Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

25 jun 2013

No tengo Edad

http://youtu.be/Ee2kjWpJMsk

Una habitación aún impropia........................Del Blog Mujeres

Por: | 25 de junio de 2013
MUJER QUE ESCRIBE
Disculpen los lectores y las lectoras el guiño facilón del título, pero cuesta abordar el asunto que trato aquí sin citar a santa Virginia Woolf, quien en su día (allá por 1929 en formato libro) ya habló de la necesidad de las mujeres de poseer una habitación propia y quinientas libras al año
. Peculio al margen, en vista de la multiplicación casi infinita del coste de la vida, el espacio propio sigue imponiéndose como una necesidad vital para cualquiera con ganas de tejer un universo literario
. A ese rincón apto para la creación del que debieran disponer en concreto las escritoras voy a referirme.
Me dirán que cualquier escribidora posee hoy en día un pequeño escritorio sobre el que descansa un portátil, junto a una estantería de Ikea que soporta el peso cuanto menos de algunos centenares de libros. Allí la hallamos enfrascada, con mayor o menor ahínco, en la tarea de engrosar esos cerca de 70.000 títulos que anualmente se publican en España (según el Instituto Nacional de Estadística, 69.668 en 2012). Ajena a la imposibilidad del sistema de absorber tamaña producción, son otras las razones que la hacen sopesar a ratos la posibilidad de plegar velas, obedeciendo así tanto a las negativas que atesora en una carpeta (su texto no encaja en nuestra línea editorial y bla bla bla), como a aquellos carcamales a los que oímos decir que si las mujeres no hubieran accedido al mercado laboral no habría nadie en la cola del paro.
Razones para el desaliento no le faltan a esa fémina aguerrida, que tropieza con la dificultad de acceder a los catálogos editoriales, a las antologías, a los suplementos culturales, a los ciclos de conferencias, mesas redondas y demás ocasiones para ganar lectores. Por no hablar de las prebendas y los altos galardones en que desemboca esa accidentada escalera hacia el éxito, resultado de una sabia alianza entre el prestigio y las cifras de ventas.
 Cierto es que no disponemos de un retrato fidedigno desglosado por géneros, nadie se ha molestado en hacerlo en este país nuestro donde la Ley de Igualdad (Ley orgánica 3/2007) goza de una mera función decorativa: hemos pasado alegremente de la legal sumisión de la mujer a la creencia irreal de que ya hemos aterrizado en la igualdad, una leyenda urbana tan falsa como que dormir engorda. Pero no hace falta tener el ojo demasiado entrenado en materia de desigualdad para ver lo evidente.
Que no piensen, pues, en tirar la toalla nuestras queridas autoras (editadas o inéditas, presentes o futuras), la deforestación del planeta no depende de ellas: son tan pocas que de nada serviría que todas y cada una abdicaran de su vocación, pues dicho colectivo parece no contar demasiado en el ya elevado número de mujeres (¡alabado sea el progreso!) que, bajo cualquiera de sus epígrafes, cotizan en la Seguridad Social. Lo dicho, basta echar un vistazo a los escaparates de las librerías, a las listas de los libros más vendidos, a los premios y a los reconocimientos institucionales (o contar con los dedos de una mano a las escritoras que forman parte de la Real Academia Española), para constatar que sin ellas la sobreproducción literaria seguiría siéndolo.
Absténgase ese aproximado 15% de señoras que publica en este país de dejar de hacerlo.
Vayamos, pues, por un instante del espacio particular (el cuarto propio) al general (el ecosistema literario) y preguntémonos si las escritoras poseen aquí y ahora “una habitación propia” en la que desarrollar con plenitud sus capacidades o si “su espacio de creación” sigue siendo un lugar prestado a regañadientes, mal acondicionado, amenazado por injerencias externas y, en definitiva, no del todo ideal.
 ¿Se escribe igual desde un espacio con techo de cristal? ¿Pues cómo si no llamar a esa pequeña prisión cuyos barrotes los varones insisten en no advertir, en especial si forman parte de los poderes fácticos, pero que las mujeres sufren desde los comienzos de sus carreras literarias?
Los escritores exiliados se han dolido siempre de la dificultad añadida que dicha condición implica en su tarea creadora: ¿podemos hablar aquí de exilio interior, son las escritoras exiliadas en su propio país? Al igual que las artistas plásticas y visuales se sienten expulsadas de los centros de arte, que no las acogen como debieran (¡los porcentajes son alarmantes!), las escritoras son siempre una o dos entre diez, cuando son.
Preguntados a propósito de esa presencia minoritaria, desigual y en apariencia inexplicable (dados los altos índices de mujeres sobradamente preparadas que salen de las aulas universitarias), académicos, editores, críticos y colegas escritores tienden a la negación (¡pero si hay escritoras a destajo, mira a Julia Navarro!), los más carpetovetónicos atacan con saña (¡qué más queréis, si ya podéis votar!) y los progresistas agachan la cabeza y nos dan la razón a las feministas.
Estos últimos añaden que algo habrá que hacer para que el panorama de nuestras letras sea más plural y que es tarea de todas y todos, pero hacen bien poco.
Y es que con las leyes que rigen el mundo literario sucede como con la actual Constitución Española, a la que a su vez le pasa como a la Carta Magna norteamericana, sobre la que J.M. Coetzee, parangonándola con la Biblia, escribía a Paul Auster (P. Auster & J.M. Coetzee: Aquí y ahora. Cartas 2008-2011): "La sensación que tengo yo es que el espectáculo de los académicos (o los jueces) intentando sacar algo en claro de lo que tienen que decir unos textos de hace dos mil años sobre la investigación con células madre resulta bastante cómico".
La literatura no es una ciencia y no puede hablarse respecto a ella de obsolescencia, pero no respira al margen de la historia y el progreso
. Diciéndolo con Jauss (permítaseme el sacrilegio), “el horizonte de expectativas” de quienes leemos hoy pasa por un ecosistema más igualitario. O sea que mejor haríamos entendiendo de una vez que el espacio literario debería ser, sí o sí, un espacio compartido.

Mª Ángeles Cabré, escritora y crítica literaria, acaba de publicar Leer y escribir en femenino (Barcelona, Editorial Aresta, 2013).

La historia de una hija oculta persigue al rey belga

Es curioso siempre que se trata de hacer un ADN para que un padre reconozca a su hijo-a, resulta que más parecido no pueden tener son semejantes, ni hace falta el ADN, esa chica es Igual que El Príncipe Alberto, igualita, pero es cierto , menos malque ahora existe ya el ADN.

Alberto de Bélgica y su esposa Paola. / REUTERS

El rey Alberto de Bélgica vive sus últimos meses de reinado, pero la polémica amenaza con acompañarlo hasta el día de su previsible abdicación, que la prensa belga sitúa hacia final de año.
 Pocos días después de que una mujer de 45 años le reclamara la paternidad en los tribunales, la madre de esa supuesta hija ha desvelado en la prensa todos los detalles de su romance con el monarca. Sybille de Sélys Longchamps, una aristócrata de 71 años, se ha decidido a desgranar una historia que se remonta a los años sesenta.
 "Quiero que acabe la discriminación que sufre regularmente mi hija", argumenta.
La baronesa de Sélys utiliza un lenguaje propio de novela rosa para contar al mundo lo que define como "una historia de amor".
 En una larga entrevista publicada el pasado sábado en los diarios belgas Le Soir (francófono) y De Standaard (neerlandófono), Sélys explica que ha guardado silencio todo este tiempo para no dañar a su hija ni a la monarquía, pero cree que ha llegado el momento de contar la verdad.
Alberto (entonces hermano y heredero del monarca, Balduino) y Sybille se encontraron por primera vez en Grecia, en 1966. "Comíamos todos los días juntos, compartíamos la vida diaria", explica la baronesa para añadir que el actual rey le declaró su amor mientras bailaban y que no fue ella -también casada en ese momento- quien lo sedujo
. La relación continuó y en febrero de 1968 nació Delphine. La aristócrata decidió separarse y Alberto le dijo que haría lo mismo, según su pasional relato.
 "Para mi hija, Alberto era un amigo de su madre". "Venía por las tardes y veía a Delphine prácticamente todos los días", describe como prueba de la paternidad.
La situación se mantuvo durante 10 años, un periodo en el que Alberto y Paola, su esposa, "vivían en diferentes pisos del palacio; no se veían prácticamente y no hacían nada juntos"
. Esas palabras agravan la ya deteriorada imagen matrimonial de los reyes belgas.
 Toda la familia real belga es objeto de controversia en Bélgica, aunque también es uno de los pocos elementos que unen al país.
La historia de la hija extramatrimonial del rey se conoce desde 1999 y buena parte de la opinión pública está a favor de que el monarca la reconozca.
 Pero los detalles ofrecidos por la madre de Delphine colocan a la familia real en una posición incómoda. Porque la baronesa asegura que todo estaba listo para el divorcio entre Alberto y Paola, que el rey Balduino ya había dado su consentimiento y que hasta se lo había comunicado al primer ministro.
Sybille asegura haber sido ella quien renunció a hacerlo.
"Las condiciones eran muy, muy duras para Alberto", esgrime.
 Los hijos de su matrimonio con Paola nunca podrían estar con ella, los derechos de visita eran estrictos… "No fui capaz de llevar todo eso sobre mi espalda, soportar todas las críticas y echar por tierra a la monarquía".
 Y, con aires de telenovela, añade: "Los hijos de Alberto y Paola eran todavía pequeños.
Yo tenía la impresión de que iba a ser "la mala".
La baronesa se mudó a Reino Unido con su hija, aunque siguió manteniendo con Alberto "una relación profunda, de amistad y confianza", con una línea de teléfono privada que utilizaban para mantenerse al tanto de sus vidas
. En 1984, de un día para otro, esa línea se cortó y a partir de ahí empezó a sufrir lo que denomina consecuencias negativas de su relación: colegios en los que no admitían a su hija porque ya había un miembro de la familia real, reuniones en las que no era bienvenida por motivos similares…
 Cuando Delphine cumplió 17 años, su madre le desveló la identidad del padre y ahora, con 45 años y dos hijos, ha decidido reclamarle una prueba de ADN para confirmar el parentesco.
La aristócrata dice que no buscan dinero ni quieren hacer daño a Alberto
. Cuando, al final de la entrevista, el periodista le pregunta si aún es monárquica, de Sélys responde: "¡Por supuesto! Mi vida lo demuestra".
Y concluye con el toque novelero que caracteriza todo el relato: "Viví un gran amor, una bella historia que tiene un gran valor.
 Es una pena que termine así, pero he actuado según mi corazón".

“Teníamos claro que los niños tenían que estar en la finca sí o sí”

El exjefe de la unidad que dirigió la búsqueda de los pequeños no dudó de que la desaparición "tenía un origen criminal".

 

José Bretón, minutos antes de que comenzara la sesión de este martes. / Rafa Alcaide (EFE)
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Serafín Castro, el exjefe de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) que dirigió la investigación policíal sobre el presunto asesinato de los pequeños Ruth y José, ha asegurado ante el juez que "desde muy pronto" se concluyó que "los niños tenían que estar en la finca de Las Quemadillas sí o sí". La fiscalía y la acusación particular consideran que el 8 de octubre de 2011 José Bretón envenenó a sus hijos con fármacos para causarles la muerte, como venganza contra su exesposa y madre de los niños, Ruth Ortiz, quien acababa de pedirle el divorcio.
 La policía sospecha que hizo desaparecer los cuerpos en una gran hoguera que Bretón prendió en la finca. La fiscalía pide 40 años de cárcel contra el acusado.
"No teníamos duda de que la desaparición tenía un origen criminal.
 Había que investigar en el espacio y en el tiempo
. Reconstruir todos los pasos de Bretón de ese día. Solo nos quedaban las tres horas [de las 14.30 a las 17.30] que pasó dentro de la finca, en la que no había entrado y salido nadie más que Bretón y sus hijos. Los niños tenían que estar en la finca sí o sí", se ha reafirmado Castro.
Además del exjefe de la UDEV, el relato de los policías que atendieron y acompañaron a José Bretón la noche del 8 de octubre de 2011 coinciden en lo que han venido diciendo todos los testigos que han declarado en el juicio contra Bretón.
 Todos han destacado lo inverosímil de su relato de cómo había perdido a los niños en el parque Cruz Conde de Córdoba
. Los agentes también han recordado cómo desde el primer momento en el que el acusado mencionó haber estado en su finca, tras horas de interrogatorios, se sospechó de este lugar. “Desde primera hora, Las Quemadillas nos empezó a oler raro”, dijo un policía.
Los agentes destacan lo inverosímil del relato de Bretón de cómo perdió a los niños en el parque Cruz Conde
Tras muchas horas hablando, la noche del 8 de octubre, Bretón comentó al fin a los agentes la existencia de la finca de Las Quemadillas, donde reconoció haber pasado el día con sus hijos.
“Como no teníamos nada, a efectos de la investigación, pensamos que sería útil ir. Nunca nos recriminó que invirtiéramos tiempo allí en vez de estar buscando a los niños”, ha dicho un agente.
“Era colaborador, pero no mostraba más de lo que había”, coinciden los agentes. Por eso, nunca dijo nada de la hoguera hasta que la encontraron. “Vimos un montículo, raro, alumbramos con la hoguera y vimos que había restos calientes.
 Fue entonces cuando nos dijo que había hecho fuego. Y volvió a cambiar la versión, una vez que íbamos encontrando datos”. Bretón le dijo a alguno de los agentes que había quemado apuntes y pertenencias de Ruth Ortiz, mientras que a otros también les dijo que había quemado algún pequeño animal.
Todo les daba muy mala impresión a los agentes
. Nada terminaba de cuadrar. Ni la pérdida de los niños en el parque Cruz Conde ni siquiera el sitio donde Bretón había aparcado su vehículo, en la avenida Pintor Espinosa, junto al espacio verde. “Aparcó junto a una señal de tráfico y a contramano
. Era raro.
 Pero también lo era que había aparcado junto a una señal de tráfico que apenas permitía abrir la puerta para salir
. Nos dijo que por ahí habían salido sus dos hijos”, ha señalado un policía, aunque la versión de otro señala que Bretón rectificó y dijo que un niño había salido por una puerta y otro por la contraria.
El resto de policías que están compareciendo han reincidido en la frialdad del acusado la tarde de la desaparición
. "Apenas ofrecía explicaciones de lo ocurrido y en algún momento llegó a insinuar que la familia de su esposa podía estar implicada, han afirmado algunos agentes.