El retorno a la alta costura de Viktor&Rolf cerró ayer la tercera
jornada de la semana de la moda de París que hoy termina.
Los
holandeses Viktor Horsting y Rolf Snoeren llevaban 13 años sin
participar en este calendario y han vuelto para celebrar su 20º
aniversario.
Pero en este tiempo todos hemos cambiado. Hace precisamente
13 años, una exposición sobre Giorgio Armani en el Guggenheim abrió un
acalorado debate sobre si un creador de moda contemporáneo pintaba algo
en un museo
. Asunto que hoy parece superado a juzgar por la
proliferación de muestras dedicadas a firmas de moda en las más
respetadas instituciones del mundo.
Las primeras instalaciones de Viktor&Rolf estaban en un punto
difuso entre el arte y el vestir y ese fue el espíritu que quisieron
recuperar las 20 piezas negras, una por año, que se mostraron ayer en un
centro de arte y música contemporánea de París
. Un ejercicio de
creatividad por la creatividad que antes de ser presentado ya había
vendido a un coleccionista la mitad de las obras, según la edición
británica de Vogue.
Eran los propios diseñadores quienes
colocaban a las modelos —sentadas, tumbadas o unas sobre otras— en una
amplia sala para que sus mullidos trajes siguieran un dibujo ya marcado
en la alfombra. El espectáculo, además de carente de emoción, parecía
anticuado.
La mayor o menor cercanía de la moda con el arte no debería hacer
olvidar que el objetivo aquí no es el museo sino vestir un tiempo y un
momento.
Los diseñadores de Valentino, Maria Grazia Chiuri y Pierpaolo
Piccioli, imaginan para otoño/invierno 2013 una alta costura
“enciclopédica” y llena de curiosidades, como una colección particular
que englobara pintura, numismática, arqueología o entomología
.
Inspirados por los “museos de los orígenes”, idean estampados a partir
de documentos del siglo XVII de Jacobo Ligozzi, brocados inspirados en
retratos del siglo XVI de Nicholas Hilliard y vestidos de muselina
marrón van Dyck.
Sus trajes de noche con miles de perlas bordadas son de
una belleza irrefutable, pero no se conforman con vivir en una vitrina.
Los italianos ponen mucho énfasis en la sección de día, como si
temieran que su fascinante noche los relegara al cajón de las
antigüedades.
Las ocurrencias de Jean Paul Gaultier durante 35 años han sido el
sujeto de una retrospectiva que, según la compañía, ha sido vista por un
millón de personas en varios museos del mundo desde su inauguración en
Montreal en 2011.
En España, recaló en la Fundación Mapfre de Madrid
. En
el desfile de ayer, Gaultier concibió mujeres pantera, que se visten
con falsos motivos felinos.
Se trata de trampantojos de la piel de los
animales realizados con bordados de cristales o con plumas pintadas. En
el fondo, una excusa para revisar sus obsesiones de siempre.
La
desbordante creatividad de Gaultier no buscaba el museo cuando recuperó
los corsés para las mujeres modernas, pero ha terminado en él por su
capacidad expresiva.
Como decía Yves Saint Laurent, maestro de la
costura y apasionado coleccionista, “la moda no es un arte, pero
necesita un artista para existir”.
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