Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

6 jun 2013

A la caza del ‘best-seller’ en la selva del Retiro.

Caseta en la Feria del Libro de Madrid. / Samuel Sánchez

Arqueología, medicina, alto ejecutivo farmacéutico y guionista de cine. Esa es la ruta que siguió Glenn Cooper antes de convertirse en el penúltimo del selecto club de autores de best-sellers globales.
 Y sin mucho ruido, pero con una legión ya de seguidores: cinco millones de lectores por seis libros en solo tres años, medio millón en España.
Cooper (White Plains, Nueva York, 1953), que se ha encontrado con sus lectores de la Feria del Libro de Madrid, publicó en 2009 su primera novela, La biblioteca de los muertos, primera parte de una trilogía que continuó con El libro de las almas y que acaba de cerrar con El fin de los escribas (Grijalbo), un thriller en el que unas personas heredan el don de saber la fecha de nacimiento y muerte de la gente. El estadounidense no es tan mediático como otros recién llegados al grupo de los superventas como la australiana Kate Morton y la británica E. L. James, dos de las escritoras preferidas en la Feria, pero su corte de seguidores avanza a un ritmo apabullante. Y eso que él empezó muy tarde, pasados los 50 años.
Los sellos deciden la estrategia y buscan las fórmulas.
Glenn Cooper
Glenn Cooper se refiere a cada una de las etapas que ha vivido como “obras de teatro” en las que ha querido encontrar diversión. Parece honesto en su búsqueda. ¿Por qué la literatura, ya pasados los 50? Trabajaba en una gran compañía de 30.000 empleados y comencé a sentirme atado a una rueda de molino. Me pareció que escribir sería una actividad muy distinta, que me ayudaría a liberar mi tensión y al principio lo intenté con guiones. El primero fue terrible… Después fui mejorando, pero de 20 guiones en 20 años ¡solo vi convertido uno en película! (risas). Cuando me decanté por la novela fue como volver a casa, daba más lugar para la reflexión”.
Aunque a gusto con su condición de superventas, Cooper reclama diferenciarse del lote. Un club de autores cuyos libros son traducidos a multitud de idiomas y desarrollan una vida global, con desigual acogida entre la crítica y los seguidores. Son historias que hablan de temas que apelan a los lectores, y con tramas de mayor o menos complejidad, en las que se repiten ingredientes de éxito. Tienen su espacio muy visible en la feria los ya clásicos de ventas astronómicas como Ken Follet con El invierno en el mundo (Plaza & Janés), John Grisham con Theodore Boone. El acusado (Montena), la veterana en títulos románticos Danielle Steel con Tiempo prestado (Plaza & Janés), y una de sus sucesoras, Nora Roberts, con Polos opuestos (Random House); también la irlandesa Marian Keyes con Helen no puede dormir (Plaza & Janés).
Los expositores también recogen la generación de la antepenúltima hornada best-seller tipo Dan Brown, Inferno (Planeta), Katherine Scholes y La reina de la lluvia (Planeta), C. S. Sansom y Dominación (Ediciones B) y Brad Thor con Misión Cervantes (Martínez Roca). La penúltima generación best-seller viene encarnada por E. L. James y su Cincuenta sombras de Grey (Grijalbo), Sherrilyn Kenyon de Sed de venganza (Plaza & Janés), Kate Morton y El cumpleaños secreto (Suma de letras) y Cooper con El fin de los escribas.
El escritor Glenn Cooper. / Carlos Rosillo
Cooper era consciente de que el género que elegía, el thriller, le iba a dar más posibilidades de convertirse en best-seller. Lo hace sin prejuicios porque, además, es el tipo de literatura que él prefiere como lector. “Si escribes poesía, será muy difícil que puedas ganarte la vida. Hay géneros más llamados a triunfar, como ahora la novela erótica, la ciencia ficción o la de adolescentes. Si tienes la suerte de convertirte en best-seller, se crean ciertas expectativas que hay que cumplir. Mientras esté cómodo, estaré cómodo en el mercado”.
Tres años largos le han servido para conocer los mecanismos y las recetas del mercado editorial. “Los primeros que deciden la estrategia son los editores. Sus expectativas deciden lo que va a ser publicado, ellos buscan las fórmulas. Sucede como en Hollywood: si una película tiene éxito, intentarán repetirla”. Dan Brown se convierte en este punto de la conversación en una tercera presencia. “Su fórmula ha provocado una ola de imitaciones… De vez en cuando, aparece alguien que hace algo distinto, que introduce un nuevo tipo de paradigma…” Y no lo duda cuando define su espacio. “Me gustaría pensar que mis libros no solo entretienen, algo que también busco, sino que ayudan a plantear preguntas más ambiciosas, aunque yo no sea un filósofo, ni un profesor de universidad. Que no hacen el recorrido habitual de los thrillers de un héroe que supera obstáculos hacia un final feliz, la resolución del puzle, como sucede con Dan Brown. Serían los thrillers “del hombre que piensa”. Cooper afirma que le gusta investigar a fondo sus temas, e incluso para alguno de ellos ha llegado a comprar 300 libros.
Cooper busca llegar a más lectores e interactuar con ellos a través de las redes sociales. “Si alguien me envía un mensaje, trato de responder en una hora. Sé que a algunos escritores les gusta aislarse en una burbuja, pero ese no es mi caso. Me parece pretencioso”.
En su próxima trilogía estará presente Cataluña. Será una búsqueda moderna del Santo Grial.

“Soy un ejemplo de lo importante que es la sanidad pública”


"La crisis obliga a ser imaginativos", dice Silvia Abascal. / L. S.

La cita es en la habitación del hotel en el que vive estos días en Madrid.
 Ha bajado de su casa en la montaña para presentar su libro Todo un viaje, en el que narra el derrame cerebral que sufrió hace dos años y el proceso que sigue para lograr su total recuperación.
 Silvia Abascal, de 34 años, todavía debe salvar algunos obstáculos. Si al principio del proceso perdió la audición de su oído derecho, ahora sufre hiperacusia. Por eso, la charla, delante de un plato de jamón y una coca-cola, transcurre en un espacio silencioso y en tono bajo.
Ello no impide que las palabras de la actriz suenen enérgicas cuando habla de la crisis y de los recortes.
 “Hay cosas que no se pueden negociar, como la sanidad pública. Yo soy un ejemplo de lo importante que es”, proclama.
Silvia Abascal ingresó en el hospital Carlos Haya de Málaga cuando sufrió un derrame cerebral mientras asistía al festival de cine de la ciudad.
 Se estaba pintando los labios junto a Miguel Ángel Silvestre cuando notó que “algo muy gordo” estaba pasando. De allí fue trasladada al Gregorio Marañón de Madrid. La rehabilitación la hace también en un centro público
. Con la misma exigencia con la que preparaba sus papeles de actriz, Silvia Abascal trabaja en su recuperación
. Está feliz ya que, por fin, puede ir al teatro. “Lo intenté varias veces, pero los ruidos me volvían loca”.
 Protegidos sus oídos con unos tapones y unos cascos, se presentó en el teatro Español para ver La avería. Cuando Blanca Portillo y sus compañeros la descubrieron sentada en primera fila, se convirtió en la estrella de la función y de la ovación final.
 “Dicen que en mi profesión cada uno va a lo suyo, pero yo no puedo decir lo mismo. El cariño y el apoyo que he recibido es increíble”, cuenta.

Hotel Sheraton Mirasierra (Madrid)

  • Virutas de jamón serrano: 28,50 euros.
  • Dos Coca-Colas: 9 euros.
Total 37,50 euros.
Estos días tiene su correo electrónico lleno de mensajes que lee poco a poco.
 “Me emociono de las cosas que me dicen. Les contestaré despacio”. Horas antes ha hablado con Miguel Ángel Silvestre. “Siempre está ahí. Quiero tanto a Migue...”.
A Silvia Abascal siempre le gustó escribir
. Tiene varios cortos y algún relato de ficción, pero nunca imaginó que algún día escribiría su historia. Nada más llegar a su refugio en la montaña encendió el ordenador y se sentó a revivir lo sucedido en sesiones de trabajo que comenzaban a las ocho de la mañana y concluían a las cinco de la tarde, “a veces, sin parar a comer”.
 “Tenía claro el título y cómo empezar: directo y al grano.
 Lo que no he querido ha sido ahondar en la herida. Creo que es una narración vital, optimista”. El libro lo acabó en febrero; enseguida, Planeta se lo compró y ayer se puso a la venta.
Ahora medita qué hacer con su tiempo libre. Probablemente siga escribiendo.
 Todavía no está en condiciones de hacer teatro o televisión. “Sigo teniendo ofertas y algunas me apetecen, pero no estoy lista. Eso sí, sé que regresaré a mi profesión”. Lo que más echa de menos ahora Silvia Abascal es poder ir a un concierto. “Pero un día de estos lo intentaré”.
 Durante la entrevista le molesta hasta el hilo musical. También quiere viajar. “Es lo que más me apetece ahora, pero no soporto el ruido de los aviones”.
Sus compañeros le cuentan sus problemas de trabajo y cómo el IVA cultural les está afectando. “La crisis obliga a ser imaginativo”. Silvia Abascal lo es cada día desde hace dos años.

‘El nombre de la rosa’, a escena


Un ensayo de 'El nombre de la rosa'.

El nombre de la rosa, obra cumbre de Umberto Eco escrita en 1980, hablaba de la opulencia de la Iglesia Católica, del miedo al conocimiento, de la censura del saber.
 Temas que permanecen intactos en la primera adaptación teatral que se ha hecho en el mundo de esta obra emblemática que fue todo un best-seller en los años ochenta del pasado siglo. La versión escénica de El nombre de la rosa, se estrena hoy en el Gran Teatro de Cáceres, inaugurando el XXIV Festival de Teatro Clásico de esa ciudad extremeña.
El montaje cuenta con una adaptación escénica realizada por José Antonio Vitoria y Garbi Losada, quien también se ha encargado de la dirección del espectáculo en el que participan 12 actores principales y unos 30 figurantes, encabezando el reparto Karra Elejalde, en el papel del fraile Guillermo de Baskerville, y Juan José Ballesta, en el de su joven discípulo Adso de Melk. Ambos tratan de desentrañar una serie de extrañas muertes que se suceden en una abadía benedictina en el siglo XIV. "Mi personaje es un reto, el teatro implica un compromiso muy grande", dice Elejalde. "Los hemos abordado desde el plano naturalista, como si la obra fuese un Chéjov. Guillermo es un franciscano progresista, un tipo muy comprensivo, al que no le gusta juzgar, y yo, por eso, no lo he llevado por la energía ni por lo físico, sino más bien por el camino de un hombre tranquilo y cariñoso, que comprende que los seres humanos estamos sujetos a mezquindades y pecados
. Va ser un espectáculo de calidad porque la historia es apasionante".
El estreno de este montaje no contará con la presencia de Eco, aunque sí con sus permisos para poner en pie este ambicioso proyecto abordado conjuntamente por cuatro compañías, conocidas en el sector teatral, Ados Teatroa, Al Revés Producciones, Tres Tristes Tigres y La Nave Producciones, de cuatro comunidades autónomas (País Vasco, La Rioja, Navarra y Extremadura).
Karra Elejalde y Juan José Ballesta, actores principales de la versión teatral de 'El nombre de la rosa'.
Llevan años peleando por sacar a flote el proyecto, tras adquirir los derechos para su puesta en escena, algo que se hace por primera vez, lo que podría parecer insólito, sobre todo teniendo en cuenta el éxito mundial que tuvo la versión cinematográfica de esta novela, con la película dirigida por Jean-Jacques Annaud en 1986 y protagonizada por Sean Connery y un adolescente Christian Slater.
“Con la Edad Media como telón de fondo, El nombre de la rosa contiene una original mezcla de relato detectivesco a lo Agatha Christie y novela culta, y se revela como una aventura laberíntica, que participa de las características propias de la novela policíaca, la crónica medieval, o la alegoría narrativa”, comenta Losada, “su apasionante trama, llena de golpes de efecto, nos deslumbra además con la reconstrucción portentosa de una época, de sus diversas formas de pensar y los conflictos que entre ellas se desatan”.
Tanto la escenografía como el vestuario se han adaptado a la época en la que transcurren los hechos, y se ha pretendido que fueran elementos que contribuyeran a recrear la atmósfera de misterio que ideó el escritor italiano en su novela.
El montaje que se estrena en Cáceres supone la primera adaptación para el teatro de este best-seller de los años 80 que aborda un debate siempre vigente: la riqueza de la Iglesia Católica, el miedo al conocimiento y la censura del saber.

Muere el Autor de WILT, Con el que reímos sin saber que lo que escribía se iba a convertir en verdad

El escritor Tom Sharpe, en una imagen de 2004. / Marcel.lí Sàenz

El escritor británico Tom Sharpe ha fallecido a los 85 años en su domicilio de Llafranc, en Palafrugell (Girona), por una complicación de su diabetes
. Nacido en Londres en 1928, y autor de obras como Zafarrancho en Cambridge (Anagrama), tuvo una infancia difícil en la que su padre, un predicador a la antigua, trató de inculcarle ideas fascistas.
 Está previsto que la incineración se celebre este fin de semana en Palafrugell, a la espera de la llegada de una de sus hijas que reside en Estados Unidos. Posteriormente sus cenizas se repartirán entre la localidad gerundense, Cambridge y Sunderland.
El Ayuntamiento de Palafrugell prepara actos de homenaje debido al respeto que la localidad tenía por el escritor, que llevaba 22 años viviendo en Llafranc, el lugar que eligió para continuar con su actividad literaria.
Estudió en Cambridge, pasó un tiempo en la Marina y, en 1951, a los 23 años, una decisión cambió su vida: emigrar a Suráfrica en busca de nuevas oportunidades.
 Aunque él aún no lo sabía, allí encontró el material que, en tono de farsa, le permitiría años después escribir su primera novela, Reunión tumultuosa. En 1961, Sharpe fue deportado por criticar el apartheid y, de vuelta a Inglaterra, trabajó diez años en el Cambridge College of Arts and Technology, donde se las tuvo con un grupo de alumnos más bien brutos que le proporcionaron un material excelente para su Wilt.
El escritor Xavier Moret entrevistó como periodista varias veces al autor británico y le visitó en los años ochenta en su casa de Cambridge, donde, según dice, " ya dio muestras de su buen humor", y en su retiro de Llafranc. "Recuerdo que le gustaba hablar de sus años en Sudáfrica, de su lucha contra el apartheid y de su etapa de fotógrafo, que terminó en 1969. Cuando le visité en Llafranc, ya tenía 70 años y no andaba muy bien de salud, pero me invitó a comer y me instó a pedir los mejores manjares
. "Ya que yo no puedo comerlos, por lo menos me gusta ver que alguien los come en mi mesa".
Moret, gran conocedor de su obra, explica que Sharpe "le estaba muy agradecido a Wilt, su personaje estrella, y admiraba a Wodehouse y Waugh, grandes escritores humoristas británicos, como él. Algunos de sus libros son desternillantes, pero en los últimos tiempos había experimentado un bajón. No tenía en gran consideración a los críticos. "Son excelentes conductores de asiento trasero. Saben muy bien adónde hay que ir, pero no tienen ni idea de conducir".
Tom Sharpe, en al celebración de los 25 años de Anagrama, en 1994.
Sharpe no publicó su primera novela hasta 1971, a los 43 años. Por lo que cuenta, se puso a escribir en tono de farsa a ver qué salía. Y dio en el blanco. En 1976 publicó Wilt y el éxito ya fue total. En 13 años, entre 1971 y 1984, publicó 11 novelas. Luego vino un parón hasta 1995.
Además de su labor narrativa, El autor de Zafarrancho en Cambridge comenzó su andadura fotográfica en Johannesburgo, donde empleaba el escaso tiempo libre que le dejaba su trabajo de docente en un internado de niños blancos a tomar imágenes en los suburbios de la ciudad. Su insistencia en dejar testimonio de aquella penuria le llevó a la cárcel, acusado de "político subversivo y comunista peligroso". Finalmente, la deportación le devolvió de nuevo a Inglaterra, no sin antes perder 36.000 negativos, quemados por el departamento especial de la policía, aunque se salvaron otros 6.000 que había dejado, "por seguridad", en casa de unos amigos.
Tom Sharpe se incluye en las listas de grandes autores de lo que se denomina humor británico en literatura, un género especial, con escritores de gran talento, con exquisito manejo de la ironía y sutileza por un lado o políticamente incorrecto por otro. Autores como Chaucer o Sterne, e incluso Shakespeare, son los precursores de este tipo de literatura. Luego vendrán otros, como Chesterton, Lewis Carrol, Edward, Lear, PD Wodehouse o Alan Benett, hasta llegar a los más nuevos, donde se puede incluir a Alan Benett, Will Self, Nick Hornby y Julian Barnes, así como Paul Torday, Helen Fielding y Adam Thirlwell.
El periodista catalán Llàtzer Moix escribió en 2002 una biografía sobre el autor británico, Wilt soy yo. Conversaciones con Tom Sharpe (Anagrama). Moix considera que Sharpe era “un autor con diferentes registros de humor en su escritura. Brillante, en ocasiones, ácido y distroller”. Tal vez se entienda mejor su obra si se conoce su vida desde la infancia. Una madre enferma y un padre que pasó del socialismo al nacionalsocialismo. “Las primeros documentales que Sharpe ve sobre la actuación de los nazis y los campos de concentración le hacen alejarse de su progenitor.
Su estancia en la universidad de Cambrigde, donde estudió Historia, no fue muy placentera, era un pobre entre los adinerados, ni tampoco su alistamiento en la Royal Navy”, puntualiza Moix.
 En Sudáfrica ejerció de trabajador social, maestro y fotógrafo, y escribió 9 obras de teatro contra el apartheid, una de ellas se estrenó en un teatro de Londres.
“Sharpe poseía una ética personal muy firme. Su gran momento literario en Gran Bretaña se produce entre las décadas de los 70 y 80 que logra atrapar a muchos lectores hasta vender en lengua inglesa 5 millones de ejemplares. Algunas de sus obras como El temible Blott o Zafarrancho en Cambrigde fueron grabadas para series de televisión en la década de los setenta. A España, sus obras llegan más tarde y tiene también su momento”, explica su biógrafo.
El escritor británico decide instalarse en Llafranc (Girona) después de un Congreso del Pen Internacional de Escritores en el que conoció la zona y le gustó. “Coincidió también que en el gobierno estaba Margaret Thatcher y comenzó a desaparecer en Gran Bretaña el estado del bienestar, mientras en España se estaba construyendo. En los años que vivió en nuestro país no se molestó por aprender castellano. Disfrutaba fumando un puro, tomando un wisky y escribiendo”, puntualiza Moix.
Tom Sharpe manifestó públicamente su admiración por la Sanidad Pública española y protestó por los anuncios de recortes en esta materia que leía en la prensa. “Siempre me han tratado excelente en los centros de Cataluña en los que me han atendido por mis dolencias”.
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Tom Sharpe (izquierda), y Jorge Herralde en la última presentación del escritor para Anagrama, en 2009.
Estuvo aquí en Canarias en una Feria del Libro, lo fuimos a escuchar y a que firmara su libro WILT que tanto nos hizo reir sin saber que nos avisaba que eso nos iba a ocurrir....