Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

23 jun 2013

Cuando el fin justifica la fama

El ejemplo de Elena Anaya expone la tendencia solidaria de las estrellas.

 

Elena Anaya, durante su viaje a Bambasi, Etiopía.

Los micrófonos están cerrados. Kebene, etíope de 28 años refugiada en España, acaba de leer una carta en la que cuenta su historia, un relato de los que hacen difícil entender cómo puede conservar esa sonrisa.
 Elena Anaya, a su vera durante la lectura, se retira de escena detrás de ella, le toca el brazo y, entusiasta pero despacio, para que no se le escape una palabra, le dice: “Aquí tienes a una hermana”.
 Es en privado, sin intención de que se entere el auditorio.
 Ha finalizado el primer acto de la presentación del documental Welcome to my country (Bienvenido a mi país), dirigido por Fernando León de Aranoa y conducido por Elena Anaya para la agencia de refugiados de la ONU (ACNUR)
. La actriz se acuerda de las palabras durante una charla posterior. No tanto de las suyas, sino de las que le soltó Kebene y que la dejaron algo tocada:
 “Después de cinco años huyendo”, cuenta Anaya, “se ha acercado a mí para decirme: ‘Que sepas que estoy aquí para ayudarte en lo que quieras”.
Hasta hace bien poco, Kebene no tenía ni idea de quién era esa mujer de 37 años que hoy se desvive por ayudarla a leer en público.
 La etíope llegó a España en julio de 2012.
Por entonces, Elena Anaya ya tenía en mente que quería hacer algo para contar lo que había aprendido hacía muy poquito, en el puente de mayo, en las oficinas de ACNUR en Madrid
. Y acabó en Etiopía, en los campos de Dollo Ado y Assosa, donde tampoco la conoce nadie, donde nadie vio Lucía y el sexo o La piel que habito
. Eso da igual. La fórmula pasa por lo siguiente: Anaya viaja, ve, se informa, trabaja y comunica
. Alguien, de este lado, reconoce a la actriz en la campaña, se acerca un poco más, conecta, entiende y, quizá, solo quizá, aporta.
“Es una realidad que supera a la ficción más surrealista”, dice la actriz
Eso, en bruto. El backstage deja otras cosas. “Es una realidad”, relata la actriz, “que supera a cualquiera de las ficciones más surrealistas que haya podido imaginar”.
 Una realidad, dura, que necesita también un rincón para digerir.
“A mí me tocó una noche en la tienda”, tira de memoria la actriz. “Entró Fernando y me vio agachada, casi a oscuras, solo con una luz azul, y me preguntó que me pasaba. Le dije que necesitaba estar sola un rato”.
 El rato duró poco porque a ella se le había ido la mano con el matarratas y, según le sugirió el director, o salía o quizá se quedaba para siempre.
Elena Anaya colabora con ACNUR desde aquel día en el que un pinchazo le hizo toparse con Maricela Daniel, representante de la agencia en España.
 Pero los hay, famosos —en el lenguaje que utiliza la propia organización— que llevan más tiempo
. El presentador de televisión Jesús Vázquez es embajador de buena voluntad de ACNUR desde 2007. Hace un mes estuvo de visita en los campos de Zaatari (Jordania), junto a la frontera de Siria, para alertar de la falta de recursos en la asistencia de los más de 1,5 millones de refugiados de la guerra siria.
Elena Anaya charla con los niños de Bambasi.
Esta semana fue la actriz Angelina Jolie —que si en esto de colaborar con la ONU hubiera rangos ocuparía el mayor, como enviada especial de ACNUR— la que viajó a Jordania.
 La emergencia siria, inmanejable a estas horas, necesita de su tirón y ella, casi como paracaidista, lo presta. Primero de acción, junto a algunas de las familias que un día cruzaron la frontera sur de Siria, y luego de oración: “No podemos imaginar por lo que estáis pasando”, dijo Jolie, junto al alto comisionado de ACNUR, el portugués Antonio Guterres.
 “El conflicto tiene que acabar”, pidió la actriz
. Seguro que sus imágenes, para la audiencia, tienen más vuelo que sus palabras, irrelevantes para la diplomacia.
Y antes, también mucho antes, fueron otros lo que hicieron uso de su popularidad, de ser una cara conocida, para que los que no pasan del anonimato arrimaran el hombro a su causa.
Lo fueron, para diferentes agencias, Peter Ustinov, Sofía Loren, Richard Burton, Audrey Hepburn, Mia Farrow, Susan Sarandon, pero también Riccardo Muti, Giorgio Armani, Nana Mouskouri, Pierre Cardin o incluso Laura W. Bush.
Sofia Loren, Audrey Hepburn y Richard Burton también donaron su imagen para la causa
¿Por qué meterse en un proyecto así?
“Llevaba mucho tiempo intentando buscar la parte útil de ser un personaje conocido”, responde Elena Anaya. “Hay algo con la popularidad que intento evitar y con lo que me peleo porque no lo asumo de forma muy directa”
. Lo que sí aceptó ya es que tiene un privilegio: por ser quién es conoce mejor el trabajo con los refugiados; por ser quién es viajó a Etiopía, y por ser quién es tuvo la oportunidad de conocer y dar a conocer una crisis con más de 45 millones de protagonistas.
Y, además, la fórmula a veces funciona.
 “Me llamaron también para la campaña del Sahel”, recuerda la actriz. “Vi una foto de un niño bebiendo de un charco y dije de inmediato: ‘¿Adónde hay que ir?”.
 La iniciativa de ACNUR tuvo éxito. Es decir, que si Elena Anaya sale, la gente colabora y si no… “La vida me ha colocado en un sitio y a ti en otro”, reflexiona la actriz.
“Espero poder ayudar, ser útil, ser un reclamo si es necesario y utilizar mi popularidad para este tipo de cosas, que creo —dice con sorna— que es para lo único bueno que sirve”.

22 jun 2013

Una ‘superluna’ iluminará el cielo nocturno

La Luna llega a su punto más cercano a la Tierra media hora antes de entrar en la fase llena. Esto hará que se vea un 14% más grande y un 20% más brillante.

La luna, fotografiada este viernes en Nueva Jersey. / Julio Cortez (AP)

Esta noche y mañana por la noche se verá en el cielo una luna mucho más grande y brillante.
 El fenómeno, conocido como ‘súper luna’ se produce porque el satélite estará en su punto más cercano a la Tierra –perigeo-- una media hora antes de entrar en su fase de llena, algo que se da una vez al año.
Durante la ‘súperluna’ el satélite parecerá un 14% más grande y un 30% más brillante que regularmente
. El domingo a las 13h (hora española) la Luna llegará a su perigeo a una distancia de 356.991 kilómetros de la Tierra; será entonces cuando más grande se vea.
La Luna no estuvo tan cerca de la Tierra desde mayo de 2012 y no volverá a estarlo hasta agosto de 2014. El año que viene, además, no se verá tan grande porque llegará a su apogeo más lejos de la Tierra.
Este fenómeno en el que coincide el perigeo con la fase de Luna llena causará variantes mayores en las mareas de los océanos, según los expertos.
 Aunque las mareas más altas no coincidirán con el perigeo lunar, sino que ocurrirán un par de días después, dependiendo de la ubicación costera.

 

DESPUÉS....................Amado Nervo

Después

Te odio con el odio de la ilusión marchita:
¡Retírate! He bebido tu cáliz, y por eso
mis labios ya no saben dónde poner su beso;
mi carne, atormentada de goces, muere ahíta.

Safo, Crisis, Aspasia, Magdalena, Afrodita,
cuanto he querido fuiste para mi afán avieso.
¿En dónde hallar espasmos, en dónde hallar exceso
que al punto no me brinde tu perversión maldita?

¡Aléjate! Me invaden vergüenzas dolorosas,
sonrojos indecibles del mal, rencores francos,
al ver temblar la fiebre sobre tus senos rosas.

No quiero más que vibre la lira de tus flancos:
déjame solo y triste llorar por mis gloriosas
virginidades muertas entre tus muslos blancos.

El hábito de mentir

La simplicidad o facilidad de 'La verdad sobre el caso Harry Quebert' es solo aparente

La novela de Dicker trata sobre la costumbre humana de simular, fingir y mentir.

'La verdad sobre el caso Harry Quebert' se desarrolla en Aurora, una pequeña localidad costera inventada de Nueva Inglaterra. / DK Limited / Corbis

El 30 de agosto de 1975, en Aurora, mínima ciudad de New Hampshire a orillas del Atlántico, desapareció Nola Kellergan, de 15 años, y mataron de un tiro a la anciana que la vio por última vez.
 Al cabo de tres décadas, el 12 de junio de 2008, encuentran el cadáver de la niña en el jardín de un clásico de la literatura angloamericana contemporánea, Harry Quebert, de 67 años.
La víctima había sido enterrada con el manuscrito de la obra esencial del genio, Los orígenes del mal, “uno de los libros más vendidos de los últimos cincuenta años en Estados Unidos”
. El escritor, acusado de dos asesinatos, ve desde la cárcel cómo su novela se convierte de pronto en literatura diabólica, eliminada de las bibliotecas y de los planes de estudio, perverso mensaje de amor para una niña.
Markus Goldman, joven estrella del negocio editorial, autor de una sola novela superventas y antiguo alumno del presunto asesino, acudirá en ayuda de su maestro, decidido a investigar y demostrar su inocencia.
 El nuevo fenómeno literario sufre en ese momento una insuperable crisis creativa, desesperado e incapaz de escribir una letra, mientras su editor le pide la novela que tenía comprometida y lo amenaza con una demanda millonaria por incumplimiento de contrato
. Instalado en la mansión de Quebert, estudiando unos crímenes que sucedieron hace más de treinta años, ávido de información sobre las vidas ajenas, Goldman graba conversaciones con los vecinos de Aurora y entrevistas con el sospechoso en el locutorio de la cárcel, y un día se descubre escribiendo su nuevo libro. Escribir una novela resulta equivalente a investigar un doble caso de asesinato, y devolverle el buen nombre al supuesto criminal será también restituirle a la literatura la gloria perdida.
En la obra de Dicker
se cruzan, como mínimo, cuatro novelas distintas y distintas verdades sucesivas
La verdad sobre el caso Harry Quebert es la segunda novela de Joël Dicker (1985), suizo francófono, poseído por los misterios de la literatura popular desde su debut, Los últimos días de nuestros padres, intrigas en torno a la resistencia francesa y los servicios secretos británicos durante la II Guerra Mundial
. La historia de Harry Quebert me ha recordado dos novelas españolas innovadoras en su tiempo, Los dominios del lobo (1971), de Javier Marías, y La verdad sobre el caso Savolta (1975), de Eduardo Mendoza. Además de los clásicos enigmas policiacos, Joël Dicker domina la imaginería cinematográfica y televisiva de los últimos años, los clichés de las novelas juveniles para adultos, e incluso de los libros de autoayuda, porque entre las más de seiscientas páginas de La verdad sobre el caso Harry Quebert cabe también un breve manual de auxilio para escritores estériles. Pero lo más característico de esta novela es su aire de cuento de hadas, sus niños que se quejan perdidos en el bosque, lastimados por ogros, brujos y criaturas muertas.
 Dicker parece escribir después de ver alguna película del pionero del cine Louis Feuillade, Fantomas, por ejemplo, con su acumulación improbable y fabulosa de sorpresas
. Hay algo fantástico en la precisión cinematográfica con que el narrador, el joven Markus Goldman, transcribe lo que ocurrió hace 33 años, día a día, con fecha, hora y momento exacto de cada acción y cada palabra.
El escritor Goldman disfruta de su investigación en la tranquila Aurora, sin dejarse asustar por amenazas anónimas ni pirómanos con instintos homicidas, mientras los vecinos le cuentan cómo celebraron en 1975 el día de la Independencia y el baile de verano entre excursiones a la playa y fiestas en el jardín, y cómo Nola Kellergan, la niña del clérigo, gritaba en su casa y el reverendo ponía jazz a todo volumen, siempre el mismo disco. Al drama se suma el humor, y a los consejos literarios del maestro paternal y posible asesino se añaden a través del teléfono las admoniciones prácticas de la desquiciada madre de Goldman. En La verdad sobre el caso Harry Quebert se cruzan, como mínimo, cuatro novelas distintas y distintas verdades sucesivas. “La responsabilidad del escritor es decir la verdad”, anota el narrador, pero tanto él como su modelo, Quebert, son dos farsantes confesos. La novela de Joël Dicker pertenece a ese tipo de literatura que genera literatura, es decir, que invita a continuar inventando novelas.
Su simplicidad, sencillez o facilidad es solo aparente, y de eso trata el caso Quebert: de la costumbre humana de simular, fingir y mentir.

La verdad sobre el caso Harry Quebert. Jöel Dicker. Traducción de Juan Carlos Durán Romero. Alfaguara. Madrid, 2013. 670 páginas. 22 euros (electrónico: 10,99)