Y sin mucho ruido, pero con una legión ya de seguidores: cinco millones de lectores por seis libros en solo tres años, medio millón en España.
Cooper (White Plains, Nueva York, 1953), que se ha encontrado con sus lectores de la Feria del Libro de Madrid, publicó en 2009 su primera novela, La biblioteca de los muertos, primera parte de una trilogía que continuó con El libro de las almas y que acaba de cerrar con El fin de los escribas (Grijalbo), un thriller en el que unas personas heredan el don de saber la fecha de nacimiento y muerte de la gente. El estadounidense no es tan mediático como otros recién llegados al grupo de los superventas como la australiana Kate Morton y la británica E. L. James, dos de las escritoras preferidas en la Feria, pero su corte de seguidores avanza a un ritmo apabullante. Y eso que él empezó muy tarde, pasados los 50 años.
Glenn Cooper se refiere a cada una de las etapas que ha vivido como “obras de teatro” en las que ha querido encontrar diversión. Parece honesto en su búsqueda. ¿Por qué la literatura, ya pasados los 50? “Trabajaba en una gran compañía de 30.000 empleados y comencé a sentirme atado a una rueda de molino. Me pareció que escribir sería una actividad muy distinta, que me ayudaría a liberar mi tensión y al principio lo intenté con guiones. El primero fue terrible… Después fui mejorando, pero de 20 guiones en 20 años ¡solo vi convertido uno en película! (risas). Cuando me decanté por la novela fue como volver a casa, daba más lugar para la reflexión”.
Aunque a gusto con su condición de superventas, Cooper reclama diferenciarse del lote. Un club de autores cuyos libros son traducidos a multitud de idiomas y desarrollan una vida global, con desigual acogida entre la crítica y los seguidores. Son historias que hablan de temas que apelan a los lectores, y con tramas de mayor o menos complejidad, en las que se repiten ingredientes de éxito. Tienen su espacio muy visible en la feria los ya clásicos de ventas astronómicas como Ken Follet con El invierno en el mundo (Plaza & Janés), John Grisham con Theodore Boone. El acusado (Montena), la veterana en títulos románticos Danielle Steel con Tiempo prestado (Plaza & Janés), y una de sus sucesoras, Nora Roberts, con Polos opuestos (Random House); también la irlandesa Marian Keyes con Helen no puede dormir (Plaza & Janés).
Los expositores también recogen la generación de la antepenúltima hornada best-seller tipo Dan Brown, Inferno (Planeta), Katherine Scholes y La reina de la lluvia (Planeta), C. S. Sansom y Dominación (Ediciones B) y Brad Thor con Misión Cervantes (Martínez Roca). La penúltima generación best-seller viene encarnada por E. L. James y su Cincuenta sombras de Grey (Grijalbo), Sherrilyn Kenyon de Sed de venganza (Plaza & Janés), Kate Morton y El cumpleaños secreto (Suma de letras) y Cooper con El fin de los escribas.
Cooper era consciente de que el género que elegía, el thriller, le iba a dar más posibilidades de convertirse en best-seller. Lo hace sin prejuicios porque, además, es el tipo de literatura que él prefiere como lector. “Si escribes poesía, será muy difícil que puedas ganarte la vida. Hay géneros más llamados a triunfar, como ahora la novela erótica, la ciencia ficción o la de adolescentes. Si tienes la suerte de convertirte en best-seller, se crean ciertas expectativas que hay que cumplir. Mientras esté cómodo, estaré cómodo en el mercado”.
Tres años largos le han servido para conocer los mecanismos y las recetas del mercado editorial. “Los primeros que deciden la estrategia son los editores. Sus expectativas deciden lo que va a ser publicado, ellos buscan las fórmulas. Sucede como en Hollywood: si una película tiene éxito, intentarán repetirla”. Dan Brown se convierte en este punto de la conversación en una tercera presencia. “Su fórmula ha provocado una ola de imitaciones… De vez en cuando, aparece alguien que hace algo distinto, que introduce un nuevo tipo de paradigma…” Y no lo duda cuando define su espacio. “Me gustaría pensar que mis libros no solo entretienen, algo que también busco, sino que ayudan a plantear preguntas más ambiciosas, aunque yo no sea un filósofo, ni un profesor de universidad. Que no hacen el recorrido habitual de los thrillers de un héroe que supera obstáculos hacia un final feliz, la resolución del puzle, como sucede con Dan Brown. Serían los thrillers “del hombre que piensa”. Cooper afirma que le gusta investigar a fondo sus temas, e incluso para alguno de ellos ha llegado a comprar 300 libros.
Cooper busca llegar a más lectores e interactuar con ellos a través de las redes sociales. “Si alguien me envía un mensaje, trato de responder en una hora. Sé que a algunos escritores les gusta aislarse en una burbuja, pero ese no es mi caso. Me parece pretencioso”.
En su próxima trilogía estará presente Cataluña. Será una búsqueda moderna del Santo Grial.