Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

23 may 2013

Bankia se desploma un 50% y agrava aún más las pérdidas para las preferentes


Un empleado retira un cartel de Caja Madrid de una oficina de Bankia. / PAUL HANNA (REUTERS)

Los accionistas que acudieron a la salida a Bolsa de Bankia y conservan sus títulos desde entonces ya lo han perdido prácticamente todo. El banco continúa su previsto desplome en Bolsa y ya cotiza a menos de un euro por acción. De hecho, ha llegado a bajar hasta los 0.66 céntimos, un nuevo mínimo histórico
. Tomando en cuenta que las acciones se agruparon de 100 en 100, eso es el equivalente a pasar de los 3,75 euros de la salida a Bolsa a menos de un céntimo.
El desplome agrava también las pérdidas para quienes tienen preferentes.
La caída sufrida durante la sesión de este jueves ha empezado con un recorte del 40% que se ha ido ampliando hasta llegar al 53% a media jornada, lo que ha llevado el precio del título a 0,64 euros, aunque luego se han recuperado algo.
El desplome de la acción de Bankia se resistió durante semanas con subidas en Bolsa que desafiaban cualquier tipo de lógica económica.
 Pero la caída era inevitable. Las acciones de Bankia tendrán un valor en libros o valor contable de un euro por acción y la mayoría de los bancos cotizan claramente por debajo de su valor en libros.
La cotización ha caído muy por debajo de los 1,35 euros que sirven de referencia a la ampliación de capital dineraria y a la que sirve para canjear las participaciones preferentes y deuda subordinada, de acuerdo con las condiciones pactadas por el Gobierno español con Bruselas.
 Eso supone una especie de segunda quita para los tenedores de esos títulos. Además de la quita inicial, los inversores se encontrarán previsiblemente con una nueva pérdida cuando traten de vender sus acciones en Bolsa.
Los títulos que reciban esos inversores empezarán a cotizar en Bolsa el lunes que viene, pero la cotización ya está claramente por debajo de la referencia que ha servido para calcular el canje por acciones.
Para la principal emisión de participaciones preferentes a canjear, la de 3.000 millones de Caja Madrid al 7%, el precio de recompra fijado es del 62,68%.
 Pero la recompra es con acciones valoradas a 1,35 euros. Con las acciones en el entorno de los 0,70 euros a que están cotizando hoy, las pérdidas rondarían el 67,5%
. Es decir, de cada 1.000 euros invertidos, los inversores recuperarían, en caso de vender las acciones a ese precio la semana que viene, solo 325 euros. En los peores casos, las pérdidas llegan al 80%.
En paralelo a ese canje con fuertes pérdidas, se está realizando un análisis de los ahorradores que pueden acogerse a un arbitraje por las malas prácticas en la comercialización del producto financiero.

La fotógrafa estadounidense Annie Leibovitz, Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades

FOTO: Bernardo Pérez / VÍDEO: EL PAÍS-LIVE!

La fotógrafa estadounidense Annie Leibovitz (Connecticut, 1949), quien consiguió que John Lennon apareciera desnudo, en posición fetal junto a Yoko Ono, horas antes de ser asesinado, ha ganado hoy el premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades.
 Considerada como la fotógrafa viva más importante del momento y la mejor pagada, a lo largo de su carrera ha retratado a mitos como Mick Jagger, Michael Jackson, Bob Dylan o Bruce Springsteen, para los que realizó algunas de sus portadas más emblemáticas.
La tercera hija del matrimonio judío compuesto por Samuel Leibovitz, un teniente coronel de las Fuerzas Armadas, y Marilyn Heit Leibovitz, una instructora de danza contemporánea fue la primera estadounidense que retrata a la reina Isabel II en 2007.
 Fotógrafa oficial de las revistas Vanity Fair, Rolling Stone y Vogue, su primer gran encargo llegó en 1975 cuando se le consignó documentar la gira musical Rolling Stones Tour of the Americas '75 que el grupo británico The Rolling Stones realizó en Estados Unidos y Canadá, para la revista de nombre homónimo.
El jurado, presidido por el director del Instituto Cervantes, Víctor García de la Concha ha destacado que la estadounidense ha sido "una de las dinamizadoras del fotoperiodismo mundial y es una de las fotógrafas más respetadas en Europa y América".
También convenció a Demi Moore para que posara desnuda y embarazada de siete meses. Metió a Whoopi Goldberg en una bañera llena de leche, dejando ver sólo su rostro y sus extremidades.
 Al artista búlgaro Christo le envolvió en tela en un homenaje a sus grandilocuentes instalaciones artísticas. Captó al político ruso Mijaíl Gorbachov sentado dentro de un automóvil con los restos del Muro de Berlín. El cantante Sting se dejó cubrir de barro en el desierto, mimetizándose con el paisaje.
Además de su trabajo con personajes conocidos, Leibovitz ha practicado la fotografía documental y de paisajes, contratada por la editorial Condé Nast Publications desde 1993, como dan cuenta la serie que realizó en Sarajevo en 1990, la campaña para la elección como senadora de Hillary Clinton o cuando inmortalizó el gabinete de George W. Bush, poco después del 11-S
. "Tras una etapa como reportera que finalizó en la Guerra del Líbano, ha firmado decenas de portadas de las revistas más prestigiosas y se ha consagrado con instantáneas y retratos que reflejan una época de la política, la literatura, el cine, la música y el deporte a través de sus protagonistas", ha señalado el jurado.
Madre de tres tres hijas, la primera fue fruto de un donante de esperma, y las gemelas, concebidas por una madre de alquiler, Leibovitz mantuvo una relación romántica durante más de una década con la prestigiosa escritora y ensayista Susan Sontag, a quien conoció en 1988. La fotógrafa acompañó a la intelectual hasta los últimos momentos de su vida y atestiguó la grave enfermedad que le acusó la muerte en diciembre de 2004. El posterior fallecimiento de su padre ejerció de acicate para que Leibovitz rebuscara en viejas cajas su colección privada que mostraría después en la exposición que recorrió el mundo, Vida de una fotógrafa: 1990-2005.
En 2009, tras un año de lucha, Annie Leibovitz llegó a un acuerdo con la empresa Arts Capital Group (ACG) con la que tenía una deuda de 16,76 millones de euros, mediante el cual recuperó el control de su obra. La fotógrafa pidió esta cantidad a la entidad financiera para cubrir otras deudas usando como aval sus dos casas y los derechos de autor de su extensa y célebre obra fotográfica. ACG retiró las acciones legales que había emprendido para recuperar el dinero.

Los otros candidatos

Annie Leibovitz competía en esta ocasión con la agencia de fotografía Magnum y la periodista inglesa Christiane Amanpour. Magnum es una cooperativa fotográfica fundada en 1947 por Robert Capa que ha contado entre sus filas con muchos de los mejores fotógrafos de la historia y que ya ha sido finalista de este premio Príncipe en numerosas ediciones, entre ellas, las tres últimas.
Chistiane Amanpour (Londres, 1958) es una periodista de padre iraní y madre inglesa que ha desarrollado su carrera como presentadora y reportera en el ámbito de la televisión, especialmente para la CNN y ABC News.
Los 13 miembros del jurado seleccionaron a estos tres finalistas entre los 18 candidatos que optaban al Premio de Comunicación y Humanidades. Este galardón es el tercero de los ocho premios que convoca anualmente la Fundación Príncipe de Asturias en fallarse, tras los galardones de las Artes y de las Ciencias Sociales concedidos al cineasta austríaco Michael Haneke y a la socióloga holandesa Saskia Sassen.
Los premios Príncipe de Asturias, que este año llegan a su trigésimo tercera edición, están dotados, cada uno de ellos, con una escultura de Joan Miró -símbolo representativo del galardón-, 50.000 euros, un diploma y una insignia.

Muere el cantautor greco-francés Georges Moustaki


Georges Moustaki.

El cantautor Georges Moustaki ha muerto esta madrugada en Niza, en el sur de Francia, según informaron sus familiares a la prensa francesa.
 El Métèque más famosos de la canción francesa, nacido en Alejandría, Egipto, de padres griegos y francés de adopción, -llegó a París en 1951- había cumplido 79 años el pasado 3 de mayo
. Llevaba unos años retirado de los escenarios debido a una enfermedad incurable de bronquios que le impedía cantar y se dedicaba a la escritura y la pintura.
“He tenido una vida apasionante. Me gustaría que lo siga siendo hasta el final”, admitió en una de sus últimas entrevistas, en 2011, al diario francés La Croix
. En ella anunciaba a duras penas –“me cuesta expresarme, mis músculos se han derretido”- que una enfermedad respiratoria “irreversible” le habían forzado a abandonar definitivamente el canto. Su último concierto lo había dado dos años antes, en enero de 2009, en Barcelona, el cual no pudo finalizar debido a aquella dolencia
. Alejado de los escenarios, en los últimos años seguía dibujando, pintando y escribiendo. A finales de 2012 p
ublicó su Petit abécédaire d’un amoureux de la Chanson (L’Archipel), un himno a su pasión por la canción.
Nacido Giuseppe Moustacchi el 3 de mayo de 1934 en Alejandría, de padres judíos griegos, educado en la escuela francesa, políglota desde pequeño –su padre, Nessim, hablaba cinco idiomas y su madre, Sarah, seis- llegó a París casi todavía adolescente, en 1951.
Vivió un tiempo haciendo puerta a puerta para vender libros de poesía y rápidamente conoció a Georges Brassens, quien le transmitió su vocación por la canción y en honor al cual tomó el nombre de Georges.
 Fue en 1952, en la sala de conciertos de Trois Baudets, en la que actuaba uno de sus ídolos del momento, Henri Salvatore. Brassens fue el encargado de introducirle con éxito al mundillo de la canción parisiense.
Moustaki conoció y trabajó con todos los grandes de la época, empezando con Edith Piaf, de la que fue amante en 1958 y para la cual escribió la letra de Milord, y de Barbara, con la que cantó La Dame Brune. “Moustaki, es mi ternura”, decía esta última del cantautor.
 Escribió más de 300 canciones para artistas como Yves Montand, Juliette Gréco, Dalida o Serge Reggiani, e interpretó muchas de ellas con éxito. Se reveló con intérprete con Le Métèque (1969), cantada primero por Pia Colombo, y que dio la vuelta al mundo.
Conocido también por su compromiso de persona de izquierdas, en las últimas elecciones presidenciales de 2012 no dudo en apoyar públicamente a Philippe Poutou, el candidato del partido de extrema izquierda Nuevo Partido Anticapitalista.
 “Mi sensibilidad se acerca a los libertarios, a los huelguistas. No a una ideología ni a un movimiento. No tengo ni la vocación ni la misión de imponer mis ideas. Tengo pulsiones, utopías”, explicó entonces en una tribuna de prensa.
Viajero incasable, enamorado de Brasil, cuyos ritmos introdujo también en la canción francesa, “su patria” no era otra que la isla parisiense de Saint Louis, en la que vivió durante prácticamente los últimos cuarenta años.
 Los últimos meses los meses sin embargo en Niza, donde murió, a orillas del Mediterráneo que tanto quería.

22 may 2013

Artículo de Arturo Pèrez Reverte

Los niños de Castelsardo

Amarro en Castelsardo, en el norte de Cerdeña, y bajo a tierra a estirar las piernas, relamiéndome de antemano por los espaguetis con bogavante y la botella de tinto local que voy a calzarme en cuanto me siente en la terraza del restaurante Fofó. Me gusta mucho este pueblecito costero por varias razones. Una es que al amanecer impresiona verlo desde el mar, en la distancia, encaramado en su montaña fortificada que hasta hace sólo un par de siglos lo mantenía a salvo de los piratas. La otra es que el recuerdo de la antigua monarquía aragonesa -Cerdeña fue española en otro tiempo, como gracias a los sucesivos ministros de Educación saben perfectamente todos ustedes- sigue presente en sus viejas piedras, en las costumbres y en el habla de sus habitantes, y todo aquí tiene un aire familiar. 
Hay una tercera razón, que convierte Castelsardo en uno de mis favoritos de esta parte de la isla: no está saturado de visitantes como Alghero, o Cagliari; y la Costa Esmeralda, con Porto Cervo y los megapijopuertos caros de diseño frecuentados por Flavio Briatore y esas pavas que lo acompañan por amor, Alejandro Agag, Fefé, los honrados Albertos y compañía, queda lejos, más allá de las bocas de Bonifacio.
 Esta otra parte de Cerdeña es más de andar por casa: señoras mayores sentadas cosiendo o charlando con las vecinas, pescadores con pinta de rufianes que todavía miran las piernas a las turistas que pasan por delante, tiendas modestas, bares humildes y cosas así. La vieja Cerdeña sigue presente aquí, dejándose reconocer -aunque no sé por cuánto tiempo- sin demasiado esfuerzo.
 Con Castelsardo me pasa lo que con Porto Torres, otro lugar más feo y cutre que está cerca, unas millas a poniente, junto al golfo de Asinara. Bajas a tierra, allí como aquí, y parece que estés, para lo bueno y lo malo, en la España mediterránea de los años sesenta, antes de que el ladrillo y la poca vergüenza lo destrozaran todo. Sólo falta, para creerte en la costa de Murcia o Almería, una pareja de la Guardia Civil, de esas que iban por la costa con el máuser al hombro y la cogotera verde en el tricornio. 
También la gente parece más decente.
 Y no me refiero a honradez y cosas así, porque la condición humana en todas partes cuece las mismas habas. Hablo del modo en que se relacionan y se comportan. 
Los sardos, quizá por su condición de isleños, son serios de talante, respetuosos consigo mismos y con los demás; y esa manera de comportarse enlaza con muchos de mis recuerdos.
 Una escena a la que asisto en una de las empinadas calles del pueblo me lleva de modo asombroso al pasado: en una acera, una señora de edad amonesta a dos niños que iban en bicicleta y estuvieron a punto de atropellar a otro niño que jugaba
. La señora los reprende con gravedad; y los niños, apoyados en el manillar de sus bicis, la miran muy serios, sin abrir la boca, hasta que al fin asienten respetuosamente y siguen su camino con más atención. La escena me impresiona, pues yo fui, en otro tiempo, uno de esos niños.
 Recuerdo perfectamente el respeto, temor incluso, con el que los pequeños aceptábamos la autoridad de cualquier persona mayor. 
Hasta un cachete o palo en el culo, aplicados con oportunidad, moderación y justicia por alguien que no era familiar tuyo, resultaban inobjetables.
 Era normal que, a menudo, vistas las circunstancias, tus padres diesen la razón a la persona mayor que te reconvenía del modo adecuado.
 En otros tiempos, a un niño no lo educaban sólo sus padres o maestros.
 Lo hacían entre todos. Y no era extraño que gente humilde, de modesta condición, tuviera hijos mejor formados en dignidad y maneras que los de clases más acomodadas. En otro tiempo, la urbanidad no era un lujo esnob, sino una forma de relacionarse con respeto. De vivir. 
Sigo camino en busca de mis espaguetis con bogavante mientras veo a la señora caminar delante de mí -bata de botones estampada de toda la vida, bastón con el que se ayuda a subir la empinada cuesta-, e imagino cómo se habría desarrollado esa escena en otros lugares de Italia y, por supuesto, en nuestra España cañí. Es como si lo viera. «Hay que portarse bien, criaturas, y no atropellar a la gente», diría la señora.
 Por ejemplo. Y los niños, dos enanos cabrones de diez u once años, rebotándose con el descaro hoy habitual en la pequeña chusma: «Vete a mamarla a Parla, vieja pelleja. Anda y que te folle un pato loco». Quedando ahí la cosa, claro, mientras el padre o la madre de las tiernas criaturas no anduviesen cerca para amenizar el episodio. «A ver quién te manda echarle broncas a los niños, tía. Con qué autoridad te atreves. Métete en tus asuntos, tontalculo, porque a mis hijos no les riñe ni Dios.
 Que yo por ellos mato, cacho guarra.» Eso, en el mejor de los casos. Cabe, también, la posibilidad de que a la señora la inflaran a hostias entre toda la familia. No sería la primera vez.
 Ni la última.