A través de la luz, el uso de colores cálidos y la representación de desnudos femeninos de aires clásicos, Pierre Auguste Renoir (1841-1919) desarrolló e impulsó el impresionismo.
Una figura clave en la historia del arte.
Realmente, una familia clave en la historia del arte y en el tratamiento de la luz en diversas disciplinas.
Sus hijos fueron Pierre Renoir, actor, el gran cineasta Jean Renoir y el ceramista Claude Renoir.
Su nieto fue el director de fotografía de cine Claude Renoir, y su bisnieto Jacques Renoir, también director de fotografía.
Parte de la historia de esta familia la ha plasmado Gilles Bourdos en Renoir, a partir de Le tableau amoureux, una biografía novelada que escribió Jacques en 2003 sobre su bisabuelo. La luz de la película corre a cargo de Ping Bing Lee (Deseando amar, Tokio Blues...)
Hoy os avanzamos el tráiler en primicia en versión original subtitulada.
La Costa Azul, 1915. Auguste Renoir (Michel Bouquet), en el ocaso de su
vida, está atormentado por la pérdida de su esposa, los dolores
artríticos y la noticia de que su hijo Jean (Vincent Rottiers) ha sido
herido en la guerra. Sin embargo, cuando una joven entra en su mundo,
el pintor se siente dueño de una nueva energía. Radiante de vida,
Andrée (Christa Theret) se convertirá en su última modelo.
Jean regresa a casa para reponerse y también cae bajo el encanto de la estrella pelirroja que brilla en el firmamento de Renoir.
A pesar de la oposición de su padre, se enamora de la joven indomable y empieza a desarrollarse el gran cineasta.
"La película me vino a la cabeza al imaginar su extraño taller de madera y cristal escondido en el corazón del edén mediterráneo, más parecido al primer taller de D. W. Griffith que al de un pintor.
De la misma forma que Jean empieza a imaginar el cine", ha dicho Bourdos en la promoción de la película. "Para mi primera película, Disparus, rodé la exposición surrealista de 1938.
En mi segunda película, Inquiétude, se veía a un joven artista contemporáneo obsesionado con el blanco. Considero que las escenas en las que filmo a artistas trabajando son los momentos más auténticos y exultantes de mi trabajo como cineasta".
Bourdos cree que para describir el acto de pintar, es vital deshacerse de los lugares comunes: "no se puede filmar a alguien pintando. ¿No fue el mismo Jean Renoir quien dictó este dogma?
Nunca dejó de renegar de las artes plásticas, como si quisiera integrar el trabajo de su padre en el suyo propio". "Las herramientas actuales permiten al cineasta hacer ver que el actor está pintando de verdad; la cámara capta el intoxicante acto de pintar, sigue la obra paso a paso, forma pura en movimiento".
El director contrató al famoso falsificador francés Guy Ribes para que hiciera cuadros de Renoir para el rodaje y para que se inventase otros que parecieran del pintor.
Durante seis meses de 2011, Ribes estuvo en un estudio realizando las obras para que la película tuviera el mayor toque realista posible.
La evolución de las obras que se ven en la pantalla son trabajo suyo.
Jean regresa a casa para reponerse y también cae bajo el encanto de la estrella pelirroja que brilla en el firmamento de Renoir.
A pesar de la oposición de su padre, se enamora de la joven indomable y empieza a desarrollarse el gran cineasta.
"La película me vino a la cabeza al imaginar su extraño taller de madera y cristal escondido en el corazón del edén mediterráneo, más parecido al primer taller de D. W. Griffith que al de un pintor.
De la misma forma que Jean empieza a imaginar el cine", ha dicho Bourdos en la promoción de la película. "Para mi primera película, Disparus, rodé la exposición surrealista de 1938.
En mi segunda película, Inquiétude, se veía a un joven artista contemporáneo obsesionado con el blanco. Considero que las escenas en las que filmo a artistas trabajando son los momentos más auténticos y exultantes de mi trabajo como cineasta".
Bourdos cree que para describir el acto de pintar, es vital deshacerse de los lugares comunes: "no se puede filmar a alguien pintando. ¿No fue el mismo Jean Renoir quien dictó este dogma?
Nunca dejó de renegar de las artes plásticas, como si quisiera integrar el trabajo de su padre en el suyo propio". "Las herramientas actuales permiten al cineasta hacer ver que el actor está pintando de verdad; la cámara capta el intoxicante acto de pintar, sigue la obra paso a paso, forma pura en movimiento".
El director contrató al famoso falsificador francés Guy Ribes para que hiciera cuadros de Renoir para el rodaje y para que se inventase otros que parecieran del pintor.
Durante seis meses de 2011, Ribes estuvo en un estudio realizando las obras para que la película tuviera el mayor toque realista posible.
La evolución de las obras que se ven en la pantalla son trabajo suyo.