Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

12 sept 2013

El club de las excéntricas Por: Tereixa Constenla | 12 de septiembre de 2013

El club de las excéntricas

Por: | 12 de septiembre de 2013
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2Maeztu1_thumbMucho antes de que llegara el aluvión de buceadores de la memoria histórica, estaba Antonina Rodrigo.
 No sola, claro está.
Pero ella fue una de las primeras en preocuparse en hacer hablar a los silentes, a toda aquella generación de desterrados o autoexiliados  o reprimidos o amnésicos o demudados o simplemente que no habían tenido quien les escuchara.
 Rodrigo (Granada, 1935) comenzó a rastrear biografías de personajes que nada decían en los años setenta y ochenta a pesar de todo lo que tenían que decir.
 De aquellos trabajos de recuperación salieron varias obras, entre ellas Mujeres olvidadas, un título que ahora ha sido reeditado por La Esfera de los Libros, donde se rescata la vida de 15 personalidades de la política, las artes y el pensamiento que vivieron entre finales del siglo XIX y el XX.
No todas cayeron en el olvido, aunque son muy pocas las que han resistido el paso del tiempo.
 Dolores Ibárruri, Pasionaria, sin duda la figura más icónica e internacional que habrá tenido nunca el partido comunista en España, es la principal excepción.
 Pero ¿cuántas personas podrían ubicar hoy a María Goyri, María Blanchard, María de Maeztu (con birrete académico en la foto) o María Casares? ¿María Teresa León (en la imagen central) tiene espacio propio en nuestra memoria o la tratamos como un mero apéndice de Rafael Alberti?
En opinión de la escritora catalana ya fallecida Montserrat Roig, que escribió el prólogo para la primera edición del libro, “a María Teresa León se la conocería mucho más si no hubiera sido la compañera de Rafael Alberti”
. Y sigue: “A María Goyri, también, si no hubiera sido la mujer de Menéndez Pidal. Zenobia Camprubí (en la foto superior) entendio, avant la lettre, la crisis de valores que estamos viviendo, pero prefirió ser la ‘lengua’, la ‘mano’, el ‘pie’, la enfermera, la mecanógrafa, el chófer de su marido, el gran poeta y hombre neurótico Juan Ramón Jiménez”.
Gracias a los apuntes biográficos de Rodrigo, cada una de ellas ha recibido un salvavidas para seguir flotando en la nebulosa del recuerdo.
 Dejando a un lado las políticas (además de Ibárruri, se biografían entre otras Margarita Nelken, Victoria Kent o Federica Montseny), la lectura de las peripecias vitales de la mayoría de las mujeres reseñadas genera dos efectos que parecen casi antagónicos. Por un lado asombra descubrir el talento, la energía y la visión vanguardista de muchas de estas trayectorias, que tuvieron en ocasiones impacto internacional.
 Fueron en verdad pioneras –por mucho que sea una palabra ajada- en un tiempo en que el signo de los tiempos venía marcado por la incorporación de la mujer a mundos que le habían estado vedados.
Detengámonos en María Blanchard (Santander, 1881-París, 1932), que había sido ninguneada en España cuando su pintura se apartó del camino trillado y que logró un pedestal propio en aquella ciudad rebosante de aspirantes a genio que fue París. Es una de las grandes del cubismo.
 Según Diego Rivera, solo por detrás de Picasso
. Cuando volvió al trazo figurativo no decayó su carrera.
Uno de sus óleos, La comulgante, que se puede ver en el Museo Reina Sofía, asombró a la crítica francesa en 1921.
 Blanchard tiene obras en varios museos franceses y belgas, pero poca repercusión en la historia del arte y apenas ningún eco en España.
 Solo en dos ocasiones los museos estatales le han dedicado una exposición antológica, la última -entre 2012 y 2013- ha sido organizada por el Reina Sofía y la Fundación Botín.  
El segundo aspecto que parece contradecir el anterior es corroborar la vuelta atrás que se produjo tras la derrota del Gobierno republicano en 1939.
 Desaparecieron de escena las mujeres independientes y brillantes. En la dictadura solo había espacio para la madre y la esposa. Lo que se tuvo no se retuvo.
Las conquistas no son eternas (por si necesitamos más pruebas: asomémonos a nuestro presente).
 “A veces hay que luchar por lo evidente”, decía Manuel Vázquez Montalbán.
Y recordar lo memorable. Como la historia de María de Maeztu (Vitoria, 1882-Buenos Aires, 1948) que, según Rodrigo, fue “la gran impulsora de la cultura femenina en España” y “embajadora en las universidades europeas y americanas, cuando la formación universitaria femenina daba en nuestro país los primeros pasos”. Maeztu, que estudió Magisterio y Derecho y fue discípula de Unamuno y Ortega y Gasset, pronto alcanzó fama de pedagoga brillante y, en 1915, se convirtió en la primera directora de la Residencia de Señoritas creada para acoger a las jóvenes que se desplazaban a Madrid para estudiar.

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María de Maeztu, durante una clase en la Residencia de Señoritas.

Por la institución pasaron Marie Curie, Juan Ramón Jiménez, Azorín, Ortega y Gasset y Pedro Salinas, entre otros. García Lorca, amigo de Maeztu, leyó allí su Poeta en Nueva York y ensayó obras de La Barraca.
 El diplomático chileno Carlos Morla Lynch la describía así: “Notable conferenciante, pedagoga magnífica, organizadora insuperable, no se le ha tributado aún, a mi juicio, el panegírico que a su obra corresponda”.
En 1926 Maeztu se convirtió también en la primera presidenta del Lyceum Club Femenino, una organización similar a la existente en otros países europeos que perseguía “fomentar en la mujer el espíritu colectivo, facilitando el intercambio de ideas y encauzando las actividades que redunden en su beneficio”. Su dinamismo cultural –no solo tomaban el té- no gustó a todos. Antonina Rodrigo recupera algunas diatribas lanzadas por representantes religiosos:
“La sociedad haría muy bien recluyéndolas como locas o criminales, en lugar de permitirles clamar en el club contra las  leyes humanas y las divinas.
 El ambiente moral de la calle y de la familia ganaría mucho con la hospitalización o el confinamiento de esas féminas excéntricas y desequilibradas”. En 1939 el Lyceum Club fue confiscado por la Falange y reconvertido en el Club Medina por la Sección Femenina.
Antes del zarpazo de la guerra, María de Maeztu había peregrinado como prestigiosa conferenciante por medio mundo (fue profesora de la Universidad de Columbia y de México, dio charlas en Oxford y recidió el honoris causa del Smith College). Se convirtió en consejera de Instrucción Pública del Gobierno. Y ahí acabó su prometedora carrera en España
. El 31 de julio de 1936 fue detenido su hermano, el escritor y miembro de Acción Española Ramiro de Maeztu, fusilado tres meses después en el cementerio de Aravaca tras una de las sacas irregulares de presos ocurrida en Madrid en 1936. María abandonó España y se instaló en Buenos Aires, donde moriría en 1948. “Este prolongado destierro me produce una melancolía infinita… Me hubiera gustado tanto pasar los últimos años de mi vida en esa tierra para confundirme con ella…”, escribió.
Hoy pocos conocen la labor esencial de María de Maeztu. Libros divulgativos como el de Antonina Rodrigo contribuyen a que no se desvanezcan del todo. “Alguien dijo”, subrayó Montserrat Roig en su prólogo, “que recordar es vivir dos veces
. Y eso es tan cierto como que el olvido es una muerte doble”.

Karl Lagerfeld cumple años, pero nadie sabe cuántos

Karl Lagerfeld, durante uno de sus desfiles. / CORDON

Cuando la madre de Karl Lagerfeld estaba embarazada de su hijo, quizás en el año 1933 o 1935, visitó una vidente quien tuvo una visión grandiosa para la criatura.
“El niño será obispo” le aseguró. La madre respondió: “Todo, pero menos eso”
. La vida tenía deparado un destino más grandioso para el niño que nació en Hamburgo en un año incierto. Lagerfeld llegaría a ser con el tiempo el Papa de la moda.
Pero el gran diseñador, que recordó esa anécdota en un programa reciente difundido por un canal de televisión alemán en vísperas de su cumpleaños, no quiso revelar el año exacto de su nacimiento.
“Odio los cumpleaños, odio todo lo que tenga que ver con esa fecha porque es algo superfluo”.
¿Excentricidad de un genio, o un simple capricho del zar de la moda alemán?.
 La biografía oficial del diseñador señala que Lagerfeld nació un 10 de septiembre en la ciudad de Hamburgo, pero nadie sabe en qué año nació el Kaiser de la moda
. La prensa germana, que no oculta su admiración por la trayectoria del hijo ilustre de la ciudad hanseática, sugirió este martes que el modisto cumplía “posiblemente 80 años, quizás 78 y, a lo mejor, 75”.
Lagerfeld, que fue bautizado por el periódico BILD en el dia de su cumpleaños como una “leyenda viviente” de la moda, inició el juego de adivinanzas sobre su edad en 2008 cuando celebró una fiesta para festejar su cumpleaños número 70, pero cuatro años después celebró sus 79 años de vida.
 No hace mucho el diseñador confesó a la revista Paris Match que había nacido en el año 1935
. De acuerdo a la lógica matemática y a los festejos realizados por el propio modisto, este 10 de septiembre Lagerfeld debería haber cumplido 75 años, 78 o 80 años.
Wikipedia señala que Lagerfeld nació el 10 de septiembre de 1933, pero el diseñador, en un gesto coqueto e interesado desmintió la información de la enciclopedia digital y dijo que “lamentablemente” su certificado de nacimiento había sido destruido durante un incendio en la Segunda Guerra Mundial.
 ¿Cuántos años tiene Karl Lagerfeld?.
La interrogante parece no interesar a nadie.a los pies del gran diseñador y afirma con una pasión desmedida que el “último Dandy de Paris” es “eterno” y una figura de culto que representa una marca que no está regida por las leyes naturales que afectan a los simples mortales.
El propio Lagerfedl, quien se sometió a un dieta rigurosa que le hizo perder 40 kilos, parece ser una reencarnación de Dorian Grey.
 El diseñador, que aun lleva su pelo blanco atado con una coleta, parece imperturbable al paso de los años y tampoco da la impresión de querer asumir el rol de un jubilado.
“Karl Lagerfeld es mucho más que un ser humano.
 Es una marca, es un icono”, admitió sin pudor la revista Focus, al rendir un homenaje al diseñador en su nuevo cumpleaños.

Cenizas.....................David Trueba

La preocupación mundial por la conservación de los nuevos formatos digitales hace tiempo que consume en un debate muy interesante a los profesionales del archivo histórico.

Fotograma de 'Vértigo'

A modo de homenaje, este verano quise recuperar unas imágenes de películas españolas.
Quería que las vieran los personajes de mi última película. Una de mitad de los años sesenta, la otra de 20 años después.
 Es decir, tampoco se presumía un ejercicio de paleontología que se remontara al cine mudo.
Pero en ambos casos me encontré con la misma situación.
Soportes destrozados, imágenes casi irreproducibles, el color desaparecido, ningún masterizado digital con calidad mínima.
 Un estado lamentable que parece extenderse como una tragedia por el patrimonio audiovisual español sin que dispare las alarmas de nadie. Si ese es el nivel de reproducción de unas películas conocidas y respetadas, qué no estará ocurriendo con el fondo más oscuro.
La preocupación mundial por la conservación de los nuevos formatos digitales hace tiempo que consume en un debate muy interesante a los profesionales del archivo histórico.
 Conocemos la resistencia y duración de los materiales antiguos, pero apenas sabemos nada del futuro que le espera a los soportes actuales, que además cambian y se hacen incompatibles casi cada lustro.
 Hagan la prueba casera y resultará contundente.
 Se conserva mejor la única foto que perdura de sus bisabuelos que muchas de las instantáneas o vídeos que tomó de sus nietos hace apenas unos años.
El New York Review of Books, una de las mejores lecturas críticas que se puede tener al alcance, reprodujo el discurso de Scorsese en el Kennedy Center donde reflexionaba sobre la perdurabilidad del legado cinematográfico. Allí recordaba que Vértigo, de Hitchcock, ocupa ahora el número uno de las listas de mejores películas, que cada década varía sensiblemente
. La cinta, en su día, recibió críticas templadas y una recepción comercial mediocre.
 Es decir, tenía todas las papeletas para pudrirse en el abandono y la degradación
. Su laborioso salvamento, gracias a las oscilaciones del criterio crítico, no puede evitar que otras aventuras cinematográficas tengan menos suerte
. Celebramos con fuegos artificiales la recuperación de películas perdidas, este verano dos que han llenado de titulares superficiales la prensa mundial. Mientras tanto desaparece lo que aún no está perdido del todo
. Y España, me temo, en esto del abandono y la desidia es campeona mundial.

 

Arnaldur Indridason, premio RBA de novela negra 2013

Arnaldur Indridason, premio RBA de novela negra 2013.

El autor islandés recibe el galardón por la novela 'El pasaje de las sombras'.

El escritor islandés Arnaldur Indridason, en Barcelona. / CONSUELO BAUTISTA

El escritor islandés Arnaldur Indridason (Reikavik 1961) ha sido el ganador del VII Premio RBA de novela negra que se ha fallado este jueves en Barcelona.
 El autor de la serie del detective Erlendur Sveisson sucede a Michael Connelly en el palmarés del galardón. El autor de La mujer de verde, Las Marismas o Invierno ártico (todas editadas en España por RBA) es todo un éxito de ventas en su país (donde vende más de 30.000 ejemplares de cada novela de una serie que inició en 1997) y ha sido traducido a 37 idiomas.
Como otros autores nórdicos que le precedieron y algunos de su generación, Indridason trata de mostrar al mundo los errores y defectos de la sociedad en la que vive en una suerte de crítica social que alerta sobre el auge de ciertos comportamientos y arroja luz sobre las sombras de un país que, como se vio durante la crisis, está lejos de ser perfecto.
Tras recibir el premio y preguntado por el realismo y la crítica social de sus novelas y del género negro en su versión nórdica, Indridason asegura:
“La novela negra de estos países habla de gente normal que se encuentra en situaciones excepcionales y de ahí sale la corriente del realismo social, donde las novelas ocurren en una sociedad determinada y participan de la realidad de esa realidad. Intento trabajar dentro de ese socialismo real
. Por eso pongo el énfasis principal es en la creación de los personajes, en la caracterización. Siempre me ha importado crear personajes que importen al lector.
 Si los personajes no te importan no tiene ningún sentido seguir la historia”.
La mujer de verde, su obra más popular y de la que se han vendido 140.000 ejemplares en España, relata un escabroso, cruel y oscuro caso de violencia de género, que el autor considera “una de las cosas más despreciables que existe”.
 “La violencia de género es difícil de combatir porque genera vergüenza y eso facilita la tarea al agresor”, ha asegurado.
Preocupado por preservar el idioma islandés “escribiendo, que es la mejor manera de defenderlo” y por conocer la realidad sobre la que escribe, descarta ambientar una de sus próximas obras fuera de su país y, menos, en Barcelona: “La regla número uno es escribir sobre lo que conoces. Me temo que si escribiese sobre Barcelona ahora mismo sería una novela malísima”.
El autor islandés tienen una prosa seca, sin alardes, como su personaje, el detective Erlendur Sveinsson, un hombre solitario, complejo, obsesionado con su trabajo, que no tiene aficiones ni una gran vida social más allá de sus pesquisas. Un detective marcado por las pérdidas, (la de su hermano, de pequeño, en una tormenta de nieve; la de sus hijos a los que abandonó y que se convirtieron en drogadicta, ella y alcohólico, él). "El sentimiento de culpa es una fuerza muy poderosa, erosiona como poco en la vida", aseguraba hace dos años en la Feria del Libro de Francfort.
 Su estilo es conciso, depurado y muy preocupado por los detalles de la investigación.
Apasionado de la cotidianidad del método de trabajo policial, Indridason reconoce influencias de los padres de la novela negra sueca, Maj Sjöwall y Per Wahlöo y de Ed McBain y John Le Carré.
Además de Indridason y Connelly, han recibido el premio Francisco González Ledesma, Andrea Camilleri, Phillip Kerr, Harlan Coben y Patricia Cromwell.