Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

26 abr 2013

¿Para qué sirve un libro?


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“Mi error fue abrir un día un libro”, decía Jack London en El lobo de mar. A veces –suele coincidir con el día del libro- pienso que el mío también.
 A veces pienso que no. ¿Para qué sirve un libro?
 Esa pregunta suele provocar respuestas pedagógicas, poéticas o metafísicas. Hay también una respuesta, digamos, periodística. Un libro sirve para enterarte de cosas.
 Para enterarte, por ejemplo, de que no es que le hayas perdido la pista a alguien, es que se ha muerto. A mí me pasó leyendo un libro de John Berger, uno de mis escritores favoritos.
El libro se titula My beautiful y Jaime Priede lo tradujo al castellano para la editorial Bartleby en 2005 (Esa belleza). No es el mejor libro de Berger –autor de obras maestras como Modos de ver o Una vez en Europa-, pero a la altura de la página 32 se convirtió para mí en un libro inolvidable. Esa página empieza así: “En la fila india descubro a Katrin. Aquí tengo una foto suya. La pinché en la pared sobre mi mesa de trabajo cuando se murió”. Cuando se murió.
 Una línea más abajo decía quién: la actriz Katrin Cartlidge.
Katrin3Más Berger: “A menudo discutíamos su papel en una película o en una obra de teatro. Cada vez que interpretaba un personaje tenía la impresión de verla encarnar una de sus numerosas vidas anteriores.
 Cientos de vidas muy distintas entre sí, lo que supone entrar en contacto con otras tantas heridas. Cuando me enviaba un SMS, firmaba con el nombre de Wing. Era una especie de juego entre nosotros.
Casi dos meses después de su inesperada muerte, tuve la impresión, mientras la retrataba mentalmente, de que se alejaba (no estoy seguro de si era gradualmente o de un brinco… sospecho que esto último)”.
 Aquella “inesperada muerte” había sucedido el 7 de septiembre de 2002, tres años atrás. Neumonía. 41 años. Busqué una necrológica. Todavía la tengo dentro del libro (escribí una reseña que hablaba de levantar la vista de la lectura). No sé por qué cuento esto. Tal vez para explicar para qué sirve un libro. Katrin Cartlidge: la recordaba perfectamente en las películas de Mike Leigh, también en Rompiendo las olas o en Before the rain. La recordaba, por ejemplo, en Naked (Indefenso, 1993), en Career girls (Dos chicas de hoy, 1997) usando un libro de Jane Austen, creo, como si fuera el I Ching, es decir, para leer en él su inmediato futuro: básicamente, si ligaría aquella noche o no.
 Y la recordaba buscando  apartamento en Londres, mirando por la ventana en Canary Wharf. Al ver la torre de oficinas de César Pelli se lamentaba irónica
: “Pobres, no tenían dinero para pagarse un arquitecto”.
KatrinGiacometti4e9fb5b89cf4af30e0eba74a26a9fd45ec064542Me costó creer que había muerto. Berger dice que Cartlidge se parece a la escultura en la que Giacometti retrató a su mujer, Annette. En Esa belleza hay una foto de la actriz que le da la espalda, página con página, a una de la escultura. El papel se transparenta un poco: Berger tiene razón.
“La obra de los muertos cambia cuando mueren y al final nadie recuerda como era en vida de estos”. Es, otra vez, Berger.
 Esta vez en su libro Mirar. Eso me pasa a mí con las películas de Katrin Cartlidge. ¿Por qué? Tal vez porque me enteré de su muerte por un libro.

“El arte debe ser compartido”

Leonard Lauder, en CaixaForum Madrid. / DANI DUCH

Leonard Lauder (Nueva York, 1933), magnate de los cosméticos, gran mecenas y dedicado coleccionista de arte, se mueve como un rey de la comedia de los de antes.
Llega a la sala de Caixaforum donde se ha citado con la prensa, que le espera ansiosa por conocer los detalles de la histórica donación al Metropolitan de su asombrosa colección de 78 pinturas y esculturas cubistas, valorada en más de 839 millones de euros, saluda a la concurrencia, pide permiso para quitarse la chaqueta de raya diplomática y piropea a las mujeres para, acto seguido, disculparse.
“Tendrán que perdonarme, pero me he ganado siempre la vida gracias a su belleza”.
Es tan sabido que Leonard ha amasado una enorme fortuna cifrada en más de 6.000 millones “gracias a los lápices de labios” que bautizó su madre,
 Estée, como que le ha sobrado el tiempo, desde su primera experiencia “a los 10 años” como “loco de los museos”, de erigirse en uno de los hombres más poderosos del mundo del arte, un circo donde no es el único Lauder en atraer los focos:
 Ronald, su hermano, fue el famoso comprador de un klimt que en 2006 se convirtió en el cuadro más caro de la historia (pagó 106,8 millones de euros).
“Sobre aquella operación he de decir que en realidad no fue tanto dinero, pues formó parte de un intercambio con la casa Christie’s con motivo de una subasta de obras de la familia”, explicó ayer Leonard Lauder poco antes de dictar una divertida e ilustrativa conferencia introducida por Leopoldo Rodés y titulada Conservar, no poseer en el marco de un programa sobre grandes coleccionistas organizado por la Fundación Arte y Mecenazgo que impulsa “la Caixa”.
Mucho han cambiado las cosas desde esa compra. No digamos ya, desde los primeros tiempos del Whitney de Nueva York (museo en cuyo patronato ingresó en 1977 y del que ejerce como presidente emérito). En aquellos años, como rememoró ayer, era posible comprar un warhol “por 450 dólares” que “hoy está asegurado en 35 millones”. “Los cataríes y los ciudadanos de Abu Dabi [la familia real de Catar pulverizó recientemente todas marcas al adquirir un cézanne por 191 millones] son capaces de pagar cualquier suma por una obra en estos días. Por eso es tan importante convencer a los ciudadanos que son propietarios de joyas artísticas que estas deben acabar en los museos de sus comunidades y no en manos privadas”, explicó. “Los museos no son importantes por su arquitectura, o por sus exposiciones, sino por la fuerza de sus colecciones. El arte se ha convertido en algo tan absurdamente caro, que las instituciones ya no se lo pueden permitir. El único modo que tienen hoy día de aumentar sus colecciones es a través de donaciones de amantes del arte con posibles”.
La palmaria puesta en práctica de esta teoría llegó, en su caso, hace un par de semanas, cuando hizo pública su donación “al Met”, como se refirió al enciclopédico museo neoyorquino, antes de disculparse de nuevo: “Espero que perdonen la familiaridad”. Fue para él el simbólico final de tres décadas de construir una colección de cubismo única en el mundo y que incluye picassos, légers, gris o braques. “Pensé mucho en cuál era la institución más adecuada para recibir el regalo
. Tenía que ser una en la que este conjunto de obras supusiese algo excepcional.
 Dado que el Met se detiene a principios del siglo XX, para ellos podía resultar una inmejorable puerta de entrada en la convulsa centuria.
 Para mí, debía ser una aportación tan única que no quedase duda de que las piezas iban a ser valoradas en su justa medida”. ¿Y hubo algún otro condicionante para esa donación?
 “Las obras no pueden sufrir manipulaciones en su superficie; la tridimensionalidad es un elemento fundamental en el cubismo. Fueron entregadas en perfecto estado de restauración y acompañadas de un mamotreto en el que se justificaba la trazabilidad, la proveniencia de todas ellas, para evitar reclamaciones sobre su restitución.
 Era el resultado de tres años de trabajos de expertos pagados por mí”.
Tras su encuentro con la prensa, llegó el momento de la conferencia ante una audiencia que se antojó un verdadero quién es quién del arte local: galeristas, marchantes, conservadores y directores de museos y ferias… todos unidos por el afán de lograr que el coleccionismo sea valorado por fin en su justa medida en España por la ley, sí, pero también por la sociedad.
“Para ello, hay que poner facilidades fiscales a los mecenas dispuestos a donar sus colecciones, por supuesto, pero no solo eso: es necesario que dar resulte seductor.
 Y que los que donen lo consideren una experiencia placentera.
 A veces, solo basta con un poco de imaginación”, dijo Lauder.
Y después, compartió sus vibrantes anécdotas sobre el Whitney, al que siempre ha estado extraordinariamente unido, consejos para el futuro de los museos (“el arte debe ser compartido”) y la creación contemporánea (“no existe un gusto único y verdadero en este campo”), así como incursiones en su filosofía de vida (“proteger y conservar el arte para poder compartirlo con los que me rodean”) y alguna que otra justificación a sus decisiones:
 “Me preguntan por qué no dejé el tesoro cubista a mis hijos
. Primero, porque no se lo pueden permitir; solo en impuestos una cesión así les habría arruinado. Y segundo, por el amor de dios, son mis hijos.
 ¿Quién en su sano juicio daría a sus hijos mil millones de dólares? ¡Arruinaría sus vidas!”.

Amanda Knox: “Nunca pensé que sería sospechosa”


Amanda Knox junto a Diane Sawyer durante la entrevista que se emitirá el próximo día 30. / Ida Mae r
Tras ser condenada por asesinato en un país extranjero, la joven de Seattle Amanda Knox está de vuelta en casa y preparada para hablar de sus cuatro años en prisión en Italia.
 Su nuevo libro, Esperando ser escuchada (Waiting to be heard), publicado por la editorial HarperCollins y por el que la han pagado un adelanto de cuatro millones de dólares, saldrá a la venta el 30 de abril, aunque en una entrevista concedida a la revista People ha revelado algunos detalles de la novela, incluyendo que contempló el suicidio cuando estuvo en prisión.
“Hasta ahora no había querido contribuir al debate público sobre lo que me pasó.
 Ahora, que soy libre por fin, es el momento para responder todas las preguntas.
 Este libro trata de contestarlas”, explica Knox.
Knox llegó a Perugia, capital de la península de Umbría, en 2007 para estudiar.
 Allí compartía casa con otras tres mujeres
. El 1 de noviembre una de ellas, Meredith Kercher, de 21 años, fue asesinada en el domicilio.
 Cinco días después, Knox y su novio, Raffaele Sollecito, fueron arrestados.
 “Recuerdo que aquella noche habíamos estado fumando marihuana y estuvimos viendo la película Amélie. Cuando Meredith fue asesinada y me detuvieron fue muy chocante.
 Me quedé paralizada.
 Todo se derrumbó
. Nunca pensé que sería sospechosa”, relata Knox a la popular revista.
En 2009, ambos fueron condenados por homicidio y agresión sexual.
 La justicia italiana consideró entonces que Knox y su pareja habían simulado un robo para encubrir que ellos eran los asesinos de Kercher. Ambos apelaron y, finalmente, en octubre de 2011, una corte de apelaciones los declaró inocentes.
“Sentí mucha angustia en la cárcel y fue muy duro que los demás creyeran que era una zorra insensible
. He pasado por muchos momentos de angustia que no se han visto, a pesar de que mi privacidad ha sido totalmente invadida”, continúa la joven. “Los medios de comunicación fueron muy duros conmigo, primero cuando criticaron que no mostraba emociones y luego, por tener demasiadas”, continúa.
Además, la joven explica que durante sus cuatro años en prisión sufrió “acoso sexual” y una fuerte depresión que la llevó a considerar poner fin a su vida: “Pensaba en cortarme las venas en la ducha, ya que las mamparas se empañarían y los guardias no se darían cuenta. Moriría desangrada. Pero un sacerdote de la prisión, Don Saulo, me salvó la vida con sus charlas sobre política y religión
. Incluso, me dejaba tocar la guitarra”. En la entrevista, Knox habla por primera vez de los padres de Meredith: “Nunca me he acercado a ellos por razones legales.ç
 Pero a mi parecer, creo que es su padre el que realmente piensa que soy la asesina de su hija y es muy doloroso. Espero que ambos lean el libro”.
El pasado mes de marzo, el Tribunal Supremo italiano volvió a poner el caso del revés al anular la sentencia absolutoria y ordenar que se repita el proceso.
 La joven, que volvió a Estados Unidos hace un año, y en la actualidad estudia en la Universidad de Washington, confesó estar muy decepcionada con esta decisión, y que siente “todavía la impotencia, la desesperación y el miedo”.
The New York Times, que ha tenido acceso al libro antes de su publicación asegura que en él se retrata a una chica “impetuosa, ingenua, un poco peculiar y que le gustaba el fútbol y los Beatles y que, de repente, se vio atrapada en una pesadilla”.
 El día de la publicación será entrevistada por la leyenda televisiva estadounidense Diane Sawyer, en la cadena ABC.

Un septuagenario mata a su mujer de un disparo en la sien mientras dormía

VÍDEO: ATLAS

Un nuevo caso de violencia de género, el cuarto en lo que va de año en la región, se ha registrado esta madrugada en Madrid. Un hombre de 75 años, José Antonio S. F., ha disparado un tiro en la cabeza a su mujer, María del Salvador G. C., de 69, mientras dormía en el distrito de Chamartín, en el este de la capital, lo que le ha causado la muerte en el acto. Después, se ha disparado en la sien al intentar suicidarse, según han informado portavoces de Emergencias 112 y de la Jefatura Superior de Policía de Madrid.
La delegada del Gobierno, Cristina Cifuentes, ha confirmado a media mañana que se trata de violencia de género y que no hay denuncias por malos tratos en el seno de la pareja ni, por tanto, orden de alejamiento, al igual que en los tres casos anteriores.
 La delegada ha vuelto a pedir a las mujeres que denuncien para que se las pueda proteger.
 Esta muerte eleva a 16 las fallecidas por este motivo en todo el país en lo que va de 3013, de las que 13 no habían denunciado, por lo que la ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, Ana Mato, también ha insistido en la necesidad de que se notifiquen a las autoridades este tipo de agresiones para que no queden impunes.
Los hechos han ocurrido a las tres de la madrugada, cuando un hombre ha oído gritos de una persona que pedía ayuda. Este hombre ha llamado al 091 de la policía y ha relatado lo que estaba escuchando.
 Cuando han entrado en el piso, el sexto izquierda del número 15 de la calle de Agustín de Foxá, muy cerca de la plaza de Castilla, los agentes de un radiopatrulla han encontrado al hombre tirado en el suelo con un disparo en la sien. Su mujer estaba tendida ya muerta en el dormitorio, en la cama.
 También tenía un disparo en la región temporal de la cabeza.
Los médicos no han podido salvarle la vida ya que el disparo se ha realizado a muy corta distancia y le ha causado lesiones muy importantes. Mientras, José Antonio ha estado consciente y orientado en todo momento hasta la llegada de los sanitarios. Estos le han sedado y le han estabilizado, tras lo cual le han trasladado al servicio de urgencias del hospital La Paz con pronóstico muy grave. El hombre permanece bajo custodia policial en el hospital.
También algunos vecinos han explicado que eran frecuentes las discusiones dentro del matrimonio, que vivía solo en la casa. La policía está comprobando ahora si existen denuncias por malos tratos e incluso alguna orden de alejamiento. El cuerpo de la mujer ha sido trasladado al Instituto Anatómico Forense, en la Ciudad Universitaria, donde está previsto que hoy se le realice la autopsia.
Este es el cuarto caso de violencia de género que se produce en la región y el undécimo homicidio en lo que va de año. El último caso en el que murió una mujer a manos de su marido se produjo hace apenas cuatro días, el pasado sábado, cuando una angoleña de unos 30 años y cuyo nombre corresponde a las iniciales H. D. A., fue degollada en una pensión de la plaza de la Beata María Ana de Jesús. El autor confeso se entregó el lunes en la Policía Local de Coslada y explicó lo que había sucedido.
El tercer caso del año en la región se produjo en Mejorada del Campo el 22 de marzo. María del Carmen C. G., de 65 años, murió tras recibir un fuerte golpe en la cabeza. La Guardia Civil y la Policía Local detuvieron al marido, Andrés G. R., de la misma edad, como supuesto autor del golpe, según informaron fuentes del instituto armado.
Un mes antes, el 16 de febrero, Noal Mesleh F. G., de 36 años, recibió varios disparos en plena calle, en el distrito de Villa de Vallecas. Dos días después, la policía detuvo en Benalmádena (Málaga) a José Luis C. M., de 38 años, el marido, como supuesto autor de los tiros. Estaba con el hijo que ambos tienen en común, de seis años, que también fue hallado sano y salvo.
El primer caso de violencia de género se produjo en la capital el 20 de enero. Santiago F. R., de 35 años, fue detenido en su domicilio del distrito de Tetuán, acusado de haber degollado a su pareja sentimental, la vietnamita Thithanhtam T., de 38 años. El detenido tenía un antecedente por malos tratos en el ámbito familiar de 2009, pero según fuentes de la investigación no le constaban denuncias previas de su actual pareja ni órdenes de alejamiento.