes de las pasarelas, las compras, las cenas benéficas y las inauguraciones de exposiciones artísticas.
Lamentablemente, la trama de este guion ambientado en la alta burguesía, productiva, rica y desenfrenada, siguió por derroteros también clásicos: pronto él abandona el hogar conyugal hechizado por una mujer más joven. Finalmente, en 1991, Reggiani y el rey de la moda se divorcian. Pero la despechada mantuvo los nervios templados y supo servir fría su venganza.

La traición familiar

Movida por el dinero, esta familia florentina que empezó vendiendo maletas y terminó inmersa en el mundo de la moda y los artículos de lujo, ha vivido sacudida por traiciones y asesinatos.
 Por dinero, Paolo Gucci hizo encarcelar a su padre, acusándole de fraude fiscal; y puso en fuga de Italia a su primo Maurizio, por supuesta manipulación de su herencia y evasión de impuestos
. Pero Maurizio pleiteó hasta ser el último representante familiar en Gucci. Dos años antes de que su exesposa encargase su asesinato, Maurizio Gucci vendió el 50% del imperio familiar por unos 100 millones de euros.
Gucci murió víctima de tres disparos el 27 de marzo de 1995. En aquel momento acababa de vender su participación en la empresa a unos inversores extranjeros
. Por esa razón los primeros indicios apuntaban a que el asesinato podría haber tenido un móvil financiero. Dos años después del asesinado, en cambio —y con gran impacto mediático— fue detenida aquella mujer pequeña, morena y siempre tan impecablemente engalanada que había sido su esposa durante 12 años.
En un principio, la condena fue a 29 años de reclusión.
 Las hijas pidieron que fuera anulada alegando que un tumor cerebral había afectado a la personalidad de la madre
. En el año 2000, sin embargo, un tribunal de apelación de Milán confirmó el fallo de culpabilidad pero redujo la pena a 26 años
. Reggiani, en su celda, intentó quitarse la vida ahorcándose con un cordón.
Ahora está libre y con insólitas ganas de buscarse un empleo
. Con tal de salir de San Vittore decidió engullir esta amarga píldora, que rechazó hace dos años, cuando superó la mitad de la pena y se le ofreció la posibilidad de salir de la cárcel durante el día para trabajar. El juez le propuso un gimnasio o un bar
. Fuera, en el mundo libre. Pero ella lo rechazó: “Nunca en mi vida he trabajado y, sin duda, no voy a empezar ahora”, dijo para zanjar la cuestión.
Prefirió quedarse en la seguridad del sector sexto de la cárcel milanesa, en la estrecha celda que compartió con otras reclusas
. Allí pasaba las horas cuidando de dos macetas y de un hurón.
 Al primero que tuvo, Bambi, lo colgaron de una litera sus compañeras. La convivencia con las reclusas, para ella, con sus modales finos y los ojos de un intrigante color violeta, sin embargo, no era fácil. Sin embargo, en 2011 le pareció preferible al mundo exterior
. Patrizia tuvo que rumiar y saborear la idea de volver a la libertad durante más de dos años, antes de mover el paso hacia el exterior. Antes de cambiar de idea y emprender el trámite para la libertad condicional.
A sus 64 años, envió una propuesta de colaboración a la Sociedad Argea, fundada en 1956, que bajo la firma Bozart produce bisutería y accesorios de alta gama para hombre y mujer.
Los dueños contestaron con su “plena disponibilidad” a contratarla en un showroom de Milán, según contó Ansa. “Creo que podría ayudarnos como asesora de estilo”, dijo a la agencia italiana Alessandra Brunero, que con su marido es propietaria de la empresa.
 “Me quedé sorprendida al recibir la petición, pero estamos encantados de poderla ayudar”, añadió.
 “Es justo que deje la cárcel, tras tantos años de comportamiento ejemplar, tal como lo prevé la ley”, alega su leal abogado Buongiorno.