Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

21 sept 2013

Sonrisa de porcelana para el imperio del azulejo

Triunfaron asociando su marca a rostros famosos: Isabel Preysler, la duquesa de Alba o el príncipe de Gales

Pero Porcelanosa ha encontrado su propia cara

Se llama María Colonques, la heredera.

María Colonques, heredera y nuevo rostro de Porcelanosa.

Guapa, rica heredera y, en breve, casada.
Uno de los imperios empresariales españoles está en capilla.
 La hija del presidente de Porcelanosa, Manuel Colonques, se casa. María, la niña de sus ojos, vestirá de blanco el próximo 11 de octubre y congregará a un buen número de los habituales del papel cuché, un ámbito en el que la propia novia se desenvuelve con soltura y gusto.
 Y es ese el más llamativo viraje del holding cerámico: de mostrarse prudentes, casi invisibles a los ojos de la prensa, los dueños de Porcelanosa, y especialmente María Colonques, han pasado a posar para las cámaras. “Los fotógrafos lo piden”, afirman en la empresa.
El hecho es que la boda de la heredera se convertirá en un concentrado de glamour en el que no faltará la que ha sido imagen de la empresa durante cerca de 30 años, Isabel Preysler.
Fue precisamente el hecho de que los personajes que contrataban para ser imagen de la firma pasaran a convertirse en los únicos protagonistas de las inauguraciones de alguna de las 485 tiendas que Porcelanosa tiene en un centenar de países lo que decidió a sus propietarios a empezar a mostrar sus propias caras
. A pasar, también ellos, a ocupar su hueco en el cuché. Tras muchos años cimentando su marca con rostros famosos, han optado por posicionarse en primera línea, dejarse ver y fotografiar con sus fichajes, y así evitar que la firma, su producto, pase inadvertido.
No toda la saga, con sede permanente en Vila-real (Castellón), ha seguido los mismos pasos.
 No todos aceptan esa exhibición pública en la que se han visto enrolados también algunos directivos.
 El grupo, que cerró el pasado ejercicio con una facturación de 1.075 millones de euros, con un incremento del 5% respecto al año anterior, está liderado por dos familias bien distintas: la Soriano y la Colonques.
José Soriano, el señó Pepe, era un hombre discreto hasta puntos insospechados.
Su vida era la fábrica, por la que se movía en bicicleta.
No le gustaba salir en las fotos, ni recibir un trato especial.
Exigía a sus trabajadores darlo todo por el negocio, pero también les compensaba cuando sufrían aprietos. Cuentan que la gama de su coche dependía de la que tuvieran sus empleados y no la sobrepasaba nunca, que aborrecía que sus paisanos le vieran con traje y que pedía a su esposa que cuando acudiera a esperarle a la estación procedente de algún viaje de negocios, lo hiciera con un jersey viejo que poder ponerse y con el que taparse la corbata
. Murió en un accidente de tráfico en diciembre de 2000. Sus hijas, María José y Sonia, han seguido sus pasos. Forman parte del consejo de administración y están en el más alto rango de la directiva.
 Pero públicamente ocupan un segundo plano.
Entre los Colonques también hay diferencias.
 Los dos hermanos (Manuel y Héctor) son los que aportaron la parte comercial en el nacimiento del imperio, que este año cumple 40 años.
Entonces apenas tenían 30 años y llegaron de la mano de su padre, un exportador de cítricos.
 Poco a poco incidieron en las ventas en lugar de en la fabricación (que quedó en manos de Soriano), en la necesidad de expansión y de internacionalización, hasta convertir aquel negocio de 50 millones de pesetas (30.000 euros) en un equipo de más de 5.000 personas.
Héctor se centró en las ventas, y Manuel, en la marca, para que Porcelanosa se convirtiera en sinónimo de elegancia.
 Por eso Héctor tampoco ocupa un lugar destacado en la imagen pública de la empresa, mientras que Manuel acude a todos los actos de la firma.
María junto a su padre, Manuel Colonques, directivo de Porcelanosa.
Gina Lollobrigida, Catherine Deneuve, Kevin Costner, Elton John, Orlando Bloom, Jeremy Irons, Pierce Brosnan, Nicole Kidman, Claudia Schiffer, George Clooney y Elle Macpherson son algunos de los personajes que han participado en sus promociones.
La firma llegó, a finales de los años noventa, incluso a la casa real británica y consiguió que el príncipe Carlos acudiera a algunos de sus eventos.
 El acercamiento, en este caso, comenzó cuando Porcelanosa se convirtió en miembro de The Prince’s Foundation for the Built Environment, la fundación del príncipe de Gales para la arquitectura y el medio ambiente urbano, una organización benéfica.
En 1998, el príncipe Carlos ofreció, en su residencia de Saint James, la primera cena en honor de Porcelanosa para celebrar la colaboración de la empresa con su fundación.
 La relación se fue fraguando y la firma decoró el interior de la Orchid Room, uno de los aposentos de Highgrove, la residencia en la que Carlos de Inglaterra pasaba los veranos y los fines de semana. También han suministrado azulejos para el cuarto de baño privado de Guillermo, pero el punto álgido llegó cuando el propio príncipe Carlos sugirió la colaboración de la empresa en el diseño y construcción de un jardín de estilo árabe que compitió en el Chelsea Flower Show, una prestigiosa feria floral de Londres.
 Porcelanosa creó, inspirado en la Alhambra, un mosaico de más de 80.000 piezas engarzadas que simulan una alfombra y sobre el que se instaló una fuente
. Después de conseguir el segundo puesto en el concurso, la firma se ofreció a instalarlo en los jardines de Highgrove.
Desde entonces, han sido muchas las ocasiones en las que el príncipe de Gales ha agradecido a Porcelanosa su colaboración, entre otras cosas, con la concesión del sello Royal Warrant, un reconocimiento a la calidad, una distinción que poseen un número limitado de empresas entre los proveedores de la Casa del Príncipe, en las que Porcelanosa es la única española.
Trabaja como directiva en una empresa del grupo y se la reconoce como "la heredera"
También han unido su imagen a la de la marca personajes como Amaia Salamanca, Carmen Martínez Bordiú, el modelo Andrés Velencoso o el torero Cayetano Rivera.
 Y se ha visto a los Colonques fotografiados con la duquesa de Alba en la inauguración de su tienda en Sevilla. La aproximación hacia esta grande de España comenzó en los ruedos. Coincidieron en la tradicional corrida goyesca en Ronda y también en el Salón Internacional del Caballo de Sevilla.
La relación se forjó por el interés de la duquesa por acudir a una de las cenas anuales con el príncipe de Gales, en las que Porcelanosa tiene potestad para invitar a comensales.
Isabel Preysler es de la casa desde hace más de 30 años.
 Daba el perfil de lo que la empresa buscaba transmitir: elegancia, sobriedad... pero en esos momentos ella estaba en la cima de la fama y no se decidía. “Acudimos personalmente a su casa para hablar con ella”, recuerdan fuentes de la empresa.
Después de meditarlo mucho, aceptó.
Se trata de contratos que maneja directamente la familia, y cuyos detalles no trascienden ni a los altos ejecutivos.
Prácticamente con todos se ha fotografiado Manuel Colonques, un hombre que tiene como hobby los palomos de competición, una práctica muy típica de Vila-real, su localidad natal.
María Colonques no es más heredera que sus seis primos o su hermano Manuel, pero sus apariciones en público, que también forman parte de su trabajo, han provocado que se le reconozca como “la heredera de Porcelanosa”. Desde hace más de diez años trabaja como directiva de una de las empresas del grupo, Venis, donde centra su actividad en el desarrollo de nuevos diseños.
 Su presencia en revistas del corazón ha hecho que pase a formar parte ya de la imagen de la firma.
 Y no se escatima vestuario para que así lo sea.
María, que lucirá una creación exclusiva diseñada personalmente por el modisto libanés Elie Saab para ella, se casa con Andrés Benet, un farmacéutico y nutricionista a quien conoció hace algo más de dos años. Se prometieron en diciembre y desde entonces se han afanado en cuidar los detalles del enlace.
Pero el boato del que, a buen seguro, se engalanará la boda no dejará, sin embargo, de lado el origen de la empresa
. El enlace será en la iglesia de Vila-real y allí mismo se empezará a exhibir el reconocimiento a sus raíces, con la participación de la local Coral Sant Jaume, pero también de la Orquesta Sinfónica del Mediterráneo, a la que se unirá la actuación como solistas del tenor valenciano Vicente Ombuena y la soprano coreana Jin Jung Park.
Los 650 invitados, un centenar más de los que asistieron en 2010 a la boda del otro hijo de Manuel Colonques, serán trasladados posteriormente al Palau de les Arts Reina Sofía de Valencia.
Muchos de ellos volverán a verse en el próximo gran evento de la firma: la apertura, el año que viene, de la primera tienda en Manhattan tras la adquisición de un edificio de seis plantas en la Quinta Avenida de Nueva York que será rehabilitado por el arquitecto Norman Foster.

 

La infanta Cristina se fabrica una nueva vida

La familia Urdangarin Borbón lleva ya un mes instalada en Ginebra

Residen en un elegante ático de seis habitaciones por el que pagan al menos 6.000 euros al mes y disfrutan alejados de los focos y los problemas, de la discreción de la ciudad suiza.

La infanta Cristina, con sus tres hijos menores. / EUROPA PRESS

El palacete de Pedralbes, imagen de la opulencia en la que Iñaki Urdangarin y su familia vivieron durante 10 años, lleva ya un mes cerrado.
 Está a la venta por 9,8 millones de euros en varias webs inmobiliarias especializadas en residencias de lujo. En sus habitaciones solo quedan unos pocos muebles. Los propietarios no tienen planes de regresar.
 Están instalados en la aristocrática Rue des Granges de Ginebra, en un ático de lujo menos expuesto a la curiosidad.
 Privacidad es lo que la infanta Cristina busca para los suyos en esta nueva etapa de su vida.
 Vivir en Barcelona en medio del huracán desatado por el caso Nóos y la imputación del duque era ya insostenible para toda la familia.
Fue la hija menor de los Reyes quien decidió volver de Estados Unidos hace dos años.
No podía soportar más la lejanía de España
. Se sentía aislada. Pero solo un año en Barcelona le ha servido para darse cuenta de que sus cuatro hijos estarán mejor si ponen distancia a los problemas judiciales de su padre.
 La exposición mediática y los comentarios de los compañeros de colegio se convirtieron en un problema irresoluble. Para ella y su marido la situación era igualmente insostenible, incluso en círculos en los que antes se les protegía como el Club de Tenis de Barcelona, famoso por su discreción, adonde acudían casi a diario. A los socios, miembros de la alta burguesía de la ciudad, no les gustaba la presencia de prensa en la puerta y tampoco las reuniones que la pareja mantenía allí con sus abogados para diseñar estrategias.
 Así que de nuevo fue la infanta quien tomó la iniciativa de buscar destino en el extranjero con el visto bueno del Rey.
Primero pensaron en Catar y en que fuera Urdangarin quien buscara trabajo.
 Recurrieron a su vieja amistad de ida y vuelta con el técnico Valero Rivera para intentar encontrar un cargo en la selección nacional de balonmano.
 Pero los planes se frustraron por la falta de titulación del duque.
 Luego se barajó Londres como destino de la familia. Allí vive la familia griega de la infanta y allí pasa la reina Sofía mucho tiempo. Tampoco pudo ser. Fue finalmente La Caixa quien encontró solución a los problemas de su distinguida empleada y Ginebra fue la ciudad elegida. En colaboración con la fundación del Agá Jan —uno de los mejores amigos del rey Juan Carlos—, diseñaron un puesto para ella como directora de relaciones internacionales y además fabricaron una nueva vida para la familia.
La infanta y sus cuatro hijos son los que tienen el carné de residentes en Suiza; no así Urdangarin, que sigue viviendo oficialmente en Barcelona, aunque nadie oculta que pasa casi todo el tiempo en Ginebra y solo regresa a España para atender sus problemas judiciales.
La pareja se muestra sólida y unida en medio de la tormenta.
La fachada de la casa de la infanta en Ginebra. / RICARDO GARCÍA
En un país acostumbrado a los vecinos famosos que buscan discreción, la presencia de una infanta española pasa casi desapercibida.
 En Suiza, la discreción es una norma, y la mudanza de Cristina de Borbón a orillas del lago Leman no es una noticia destacada para la prensa local
. La periodista Valérie Duby, del diario Le Matin, lo corrobora: “A pesar de que conocemos bien la dirección exacta del domicilio de la infanta, preferimos no hacer fotos de la fachada del inmueble. La dirección del diario consideró que era un atentado a su intimidad”.
 No ha sucedido lo mismo en la prensa española. Seis agencias de noticias y una revista han seguido sus pasos hasta Ginebra —alguna todavía hace guardia—. La familia Urdangarin Borbón cuenta con protección que le proporcionan los servicios españoles de seguridad, aunque, según fuentes policiales, es mucho menos que en España porque el nivel de riesgo es Suiza es menor.
La Rue des Granges, en la que se han instalado los Urdangarin Borbón, se encuentra cerca de la Place des Bastions y sobrevuela el imponente Muro de los Reformadores.
 Se llega a esta zona que domina Ginebra desde el corazón del casco antiguo, subiendo por la Grande Rue desde el centro comercial de la Rue de la Confédération.
 Se trata de un barrio con solera que hace las delicias de los turistas chinos y donde tiene casa Kofi Annan, ex secretario general de Naciones Unidas, y muchos miembros de la alta sociedad de Ginebra. Otros vecinos, sin embargo, sostienen que el barrio “ya no es lo que era, entre los turistas, el ruido nocturno y la inseguridad creciente”.
La residencia de la infanta es descrita como “una casa grandiosa, noble y a un tiro de piedra del ayuntamiento de Ginebra”
. El alquiler que pagan es de 6.000 euros mensuales, según fuentes próximas a la pareja.
 Sin embargo, de acuerdo con las tarifas de la zona ronda los 10.000 más gastos.
Es notablemente más pequeña que Pedralbes, pero aun así tiene seis habitaciones que acogen al matrimonio y a sus cuatro hijos —Juan, Miguel, Pablo e Irene— y donde esperan recibir muchas visitas.
La primera en acudir fue la infanta Elena, que ayudó a su hermana a instalarse en los últimos días del mes de agosto.
 Poco después llegó Claire Liebaert, la madre de Iñaki Urdangarin, que está dispuesta a pasar con ellos largas temporadas. Para los próximos días se espera la llegada de la Reina para felicitar a su nieto Juan, que el día 29 cumple 14 años.
Los hijos de la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin estudian en la Ecole Internationale de la Route de Chêne, en el centro de Ginebra, una de las más exclusivas, cuyas tarifas van desde 16.000 euros anuales para el preescolar hasta 26.000 euros para los cursos superiores.
 La infanta tiene descuento a partir del tercer hijo.
“Se trata de una institución educativa de reconocido prestigio a la que solo acceden los hijos de las élites de Ginebra y de los ejecutivos internacionales de más alto nivel”, explica Loly Bolay, una política nacida en Galicia que trabaja como diputada del Partido Socialista de Suiza
. Ella ya ha coincidido con los Urdangarin Borbón. “Fue en el Café Papon, donde suelo desayunar en los descansos de las sesiones del Parlamento, y que parece ser uno de los lugares favoritos de la infanta.
 No les comenté que soy diputada.
 Me presenté como una simple ciudadana española, dándoles la bienvenida a Ginebra”
. Y añade: “La infanta dista mucho de llevar una vida discreta”, explica la diputada. “Se la ve mucho por el centro de Ginebra, y no es nada raro cruzársela en tiendas o mercadillos acompañada de sus hijos.
 No están de incógnito, ni mucho menos. Ginebra es consciente de su presencia”.

 

20 sept 2013

Siempre somos hijos

Siempre somos hijos

Por: | 20 de septiembre de 2013
Franz-falckenhauscara
No basta decir que es razonable que los padres se ocupen de sus hijos. 
Ya no es preciso invocar ni siquiera la casuística para comprobar hasta qué punto se producen de modo permanente situaciones en las que esto sencillamente no es así. 
Tan cierto es que los padres cuidan de los hijos, o no lo hacen, como, en no pocas situaciones, estos de aquellos. 
Tiene mucho que ver con la edad, con la salud, con las condiciones socioeconómicas, y no sólo.
 Es tal la panoplia de acotaciones que se requieren en cada caso, que conviene no precipitarse sentenciosamente para caracterizar lo que ocurre.
 Lo que sucede no se deja resumir tan fácilmente. 
Pero, incluso en el desencuentro, en la ruptura, en la ausencia o en una suerte de inexistencia, nunca dejamos de ser hijos.
Se viene produciendo un verdadero entrecruzamiento en la necesidad cada día más patente de cuidarnos. También, mutuamente.
 Valerse por sí mismo no significa ignorar a los demás, aunque sea un factor determinante de la autonomía personal.
 Sin embargo, no pocas veces resulta en alguna medida inviable
. Y ello ha de considerarse una auténtica dificultad en la práctica de la libertad.
 La complejidad del tiempo presente ha provocado una alteración tan profunda que nos encontramos con escenarios en las que se produce un cierto abandono.
Podría a su vez presumirse que el mero hecho de ser padres o tutores, o máximos responsables de garantizar el entorno afectivo en el que alguien va creciendo y desarrollándose, acredita que se dan las condiciones para asumir con cierta naturalidad su labor.
 Pero no pocas veces muchos afirman encontrarse desbordados, como atropellados por la existencia, y no sólo por una preparación que desearían mejorable, sino por una actitud que les hace sentirse damnificados por su propia y necesaria tarea.
 Ello va labrando una distancia, una determinada percepción, la de que se es víctima de lo que les corresponde hacer, mientras tamaña ocupación les hurta vida, tiempo de vida.
Y entonces, a pesar de los afectos, no es infrecuente encontrar quienes sienten su condición como una carga, que exige una dedicación y un esfuerzo que, aunque se espere y se presuma, nunca supusieron que fuera tal. No resulta fácil ni ser padres ni ser hijos, por mucho que esgrimamos la consabida naturalidad.
René Magritte3
Pero dado que se trata de una relación y no de un mero velar, vigilar o transmitir, no todo se reduce a acción, ha de haber pasión, esto es, capacidad de verse afectado.
 Y entonces decimos algunas palabras, aunque también las escuchamos.
 Un niño, y más aún un chico, un chaval, es asimismo capaz de desear, de preferir y de distinguir.
 Y desde luego, de necesitar.
 No se cuestiona su inmadurez, pero ello no significa incapacidad y, menos aún, falta de sensibilidad o de perspicacia.
 No es cuestión de subrayar, por ejemplo a la par, nuestras deficiencias y carencias.
 Todos somos hijos.
 Ello ha conducido a situaciones cada vez más frecuentes en las que el lógos, desconcertado, encuentra dificultades para constituirse como algo real, como discurso capaz de decir y de hacer, como palabra cercana y eficiente.
Semejante movimiento circular del pensamiento pone al mismo tiempo en circulación el sentido y el alcance de la educación y muestra hasta qué punto se encuentra marcada histórica y socialmente.
 Deleuze señala que una clase ha de parecerse “más a un concierto que a un sermón” y, efectivamente, se trata de concertar, de acierto y de concierto.
 Una clase y una existencia.
El desamparo no es patrimonio exclusivo de la infancia.
La incertidumbre, tampoco.
 La necesidad afectiva no corresponde únicamente a las etapas iniciales de nuestra vida, y la permanente llamada que requiere al otro, del otro, no es cosa de mentes aún poco formadas.
 Reconocer las propias carencias es condición indispensable del buen educador. Limitarse a enumerarlas no es, sin embargo, suficiente. Siempre somos hijos
. Quizá cabría decir que cada cual a su modo, a su tiempo, va desplegando las posibilidades de su formación, y no considerarse plenamente culminado es una condición fundamental para la tarea de educar, que es siempre acompañar e intervenir. Sin duda, decir, y también dejarse decir, es asimismo escuchar.
 En todas las edades, en todas las etapas.
Franz-falckenhaus2
Quien al cuidar es exigente más allá de lo razonable, suele serlo al requerir y necesitar ser cuidado
. Quienes, por diversas razones, precisan de atenciones intensas y permanentes, quienes no pocas veces nos son tan próximos, ponen en cuestión no sólo nuestra paciencia, sino asimismo nuestra educación.
 Y nuestro afecto. Y nuestros valores
. Ellos se labran una y otra vez en el niño que más o menos explícitamente siempre demanda auxilio. En el adolescente que es invocación y reclamación, incluso en su rechazo, en el joven que es enérgica intemperie de aparente suficiencia, en aquél que en edad madura constata hasta qué punto todos esos momentos se reproducen y se reactivan con diversos rostros, en un tono que vela por eludir los sobresaltos, en la vejez que es la plenitud de cierta infancia, la infancia inicialmente sin aspavientos, la maravilla difícil.
 Y entonces, a pesar de estas caracterizaciones, no valen ni las caricaturas ni las generalidades
. Cada quien en su singularidad nos impide alcanzar grandes conclusiones.
Sin embargo, decir eso ya supone alguna toma de posición.
Todos habitamos formas diversas de necesidad, algunos de lo más elemental y ya contemplamos niños que cuidan de sus padres, se ocupan a su modo de la atención que los propios padres no pueden o no saben tener de sí mismos, abuelos que afrontan espacios antes menos previstos, y, en cierto modo, se vinculan unos con otros, sin dejar establecer un cuadro que resuma lo que ocurre.
 No hay manual de instrucciones para la relación.
Tal vez hemos de empezar por no dar demasiado por supuesto
. Es cuestión de afectos, de complejos afectos, pero a veces no es fácil tipificar comportamientos
. De ahí que resulte tan desconcertante que haya quienes catalogan los procesos y los tiempos, desde una presunta consideración de la madurez, para proceder sin más tópica y jerárquicamente, en una clasificación de supuestos y previsiones.
Nadie se exime de la necesidad de requerir de los otros y es prudente no hacer ostentación de autosuficiencia. Y menos de los afectos. Siempre al respecto perdura una filiación. Y a partir de ella podría labrarse algo más fraternal.
Franz-falckenhaus4
(Imágenes: Franz Falckenhaus y René Magritte, El espíritu de la geometría)

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