Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

16 may 2013

ANTIGURÜ

Terapia para ignorar las broncas en Internet

Por: | 16 de mayo de 2013
Broncas2

Llegados a este momento histórico de horas vividas en Internet es casi seguro que usted como yo habrá participado con mayor o menor pasión en broncas on lin
e. Seguramente con mucha pasión porque así son las discusiones en la red. 
 Si usted es de los que ha logrado dominar sus impulsos más primarios, puede postularse a merecedor de un monumento a la contención y a la prudencia.  
Es probable que a estas alturas ya haya aprendido que las broncas en Internet no conducen a ningún sitio, que unos dan la cara y otros no, que unos insultan mucho y otros, mucho más, y que al final, como todo lo que sube baja, una de las partes decidirá ignorar a la otra, dará la espalda y dará por finiquitada la bronca. Si es usted de los que se ha quedado con una bronca a medias pocas historias podrán hacerle sobre la rabia y la frustración de la raza humana.
De lo que se trata, entonces, es de aprender a ser los primeros en ignorar al otro
 Una vez que tenemos claro que la única manera de ganar una bronca en Internet es darnos la vuelta primero y dejar al otro con la miel en los labios, debemos ejercitar el arte de pasar de los que buscan bronca virtual. 
Para ello repasemos algunas de las leyes de las peleas en Internet que publicó en su día en periódico Daily Telegraph, reprodujeron varios blogs, y ahora replicamos en Antigurú. 
A saber: 
Ley de Godwin (enunciada por Mike Godwing en 1990)
A medida que una discusión en internet se alarga, crece exponencialmente la probabilidad de que se emplee una comparación en la que se mencione a Hitler, al fascismo o al Holocausto. 
Ley de Poe (enunciada por Nathan Poe en 2005 durante una discusión con fundamentalistas cristianos)
Si no se utiliza un smiley (emoticono de sonrisa), o alguna otra prueba obvia de la naturaleza humorística del texto es imposible crear una parodia del fundamentalismo sin que haya al menos una persona que la confunda con una pieza de fundamentalismo real.
Ley de Skitt (atribuida a G. Bryan Lord en 1998)
Cualquier post que que intente corregir el post de otro usuario contendrá a su vez otro error (al menos). Mientras más pedante es la corrección, mayor suele ser el número de errores.
Ley de Scopie
En cualquier discusión sobre ciencia o medicina, citar a Whale.to como fuente fiable equivaldrá a perder la discusión automáticamente y a ser expulsado del foro.(Whale.to es una web especializada en publicar teorías de la conspiración. Por ejemplo,que el SIDA es la consecuencia de una campaña de vacunación o que el Holocausto nunca existió). 
Ley de Danth 
Si te ves obligado a repetir una y otra vez que has ganado una discusión en Internet, es muy probable que la hayas perdido estrepitosamente.
Ley de Pommer (enunciada por Rob Pommer en 2007)
La opinión de una persona suele cambiar tras navegar brevemente por Internet. La naturaleza del cambio es dramática: se pasa de no tener opinión alguna a tener una equivocada.
Segunda Ley de DeMyer
Cualquier persona que argumente con largas citas de personalidades más o menos célebres será ignorada automáticamente. Se considerará que ha perdido la discusión antes de haberla comenzado. 
Ley de la exclamación
A más número de signos de exclamación en un correo electrónico (o cualquier otro mensaje en Internet) crecen las probabilidades de que el autor esté mintiendo. Es también aplicable al uso indiscriminado de las mayúsculas. 
Aquí pueden consultar todas las leyes, según la recopilación de Daily Telegraph
Todas estas reglas señalan al menos un punto en común: no hay manera de mantener una bronca coherente en Internet, y lo mejor sigue siendo por tanto, no tenerla
Un experto en broncas, concretamente las de Twitter, @juanliverpool, creador del blog Twitterbroncas me habló un día de la Filosofía del pa qué como de la guía espiritual por la que debe guiarse todo usuario sabio que esté ejercitando el arte de la indiferencia digital
. En aquel momento se refería a la actitud asilvestrada de algunos famosos en Twitter:
 "Para pinchar a un famoso funciona el insulto más básico que tengas a mano, tienen que aprender a no entrar en terreno farragoso, a aplicar la filosofía del pa qué (pa qué voy a entrar al trapo, pa qué voy a contestar, pa qué ...)". Por supuesto, para provocar a cualquier mortal también se necesita muy poco.
Estas son algunas de las  broncas que recopiló @juanliverpool en su blog  
La foto (6)
Felibroncas
¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Seguramente es la pregunta que se hicieron todos en su día cuando ya el mal estaba hecho y alguien había sido lo suficientemente rápido para hacer estos pantallazos.
 Seguramente muchos de ellos hacen terapia para ignorar las broncas en Internet o incluso, algo más drástico, para no leer los comentarios que sobre ellos vierte la humanidad en este patio de vecinos.
Según la teoría  del psiquiatra de la Escuela de Medicina de Stanford University, Elias Aboujade, algunos se conectan a Internet y entran automáticamente en un delirio de grandeza fuerza y poder. 
Una vez desconectados vuelven a ser quien eran. Así, sin aparente solución de continuidad. Esto explica que alguien que es comprador compulsivo on line no lo sea fuera de la red, o que un ludópata digital no haya pisado nunca un casino en su vida analógica.
Elias Aboujaode lo llama El efecto Internet, y lo describe en su libro Virtually You (2011). En otras palabras, usted NO es exactamente usted cuando insulta por Internet, ni tampoco lo es quien que se enzarza con usted en la bronca. 
Dice Aboujade que cuando nos sentamos frente al ordenador nos ponemos el disfraz de nuestra personalidad on line, (e-personality). Este personaje respondón y desinhibido está dominado por cinco fuerzas psicológicas, según el experto de la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford.
A saber:
  • Grandiosidad: El sentimiento de que, cuando estamos conectados, el cielo es el único límite que hay sobre nuestras cabezas.
  • Narcisismo: Tendemos a pensar en nosotros mismos como si fuéramos el centro de gravedad del universo digital.
  • Oscuridad: La Red alimenta nuestro lado más morboso.
  • Regresión: Todos nos comportamos como adolescentes.
  • Impulsividad: Nos ponemos a merced de nuestros impulsos.
Según el psiquiatra, todos estamos expuestos en algún grado a sufrir transformaciones en este sentido cada vez que nos conectamos.
 Todo esto aderezado con el anonimato y la desinhibición on line, otro teoría más conocida que postuló el psicólogo social John Suler equivalen a una licencia para matar
Así que lo mejor es practicar desde hoy el ejercicio de ignorar al que quiera bronca en la red,
 ¿Cómo reconocerlo? Si esto fuera un blog de expertos haría inmediatamente la lista definitiva de Diez pasos para evitar broncas en Internet
Como no lo es, solo puedo decirle que, salvo casos muy obvios, es difícil saber qué parte de tu discurso puede irritar a otra persona, entre otras cosas porque en Internet nunca sabemos exactamente con quién hablamos o quién puede estar del otro lado. 
Es el precio de la comunicación global.
Una vez que estás metido de lleno en la bronca, intenta borrar el comentario de la discordia y huye sin dar explicaciones.
 No te desgastes elaborando argumentos que desmonten la teoría de tu oponente.
 Eso solo traerá más polémica y no pondrá fin a la bronca. Todo lo contrario.
 No sigas ese instinto tan humano de la venganza respondiendo al insulto con otro peor y mucho más ingenioso.
Si usted se ve en medio de una bronca absurda, y en alguna medida todas lo son, huya a toda prisa sin mirar atrás
. Recuerde que el único que gana es quien da la espalda primero y deja al otro con la miel en los labios. 
Cuando sea todo un profesional, simplemente pondrá en marcha la máquina de ignorar, esquivará con maestría los insultos e irá a lo suyo que es lo que realmente importa. Es cuestión de tesón y práctica.
 Ha de ponerse a entrenar desde hoy, incluso desde ahora, resistiendo la tentación de escribir un insulto en los comentarios abiertos de este blog. Pa qué? 

El juez investigará si hay delito fiscal en las declaraciones de Hacienda de la Infanta


La Infanta y Urdangarin en diciembre de 2012. / EFE

El juez del 'caso Urdangarin', José Castro, ha acordado hoy avanzar en su investigación sobre el posible delito fiscal y otro de blanqueo de capitales la Infanta Cristina.
 Las declaraciones de la renta de los últimos diez años de Cristina de Borbón seguirán en manos del juez porque tienen trascendencia obvia para la investigación del caso Nóos y, además, no vulneran su intimidad, como asegura el magistrado en un auto.
El juez Castro ha rechazado las argumentaciones de la Infanta y de su esposo Iñaki Urdangarin sobre la supuesta vulneración de su intimidad. De momento los documentos fiscales de Cristina de Borbón no serán incorporados a la causa, no serán accesibles a las partes, mientras se resuelven los recursos pendientes y se "tomen determinadas decisiones".
El magistrado esperará, además, a que las diferentes partes acusadoras se pronuncien sobre esta nueva linea derivada de posible imputación de la Infanta que la Audiencia de Palma señaló por posible delito fiscal y blanqueo de capitales.
La sala de la Audiencia dejó en suspenso, de momento, la imputación de la hija del Rey en la trama delictiva de la que se acusa a Iñaki Urdangarin y Diego Torres.
 Las diez declaraciones de Urdangarin están ya incorporadas al sumario y sus datos han sido explicados en este diario.
El instructor del 'caso Nóos' abrió el viernes  la puerta que le indicó el tribunal para profundizar sobre la actuación de la hija del Rey en una posible defraudación a Hacienda en colaboración con Urdangarin.
 El fiscal Pedro Horrach pide ahora que la Agencia Tributaria emita un informe concreto sobre las eventuales responsabilidades fiscales de la Infanta, antes de pronunciarse sobre si sigue la investigación
. Horrach ya rechazó, con las tesis de Hacienda, que Cristina de Borbón cometiese delito y se opuso a la imputación que dictó el juez.
La Audiencia observó en su auto de desimputación que “no se puede descartar” que la hija del Rey “hubiera podido participar” en la comisión de un delito. Cristina de Borbón es copropietaria de Aizóon al 50% —socia no administradora— con Iñaki Urdangarin.
 Esta empresa es “una sociedad pantalla que su marido usaba para defraudar”, según escribieron los magistrados, quienes advierten de que deberá ser un análisis de la Agencia Tributaria el que ratifique los indicios para una eventual imputación. La Audiencia emplazaba a los técnicos tributarios y al instructor de la causa a determinar si hay pistas suficientes para imputar a la infanta.

Apaguen sus móviles, por favor

José María Pou es la última "víctima" de un indeseable teléfono sonando en una sala.

Repasamos algunas desgraciadas anécdotas de un hecho que se repite con frecuencia.

José María Pou y Nathalie Poza, actores protagonistas de la obra de teatro 'A cielo abierto'.

Ya no saben qué hacer.
Cómo impedirlo.
Cómo hacer entender a los espectadores que el sonido del móvil en mitad de una representación altera el producto que los actores están ofreciendo al público.
 Que puede llegar a sacarles de su absoluta y necesaria concentración en el fluir de una función.
 También los primeros perjudicados son los espectadores.
Ha trascendido que el sábado pasado en el Teatro Calderón de Valladolid, el actor José María Pou interrumpió el espectáculo A cielo abierto, tras sonar insistentemente una docena de veces, otros tantos móviles.
 Uno incluso llegó a ser contestado y el propietario del mismo se puso a hablar. Pou estalló. De manera sorda.
 No llegó a pegar ni insultar; pero estalló, aunque su compañera de reparto, Nathalie Poza, tiró de él y terminaron la función, momento en el que fueron ovacionados sonoramente, seguramente no sólo porque el espectáculo es buenísimo, sino como compensación por el mal rato que les había hecho pasar esa decena de espectadores.
Se ha llegado a especular con que ocurre más a menudo el sábado por la noche porque los médicos, y otros profesionales que están de guardia en su trabajo, no quitan el sonido.
“Quizá lo del sábado ha trascendido en exceso, entre otras cosas porque ya he interrumpido la función varias veces, porque hay momentos que no se puede seguir con la función, es exasperante”, señala Pou.
El actor propone varias soluciones.
 “Una ley que permita los inhibidores, ahora no existe y cuando en Londres y Nueva York los pusieron un grupo de espectadores denunciaron que era coartar la libertad. Ganaron ellos”. Otra posible fórmula que propone Pou:
“Hacer ver cada vez más al publico que los móviles estropean la función, no sólo a los actores, sino a ellos, que fue lo que les dije el otro día, que debían tomar conciencia de que los móviles consiguen que hagamos peores funciones, y hay que hacer consciente a los espectadores de que ellos son tan responsable de la función como nosotros, lo que hacemos es una ceremonia con dos interlocutores que tienen que estar involucrados”
. Para esa toma de conciencia Pou propone una campaña, en principio de un mes o dos que consistiría en salir el reparto entero antes de la función a hablar con el público a explicarles que aquellos es una ceremonia: “Perderíamos diez minutos y una vez controlados todos los móviles empezaríamos”.
El actor Kevin Spacey representando Ricardo II en el Old Vic, paró la representación en varias ocasiones
El asunto no es un fenómeno español. Pasa en todo el mundo.
 De hecho en muchos teatros de Buenos Aires, una vez dado el aviso de rigor invitando a apagar los móviles, suena la voz de un actor afamado explicando la importancia del silencio en la representación”.
 El actor Kevin Spacey representando Ricardo II en el Old Vic, paró la representación en varias ocasiones y una vez que sonaron más móviles que lo acostumbrado se retiró a su camerino y no terminó la función
. Los actores Daniel Creig y Hugh Jackman, en el espectáculo A Steady Rain, que representan en Broadway, han paralizado en varias ocasiones el montaje y, en una de esas veces, Jackman se enfrentó abiertamente a un espectador.
“El aviso que se da en todos los teatro lo tienen tan incorporado que lo escucha poquísima gente”, apunta Pou.
¿Por qué no se atreven a prohibir el sonido de los móviles, o a impedirlo, con la misma contundencia que se prohíbe fumar? Significaría echar de la sala de teatro al que le sonara el móvil y, de paso, ponerle una multa por usarlo. Pero detrás de los móviles están las grandes operadoras de telefonía, las grandes suministradoras de servicios en internet… en definitiva, los grandes de hoy
. Con las tabacaleras sí se han atrevido, quizá porque están de capa caída.
 Cabría preguntarse si la diferencia está en que no hay formación para respetar la cultura y si la diferencia es que una industria está amortizada (la del tabaco) y la otra no (la de la telefonía móvil).
Charo López dirigiéndose al dueño del teléfono:
 “Si es para mí, dígale que estoy trabajando y no me puedo poner”
Cualquier espectador con mínimos hábitos teatrales ha vivido anécdotas en las que el protagonista era un indeseable móvil.
 Y aunque a los actores aparentemente no se les note nada cuando surge el indigno soniquete, no hay ni uno que no sufra un pinchazo en las entrañas del "mondongo", que diría Valle-Inclán, cuando ocurre.
 Han sido muchos los que han dado a conocer su cabreo de manera más o menos elegante. Charo López, representando Tengamos el sexo en paz, de Dario Fo, en Barcelona, oyó el repelente sonido y dirigiéndose al causante del mismo le espetó: “Si es para mí, dígale que estoy trabajando y no me puedo poner”. Como siempre ocurre, recibió un cerrado aplauso.
Ovación con bravos y la gente puesta en pie recibió el actor Leo Bassi en el Teatro Alfil, de Madrid, cuando tras oír varias veces el detestable sonido, se bajó del escenario, se acercó al espectador que con toda pachorra ya había contestado, igual porque pensaba que como este popular actor es un cachondo (encima del escenario) todo vale.
El caso es que Bassi le quitó el teléfono de las manos, lo tiró al suelo y salto con sus zapatones sobre el aparatito hasta que lo destrozó del todo, mientras el resto de los espectadores gritaban, bramaban y saltaban, en excitado estado de catarsis liberadora, apoyando la acción del actor.
Lo único que lamentó Bassi es que tuvo que pagar el teléfono al dueño del móvil y llevaba un modelo bueno (29.000 pesetas de entonces): “No tuve más remedio que hacer eso, porque si no el espectáculo se me iba de las manos”.
Hace no mucho en el Teatro Juan Bravo de Segovia, en un estreno de Lola Herrera, un señor mayor recibió varias llamadas y las dos últimas las contestó con todo aplomo.
 Cuando una espectadora le increpó, llamándole sinvergüenza, el abominable espectador, le dijo: “¡Pero si lo que estamos viendo es una comedia!”.
Cuando las gentes de la profesión escénica rememoran estas malqueridas anécdotas siempre se recuerda cuando en el estreno de Una noche con los clásicos, en el Corral de Comedias de Almagro, la gran Amparo Rivelles, (junto a Adolfo Marsillach y María Jesús Valdés), mientras recitaba el poema de la muerte de Quevedo con el que había llevado a los espectadores al séptimo cielo, un móvil sonó insistentemente y su dueño contestó y habló tranquilamente.
Una voz dirigida a esa persona se limitó a un: “¡Hijo de puta!”.
Pero lo habitual es que todos continúen en el patio de butacas tan tranquilos, y a algunos incluso les vuelve a sonar.
 También se han dado casos, como el de una señora mayor en el estreno de Solas, en el Teatro Albéniz de Madrid, que en mitad de un monólogo de Lola Herrera le empezó a sonar el móvil y, como no sabía apagarlo, hubo que sacarla de la sala.
Siempre los espectadores se sitúan contra el irresponsable provocador del ruido, chistándole y poniéndole cara de perros.
 Aunque a veces son los actores quienes adoptan ese papel, como la otra noche el actor Fernando Tejero, que mientras representaba Mitad y mitad en el Teatro de La Latina chistó al empezar a sonar un móvil.
El Presidente de la Asociación de Productores y Teatros de Madrid, Jesús Cimarro, piensa que hay posibles soluciones.
“Una sería que se hiciera una normativa que contemplase distintos supuestos para cortar este desagradable asunto. La más rápida sería poner inhibidores, algo que de momento no lo permite la ley, que sólo deja que lo hagan organismos autorizados por el Ministerio del Interior, pero sería una fórmula”, señala Cimarro quien no ignora que lo más inmediato pasaría porque que los espectadores se concienciaran con los avisos que todos los teatros dan.
 “Cuando suena un móvil en un espectáculo se interrumpe todo el clímax que se ha creado y cuando uno va a ver un montaje escénico en vivo, quiere verlo completo no con interrupciones”, apunta el productor.
He visto como a los que no le suenan los abren una y otra vez a ver si han llamado y no lo han oído, he visto que siempre hay gente que entra cuando las luces se apagan y hacen de su movil una linterna para ver fila por fila dónde hay asientos que suelen ser dónde estoy yo y quieren pasar dos o tres entraditos en carne y esperando estoy que digan disculpe, claro que yo no me muevo.
Otros con más humor dicen algo gracioso, pero siempre un movil sonará o se encenderá.

 

Ni ‘El gran Gatsby’ ni Scott Fitzgerald se merecían esto..............................Boyero Dixit

GREGORIO BELINCHÓN

Entre los muchos dones que posee la escritura de Scott Fitzgerald está la hondura para describir con frases inolvidables los sentimientos, lirismo lacerante, creación de atmósfera, sobriedad expresiva para retratar la mayor complejidad emocional, poder de sugerencia, una capacidad narrativa que no precisa de adornos. Pero este maravilloso contador de los desastres íntimos, el desasosiego, la pérdida, la autodestrucción, los sueños rotos y el desgaste que provoca el tiempo sigue sin tener suerte cuando el cine se empeña en adaptar su sutil, doloroso e identificable universo.
Cannes ha sido inaugurado con una nueva versión de El gran Gatsby, que tal vez sea la novela más celebérrima de Fitzgerald, aunque no la mejor para mi gusto.
 A Jay Gatsby, ese hombre enigmático y romántico que creó un imperio para intentar recobrar al amor de su vida, lo encarnó Alan Ladd en una película que no he visto nunca y posteriormente Robert Refford en un retrato académico, mediocre y epidérmico que dirigió Jack Clayton.
 Ahora lo encarna Leonardo DiCaprio, alguien al que puedes asociar a la imagen que tenemos de Gatsby y que él se esfuerza por dotar de alma.
Pero el director de la historia es el temible Baz Luhrmann, señor al que apasiona ante todo la parafernalia, un lenguaje visual exhibicionista hasta el mareo, incapaz de transmitir sentimientos auténticos, portador de una estética exuberante y rebuscada al exclusivo servicio de la oquedad.
 Es el autor de películas tan floridas como tontas, que me irritan particularmente, tituladas Moulin Rouge y Romeo + Julieta y no se le ha ocurrido otra cosa a director tan pinturero y prescindible que encapricharse del intimismo de Fitzgerald y montar una verbena visual que está mucho más preocupada por el despliegue de la cámara que por lo que les ocurre a los personajes, por impactar estéticamente al espectador en vez de conmoverlo con esta historia de amor que no puede tener final feliz.
Luhrmann dispone de un presupuesto fastuoso que derrocha rodando en absurdas tres dimensiones, haciendo una muy costosa reconstrucción del Nueva York de los años veinte, decorando hasta la floritura mansiones palaciegas, filmando fiestas y bailes a ritmo de hip-hop, que a veces combina con música de Gershwin
. Es tan vanguardista y tan destroyer que ambientar con jazz el mundo de Fitzgerald le debe de parecer muy antiguo y paleto.
 Para él lo más cool es plantarle unas gafas negras al espectador y atronarle los oídos con música discotequera para hablarle de la torturada personalidad y las tristes vivencias del soñador Gatsby, la sofisticada y juguetona Daisy Buchanan, el lúcido y concienciado narrador Nick Carraway y las cínicas reglas que rigen el mundo de los muy ricos.
Repito que DiCaprio hace lo que puede para intentar dotar de espíritu a Gatsby.
También el inquietante Tobey Maguire y la camaleónica Carey Mulligan, pero el director se encarga en cada aparatosa secuencia de borrar las inquietudes de Fitzgerald.
 Si este levantara la cabeza se llevaría un susto notable al constatar la superficialidad con la que está tratada la tragedia que él contó en su novela.
A pesar de este arranque tan poco estimulante, la programación del festival invita a la ilusión.
 Dispone de una sección oficial que va a exhibir las últimas obras de directores de los que puedes esperar mucho, como los estadounidenses Alexander Payne, James Gray, Soderbergh, Jarmusch y los hermanos Coen, el japonés Koreeda, el iraní Farhadi, el italiano Sorrentino, el danés Winding Refn y el polaco Polanski.
Y también es inevitable que te hagas una pregunta desasosegante al plantearte a raíz del cierre de Alta Films cuántas de estas películas podrán ser estrenadas en España.
 Los distribuidores independientes lo tienen crudo.
 Se exhibe bastante cine inestrenable en los festivales pero también películas muy atractivas que no pertenecen a las multinacionales, que hemos podido disfrutar en España gracias a los pequeños e independientes distribuidores.
 Y te asalta el temblor cuando Alta Films nos informó que de 220 salas que exhibían en versión original este tipo de cine ya solo quedan abiertas veintitantas
. Habrá que salir de España, como en la época de la siniestra censura franquista, para poder ver determinado cine.
 Y sé que esto suena a frívolo, cuando mucha gente está emigrando de este país por algo tan acuciante y angustioso como encontrar trabajo
. Pero no solo de pan vive el cinéfilo.