Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

28 abr 2013

Fue uno de los tipos más guapos de su generación..

Fue uno de los tipos más guapos de su generación...
Con sombrero de fieltro color canela, a juego con los zapatos, el pantalón y el béis de la chaqueta, un libro y las manos a la espalda, parado en la esquina sin semáforo, miraba y volvía a mirar hacia el frontal de la iglesia redonda -creo que la única que hay en Barcelona-, y como tengo entendido que anda muy mal de la vista, miré yo también en busca de un detalle inédito.
 Y él seguía mirando hacia la iglesia y después a las fachadas de enfrente, por lo que me dio por suponer que miraba con nostalgia, o desde los velos de sus ojos, algunas de aquellas ventanas tan tronadas en la historia literaria de la ciudad, cuando en eso que un coche tocó la pita y en él desapareció.
Me he acordado de la araucaria que crece inclinada en su terraza. En su pelo sin canas cuando lo tengo delante en la panadería
. Pensé en la turbulenta vida sexual de Gómez, en la promiscuidad alegre que se quiebra cuando, de madrugada, al acercarse al espejo en el cuarto de baño, el rostro es como la lluvia repartida en los cristales.
 
 
 
Del Diario Virtual de Jose Carlos Cataño

27 abr 2013

La Caza Película

Título original
Jagten (The Hunt)
Año
2012
Duración
111 min.
País
 Dinamarca
Director
Thomas Vinterberg
Guión
Thomas Vinterberg, Tobias Lindholm
Música
Nikolaj Egelund
Fotografía
Charlotte Bruus Christensen
Reparto
Mads Mikkelsen, Alexandra Rapaport, Thomas Bo Larsen, Annika Wedderkopp, Anne Louise Hassing, Lars Ranthe, Lasse Fogelstrøm, Susse Wold, Ole Dupont, Sebastian Bull Sarning
Productora
Zentropa Entertainments
Género
Drama | Abusos sexuales
Sinopsis
Tras un divorcio difícil, Lucas, de cuarenta años, ha encontrado una nueva novia, un nuevo trabajo y se dispone a reconstruir su relación con Marcus, su hijo adolescente. Pero algo va mal. Un detalle. Un comentario inocente. Una mentira fortuita. Y mientras la nieve comienza a caer y las luces de Navidad se iluminan, la mentira se extiende como un virus invisible. El estupor y la desconfianza se propagan y la pequeña comunidad se sumerge en la historia colectiva, obligando a Lucas a luchar por salvar su vida y su dignidad. (FILMAFFINITY)
Premios
2012: Festival de Cannes: Mejor actor (Mads Mikkelsen)
2012: Premios del Cine Europeo: Mejor guión. 5 nom., incluyendo mejor película
2012: Premios BAFTA: Nominada a mejor película en habla no inglesa
2012: Festival de Sevilla: Sección oficial largometrajes a concurso
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Guillermo y Máxima, al rescate de la monarquía

Este martes Holanda tendrá los primeros reyes del siglo XXI.

La Casa de Organge es la punta de lanza de una generación de herederos, mejor formados y con parejas plebeyas, que se enfrenta al reto de redefinir el papel de la Corona.

Guillermo y Máxima de Holanda, que se convertirán en reyes el próximo día 30. / REUTERS

En tiempos convulsos para todas las monarquías del mundo, la Casa de Orange se dispone a renovarse. Tras más de 30 años en el trono de Holanda, Beatriz dejará paso el próximo martes a su hijo Guillermo. En el momento del relevo estarán acompañados por representantes de todas las casas reales. Acudirán a la cita los herederos y algunos titulares, y no solo por cuestión de protocolo. El acto de entronización del nuevo rey es importante para ellos. Inmersa la institución en un agitado debate sobre su supervivencia, una ceremonia con carácter de continuidad es un signo de aparente buena salud, y para refrendarlo actuarán como testigos. Y es que el futuro de Guillermo y Máxima es también, de alguna manera, el de la monarquía.
De un tiempo a esta parte, las encuestas que se realizan en países con este modelo de Estado reflejan que los niveles de aceptación van a la baja.
 Solo se salva en estos tiempos Isabel II que, pese a ser la reina que más tiempo lleva en un trono —60 años—, busca fórmulas de transparencia para contentar a los suyos.
 La última: los altos cargos que trabajan para ella comparecerán cada año ante el Parlamento para detallar al milímetro en qué se gasta el último penique.
 Otras casas reales, como la belga, ven mermados sus ingresos y fiscalizados los movimientos de sus integrantes. Suecia, Noruega y Dinamarca son desde hace tiempo un ejemplo de claridad fiscal
. En España se trabaja para que la Casa del Rey se incluya en la Ley de Transparencia, y también se estudia cómo desarrollar una ley para fijar los deberes y obligaciones de los miembros de la familia real, toda vez que la imputación de Iñaki Urdangarin y la posible implicación de la hija menor de los Reyes de España en el caso Nóos ha puesto en apuros a la Corona.
Pero la ceremonia que el martes reunirá en Holanda a los miembros de este selecto club de reyes y aspirantes a serlo también experimentará otros importantes cambios. Guillermo y Máxima pertenecen a una nueva generación, los llamados reyes del siglo XXI, jóvenes bien formados y educados en prestigiosos colegios y universidades, porque en estos tiempos el rígido protocolo de los palacios importa, pero menos, y lo que cuenta es una sólida formación y la clara percepción de la realidad de la calle.
Su trabajo se asemeja cada vez más al de diplomáticos de alta gama.
También será el momento en que una extraña en cuestiones monárquicas se convierta en reina consorte. Guillermo fue el primero en elegir como esposa a una mujer que nada tenía que ver con la llamada sangre azul y que contó inicialmente con la oposición familiar y política. Máxima pertenecía a una familia de clase media y su padre había trabajado para el Gobierno del dictador Videla. Ahora es uno de los miembros más queridos de la familia Orange por su cercanía.
Los príncipes herederos europeos, reunidos alrededor de Guillermo y Máxima.
La estela marcada por Guillermo fue seguida luego por otros de sus compañeros de generación. Federico de Dinamarca peleó durante años hasta obtener permiso para casarse con la australiana Mary Donaldson. Haakon logró que Noruega aceptase a Mette-Marit, una madre soltera con mucho pasado.
 Victoria de Suecia amenazó con abandonar su papel de heredera si no se le permitía casarse con su entrenador personal. De la misma manera que Felipe de Borbón luchó por Letizia Ortiz, una periodista divorciada que presentaba el telediario de las nueve de la noche. Junto con estos príncipes, que rondan o han cumplido los 40, se sentará el más veterano de todos ellos:
 Carlos de Inglaterra, el eterno heredero que ya hasta se ríe de sí mismo cuando se le pregunta si está cansado de tanto esperar. A su lado, Camila, su gran amor de juventud, una divorciada que ya es abuela y acaricia la idea de ser reina consorte con permiso del recuerdo de Diana.
Muchos de estos aspirantes se reunieron hace dos meses en Holanda, convocados por Guillermo y Máxima en una especie de despedida como príncipes. Ellos son los primeros en dar el salto al trono. En esa cita, la futura reina dejó claro que su estilo es diferente. Nada de traje de gala. Nada de un gran banquete; un asado argentino supervisado por ella misma.
Los Orange son diferentes, en formas y tiempos. Sus códigos en cuestión de plazos no los marca la salud, ni la muerte. La renovación es algo natural. Por eso Beatriz ha decidido dejar paso a su hijo, como su madre lo hizo con ella. En Holanda, abdicar es habitual, no supone ningún trauma.
Beatriz y su hijos Guillermo. / AP
Guillermo-Alejandro, como quiere que se le llame a partir de ahora, desea ser un soberano “moderno, integrador y comprometido”. El problema es que el Parlamento no está dispuesto a cederle terreno. Más bien al contrario. Desde que liberales y socialdemócratas formaran Gobierno el pasado octubre, en 50 días escasos y sin la mediación imparcial de la reina Beatriz, el papel del monarca se ha reducido.
Guillermo lo sabe, y por eso asegura que cualquier gesto, hasta imponer insignias, tiene un valor que justifica su existencia.
 “La constante de la monarquía es el cambio constante”, sostiene.
Sin embargo, a pesar de sumar a los 46 años un índice de aceptación del 67%, afronta el reto de dotar de contenido una labor cada vez más simbólica, como le sucede al resto de sus colegas en otros tronos.
 La pregunta de si tiene sentido la monarquía en el siglo XXI se fórmula cada vez más, también en Holanda.
Para historiadores como Han van Bree, Guillermo deberá aprender a acompañar a su gente y poco más. “Es un demócrata y, si buscara mayor margen de maniobra, sabe que se le echarían encima los políticos. Otra cosa sería en tiempo de una crisis, que nadie quiere. Ante una grave, sí podría convertirse en sinónimo de estabilidad”, dice el experto. Bree añade: “Estamos a gusto con la Casa de Orange por el fuerte lazo que nos une. Han sido 200 años de historia juntos.
 Por otro lado, el movimiento republicano y antimonárquico no es poderoso.
 Con todo, no creo que fuéramos a buscar nuevos monarcas de desaparecer la dinastía”.
A Reinildis van Ditzhuyzen, también historiadora, sí le parece factible que Guillermo deje la huella personal que desea. “Su madre, Beatriz, ha sido muy seria y estricta.
 Él es más abierto y bromista. Es verdad que ahora hablamos de la función social de la monarquía, y no de su peso político, pero tiene ventajas. Estimular a la gente y evitar divisiones en un entorno cada vez más multicultural es una tarea enorme.
 Y tanto Guillermo como Máxima se han volcado, por ejemplo, en el Fondo Orange, la fundación creada como regalo de boda. Quieren llegar a todos los rincones del país, premiando iniciativas en apoyo de la comunidad”, advierte.
A pesar de que las múltiples encuestas realizadas en las últimas semanas otorgaban hasta un 73% de popularidad a la todavía reina Beatriz y un 68% a la princesa Máxima, y reservaban un 12% para la política (según datos del sondeo efectuado por el diario Trouw), el otro gran dilema de la monarquía sigue intacto. ¿Cómo ser tan rico y privilegiado sin perder el contacto con la realidad? ¿Cómo ser próximos sin perder brillo? “Para que no se rompa la magia, los nuevos reyes tienen que seguir siendo especiales sin merma de humanidad.
Nada fácil. Mire la monarquía española. Era el ejemplo de lo útil que puede ser en tiempos críticos. ¿Y ahora qué?”, responde Van Bree.
Beatriz deja el trono en un momento de tranquilidad institucional, pero también pasó dificultades por la vinculación de Claus, su marido, con los nazis y la renuncia de Friso —su hijo menor, en coma desde hace un año tras un accidente— a los derechos sucesorios por no poder explicar una relación de su esposa con un mafioso.
También Juliana, la abuela del futuro rey, vivió momentos complicados cuando su marido, Bernardo, aceptó un soborno de un millón de dólares de la compañía Lockheed por mediar en la venta de unos aviones de combate.
Guillermo-Alejandro afrontará el martes su primer problema. De los 150 diputados que forman el Congreso, 14 no jurarán o prometerán tenerle lealtad. Dos senadores también se niegan. La excusa: a todos les parece redundante repetir el compromiso ya sellado al ocupar su escaño
. La presidencia del Gobierno, de quien depende la Casa Real, quita hierro al asunto: “Lo esencial es que el rey jure la Constitución”. Es la hora de Guillermo-Alejandro, el primer rey del siglo XXI.

 

Marisa Monte: “Nuestra forma de mirar habla de nosotros”

Marisa Monte. / Tom Munro

Entró en el Estadio Olímpico de Londres, al final de la clausura de los Juegos, tras la exhibición de poderío musical en que los británicos convirtieron la ceremonia. Marisa Monte encarnó a Iemanjá, diosa de las aguas del mar en el sincretismo religioso brasileño, cantando el aria de la Bachiana nº5 de Villa-Lobos.
 “Fue muy emocionante porque nunca había participado en algo tan global.
El espectáculo se desarrolla en el estadio, y tiene cierto impacto allí, pero dónde tiene que ser todo perfecto es en televisión. La producción fue primorosa.
 La parte brasileña, en los últimos ocho minutos, aunque subordinada a la estructura de los ingleses, se hizo con cierta independencia”, cuenta la cantante desde su casa en el barrio de Gávea, en Río de Janeiro.
 Todavía no está claro si participará en los fastos de 2016 en su ciudad.
Deja la puerta abierta tanto a las Olimpiadas como al Mundial de Fútbol de 2014 o a la Copa Confederaciones que se va a celebrar en junio en Brasil.
Marisa Monte es una de las cuatro brasileñas elegidas para el calendario Pirelli 2013: junto a las modelos de rigor, fotografiadas en escenarios de Río por Steve McCurry, el estadounidense cuyo retrato de una niña afgana dio la vuelta al mundo a mediados de los ochenta.
“El calendario se centra tradicionalmente en la belleza física de la mujer, pero este año cambiaron el concepto incluyendo mujeres que tienen relevancia por su trabajo o su activismo en causas humanitarias.
 Me invitaron en parte por mi contribución al proyecto Red Hot [organización que lucha contra el sida para la que ha grabado Aguas de março con David Byrne y, con Devendra Banhart y Rodrigo Amarante, una antigua canción de Caetano Veloso]. La intención era encontrar otra mirada sobre la belleza femenina, sobre la sensibilidad de la mujer”.
Alguien puede pensar que Marisa Monte es maravillosa y otro que es horrorosa. Tiene más que ver con las propias personas que conmigo”
Tenía 19 años –ahora 45- cuando su nombre apareció por primera vez en periódicos y revistas. Se presentaba únicamente en clubes y pequeños teatros
. Pocos la habían oído cantar, pero todo el mundo hablaba de aquella muchacha alta, delgada y pálida
. Un antiguo directivo de su discográfica suele contar lo que toda la profesión sabe en Brasil: que Marisa Monte logró desde el primer día un control sobre su obra como probablemente ningún músico contratado por una multinacional.
 Desde la portada del disco hasta que una canción suya pueda figurar en un recopilatorio o ser utilizada para un anuncio.
 Nada puede hacerse sin su autorización.
La relación con los medios ha cambiado radicalmente en estos 25 años de oficio. La promoción del último disco se hizo sobre todo a través de su página web.
 “Acorta el camino, elimina muchos intermediarios, y eso es un sueño, una utopía maravillosa para el artista y también para el fan, que tiene una fuente directa, oficial, de informaciones.
 Por otro lado, las formas de consumir música se han diversificado mucho.
 Ahora existen millones de maneras diferentes de oir música.
 No es sólo a través de los conciertos, el disco y la radio. Se descarga, se escucha en servicios de streaming, en los portátiles personales...
Como consumidora me parece fantástico poder escuchar en mi teléfono móvil, en plena madrugada, a cualquier artista de cualquier lugar del mundo y de cualquier época”.
“Sin embargo, personalmente, no tengo Facebook, no utilizo Twitter ni Instagram. Como artista todos esos servicios los lleva para mi una empresa. Permiten una comunicación ágil con el público que se interesa por mi trabajo. Yo lo superviso todo, sé lo que se está colgando y, de vez en cuando, yo misma cuento algo allí. Pero con mis amigos me comunico por teléfono o por correo electrónico. No tengo ganas de publicar mensajes colectivos sobre mi vida privada. No me seduce e incluso me parece innecesario”.
Aún hay nostálgicos que se preguntan si los exitosos Tribalistas volverán algún día. “Los Tribalistas nunca se fueron”, exclama, “continuamos escribiendo canciones juntos. El proyecto fortaleció nuestra relación de amistad y no sufrimos desgaste tal vez porque no hicimos una gira. Sobrevivimos a aquello y desde entonces ya compusimos y grabamos suficiente material en mis discos, los de Arnaldo [Antunes] y los de [Carlinhos] Brown como para, aunque de forma más atomizada, tres discos más de Tribalistas que todo el mundo ha escuchado ya. Me parece interesante la no percepción de ese hecho
. Nunca fuimos un grupo y nunca dejamos de existir como núcleo de creación. Somos tres artistas con trabajos individuales que hicimos un trabajo colectivo que ya era consecuencia en aquel momento de diez años de colaboraciones entre los tres. Y hoy, diez años después, seguimos componiendo mucho juntos”.
En su último disco, O que você quer saber de verdade, octavo que lleva su firma, junto a los temas escritos con Arnaldo Antunes y Carlinhos Brown, Marisa Monte exploró una vez más el cancionero de las últimas décadas. Al publicarse en Brasil, se la acusó en una revista cultural de haber grabado 14 canciones demasiado comerciales. “Yo no pienso en esos términos cuando compongo. Esas definiciones son completamente externas a mi raciocinio, a mis sentimientos.
 Creo que lo que hago está muy ligado a mis vivencias, a mis encuentros, a las conversaciones con mis colaboradores, a la música con la que crecí.
 Un reflejo mucho más amplio de mi experiencia existencial, que quizá coincide en muchos puntos con la de muchas otras personas”, explica. “Siempre he sido muy popular, ya desde mi primer disco, y, al mismo tiempo, con el aura de algo sofisticado. Y me parecía que las dos cosas podían convivir perfectamente. En mi opinión las etiquetas no sirven de una forma muy objetiva ni concluyente para casi nada”, dice riendo.
Como consumidora me parece fantástico poder escuchar en mi teléfono móvil, en plena madrugada, a cualquier artista de cualquier lugar del mundo y de cualquier época”
Si el disco generó críticas dispares, en cambio los conciertos de presentación han sido recibidos con elogios unánimes. Seis pantallas, en torno a nueve músicos y la cantante, muestran sin cesar vídeos, fotografías y palabras. Imágenes extraídas de obras de 15 artistas plásticos brasileños contemporáneos como Tunga, José Damasceno, Luiz Zerbini... y animadas y programadas por Emotique, un colectivo de Barcelona que desarrolló un software especial para la gira y que ya ha instalado sistemas similares en el Sónar y la Fundación Miró.
“Abro las actuaciones con una canción que escribí hace años sobre un poema de Octavio Paz en versión de Haroldo de Campos. Y precisamente el primer verso dice “me vejo no que vejo” (me veo en lo que veo). Nuestra forma de mirar el mundo habla de nosotros mismos. Alguien puede pensar que Marisa Monte es maravillosa y otro que es horrorosa. Tiene más que ver con las propias personas que conmigo. Creo que comienzo así la actuación para decirles que cuando me ven en realidad se ven a sí mismas. ‘Prestad atención porque hoy os vais a ver”.
Interpreta Sono come tu mi vuoi, que Mina llevó al éxito hace más de cuarenta años. Hace dos, la mítica cantante italiana incluyó en su disco Piccolino una composición de Marisa Monte y Arnaldo Antunes: Ainda bem. “La invité para que la cantara conmigo en mi disco, pero se demoró intentando escribir una letra en italiano y se pasó el plazo de la grabación.
 Me dijo que la quería grabar en el suyo y al final prefirió cantarla en portugués.
 Me sentí muy honrada porque soy muy fan. Tengo muchos discos y DVDs suyos”. Recuerda que siendo muy joven estudió para cantante lírica en Roma. Unos meses.
Y sabe “el frisson que Mina causa en Italia”.
Podría parecer que siempre tuvo el viento a favor, que todo le ha resultado fácil. “Esa afirmación le quita un poco de mérito al trabajo”, dice riendo.
“Soy muy trabajadora y digamos que supe honrar a la suerte y el talento. Y tengo vocación por lo que hago. No me extravié por el camino, no desperdicié la energía, no perdí la alegría y el placer. Empecé a ser famosa con 20 años, pero trabajaba desde los 14. No sólo con música también en otras áreas. No me asusta el trabajo ¿sabe? Me encanta. Es un gran valor en mi vida y quizá haya guiado todos estos 25 años.”
Marisa Monte no está dispuesta a pasar demasiado tiempo lejos de casa. “Consigo organizarme porque tengo dos hijos pequeños. Mi vida no es sólo trabajo. No quiero perderme ninguna de las dos cosas y ése también es un desafío de la mujer de hoy”. Asegura que le gustan las rutinas de la vida cotidiana y tiene clarísimo que una gira puede ser algo muy poco saludable. “Yo podría ser una atleta, creo que tengo personalidad de atleta”, dice. “No salgo mucho, leo bastante, intento hacer un poco de ejercicio todos los días y descanso lo suficiente. Para dar lo mejor de mí. No como nada pesado, no salgo a almorzar fuera, no bebo. Me cuido como si estuviera concentrada en la víspera de un partido de fútbol. Y eso se refleja en una estabilidad, una solidez, que me permiten sentirme bien en el escenario. Es horrible estar en un escenario y no sentirse bien”.

Marisa Monte actuará el día 30 en Barcelona (Gran Teatre del Liceu) y el 2 de mayo en Madrid (Palacio Municipal de Congresos).