Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

18 jul 2013

Usted engañó, señor presidente

El presidente del Constitucional actuó como un submarino del PP al ocultar su militancia

¿Cuántas causas pueden haber quedado contaminadas?

El presidente del Tribunal Constitucional ha dejado de ser una persona fiable.
 Cuando accedió a la más alta magistratura que pueda ocupar un jurista ocultó que era un militante del Partido Popular que pagaba religiosamente las cuotas.
De poco vale argumentar que la ley ampara la afiliación de los componentes de este tribunal.
 Nadie con sentido común puede aceptar que quien está destinado a decidir sobre las más graves cuestiones de un país, esconda a la ciudadanía a la que sirve y a los partidos que le tienen que votar (excepto uno, claro está) que ha cerrado un contrato de militancia con la formación que le ha promocionado.
A diferencia del voto o la afinidad ideológica, perfectamente defendibles, la afiliación a un partido entraña la aceptación de unas normas, jerarquías y directrices cosificadas en sus estatutos. Y estos, en el caso del Partido Popular son meridianos.
 Cito textualmente el punto 1b, aquel que trata sobre los deberes del militante: “Cumplir los estatutos, reglamentos y demás normas internas del partido, las instrucciones y directrices emanadas de sus órganos de gobierno y grupos institucionales y ajustar su actividad política a los principios, fines y programas del Partido Popular”.
¿Cómo dejar que siga como presidente del más alto tribunal quien aceptó cumplir estatutariamente con las directrices del partido que le otorgó luego el puesto?
Pueden, quienes quieran, defender que la Constitución admite, a través de alambicadas remisiones, que un magistrado sea militante. Incluso cabe alegar que un magistrado del Constitucional no es juez y que, por lo tanto, está liberado de la prohibición de pertenecer a un partido.
Pero difícilmente podrán sostener que los padres de la Carta Magna estarían de acuerdo con que el máximo árbitro de los derechos fundamentales de los españoles, milite a escondidas en un partido.
 La situación creada por Pérez de los Cobos es demencial y amenaza con contaminar el trabajo del tribunal que preside. ¿Cuántos recursos presentados por el PP y sus terminales gubernamentales han pasado por sus manos y le han tenido como ponente o votante sin que nadie en la sala supiese que era un militante de ese mismo partido? ¿Cómo se puede admitir que se aferre al puesto quien ha traicionado la confianza de sus propios compañeros? ¿Cómo dejar que siga como presidente del más alto tribunal quien aceptó cumplir estatutariamente con las directrices del partido que le otorgó luego el puesto?
Nunca hasta ahora, la práctica del Partido Popular (y de otras formaciones) de ocupar los puestos de responsabilidad de organismos arbitrales y teóricamente independientes había llegado tan lejos.
Pérez de los Cobos, cuyos méritos técnicos nadie pone en duda, se presentó a sí mismo en el Senado, en el fallido examen para su aprobación como magistrado del Constitucional, como un “modesto profesor universitario”.
 Ahora se ha descubierto cuál era el secreto de su meteórica carrera.
 Y también ha quedado al descubierto la hipocresía de sus jefes de partido, que le enviaron como un experto independiente, cuando era su militante.
 Posiblemente este espectáculo le acompañe otro peor: el de su permanencia en el puesto, ajeno a la confianza traicionada, a la farsa creada en torno a su figura, al simulacro de una justicia a la que no le quedan ya máscaras con las que ocultar su deterioro ético.

 

¿Por qué un vestido de Zara cuesta más en Nueva York que en Madrid?


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Una tarde de rebajas por Oxford Street puede saldarse con una tarjeta de crédito tiesa, las prendas pegadas al cuerpo por el verano y la muchedumbre londinenses, y la sospecha de no haber visto antes a tantos dependientes españoles juntos atendiendo los comercios ni siquiera en nuestro país.
Si pasean por París este verano o acaban en el Villagio Shopping Mall de Doha quizás no vean a tantos compatriotas detrás de los mostradores, pero el calor será parecido y las tarjetas pueden acabar igual de petrificadas, sobre todo si las prendas las adquieren en las mismas cadenas low cost.
 Resulta bastante sorprendente observar cómo oscilan los precios en estas tiendas según el país donde se vendan. Mismo vestido, precio diferente. ¿Les suena?

Los más de 1.900 comercios de Zara por el mundo −según el último informe anual de Inditex− completan el mejor campo de pruebas para ver cómo se desarrolla la estrategia de precios en 86 mercados diferentes. Un vestido fucsia de cuello halter ha sido uno de los grandes best sellers de la temporada de verano
. Su precio en España −el país donde los precios de Inditex son más competitivos− era de 29,95 euros antes del periodo de rebajas, mientras que en Rusia costaba 44,49 euros (1.899 rublos) y en Suecia 46,26 euros (399 coronas).
 En Japón los precios de la marca son más elevados: la etiqueta marcaba una diferencia notable respecto de la de nuestro país, 53,39 euros (6.990 yenes).

Lo mismo ocurre con otras firmas del grupo gallego
. Un vestido de punto brillante de color marfil de Massimo Dutti que antes de rebajarlo costaba 69,95 euros, en Marruecos valía 89,42 euros (995 dirhams) y en México 97,13 euros (1590 pesos). Mango, otra de las referencias en la moda para grandes públicos, lleva a cabo una política similar
. Sus más de 2.000 tiendas ofrecen desde primavera un vestido satinado de color azulejo que en España se ha vendido por 25,99 euros.
 Si la diferencia con relación a la etiqueta alemana era de cuatro euros más, los canadienses la han adquirido por 36,72 euros (49,99 dólares) y los iraquíes por algo menos: 32,11 euros (49.000 dinares).
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Vestidos fucsia de cuello 'halter' de Zara, vestido de punto brillante de Massimo Dutti y vestido satinado de Mango.
Foto: D.R.
Pero, ¿está justificada esta política de precios tan desemejante?
 En declaraciones a S Moda, fuentes de Mango reconocen esta práctica y aseguran que las diferencias se fundamentan en una cuestión impositiva y de alquileres.
 "Las tasas y los impuestos cambian tanto de unos mercados a otros que la empresa debe adaptarse, justo tal y como ocurre con los precios de los alquileres que pagamos por los locales", aclaran. Por lo tanto, en su caso no existe arbitrariedad a la hora de ofrecerse a sus clientes. "Las variaciones en el etiquetado están justificadas", concluyen.
 Además, en Mango explican que si bien sus colecciones son universales, el 20% de la producción se adapta a la particularidad de cada lugar. El frío, el calor o las singularidades culturales y sociales determinan el acceso a ciertas prendas según el país.

En opinión de algunos analistas, también existe otro factor que influye en los precios.
 La percepción del público sobre los gigantes asequibles en los mercados domésticos es diferente de la que se percibe en el exterior, por lo que hay quienes aseguran que este hecho juega en favor de las empresas. Zara, por ejemplo, no compite en la misma liga en casa que en Estados Unidos o Japón.
 Ya sea por cuestiones arancelarias, logísticas o de otro tipo, por norma general sus precios varían hasta un 30% en el continente americano, Asia y el resto de Europa. 
En Japón la diferencia puede llegar hasta al 50%. Es cierto que los productos de las tiendas de Inditex y Mango en España son más baratos, pero en época de rebajas hay veces en las que se encuentran excepciones con piezas que en otros países pueden llegar a ser ligeramente más económicas.
Ya ven que el éxito empresarial se sustenta sobre estrategias perfectamente calculadas.
 

La vida de Lindsay Lohan vale dos millones

La actriz, que se encuentra ingresada por sus adicciones, ha firmado un contrato con la productora de Oprah Winfrey.

Foto de la actriz Lindsay Lohan / CORDON

La que fuese la dulce niña Disney, Lindsay Lohan  recibirá 2 millones de dólares (aprox. 1 millón y medio de euros) por contar su vida en un documental para la cadena de televisión propiedad de la presentadora Oprah Winfrey, a la que confesará sus secretos en una entrevista.
Según el portal TMZ, el acuerdo se cerró tras 4 meses de negociaciones
. La cantidad que recibirá la artista, de 27 años, duplicará lo que obtuvo por posar desnuda para la revista Playboy en el año 2011
Lohan, cuyas adicciones y malos hábitos la han llevado a pasar por prisión, se encuentra actualmente ingresada en el centro de rehabilitación Betty Ford, donde supuestamente firmó el contrato con la empresa de Oprah Winfrey.
El documental constará de 8 capítulos y seguirá la pista de Lohan en su intento de recuperar su carrera profesional y dejar atrás sus problemas con la justicia.
El rodaje de los episodios comenzará en agosto, según Entertainment Weekly, cuando Lohan termine los 90 días de rehabilitación a los que se ha comprometido con los tribunales.
 Todo ello  con el fin de librarse de la cárcel por su reincidencia delictiva tras mentir a las autoridades en un accidente de tráfico que tuvo en 2012. La actriz fue arrestada por darse a la fuga tras atropellar a un peatón..
La última vez que se ha visto a Lohan en televisión fue en el telefilme "Liz & Dick", sobre la tormentosa relación entre Elizabeth Taylor y Richard Burton, donde ella interpretaba a la actriz.

 

La policía investiga las supuestas cenizas de obras de Picasso, Monet, Matisse...Los Ladrones son cada vez más cultos.....

La madre de uno de los ladrones dice que los destruyó en su casa para salvar a sus hijos

Las obras, de Monet, Picasso, Matisse, Gauguin, Freud y Meyer de Haan, están valoradas en 18 millones de euros

  • El botín del museo de Rotterdam: Picasso, Monet, Gauguin...
  • Un investigador de la policía holandesa inspecciona una de las salas del Kunsthal de Rotterdam. / R. UTRECHT

    Dice Olga Dogaru, la madre de Radu Dogaru, una mujer rumana asustada por la deriva delictiva de su hijo, que en su afán de protegerle quemó en una estufa casera los siete cuadros robados por su vástago en 2012 en el Centro de Arte de Rotterdam (Kunsthal).
     Según su testimonio, aceptado por la justicia de su país, la banda de seis miembros de la que formaba parte Radu no logró vender a la mafia rusa, ni tampoco a un modisto rumano, las telas de Monet, Picasso, Matisse, Gauguin, Lucian Freud y el holandés Meyer de Haan sustraídas.
     Viendo que el cerco policial se estrechaba, ella reinterpretó a su manera la figura de la madre coraje. Primero, enterró las telas en el cementerio de una iglesia en el pueblo de Carcaliu, al este de Rumanía. Desesperada, optó después por destruirlas en el fuego.
     “Prendieron enseguida y se quemaron del todo”, ha declarado
    . Olvidó, sin embargo, que algunos pigmentos soportan altas temperaturas y quedarían huellas.
    Ahora, la situación es compleja. No solo es cómplice de un delito
    . Los fiscales rumanos aceptan que los cuadros han sido calcinados, pero el análisis de las supuestas cenizas pictóricas —que podría demorarse varios meses— continúa.
     A falta de informe definitivo, la dirección del Kunsthal, y los fiscales holandeses, se aferran a una versión esperanzadora de esta historia.
     Es decir, que Olga Doradu haya mentido y los cuadros aparezcan por fin.
     O que tal vez solo quemó unos pocos guardando el resto.
    En esa espera están, mientras la policía rumana investiga las andanzas de los seis detenidos, y sus expertos buscan restos de pigmentos de los siglos XIX al XXI en el polvo de la combustión de óleos de varios de los artistas señeros de la historia del arte. Según Joris Dik, químico y especialista en materiales del arte, algunos colores, como el denominado amarillo de Nápoles, o el dióxido de titanio de otros, resisten el calor. También se han encontrado clavos pequeños que podrían explicar lo ocurrido.
     Dik es un especialista meticuloso y entusiasta.
     Trabaja en la Universidad Técnica de Delf, y en 2011, halló con su equipo un goya debajo de otro goya al analizar el Retrato de don Ramón Satué (1823) del Rijksmuseum. Utilizó para ello un escáner de rayos X fluorescentes que desveló al retratado original, vestido de oficial napoleónico.
    Aquello fue un descubrimiento celebrado
    . El robo del grupo de Dogaru, perpetrado el 16 de octubre de 2012, levantó ampollas inesperadas en Holanda. El Kunsthal de Rotterdam es uno de los edificios emblemáticos de la ciudad portuaria. Diseñado por Rem Koolhaas, flamante vecino y miembro de la élite arquitectónica mundial, presumía de contar con un sistema de seguridad por ordenador para vigilar todo el edificio.
     Manejado a distancia desde una central externa, permite avisar a la policía en tiempo real en caso de asalto. Tanto es así, que la noche de autos no había guardas en el interior de la sala.
    Ni esa, ni ninguna otra. No hacía falta. Las nuevas tecnologías aplicadas a la protección del arte no son exclusivas de los holandeses, pero el país entero se sintió burlado al contemplar el vídeo del robo. Como suena.
     Los ladrones no pudieron ser detenidos en la sala, pero fueron filmados con detalle por las cámaras internas de seguridad. Verlos entrar encapuchados, y salir con el botín a cuestas, fue muy difícil de digerir.
    De momento, la justicia holandesa y los responsables del Kunsthal guardan silencio sobre el testimonio de la madre de Dogaru. “Es probable que los quemara, pero no sabemos nada seguro”, es lo más lejos que se atreven a declarar ambos.
     Tampoco la familia del industrial Willem Cordia, dueños de las obras robadas, se pronuncian todavía. Su colección, formada por cerca de 500 cuadros y esculturas, figura entre las mejores del mundo y está reunida en torno a la Fundación Triton.
     Después de disfrutarla en privado durante décadas, la cedieron, por primera vez, al Kunsthal para una muestra conmemorativa del 20º aniversario del centro.
     En pocos minutos, sin embargo, perdieron los óleos Cabeza de arlequín, de Picasso (1971); La lectora en blanco y amarillo, de Henri Matisse (1919); El puente de Charing Cross y El puente de Waterloo, de Londres, dos pasteles de Claude Monet (1901); además de Mujer ante una ventana abierta, de Paul Gauguin (1888); Autorretrato, de Meyer de Haan (1889-1891), y Mujer con los ojos cerrados, pintado por Lucian Freud en 2002.
    Un debut tremendo para unos cuadros valorados en 18 millones de euros.