La ilustradora murciana Irene López Almagro dota a sus bocetos
infantiles con un toque siniestro de quien se niega a dejar de ser niña.
El arte infantil busca mucho más que provocar una sonrisa entre sus
pequeños consumidores.
O, al menos, eso procura hacer Irene López
Almagro.
Esta dibujante murciana, de 26 años, desliza en sus dibujos un
segundo mensaje mientras lucha por mantener vivo ese instinto feliz de
su infancia.
“Para mí es un orgullo pertenecer a ese grupo de personas
locas que se niegan a dejar de ser niños”, asegura. Sus creaciones, sin
embargo, son más ambiciosas:
“Me gusta ese arte inocente, pero con un
toque siniestro, como las películas de Tim Burton”.
López dibuja desde pequeña. Cuando llegó la hora de elegir una
carrera, de pensar “en algo más serio”, dudó, pero la respuesta la tenía
delante.
Siempre en Murcia, escogió Bellas Artes para después
profundizar en ilustración infantil en el EINA, un centro de diseño y
arte adscrito a la Universidad Autónoma de Barcelona
. La dibujante
asegura que no se dirige a un público infantil: lo que intenta expresar
es a la vez un concepto sencillo y complejo. “No busco solo el toque
inocente, me gusta que haya un segundo mensaje”.
Fascinada por el surrealismo de Dalí, López confiesa que su pasión
viene de la fantasía del cine y de la literatura. “Me inspiran el humor
serio de Chaplin y las historias de Tim Burton”, confiesa.
De sus
influencias contemporáneas destaca a la ilustradora infantil Rebecca
Dautremer y a Benjamin Lacombe, dibujante de las historias de Edgar
Allan Poe y uno de los mejores ejemplos de esa mezcla entre lo infantil y
lo siniestro que cautiva a la dibujante murciana.
El proceso de creación de sus obras es simple. “Me sirve cualquier
lugar donde me pueda apoyar”, afirma. Empieza con lápiz y papel y el
último toque de color lo da en digital: “Te metes como en otro mundo. Se
te pasan las horas dibujando y no te das cuenta”
. Aunque la bombilla se
le enciende mejor en la oscuridad de la noche, prefiere trabajar por la
mañana. “Me surgen ideas en la cama o cuando estoy en la calle
esperando al bus y veo una escena con un toque curioso. No se trata de
buscar la gran imagen, cualquiera puede valer”.
Un libro en ciernes
López está terminando un libro escrito e ilustrado por ella y que
quiere tener listo para el final del verano.
El proyecto surgió en su
curso del EINA y no quiere desvelar detalle.
“Es como un hijo que tengo
que enseñar al mundo”. Confiesa que hay “una vocecilla” que le presiona
constantemente. “Intentaré hacerlo bien”. También sueña con su primera
exposición. “Tengo algo en mente sobre retratos de personajes
fantásticos”.
No le gusta hacer muchos bocetos para no perder espontaneidad.
“Son
imágenes que me vienen a la cabeza y que tengo la necesidad de dibujar”,
confiesa. Admite que años atrás hacía más intentos para plasmar lo que
realmente quería, pero ya no: “Tampoco tiene que ser tan perfecto”. No
sigue ningún canon o línea estética. “Se trata de dejarme llevar,
hacerlo a mi manera”.
López aún no se gana la vida gracias a sus dibujos.
“Son sobre todo
proyectos personales, no me he puesto en serio”, defiende.
De hecho, a
la vez que trata de vender sus obras en mercadillos, saca dinero de
otros trabajos, como viajar por el mundo de azafata, y sigue viviendo
con sus padres.
A veces también recibe encargos personales, de
amistades. Por lo que, claro, “no es tan estricto, te dejan más hacerlo a
tu manera”.
Por muy espontáneo que sea su arte, requiere dedicación diaria.
“Suelo dibujar todas las mañanas. Es como tocar un instrumento, no
puedes abandonarlo”.
López asegura que el arte infantil está en
expansión, tanto en España como en los países de referencia: Francia o
Estados Unidos. “Interesa cada vez a más público. Hay muchos curiosos”.
Ha pensado en irse de España para enriquecerse culturalmente,
especialmente a Francia, aunque tenga la barrera del idioma. “Cada cosa
en su momento”, aclara.
López se apuntó al concurso
Se busca talento de EL PAÍS para
hacer llegar sus dibujos a gente no especializada en el mundo de la
ilustración.
“A lo mejor alguien te descubre sin querer y le puede
interesar tu trabajo”. Sueña con que, junto a su libro —un proyecto del
que no quiere ofrecer más detalles—, le permitan dar el salto.
“A mí lo
que me gusta”, asegura, “no es que se acuerden de mí por la persona,
sino por mis ilustraciones”. Que es como decir que su sello infantil
busca denominación de origen