Las clases de los colegios, institutos y facultades de toda España se
han visto hoy afectadas por la huelga general en educación (desde la
guardería a la Universidad), la segunda en un año contra los recortes
presupuestarios (que se elevan a 6.700 millones desde 2010) y, está vez,
también contra la inminente reforma de la legislación escolar
. Bien por la ausencia de profesores, bien por la de alumnos, el paro se ha hecho notar, eso sí, dentro de una horquilla amplísima: desde el 13% de respaldo entre los alumnos del colegio público Portugal de Madrid, por ejemplo, hasta casi el 94% en la escuela
En la escuela Joan Marquès Casals de Terrassa, de Barcelona. En la Universidad, también va por facultades, aunque en algunas, como en la Sevilla, la actividad se ha paralizado casi por completo.
La Plataforma por la Escuela Pública (FETE-UGT, CC OO, STES, CEAPA y el Sindicato de Estudiantes) adelantó a las 10 de la mañana que el porcentaje del profesorado superará el 65%, según sus cálculos, pero unas horas después lo elevaron: el 72% de los docentes de colegios, institutos y universidades públicas han secundado el paro, calculan los sindicatos, y el 25% en la concertada.
Sin embargo, el Ministerio de Educación asegura que, según los datos recopilados hasta ahora de las comunidades, no llega al 20%. Por su parte, el Sindicato de Estudiantes señala que el 90% de los alumnos han secundado el paro. En la anterior huelga general educativa, en mayo de 2012, los sindicatos dijeron un 65% y Educación, un 19%.
“Lo que percibimos es que se ha paralizado la actividad educativa.
O no hay profesores o faltan los alumnos”, sostiene Francisco García, de CC OO.
“Evidentemente, el seguimiento no es igual en la escuela infantil, menor, que en la Universidad, pero es un rotundo éxito”, ha añadido José Luis Pazos, portavoz de la federación de padres CEAPA. Tohil Delgado, secretario general del Sindicato de Estudiantes, ha recordado que esta es la octava huelga de alumnos de este curso.
“Sabemos que el seguimiento está por encima del de octubre o febrero y eso que ahora coincide con los exámenes finales.
Eso demuestra que los estudiantes priman sus intereses académicos y su futuro a su presente”.
La huelga de hoy es la culminación de dos semanas de protestas durante las que se han sucedido centenares de encierros, vigilias y todo tipo de movilizaciones.
Hoy continúan, y también habrá manifestaciones en una treintena de ciudades.
Ya ha habido concentraciones (caceroladas ante el Parlamento andaluz, en Sevilla, o frente a la Consejería de Educación en Alicante) y también algún altercado.
Dos policías locales han resultado heridos leves tras un altercado con un grupo de estudiantes que pretendían incendiar contenedores y neumáticos en la avenida dels Tarongers de Valencia y cortar la vía del tranvía.
En Madrid, un grupo de alumnos ha cortado durante unos minutos y ha habido momentos de tensión con la policía, pero no se han llegado a producir altercados.
Entre el grupo de manifestantes estaba Gonzalo Martín, estudiante de Arquitectura de la Complutense de 21 años.
“Estoy aquí contra la subida de tasas, para defender la enseñanza pública y el acceso universal a la educación”, explicaba Martín.
“Estamos notando ya los recortes, se están cerrando laboratorios, talleres…”, añadía.
En Madrid es evidente la desproporción del seguimiento de la huelga. "Nunca había habido tan pocos niños en el centro", cuenta el secretario del colegio Emilia Pardo Bazán.
Un centro en el corazón del étnico barrio de Embajadores. Sin apenas audiencia. los profesores han optado por no avanzar en el temario y la escuela era más una guardería que un lugar de formación.
Los pocos niños eran casi todos hijos de inmigrantes sin mucha idea de lo que supone la marea verde.
Aunque a los centros acudan más profesores que en otras protestas, lo cierto es que no han perdido el espíritu combativo, pero el bolsillo pesa.
Los docentes han visto reducido su sueldo un 15% tras los dos recortes a los funcionarios y cada vez que van a la huelga les descuentan unos 100 euros. Se pone de manifiesto en el instituto Isaac Newton.
Tan solo un 9% de los profesores ha secundado la huelga y un 40% del alumnado, pero el módulo de reprografía es un puro llamamiento a la movilización y los profesores se pasean con la camiseta verde para expresar que rechazan la reforma de la ley y los recortes. "Los profesores empezaron con más fuerza las huelgas, pero no pueden sostener ese ritmo", cuenta Rosa Gómez, su directora.
Con más o con menos conocimiento preciso sobre la dimensión de los recortes y sobre la reforma escolar que impulsa el ministro José Ignacio Wert,
lo que estaba hoy completamente extendido entre los manifestantes era la sensación de que tanto la tijera como la nueva legislación rompen una cierta concepción de la enseñanza pública como algo que debe incluir y ayudar a todos, independientemente de su clase social. “Porque no quiero que se desmantele todo aquello que elegí para mi hijo, porque creo sinceramente que la calidad está en la enseñanza pública y que muchos la elegimos porque creemos en ello”, decía a primera hora de la mañana Paz Martínez (funcionaria, madre de un alumno de 15 años) a las puertas del instituto público San Isidro de Madrid.
Por un lado esas medidas de ajuste (se permitió aumentar el máximo de alumnos por aula, se incrementaron las horas mínimas de clase de los profesores y se prohibió cubrir las bajas de los docentes hasta pasadas dos semanas) se han traducido en la pérdida de plantillas (unos 60.000 profesionales, calcula CC OO, en los colegios e institutos públicos) y, con ellos, de todo tipo de apoyos y refuerzos para los alumnos con dificultades. En la Universidad, se han endurecido los requisitos académicos para conseguir y mantener las becas y se ha aumentado de manera importante el precio de las matrículas, sobre todo, para los repetidores y en los másteres.
A la vez, el Gobierno impulsa una nueva ley educativa con la que asegura que disminuirá el fracaso escolar adelantando los itinerarios distintos para los alumnos, reforzando las materias instrumentales y estableciendo evaluaciones externas, que al final de la ESO y bachillerato serán reválidas: si no se aprueban, no se podrá seguir estudiando. Sin embargo, para buena parte de la comunidad educativa, esa norma es la otra cara de los recortes para hacer un sistema educativo más barato, elitista y que segregue a los alumnos que van peor. Además, se quejan del apoyo a la escuela privada-concertada, a la asignatura de Religión o a las escuelas que separan por sexo.
Los sindicatos AMPE y CSIF, que en 2012 se unieron a la protesta, esta vez no han hecho un llamamiento a sus afiliados. Abogan por agotar el proceso negociador. El ministro José Ignacio Wert lleva mañana su anteproyecto de Ley Educativa al Consejo de Ministros.
. Bien por la ausencia de profesores, bien por la de alumnos, el paro se ha hecho notar, eso sí, dentro de una horquilla amplísima: desde el 13% de respaldo entre los alumnos del colegio público Portugal de Madrid, por ejemplo, hasta casi el 94% en la escuela
En la escuela Joan Marquès Casals de Terrassa, de Barcelona. En la Universidad, también va por facultades, aunque en algunas, como en la Sevilla, la actividad se ha paralizado casi por completo.
La Plataforma por la Escuela Pública (FETE-UGT, CC OO, STES, CEAPA y el Sindicato de Estudiantes) adelantó a las 10 de la mañana que el porcentaje del profesorado superará el 65%, según sus cálculos, pero unas horas después lo elevaron: el 72% de los docentes de colegios, institutos y universidades públicas han secundado el paro, calculan los sindicatos, y el 25% en la concertada.
Sin embargo, el Ministerio de Educación asegura que, según los datos recopilados hasta ahora de las comunidades, no llega al 20%. Por su parte, el Sindicato de Estudiantes señala que el 90% de los alumnos han secundado el paro. En la anterior huelga general educativa, en mayo de 2012, los sindicatos dijeron un 65% y Educación, un 19%.
“Lo que percibimos es que se ha paralizado la actividad educativa.
O no hay profesores o faltan los alumnos”, sostiene Francisco García, de CC OO.
“Evidentemente, el seguimiento no es igual en la escuela infantil, menor, que en la Universidad, pero es un rotundo éxito”, ha añadido José Luis Pazos, portavoz de la federación de padres CEAPA. Tohil Delgado, secretario general del Sindicato de Estudiantes, ha recordado que esta es la octava huelga de alumnos de este curso.
“Sabemos que el seguimiento está por encima del de octubre o febrero y eso que ahora coincide con los exámenes finales.
Eso demuestra que los estudiantes priman sus intereses académicos y su futuro a su presente”.
La huelga de hoy es la culminación de dos semanas de protestas durante las que se han sucedido centenares de encierros, vigilias y todo tipo de movilizaciones.
Hoy continúan, y también habrá manifestaciones en una treintena de ciudades.
Ya ha habido concentraciones (caceroladas ante el Parlamento andaluz, en Sevilla, o frente a la Consejería de Educación en Alicante) y también algún altercado.
Dos policías locales han resultado heridos leves tras un altercado con un grupo de estudiantes que pretendían incendiar contenedores y neumáticos en la avenida dels Tarongers de Valencia y cortar la vía del tranvía.
En Madrid, un grupo de alumnos ha cortado durante unos minutos y ha habido momentos de tensión con la policía, pero no se han llegado a producir altercados.
Entre el grupo de manifestantes estaba Gonzalo Martín, estudiante de Arquitectura de la Complutense de 21 años.
“Estoy aquí contra la subida de tasas, para defender la enseñanza pública y el acceso universal a la educación”, explicaba Martín.
“Estamos notando ya los recortes, se están cerrando laboratorios, talleres…”, añadía.
En Madrid es evidente la desproporción del seguimiento de la huelga. "Nunca había habido tan pocos niños en el centro", cuenta el secretario del colegio Emilia Pardo Bazán.
Un centro en el corazón del étnico barrio de Embajadores. Sin apenas audiencia. los profesores han optado por no avanzar en el temario y la escuela era más una guardería que un lugar de formación.
Los pocos niños eran casi todos hijos de inmigrantes sin mucha idea de lo que supone la marea verde.
Aunque a los centros acudan más profesores que en otras protestas, lo cierto es que no han perdido el espíritu combativo, pero el bolsillo pesa.
Los docentes han visto reducido su sueldo un 15% tras los dos recortes a los funcionarios y cada vez que van a la huelga les descuentan unos 100 euros. Se pone de manifiesto en el instituto Isaac Newton.
Tan solo un 9% de los profesores ha secundado la huelga y un 40% del alumnado, pero el módulo de reprografía es un puro llamamiento a la movilización y los profesores se pasean con la camiseta verde para expresar que rechazan la reforma de la ley y los recortes. "Los profesores empezaron con más fuerza las huelgas, pero no pueden sostener ese ritmo", cuenta Rosa Gómez, su directora.
Con más o con menos conocimiento preciso sobre la dimensión de los recortes y sobre la reforma escolar que impulsa el ministro José Ignacio Wert,
lo que estaba hoy completamente extendido entre los manifestantes era la sensación de que tanto la tijera como la nueva legislación rompen una cierta concepción de la enseñanza pública como algo que debe incluir y ayudar a todos, independientemente de su clase social. “Porque no quiero que se desmantele todo aquello que elegí para mi hijo, porque creo sinceramente que la calidad está en la enseñanza pública y que muchos la elegimos porque creemos en ello”, decía a primera hora de la mañana Paz Martínez (funcionaria, madre de un alumno de 15 años) a las puertas del instituto público San Isidro de Madrid.
Por un lado esas medidas de ajuste (se permitió aumentar el máximo de alumnos por aula, se incrementaron las horas mínimas de clase de los profesores y se prohibió cubrir las bajas de los docentes hasta pasadas dos semanas) se han traducido en la pérdida de plantillas (unos 60.000 profesionales, calcula CC OO, en los colegios e institutos públicos) y, con ellos, de todo tipo de apoyos y refuerzos para los alumnos con dificultades. En la Universidad, se han endurecido los requisitos académicos para conseguir y mantener las becas y se ha aumentado de manera importante el precio de las matrículas, sobre todo, para los repetidores y en los másteres.
A la vez, el Gobierno impulsa una nueva ley educativa con la que asegura que disminuirá el fracaso escolar adelantando los itinerarios distintos para los alumnos, reforzando las materias instrumentales y estableciendo evaluaciones externas, que al final de la ESO y bachillerato serán reválidas: si no se aprueban, no se podrá seguir estudiando. Sin embargo, para buena parte de la comunidad educativa, esa norma es la otra cara de los recortes para hacer un sistema educativo más barato, elitista y que segregue a los alumnos que van peor. Además, se quejan del apoyo a la escuela privada-concertada, a la asignatura de Religión o a las escuelas que separan por sexo.
Los sindicatos AMPE y CSIF, que en 2012 se unieron a la protesta, esta vez no han hecho un llamamiento a sus afiliados. Abogan por agotar el proceso negociador. El ministro José Ignacio Wert lleva mañana su anteproyecto de Ley Educativa al Consejo de Ministros.
Con información de Manuel Planelles, Ivanna Vallespín y Ezequiel Moltó
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