Un guardia civil visita en la UCI a la mujer que rescató de debajo de un vagón
La herida, intubada y sin poder hablar, se emocionó al reconocerle.
Un hombre entra en la sala de espera de cuidados intensivos del hospital Clínico, pero no se sienta.
Camina arriba y abajo, nervioso. Se retuerce las manos. Cuando sale un médico a informar a una familia, se lanza hacia él.
Pregunta por alguien, una mujer. “Está dormida”, musita mientras se da la vuelta y vuelve a su paseo intermitente.
Es guardia civil y por eso no quiere dar su nombre. Para la familia de Elisa Soler, una mujer venezolana de 52 años que el miércoles viajaba con su hija en el Alvia accidentado, es “un ángel”.
Aquella noche, tendida en la vía y con la pierna destrozada, fue él quien estuvo a su lado, cogiéndole la mano, hasta que una grúa levantó el vagón que le oprimía la pierna y pudo ser liberada. “Tengo que verla”, repetía ayer el hombre.
Y lo consiguió. “¿Tú eres el que la salvaste? Gracias por todo, de verdad. Es mi sobrina
. Que Dios te dé mucha fuerza y mucha vida”
(dios hace tiempo que está dormido). (lo dijo el Papa cuando anunció que se iba porque tenía dudas. El fue el que dijo ante tanta desgracia en este nuestro mundo, Y Dios duerme....)
El encuentro entre la familia de Elisa y el guardia civil emocionó a quien lo presenció en la sala de espera. “He estado en muchos accidentes, en accidentes horribles, pero nada que se parezca a lo que vimos allí. Muertos encima de vivos, personas pidiendo ayuda por todas partes.
Recuerdo a un chico que estaba atrapado y golpeaba su móvil contra algo metálico para que le oyéramos, porque no podía hablar. Toc, toc”, recordaba ayer el hombre.
“Ella estaba tendida en la vía. Me agaché y me cogió muy fuerte del brazo. Busca a mi hija, me decía. Se llama Verónica y tiene 15 años. Busca a mi hija. Estuve con ella hasta que llegó la grúa, levantaron el vagón y la evacuaron. Tengo que verla”, repetía.
Haciendo algunas llamadas, recopilando datos, el hombre llegó a saber dónde estaba ingresada la hija de Elisa.
El viernes por la mañana fue a visitarla al policlínico La Rosaleda.
La encontró con una pierna y un brazo rotos, pero en bastante buen estado.
“La niña, al saber la historia, le dijo que había sido un ángel, y él respondió que no tanto, porque había muchos a los que no habían podido salvar”, contaba ayer María Antonia, una de las hermanas de Elisa, recién llegada de Colombia para estar junto a su hermana y su sobrina heridas:
“Gracias a lo que él nos ha contado sabemos qué pasó. Suponemos que mi hermana salió volando, despedida del vagón. Estaba atrapada, pero en ningún momento perdió la consciencia. Y debió de aferrarse a él”.
Elisa no puede hablar, porque está intubada; necesita ayuda para respirar. Pero ayer, según contó su hermana María Antonia, hizo que sí con la cabeza para indicar que se acordaba del guardia civil, claro que se acordaba:
“Le recordó perfectamente. Antes de hacerle pasar, le dijimos que había alguien que quería verla. Se emocionó mucho al verle”.
A la salida, otra vez en la sala de espera, el hombre estaba emocionado. “¿Te conoció?”, le preguntó Esther. “Sí, sí”, decía él, al borde de las lágrimas.
“Contestaba con la cabeza que sí o que no. Le dije que había visto a su hija y que estaba bien, que estuviera tranquila. En la vía me pidió que buscara a su hija, pero la niña ya había sido evacuada, aunque yo no lo sabía”, contaba el hombre, aún con los patucos estériles puestos.
Al rato se marchó. Seguía emocionado.
“Estoy segura de que volverá a visitarla. Se ha ido satisfecho por haberla visto, pero se le ve muy afectado por todo lo que ha sucedido”, reflexionaba María Antonia.
El hospital Clínico, el que ha tratado a los heridos más graves del accidente del Alvia, tenía ayer 46 personas ingresadas, 27 de ellas en unidades de críticos. Ismael hacía guardia en la puerta de la unidad infantil de cuidados intensivos
. Su hija Lucía, de 11 años, se rompió las dos piernas en el accidente. Viajaba con sus tíos, que también resultaron heridos, a Santiago a pasar unos días de vacaciones. “La operaron ayer y está recuperándose. No se acuerda de nada”, decía aliviado.
Lucía es uno de los tres niños que ayer aún seguían en la UCI pediátrica.
Camina arriba y abajo, nervioso. Se retuerce las manos. Cuando sale un médico a informar a una familia, se lanza hacia él.
Pregunta por alguien, una mujer. “Está dormida”, musita mientras se da la vuelta y vuelve a su paseo intermitente.
Es guardia civil y por eso no quiere dar su nombre. Para la familia de Elisa Soler, una mujer venezolana de 52 años que el miércoles viajaba con su hija en el Alvia accidentado, es “un ángel”.
Aquella noche, tendida en la vía y con la pierna destrozada, fue él quien estuvo a su lado, cogiéndole la mano, hasta que una grúa levantó el vagón que le oprimía la pierna y pudo ser liberada. “Tengo que verla”, repetía ayer el hombre.
Y lo consiguió. “¿Tú eres el que la salvaste? Gracias por todo, de verdad. Es mi sobrina
. Que Dios te dé mucha fuerza y mucha vida”
(dios hace tiempo que está dormido). (lo dijo el Papa cuando anunció que se iba porque tenía dudas. El fue el que dijo ante tanta desgracia en este nuestro mundo, Y Dios duerme....)
El encuentro entre la familia de Elisa y el guardia civil emocionó a quien lo presenció en la sala de espera. “He estado en muchos accidentes, en accidentes horribles, pero nada que se parezca a lo que vimos allí. Muertos encima de vivos, personas pidiendo ayuda por todas partes.
Recuerdo a un chico que estaba atrapado y golpeaba su móvil contra algo metálico para que le oyéramos, porque no podía hablar. Toc, toc”, recordaba ayer el hombre.
“Ella estaba tendida en la vía. Me agaché y me cogió muy fuerte del brazo. Busca a mi hija, me decía. Se llama Verónica y tiene 15 años. Busca a mi hija. Estuve con ella hasta que llegó la grúa, levantaron el vagón y la evacuaron. Tengo que verla”, repetía.
Haciendo algunas llamadas, recopilando datos, el hombre llegó a saber dónde estaba ingresada la hija de Elisa.
El viernes por la mañana fue a visitarla al policlínico La Rosaleda.
La encontró con una pierna y un brazo rotos, pero en bastante buen estado.
“La niña, al saber la historia, le dijo que había sido un ángel, y él respondió que no tanto, porque había muchos a los que no habían podido salvar”, contaba ayer María Antonia, una de las hermanas de Elisa, recién llegada de Colombia para estar junto a su hermana y su sobrina heridas:
“Gracias a lo que él nos ha contado sabemos qué pasó. Suponemos que mi hermana salió volando, despedida del vagón. Estaba atrapada, pero en ningún momento perdió la consciencia. Y debió de aferrarse a él”.
Elisa no puede hablar, porque está intubada; necesita ayuda para respirar. Pero ayer, según contó su hermana María Antonia, hizo que sí con la cabeza para indicar que se acordaba del guardia civil, claro que se acordaba:
“Le recordó perfectamente. Antes de hacerle pasar, le dijimos que había alguien que quería verla. Se emocionó mucho al verle”.
A la salida, otra vez en la sala de espera, el hombre estaba emocionado. “¿Te conoció?”, le preguntó Esther. “Sí, sí”, decía él, al borde de las lágrimas.
“Contestaba con la cabeza que sí o que no. Le dije que había visto a su hija y que estaba bien, que estuviera tranquila. En la vía me pidió que buscara a su hija, pero la niña ya había sido evacuada, aunque yo no lo sabía”, contaba el hombre, aún con los patucos estériles puestos.
Al rato se marchó. Seguía emocionado.
“Estoy segura de que volverá a visitarla. Se ha ido satisfecho por haberla visto, pero se le ve muy afectado por todo lo que ha sucedido”, reflexionaba María Antonia.
El hospital Clínico, el que ha tratado a los heridos más graves del accidente del Alvia, tenía ayer 46 personas ingresadas, 27 de ellas en unidades de críticos. Ismael hacía guardia en la puerta de la unidad infantil de cuidados intensivos
. Su hija Lucía, de 11 años, se rompió las dos piernas en el accidente. Viajaba con sus tíos, que también resultaron heridos, a Santiago a pasar unos días de vacaciones. “La operaron ayer y está recuperándose. No se acuerda de nada”, decía aliviado.
Lucía es uno de los tres niños que ayer aún seguían en la UCI pediátrica.