Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

11 may 2013

Un ‘thriller’ como los de antes

Mañana con EL PAÍS, por 2,95 euros, ‘El escritor’, de Roman Polanski.

 

El actor Ewan McGregor en una escena del filme 'El escritor' dirigido por Roman Polanski

Hay algo en el alma de Rajmund Roman Liebling —más conocido como Roman Polanski—, en lo más profundo de su interior, que es oscuro, turbio, sanguíneo, fogoso, palpitante y, por tanto, humano.
 Achacarlo a su infancia en el terrible gueto de Cracovia, a la muerte de su madre en Auschwitz o a su adolescencia en un régimen comunista sería simplificar el motor del artista, el corazón que Polanski demuestra en cada película.
 Pero es cierto que su cine tiene un algo más que le hace único, y no solo por su pasión por la cámara baja, que hace saber por qué el espectador sienta una extraña e incómoda desazón.
No
. Hay algo en los temas de Polanski que muestran su inteligencia, una indagación moral en la humanidad y una hondura cultural como pocos directores poseen actualmente.
De ahí que El escritor no sea una adaptación más al uso, no fue coger el trepidante thriller de Robert Harris, darle un par de brochazos y convertirlo en una novela entretenida.
 Polanski entendió que bajo la historia de un político (Brosnan lo convierte en un personaje cercano a Tony Blair) que encarga a un negro —dícese del escritor que redacta algo para otro sin que su nombre aparezca, lo que en inglés se llama ghost writer, el título original del filme— sus memorias podía hablar de la política, el amor y la lealtad en el siglo XXI, de los imperios, la disensión y las guerras, de la soledad, el deshonor y la mentira
. Y todo ello envuelto en un estupendo lazo en forma de thriller, que sirve para enganchar al espectador.
La intrahistoria de El escritor contiene más sorpresas: cuando Polanski a finales de 2009 estuvo en prisión, primero, y vivió bajo arresto domiciliario en Suiza, después —a la espera de la posible extradición a Estados Unidos por la acusación de violación de menores que le perseguía desde los años setenta—, el cineasta siguió la posproducción de su película desde aquel chalé en Gstaad.
 No sufrió un retraso, ni la película se vio alterada por todo el ruido mediático que retumbaba en aquel otoño de 2009.
 Como en ocasiones precedentes, y ante la imposibilidad de Polanski de entrar en EE UU (para no ser detenido), los exteriores de Massachusetts se recrearon en Alemania —con un espectacular cuidado—.
En la preproducción Hugh Grant rechazó encarnar al ex primer ministro británico (un papel que sí encarnó en Love actually) y en su lugar entró Pierce Brosnan, con su poso regio y su poderosa flema, que clava los momentos de estallidos iracundos ante un anonadado McGregor, también brillante como escritor un poco perdido en el cenagal moral que le succiona
. El escritor es a la vez un thriller político al estilo años setenta y un película deudora de la locura del siglo XXI, dos extremos que, obviamente, salen de esa turbación que anida en Polanski.

Hay quien me ha dicho que lo mío no es sino un largo poema en prosa.



Para esto que hacemos hay muchas teorías. Unos hablan de literatura del yo; otros de novela en marcha. Hay quien me ha dicho que lo mío no es sino un largo poema en prosa. Otros, que si tiene interés será después de muerto.
Como hace tiempo que me dejé de teorías -todas las comprimí y las agoté en Aurora y exilio-, me ha gustado lo que coloca Malaparte al frente de Diario de un extranjero en París: un diario es un relato; un diario es una narración. De este modo voy a coincidir con él después, pero antes de conocer su opinión, en tanto que en las solapas de Los que cruzan el mar escribí que los diarios reunidos en un solo libro habían sido escritos por varios de mí mismos, "y sólo cuando tomé la decisión de publicarlos, se impuso la necesidad de doblarlos a una sola voz. Esa sola voz tuvo que volver a vivir lo que venía  registrando y tuvo que hacerlo como quien se enfrenta a la novela de otro." Ese sentido arquitectónico -comienzo, desarrollo, conclusión, según la terminología de C.M.- también se verbaliza en el diario de libros viejos, De rastros y encantes.
Los hay, también, que diferencian entre diario y dietario. Mucho de lo escrito aquí en los últimos tiempos tendría que ver, según ese punto de vista, con el dietario, la amable, sosegada redacción de hechos puntuales, de carácter sobre todo estético, a partir de episodios selectos de la vida; es decir, con las posaderas bien colocadas y los puños de la camisa sin mancha.
Pero Malaparte va más allá, en su brevísimo trecho teórico, cuando apunta: "Un Diario es un trabajo teatral llevado a la escena de las páginas." Y aquí de nuevo volvemos a coincidir, por aquella multiplicidad que antes señalaba y que se resuelve mediante la ficción de un yo -o de un uno, según otros -: "Es -y concluye Malaparte- el Das da, el momento presente de Kafka, llevado a la escena- página."
Ese momento presente es la plataforma, o isla también, a que que subimos desde los abismos todos los fragmentos inconexos de un pasado reciente. Es la balsa de la memoria en su momento de actuar. De donde se sigue que si eso acaece en todo momento o instante de escritura, más aún acaece cuando nos encontramos en la labor de configurar el material del pasado en el presente, articulando lo escrito en los sucesivos presentes, en este nuevo y absoluto presente en que damos por bueno el diario como libro, las voces de uno o de yo como un solo yo o voz escrita, la que firma, y afirma, un pasado, como si este no fuera, en realidad, la suma de distintos momentos que ya han quedado atrás, quien sabe si perdidos, con la diversidad de ideas y sensaciones, con las contradicciones con que otros nos acusan porque nos tratan como a una sola persona, con una única idea o una única posición.
 Por ello, cada instante del pasado o del diario en su momento tiene su verdad, la que tras muchas páginas puede quedar soslayada por otra; es decir, contra-dicha.
Pero volviendo a C. M. y al lector normal, al lector de un relato, narración, teatro, todo lo escrito es unicidad, contorneada por los latidos de exposición, nudo y desenlace.
Y venía todo esto a cuento, además de darme de morros con las páginas de Diario de un extranjero en París, que no había leído hasta anteayer, al espigar las páginas del diario de un amigo.
 En una de ellas he creído leer una inexactitud cronológica, yo, que estoy refiriendo, y he actuado conforme a ella, la ficcionalidad de todo diario
. Qué importancia puede tener, entonces, que pase por alto que la paella en La Barceloneta se la pagamos nosotros, mejor dicho, "la novia" de uno, a la que ya ha retirado del almuerzo, a la que también conoce por haber tenido tratos editoriales con ella y por las veces que ella lo ha invitado, fuera de su trabajo, en Madrid. 
O que, sin mencionar que nosotros lo llevamos al mercado de San Antonio, anote que después de las vueltas en torno a libros que no valían nada siguió de bolo a Zaragoza, cuando lo que pasó fue que, en la picazón de no estar a la misma hora en el rastro de Madrid,  salió a la carrera al aeropuerto por ver si todavía pillaba algo de verdad importante.
Es su novela en marcha, desde luego, la que seguimos leyendo con entrega y fruición desde hace como unos catorce años. Nosotros, en ese mismo 2004, en Los que cruzan el mar ni siquiera lo mencionamos
. Así es la memoria, la suya, la mía, la de cualquiera.
 Así son la apetencia y la necesidad de escribir una anotación en ese teatro de voces que luego se llamará libro, novela; o diario.
Porque sin necesidad ni apetencia no queda ni para abrir la libretilla de notas.

Del Diario Virtual de Jose Carlos Cataño

Mayo del 68 mata a su padre

Daniel Cohn Bendit, líder de la revuelta estudiantil parisina y eurodiputado verde, se quema con la onda expansiva, avivada por sus rivales, de un libro que escribió en 1975

En sus páginas relata sus experiencias eróticas con menores.

Cohn Bendit, en la entrega del premio Theodor-Heuss, el pasado abril. / MARIJAN MURAT  (AFP)

Daniel Cohn Bendit, el líder más famoso de la revuelta estudiantil de Mayo del 68, al que todo París conocía como Dany le Rouge, es hoy un eurodiputado de larga y respetada trayectoria, que llegó al Parlamento Europeo en 1994.
 Pero aquel joven apasionado también ha perfeccionado un exquisito don para provocar.
Esta habilidad atemorizó a sus rivales políticos, tanto en Francia como en Alemania, y le ayudó a forjar su imagen de hombre rebelde y libérrimo que nunca se callaba las verdades incómodas.
 Pero la vida da muchas vueltas y ahora, después de cumplir 68 años, Dany le Rouge se ha visto confrontado a un pecado que cometió en 1975, año en que publicó un libro de memorias titulado El gran bazar.
 En sus páginas reflexiona sobre el trabajo político, los deberes de un revolucionario y, también, sobre lo que se podía experimentar en un jardín de infancia alemán a comienzos de los años 70.
Después de ser expulsado de Francia, Cohn Bendit se instaló en Francfort, donde trabajó como monitor en una guardería alternativa vinculada a la universidad.
Su experiencia en ese centro educativo, revelada en el libro, ha cobrado ahora una peligrosa actualidad para el político verde
. Fue escrita con la meta poco disimulada de provocar a la conservadora sociedad germana en una época donde florecían las proclamas antisistema y los jóvenes exigían poner fin a todos los tabúes sexuales.
“Ocurrió varias veces que algunos niños me abrieran la bragueta.
 Reaccioné de diferentes maneras, según las circunstancias, pero el deseo de aquellos niños me planteaba un problema.
 Yo les preguntaba: ¿por qué no jugáis juntos, por qué me elegís a mí y no a otros niños? Pero si insistían de todos modos, los acariciaba”, relata Dany le Rouge en su libro. “Podía sentir perfectamente cómo las niñas de cinco años habían aprendido a excitarme”.
Cohn Bendit en un mitin de Mayo del 68 en París.
¿Daniel Cohn Bendit, un pedófilo? El eurodiputado verde se vio enfrentado a aquel texto que escribió en 1975 el pasado 20 de abril, cuando recibió en la ciudad de Stutgart el importante premio Theodor-Heuss, que se otorga a una personalidad que ha destacado tanto en el terreno social como en el político.
El principal orador en el acto debía ser Andreas Vosskuhle, presidente del Tribunal Constitucional alemán, pero días antes de la ceremonia su oficina hizo saber que no asistiría a la ceremonia para evitar que el buen nombre de la Corte pudiera ser asociado con un hombre que había expresado sin vergüenza esa opinión con respecto a la sexualidad entre niños y adultos.
La renovada actualidad del libro El gran bazar despertó en Alemania una furiosa campaña contra el legendario líder estudiantil, y le obligó a renunciar a otro importante galardón en París: el Gran Premio de los Medios francoalemán, que reconoce a aquellos que han destacado en su trabajo para reforzar las relaciones entre Francia y Alemania. Agobiado por las críticas
, Cohn Bendit anunció que renunciaba al premio para evitar que fuera instrumentalizado en contra de su partido, pocas semanas antes de las elecciones federales.
 “Puedo vivir sin este premio, porque sé perfectamente bien lo que he hecho para Francia y Alemania”, dijo Cohn Bendit.
En otro acto en Stutgart, decenas de manifestantes se congregaron para denunciar con pancartas, gritos y abucheos la presencia del famoso eurodiputado. “Nunca abusé de nadie”, dijo Cohn Bendit al iniciar su discurso ante 400 invitados. Las expresiones recogidas en su libro sobre juegos eróticos con niños, dijo, representan una “inaguantable provocación” que jamás debió haber escrito. “Me pueden criticar por lo que he escrito, pero no me persigan por lo que yo no he hecho”, pidió el político, que dijo sentirse “furioso, nervioso y decepcionado”.
Podía sentir perfectamente cómo las niñas de cinco años habían aprendido a excitarme", escribió
Pero el pasado no perdona.
 La prensa conservadora, entre ella el respetado e influyente Frankfurter Allgemeine Zeitung, recordó en un artículo reciente que Daniel Cohn Bendit había autorizado en su calidad de director de Pflasterstrand, una revista que leían los grupos de izquierda de Francfort, la publicación de varios artículos con un profundo contenido pedófilo, como el que vio la luz en 1978 bajo el titulo Recuerdos de un dinosaurio: “El último año me sedujo una niña de seis años. Fue una de las experiencia más hermosas que haya tenido y con esto no quiero escribir un tratado ni a favor ni en contra de la pedofilia”.
Los jóvenes revolucionarios que se hicieron adultos después de Mayo del 68, es cierto, querían un mundo libre y sin tabúes, donde todo fuera posible, incluso las discusiones sexuales con niños, un pecado de juventud que ahora el partido Los Verdes se apresta enmendar para limpiar su pasado de la pesada carga que arrastran sus fundadores. Pero en la conciencia colectiva germana, y también francesa, aún se recuerda la participación del joven Cohn Bendit en un talkshow de la televisión francesa en el año 1982 y que ahora se puede ver en You Tube gracias a la iniciativa de sus críticos, entre los que cuentan importantes líderes de la CDU, CSU y el partido Liberal. “La sexualidad de un niño es algo fantástico”, decía en el vídeo. “Es divino ver como se desuna una niña de cinco años, porque es un juego. Un gran juego erótico”.
Daniel Cohn Bendit tenía 13 años cuando abandonó París y sus padres decidieron matricularlo en un internado de elite progresista, la Odenwaldschule. Un año después moría su padre y tres años después, su madre. “Como huérfano, la escuela era para mí el único hogar”, dijo el político cuando el semanario Die Zeit le interrogó sobre el oscuro pasado del internado, donde se destapó un escándalo de abusos sexuales repetidos a alumnos. El escándalo estalló en la primavera de 2010 y Cohn Bendit negó ante Die Zeit, en marzo de ese año, haber conocido detalles de los abusos durante sus días en el internado, donde permaneció hasta 1965. Pero admitió que en la escuela reinaba una atmósfera promiscua que tenía sus raíces en la liberación sexual. “Nunca percibí nada”, admitió ante el periódico Frankfurter Allgemeine Zeitung, un medio que le recordó que en el internado más de 100 alumnos habían sido víctimas de pederastas.

 

STOKER

Título original
Stoker
Año
2013
Duración
98 min.
País
 Estados Unidos
Director
Park Chan-wook
Guión
Wentworth Miller
Música
Philip Glass
Fotografía
Chung-hoon Chung
Reparto
Mia Wasikowska, Matthew Goode, Nicole Kidman, Jacki Weaver, Dermot Mulroney, Lucas Till, Ralph Brown, Alden Ehrenreich, Phyllis Somerville, Wendy Keeling, Lauren E. Roman, Tyler von Tagen, Judith Godrèche
Productora
Fox Searchlight Pictures / Scott Free Productions
Género
Intriga. Thriller | Thriller psicológico. Drama psicológico. Familia
Web Oficial
http://www.foxsearchlight.com/stoker/
Sinopsis
Cuando India Stoker (Mia Wasikowska), una adolescente algo excéntrica, pierde a su padre (Dermot Mulroney) en un trágico accidente de coche el día en que cumple 18 años, su vida se hace añicos. El impasible comportamiento de India oculta profundos sentimientos que sólo su padre comprendía. Cuando Charlie (Matthew Goode), el hermano de su padre, aparece por sorpresa en el funeral, decide hacerse cargo de ella y de su inestable madre (Nicole Kidman). Aunque al principio desconfía de su encantador y misterioso tío, pronto se da cuenta de que tienen mucho en común. Debut en EEUU del director coreano Park Chan-wook (Old Boy). (FILMAFFINITY)