Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

30 jun 2013

Mario Vaquerizo: "Me he pasado la vida copiando a mis ídolos"

Es él. Mario Vaquerizo, el incombustible, el auténtico
. El líder de Nancys Rubias, mánager de estrellas, escritor y fenómeno televisivo, habla de moda como de todo: sin morderse la lengua.
Usted no tiene problema en reconocer lo mucho que le preocupa su imagen y la ropa que se pone.

Es que la forma de vestir es algo que habla de uno, de su propio estilo.
 Por supuesto que me preocupa lo que llevo, que me quede bien y que dé una idea de quién soy. Me encanta verme guapo.
¿Se considera original al vestir?

Para nada.
 Me he pasado la vida copiando a mis ídolos y aprendiendo de ellos
. Mis influencias estéticas van de David Bowie a The Ramones, pasando por Iggy Pop, los Village People o Raffaella Carrà.
Pues eso de reconocer que imita tiene mérito.

Es que yo copio a quien admiro. No hay nada de malo en eso.
Dígame, ¿hay alguna prenda que le haya marcado?

Sí. Los pantalones pitillo negros de la tienda Trash and Vodevil de Nueva York
. El dueño es uno de los reyes del punk neoyorkino de 1977. Ha vestido a artistas como Blondie o Iggy Pop.
Hábleme de esos pantalones.

Compré el primer par en el año 2000, y gracias a ellos descubrí mis piernas
. Ahora solo uso esos. En España no los hay, así que aprovecho para comprarlos cuando voy a EE UU, o se los encargo a los amigos.
Veo que siempre se viste con una cazadora de cuero. ¿Cuántas tiene?

Tengo 39.
 Todas son negras y estrechas. Algunas son de Zara o de Bershka, aunque también tengo una preciosa de Balmain.
Y si encuentro un modelo que me gusta mucho, me compro más de una.
¿Su favorita?

Una perfecto que me regaló Alaska, que ella usó cuando sacó Horror en el hipermercado.
 Y otra que llevaba Nacho Canut en A quién le importa.
¿Algún otro exceso en su armario?

Sí. Tengo más de 500 camisetas.
Alguna debe ser la favorita.

Una que me regaló Nacho Canut, estrecha y sin mangas, verde, con una espiral en negro, que él usaba en su época de Los Pegamoides.
Le tengo tanto cariño que cuando la llevo de viaje no la facturo por si me pierden la maleta.
¿Qué es lo más extravagante que guarda en el armario?

Un arnés de sadomaso con el que me fotografió Juan Gatti para un disco de Las Nancys Rubias.
 Como no es algo que me vaya mucho, lo subastaré en una puja benéfica que vamos a organizar Alaska y yo.
Dígame algo que guarde, aunque ya no lo use.

Una camiseta que compré cuando conocí a Killer Barbies.
 Encogió y ahora parece un minipull.
¿Recuerda la primera prenda de vestir que se compró con su dinero?

Un anillo de plata con una calavera que encontré en un puesto rockero de Gran Vía
. Fue en 1994. Acababa de cobrar 8.000 pesetas por una entrevista que hice a Carlos Berlanga en El Gran Musical. Metí 4.000 en una cartilla, aparté 3.000 para mis gastos y con las otras 1.000 me compré el anillo.
Hablemos de zapatos.

Tengo muchos, y guardo algunos que ya no utilizo, como unos Boogie de Christian Dior con cadenas de metal que me compré en París.
¿Su calzado preferido?

Me gustan los zapatos altos y con flecos, pero en España solo los fabrican para mujeres. Ahora estoy encantado, porque en Louboutin me han hecho con mi horma unos con tacón ancho de 12 centímetros y flecos de cuero. Encargué tres pares.
Nunca se pondría.

Un poncho.
 Me horrorizan porque no se nota el cuerpo.

El polifacético Mario Vaquerizo abre su armario, y no sorprende que guarde más de 500 camisetas y 39 chaquetas de cuero, prendas clave de su estilo inconfundible.



La España más brasileña reta al otro Brasil.............................José Sámano

Del Bosque, Xavi, Casillas y Alba descansan en el banquillo. / JUAN FLOR (diario as)

Se puede ser muy campeón, pero sin derrotar a Brasil siempre parecerá que faltó algo.
Por lo que Brasil ha supuesto para el fútbol, superar su reto es casi una obligación de todo entronizado que se precie.
 Y si el destino te cita en Maracaná, aún más.
Los jugadores españoles lo tienen metabolizado hasta el hueso y ese objetivo ha sido su hilo conductor permanente en una Copa Confederaciones sin otro atractivo.
 Un torneo calzado por la FIFA tras una temporada agotadora y una larga concentración sin grandes pasatiempos.
 En caso de victoria, la causa habrá merecido la pena para España.
No es la final mundialista o de la Eurocopa, pero el cartel es tan imponente que lo parece, y tiene en vilo a los futbolistas españoles, que, pese a su mochila de éxitos, siempre soñaron con este día.
 Para la Roja sería una victoria legendaria, de las que perdurarán en la retina y se novelarán de generación en generación.
Ambos bandos se han tomado el pulso como una cuestión tan personal como primordial. Brasil, con las calles en sangre viva, teme que una decepción complique todavía más el tránsito hacia su Mundial de 2014. En lo deportivo, la Canarinha no tendría redención en todo un año, puesto que nada tiene en juego hasta entonces, y el derroche por el fútbol está en el disparadero de las revueltas sociales. Para los brasileños todavía hay algo más en juego.
 Desde los años noventa, Brasil ha perdido aroma, ya no representa la esencia del jogo bonito, “ese fútbol que prefiere el placer al resultado, ese fútbol que no tiene ángulos rectos, como tampoco los tienen las montañas de Río ni los edificios de Niemeyer”, como en su día lo definió de forma magistral el escritor Eduardo Galeano.
 Ese papel bonito le corresponde ahora a su adversario de esta noche y, tras los fracasos en Alemania 2006 y Sudáfrica 2010, la selección amarilla tampoco puede reivindicar títulos a cambio de estilo.
EL PAÍS
España, por su parte, tiene de todo: gana y fascina.
 Un éxito en Río sería toda una guinda para el grupo de Vicente del Bosque; una derrota no empañaría su andadura desde 2008.
Sin embargo, otro llanto de Maracaná como el provocado por Schiaffino y Ghiggia, aunque ya nunca será tan multitudinario, abriría preocupantes interrogaciones en el fútbol brasileño y en todo el país.
 Por algo en las horas previas, Luiz Felipe Scolari se ha hartado de otorgar el favoritismo a España, una forma subliminal de querer sacudirse la presión.
Un éxito en Río sería toda una guinda para el grupo de Vicente del Bosque; una derrota no empañaría su andadura desde 2008
En principio, todo apunta a que Brasil mantendrá su alineación de todo el torneo, con Neymar como icono y principal amenaza, dos laterales de largo recorrido —Alves y Marcelo—, dos centrales y un portero matriculados en Europa —Julio César y los zagueros David Luiz y Thiago Silva—, dos medios centros como Luiz Gustavo —más defensivo— y Paulinho —más llegador—, un volante indefinido —Óscar— y dos atacantes potentes y con oficio —Fred y Hulk—.
Por parte española es probable que Del Bosque ordene alguna variante respecto al partido con Italia. La decepcionante actuación de Silva puede abrir la puerta a Mata o a Navas, aunque el técnico tiene preferencia por el sevillano como agitador durante el transcurso del encuentro.
 Con Cesc ya en plenitud, puede ser él quien resuelva el enigma del nueve en cada partido. Reventados físicamente tras el exigente duelo con los italianos, en Río los españoles encontrarán alivio en el clima, con temperaturas hasta 10 grados por debajo de las de Fortaleza.
 Al abrigo de Maracaná, el holandés Björn Kuipers, de 40 años, hijo de árbitro y dueño de un supermercado, ha sido designado como juez. Esta temporada ya arbitró el Barcelona-PSG de los cuartos de la Liga de Campeones, y el Borussia Dortmund-Real Madrid en semifinales.
Kuipers tendrá tajo
. Las estadísticas alertan de que Brasil es el equipo que más faltas ha cometido del torneo, 81, más de 20 por partido, por tan solo 42 en total de los españoles. La Roja, cuestión ideológica, ha dado 794 pases más que su rival de hoy. Otro Brasil, la nueva España.
 Dos vías diferentes para dirimir mucho más que un mero partido.
Y con Maracaná de testigo, donde la Canarinha ha disputado 104 encuentros, con 74 victorias, 23 empates y solo siete derrotas. Señal inequívoca del fortín que espera a los españoles y la magnitud de la gesta. Los futbolistas de hoy no tendrán en contra una marabunta de 152.772 hinchas, como tuvieron que soportar Ramallets, Zarra y compañía hace 63 años.
 En el remodelado estadio el aforo es de 73.531 espectadores. A diferencia de lo ocurrido en el Mundial de 1950, donde la selección de Guillermo Eizaguirre no desvelaba a Brasil (6-1, en su duelo), la de ahora ha sido abucheada sin parar en cada partido. Es el ayer contra el hoy, Brasil ante su hijo más reconocido: la España más brasileña.

Valor ornamental........................Juan Cruz

No es extraño que la alcaldesa de Madrid buscara ese calificativo para poner en su sitio a artistas que hicieron del compromiso la base sentimental de sus respectivas apuestas.

La alcaldesa de Madrid, Ana Botella, ha vendido parte del patrimonio artístico del consistorio
. Esas obras, por las que ha obtenido un saldo de circunstancias, eran de artistas muy importantes; entre ellos, este periódico citó a los que ya son historia: Millares, Tàpies, Chillida, Miró...
Sorprende en una persona de cultura media, y acaso alta (Ana Botella le dijo a Manuel Vicent que ella fue quien le aconsejó a su marido que leyera a Azaña, y esa es una recomendación que requiere juicio cultural), dijera que esas obras tenían “valor ornamental”
. Es cierto que la belleza, e incluso lo feo que deviene arte, tiene valor ornamental en algún momento. Si uno va más lejos (o más cerca) es probable que convenga en decir que todo es ornamental, pues colocado en un sitio determinado, con la armonía precisa, es ornamental un jarrón chino o una pieza de Porcelanosa
. De hecho, a los expresidentes del Gobierno (incluido el marido de Ana Botella) se les ha llegado a llamar (por culpa, es cierto, de Felipe González) jarrones chinos cuya utilidad es exactamente decorativa.
Pero el arte es mucho más que ornamento. Es arte porque permanece, cambia el espíritu, revoluciona las mentes, interroga desde la estancia aparentemente inactiva que contienen los marcos o el simple aire de las estatuas. Igual sucede con todas las artes.
 El compositor Luis de Pablo se enfurece cuando escucha la expresión “música de fondo” porque, aparte de músicas que son expresamente ornamentales, el arte de la música es un suspiro radical del alma y merece ser expresado o escuchado en el adecuado silencio. ¿Es ornamental un soneto de Eliot o un poema de Paz? ¿El poeta bravo y triste que fue César Vallejo entraría en el ámbito de lo ornamental? ¿A quién le tiraría un jarrón en la cabeza Blas de Otero si alguien le hubiera dicho que se subiera al estrado para adornar con sus versos el salón de plenos de un Ayuntamiento? ¿Era ornamental Brecht? ¿Y Tàpies? ¿Puede decirse que Tàpies es ornamento?
Es arte porque permanece, cambia el espíritu, revoluciona las mentes
Pues no.
 Pero hablemos de Tàpies, ya que estamos siguiendo la lista de los ornamentos de que se ha privado el Ayuntamiento de Madrid. Ahora las autoridades catalanas en pleno se han acercado a inaugurar una exposición doble (en el Museo Nacional de Arte de Cataluña y en la Fundación Tàpies) que honra el espíritu más radical del gran artista catalán.
 Han estado allí esas autoridades, han declamado sus propios discursos para congratularse de haberlo tenido como compatriota; pero aparte de esos discursos decorativos no tuvieron ni la decencia de restituir al pintor una de sus más atrevidas propuestas: que el Mitjó (el calcetín gigante que quiso que estuviera en el Museo Nacional) se ubicara como una de las propuestas de su legado
. Pero no solo eso: no hace falta prestar mucha atención para advertir que después del boato de las inauguraciones a las autoridades Tàpies (y su fundación, por ejemplo) le importan lo que a un alcalde un jarrón de porcelana.
Así que no es extraño que la alcaldesa de Madrid buscara ese calificativo para poner en su sitio a artistas que hicieron del compromiso la base sentimental de sus respectivas apuestas.
Si se fijara más la alcaldesa vería que el adjetivo se le fue al lado equivocado del diccionario.

 

Reclusos con pedigrí

Díaz Ferrán, Ángel de Cabo, Iván Losada están con Bárcenas en la cárcel Soto del Real,

Miguel Blesa ha pasado por la misma prisión.

De izquierda a derecha, y de arriba a abajo, Gerardo Díaz Ferrán, Ángel del Cabo, Iván Losada y Miguel Blesa, a su llegada a la cárcel Soto del Real.

La prisión de Soto del Real (Madrid) alberga a algunos de los reclusos más populares de España por su turbio pedigrí financiero.
 Desde el pasado jueves, también acoge en sus celdas al extesorero del PP, Luis Bárcenas.
 Pero cuando este llegó, allí estaban ya, desde el pasado 6 de diciembre, el expresidente de la patronal CEOE Gerardo Díaz Ferrán, el otrora todopoderoso dueño de Viajes Marsans, y su testaferro, Ángel de Cabo, el millonario liquidador de empresas al que Díaz Ferrán simuló vender supuestamente su imperio para no pagar los 400 millones de deudas que mantiene con un reguero de proveedores y los miles de empleados a los que ha dejado en la calle. Díaz Ferrán, De Cabo e Iván Losada, el hombre de confianza de Cabo, al que este colocó de director general de Marsans siguen aún hoy presos, aunque la Audiencia Nacional les ha rebajado sus fianzas: los 30 millones iniciales impuestos a Díaz han quedado en cinco, mientras que los 50 iniciales decretados contra De Cabo ahora son tres.
La situación judicial del expresidente de Caja Madrid Miguel Blesa es diferente
. Ahora está libre, pero también ha estado entre las rejas de Soto entre los días 5 y 20 de junio pasados. Allí le envió el juez Elpidio José Silva por sus gestiones en la operación de compra de un banco en Florida (EE UU) que, según este magistrado, tuvo un sobrecoste de unos 500 millones de euros para la entidad que presidía
. Quedó libre después de que la Audiencia de Madrid revocase su encarcelamiento y anulase por defecto procesal todas las diligencias practicadas contra él por el juez Silva, que le abrió una causa por autorizar un préstamo (impagado) de 26,6 millones para las empresas de Díaz Ferrán cuando sobre ellas se cernía la quiebra.
En las fotos superiores se ve a Díaz Ferrán, a De Cabo y a Blesa a su llegada a la prisión de Soto, en el momento en que los funcionarios les están midiendo y fotografiando para la composición de sus fichas penitenciarias.