Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

21 abr 2013

Mucho más que amantes de caudillos


Manuelita Sáenz, amante de Simón Bolivar. / ASSOCIATED PRESS

Temperamentales y valientes, acompañaron política y sentimentalmente a dos excepcionales caudillos latinoamericanos, aunque ninguna pasará a la historia como su viuda oficial.
 Los quisieron mucho, pero contrariamente a la irrestricta adoración de la revolucionaria Manuelita por su amante Simón Bolívar (1783-1830), a quien idolatró hasta la muerte, la mujer emparejada durante un decenio con Hugo Chávez (1954-2013), el discípulo más devoto del Libertador, rompió con el militar de Barinas sintiéndose estafada ideológicamente.
 Cómplice del bolivariano durante los años de conspiración castrense, Herma Marksman acabó desapareciendo de la vida del hombre que fue venerado por media Venezuela y detestado por la otra mitad. Herma se escoró hacia la segunda porción denunciando que la popularidad había cambiado a Hugo: el hombre conciliador y justiciero que la enamoró trocó en un ególatra incompatible con sus principios.
La examante de Chávez, Herma Marksman, con el escritor A. C. Frieden.
La lectura del libro Manuelita, la amante revolucionaria de Simón Bolívar (Turner Noema), escrito por Manuel R. Mora, permite establecer analogías entre la historiadora nacida en Ciudad Bolívar (1949) que compartió alzamientos y sueños con Chávez hasta el chasco de los noventa, y la adúltera quiteña (1797-1853), hechizada por el emancipador americano durante su visita a Lima, en la que Manuela Sáenz vivía con su marido inglés. “Sus ojos me conquistaron, aunque me rendí sin luchar”.
 La investigación del autor disecciona la peripecia de una mujer apasionada, independiente y vengativa, que acompañó al Libertador en sus últimos ocho años de vida.
 Quienes traicionaron al prócer la llamaron ramera, barragana, vergüenza de la república.
“La influencia de Manuela en Bolívar parece a veces bipolar: unas veces le humaniza, le hace poner los pies en la tierra, le rebaja los sueños, pero otras parece querer arrastrarle a la cumbre de la gloria, sin parar en daños colaterales”, declara Manuel R. Mora. “Lo que sí creo que se puede decir es que ella se portó con él mejor que él con ella, sobre todo al final de la vida del Libertador”.
Durante el estudio del personaje quedó fascinado por su espíritu de mujer transgresora cuando la transgresión femenina era algo desconocido en las colonias americanas del imperio español. “¿Qué había de revolucionario en ella? Pues, sin duda, su afán de ver la independencia de aquellos virreinatos.
 No hay que olvidar que antes de conocer a Simón Bolívar, Manuela Sáenz ya era revolucionaria en el sentido de independentista”.
Herma Marksman tampoco era mujer de calceta y amenes cuando conoció al teniente coronel Hugo Chávez Frías en 1984, año de efervescencia insurrecta en el Movimiento Bolivariano Revolucionario 200, contra la hegemonía bipartidista en Venezuela
. La historiadora y el oficial confabulador, casado entonces con Nancy Colmenares, fueron cómplices y después amantesç
. Ella consolidó la formación ideológica de su pareja y articuló el contubernio entre los regimientos levantiscos y la intelectualidad afecta al fallido cuartelazo del 4 de febrero de 1992.
 Durante la clandestinidad adoptó los sobrenombres de Anabella, Ligia y Comandante Pedro. Visitó a Hugo en prisión, le recibió a la salida, siguió conspirando contra el poder establecido y terminó la relación a principios de los noventa, con su pareja ya en el trono del palacio de Miraflores, y en las alcobas de las compatriotas seducidas por el glamour del caudillo
. Desengañada políticamente, le acusó en 2006 de pretender un sistema totalitario y excluyente. “¿Cómo se le dice a alguien que utiliza a las personas y después las desecha?”.
No todo fueron agitación, sables y decepción en la convivencia de los amantes. Lírico durante la adrenalina del idilio, Hugo se vació en versos: “Herma mía / veo tus ojos de centella / de Angostura que me invitan a luchar / bendita eres / Herma blanco / Herma negro / Herma mía / como el Cristo de Esquipulas”.
La influencia de Manuelita en Bolívar es bipolar: a veces le humaniza; otras, le arrastra a la cumbre
La Manuelita arrebatada por el criollo en armas también recibió cartas de Simón Bolívar, cuya prosa poética alternaba las declaraciones de amor con las llamadas a la cautela, pues la emancipación americana fue abundante en celadas y traiciones. El libro de Mora recoge una misiva que su destinataria habría de recordar hasta el final de sus días:
 “Mi amor, tengo el gusto de decirte que voy muy bien y lleno de pena por su aflicción, y la mía por nuestra separación, amor mío. Mucho te amo, pero más te amaré si tienes ahora mucho juicio.
 Cuidado con lo que haces, pues, si no, nos pierdes a ambos, perdiéndote tú. Soy tu más fiel amante”.
El autor distingue entre la revolucionaria desfigurada, fantástica, inexistente, y la activista impetuosa, siempre fiel a la causa y al Libertador. Alejandro Próspero Révérend, médico de cabecera durante la recomendación del alma del caudillo, anotó en un diario detalles íntimos. “Paradójicamente, Manuela, que había suscitado a Bolívar encendidas cartas de amor, quien en dos ocasiones le había salvado la vida, no es mencionada en el testamento del Libertador y no pronunció su nombre en los últimos diecisiete días de su vida”, dice Manuel R. Mora.
El legado epistolar de Manuelita reveló la intensidad de sus amores con Bolívar.
 Murió queriéndole, fulminada por la difteria en su exilio del norte peruano, y fue sepultada en una fosa común para evitar los estragos del contagio.
 La profesora de Historia Herma Marksman vive en Caracas, alejada de la política. “El 5 de marzo sentí que se murió el presidente de la república. Nada más”.

La dama de las camelias en 2017

Isabel Coixet ahonda en el dolor de una pareja en su futurista ‘Ayer no termina nunca’, que inaugura hoy el festival de cine español de Málaga.

La directora Isabel Coixet (izquierda) y la actriz Candela Peña, durante la presentación en Málaga de la película 'Ayer no termina nunca'. / JORGE ZAPATA (EFE)
El torrente lo ha puesto Candela Peña y la disciplina, Isabel Coixet. Esta noche arranca la 16ª edición del festival de Málaga destinado al cine español, y como inauguración se proyectará Ayer no termina nunca, la última película de la directora catalana, que ha encontrado esta mañana más apoyos en su pase de prensa que los que recibió en su estreno mundial en la última Berlinale, donde tuvo una acogida fría. “Me machacan por hacer películas en inglés, ahora me machacarán por rodarla aquí”, comentaba en tono sarcástico la cineasta, que en esta ocasión viaja a un futuro cercano (y desgraciadamente bien posible): la acción transcurre en 2017, en una España devastada por la crisis, a la que el Banco Central Europeo ha rechazado su petición de un tercer rescate. En un cementerio fantasmagórico de bloques de hormigón –que sí existe en realidad, con aspecto más de edificio a medio terminar que de capilla católica– una pareja separada cinco años atrás se reencuentra para realizar un trámite burocrático. Son J (Javier Cámara) y C (Candela Peña). Y lo que sigue es el desnudo emocional de ese exmatrimonio, que poco a poco se atiza verbalmente con sus mejores puyas, bajezas, miserias y, por qué no, verdades.
“La película se basa en cuatro patas: la obra de teatro Gif, de la que ha quedado bien poco; en la historia de Cristina, y su chico Jaime, que vivió una situación dolorosísima como la de la película; en el desamparo que vivimos todos los días cuando nos levantamos, y en el trabajo de Javier y Candela: no hubiera podido rodar la película sin ellos”, contaba Coixet, directora creadora de un universo especial, que ha resumido así: “En el fondo, todas mis películas son historias de amor, aunque no lo parezcan.
Como cineasta hago escapismo de la realidad, y como ya soy una chica mayor, manifiesto en el filme mi perplejidad.
 Es cierto que en ‘Ayer no termina nunca’ no aparece una lavandería [risas ante la mención de uno de sus lugares fetiches cinematográficos], pero yo no la veo tan diferente al resto de las mías. Incluso el título lo he reciclado de un monólogo que corté de un anterior largometraje”.
 Incluso en el género, siempre dramático: “De verdad que tengo mucho sentido del humor, pero me siento a escribir y me sale ‘La dama de las camelias”. Junto a ella estaban Candela Peña –Javier Cámara acaba hoy el rodaje de la parte neoyorquina de la nueva película de Jorge Torregrossa– y Adolfo Blanco, productor y distribuidor del filme, que se estrena en toda España el próximo viernes 26.
En un momento del metraje, J suelta: “Somos una pareja que primero perdieron un hijo, luego se perdieron a ellos mismos y finalmente perdieron al otro”.
Sin embargo, a Candela Peña el trabajo parece haberle dado más fuerza: “Soy otra actriz después de interpretar este personaje. Durante todo el proceso he sido consciente de que éramos herramientas de trabajo para contar la historia de Isabel en la forma que ella había soñado.
 Porque cuando el texto es espectacular, debes de seguirlo, no improvisar.
 Además, cuando tengo a Javier delante, pienso que es el único hombre con el que quisiera trabajar.
 Es mi marido en el cine, me siento como si fuéramos Concha Velasco y Manolo Escobar”.
 Coixet le llevó la contraria: “Ellos ponen los silencios, las pausas, sus voces, la respiración. La improvisación no está solo en cambiar el texto”.
Y un apunte sobre sus protagonistas, heroínas con gran capacidad para sobreponerse al dolor: “Creo que hago exorcismos en pantalla. Yo a veces ni me lo explico”;
 aunque sí tenía respuesta ante el truco de usar pequeños monólogos en blanco y negro para que el espectador oyera en pantalla los pensamientos de la pareja: “Como muchos filósofos, creo en ese ideal en que lo que piensas, sientes y dices tienen que estar alineados”.
 Con Ayer no termina nunca’ comienza esta noche la sección oficial a concurso del certamen.

 

El desgobierno europeo

La crisis en Chipre ha puesto de manifiesto los graves problemas de la Unión Europea.

Lo ocurrido esta semana en relación con Chipre ha puesto de manifiesto con total brutalidad hasta qué punto la Unión Europea tiene un problema de desgobierno. Son cuatro las razones que explican por qué el sistema decisorio europeo está gripado.
»El sistema no resuelve los problemas. Primero, no es eficaz a la hora de atajar los problemas que pretende resolver. Más bien al contrario, tiende a agravarlos.
Esto es cierto tanto en el nivel macro como en el nivel micro. En el primero, observamos cómo el crecimiento se estanca, el desempleo sigue subiendo y la deuda no sólo se reduce sino que crece. La combinación de un diagnóstico de la crisis erróneamente centrado en la deuda pública, seguido de unas prescripciones articuladas en torno a la austeridad a ultranza y unos líderes europeos pegados a la arena electoral de cada país nos han llevado a un sistema de crisis permanente.
A un diseño defectuoso de la zona euro y unas políticas erróneas se ha sumado una década de dejaciones que han convertido a la UE en un campo de minas: Grecia falseando las estadísticas, Italia negándose a reducir la deuda, Alemania inundando a sus socios de dinero barato, España cebando sin límite una burbuja inmobiliaria, Irlanda inflando su sector financiero y haciendo dumping fiscal a sus socios, Chipre montando un paraíso fiscal al servicio de Rusia, y así sucesivamente.
La acumulación de una serie desequilibrios tan tóxicos, junto con la falta de instrumentos efectivos para lidiar con la crisis, nos instala en una situación en la que todos los problemas acaban adquiriendo carácter sistémico.
 Que España o Italia lo fueran es comprensible, pero que Grecia y hasta el minúsculo Chipre puedan desestabilizar toda la eurozona nos da la verdadera idea de la fragilidad del sistema y su falta de mecanismos de seguridad.
El sistema es tan frágil que lo puede desestabilizar el minúsculo Chipre
Que las políticas para salir de la crisis no están funcionando es evidente y que las instituciones europeas y sus líderes no están a la altura del trabajo también lo es, pero la UE sigue instalada en la autocomplacencia de los pequeños pasos y en la soberbia de pedir tiempo y paciencia. ¿Cuánta?
»El sistema no rinde cuentas. La segunda razón por la que el sistema decisorio europeo está agotando su legitimidad tiene que ver con los procedimientos, la transparencia y la rendición de cuentas. Aquí también, la evidencia se acumula, tanto en el nivel macro como en el micro.
Al parecer, todo el mundo sabía que Chipre era la lavandería de dinero negro ruso y un paraíso fiscal sobredimensionado. No hablamos de las Bahamas, sino del territorio de la UE, uno de los más regulados del mundo. ¿No hay nadie responsable de que hayamos llegado a esta situación?
La saga de las idas y venidas respecto a los depósitos bancarios ofrece también un ejemplo revelador de lo difícil que resulta entender quién toma las decisiones y responsabilizar a alguien por los errores. ¿Ha sido el gobierno chipriota, el Eurogrupo, la Comisión, Alemania, el BCE o todos ellos los responsables del desaguisado de los depósitos chipriotas? Ni lo sabemos ni lo sabremos por lo que no podremos exigir responsabilidades.
¿No hay nadie de que hayamos llegado a esta situación?
Aquí también, lo que es cierto respecto a las pequeñas decisiones también lo es respecto a las grandes. El Comisario Rehn, acosado por la evidencia empírica y los expertos, que cuestionan el mal funcionamiento de la política de austeridad a ultranza, se defiende enviando una carta a los Estados miembros en la que les pide calma y les asegura que estamos en el buen camino. Ese es el estado de la democracia en la UE; la sustitución del debate político en público por un intercambio de cartas y comunicados plagados de condescendencia.
»La Comisión y el Parlamento están fuera de juego. Más grave aún resulta el lamentable estado de la Comisión Europea, que añade un cuarto factor al desgobierno. Su Presidente, Durao Barroso, está desaparecido bajo la sombra que proyecta la figura del presidente del Consejo, Van Rompuy. Poquito a poco, con mucha discreción y aprovechando su apariencia inofensiva, este habilidoso político belga ha logrado más poder de lo que jamás pudimos imaginar.
Con ello, la Comisión Europea, guardiana de los Tratados y representante del interés general europeo, ha quedado convertida en una especie de ejército de Pancho Villa donde cada Comisario va por su cuenta e interpreta su misión de acuerdo con sus propias capacidades y limitaciones.
 Si todos los Comisarios fueran igual de competentes (recuerden, hay nada menos que 27), la falta de liderazgo ya sería un problema, pero la realidad es que la calidad de esta Comisión es tan asimétrica que su papel político está cortocircuitado.
Ante la debilidad de esta Comisión, casi toda la sustancia política queda en manos de los Estados miembros y del Consejo. Incluso suponiendo que todos los Estados fueran iguales, nos encontraríamos con un problema serio pues, como sabemos, los comités no tienden a ser los más adecuados a la hora de tomar decisiones. ¿Se imaginan que España estuviera gobernada por la Conferencia de Presidentes Autonómicos y que tuvieran que hacer los presupuestos del Estado por unanimidad?
 Seguramente visualizan la pesadilla que supondría. Pero es que, además, en el Consejo las diferencias de poder entre los Estados miembros son tan brutales y han sido tan acrecentadas por esta crisis que lo que allí acontece se asemeja más a la ley de la selva donde los más fuertes imponen su ley y los demás callan que a un órgano ejecutivo o legislativo (que las dos cosas es).
Pero de entre todas las instituciones, el Eurogrupo y el BCE, convertidos en gobierno de excepción de la UE se llevan la palma en cuanto a opacidad y nula rendición de cuentas. El ultimátum lanzado a Chipre por el BCE para que se avenga a las condiciones del Eurogrupo o se marche de la zona euro es un caso claro de hasta qué punto el lenguaje de poder que caracterizó durante mucho tiempo las relaciones entre Estados europeos, y que la UE pretendía superar, está de vuelta.
 En una Europa que quiera por lo menos aparentar que es un estado de derecho mínimamente democrático, una decisión del calibre de enseñar la puerta de salida a un Estado miembro sólo la debería poder tomar el Consejo, de acuerdo con el Parlamento Europeo y a propuesta de la Comisión Europea, no el Presidente del Eurogrupo, el Presidente del BCE y, parecer, Angela Merkel. Estamos en 2013, no en 1914.
»El predominio de las lógicas nacionales.
 La última razón que explica los problemas de desgobierno y de legitimidad tiene que ver con la fragmentación de la política a lo largo de sistemas nacionales con visiones de la crisis, identidades nacionales y ciclos electorales diferenciados.
No tenemos una democracia europea porque no tenemos un gobierno europeo responsable ante los ciudadanos y tampoco tenemos un demos europeo que permita una solidaridad entre los ciudadanos. Desde su óptica, el parlamento alemán hace bien en defender que los ahorradores alemanes no paguen por los desmanes de griegos o chipriotas.
Por la misma razón, el parlamento chipriota se niega a suicidarse aceptando un plan que no tendrá el apoyo de sus ciudadanos
. Esa suma de decisiones racionales nos lleva al desastre colectivo puesto que genera un bloqueo entre legitimidades contradictorias. Ya vivimos esto en el proceso de ratificación parlamentaria del Tratado Constitucional.
Ante la imposibilidad de reformar los Tratados por miedo al bloqueo, gran número de decisiones se toman ahora por vía intergubernamental y nos encontramos con que, a cada paso, se funde el fusible parlamentario en un país y hay que volver a empezar.
»Sí que hay opciones. En el sexto año desde que comenzara la crisis, la mayoría de los líderes sigue sin entender que no se puede gobernar la crisis del euro con 17 gobiernos, 17 parlamentos y un Banco Central que tiene una mano atada a la espalda. Sorprenderá a algunos, pero no tenemos un déficit de conocimiento. No estamos desconcertados ante un extraño virus cuyo mecanismo de transmisión no entendemos.
 Lo que le pasa a Europa es meridiano: si se quiere una moneda común, tendrá que tener una unión bancaria, lo que significa dotarse de mecanismos europeos de supervisión bancaria, garantía de depósitos y resolución de crisis. Y eso requiere, a su vez, tener unos impuestos comunes mínimos y unas políticas fiscales comunes que no se debiliten mutuamente. Lo que a su vez exige coordinar más estrechamente las políticas económicas y vigilar más los desequilibrios que se vayan acumulando, tanto por el lado de los acreedores como de los deudores. Por razones obvias, todas esas tareas sólo pueden ser acometidas por unas instituciones que se hayan legitimado democráticamente ante los ciudadanos, no sólo en el momento de su elección, sino en cada decisión que tomen, y que tendrán que ser controladas estrechamente. El euro necesita un poder ejecutivo y un poder legislativo y un equilibrio de poder entre ellos, no esta tecnocracia de comité que tenemos en la actualidad.
No es obligatorio dar todos estos pasos hacia una unión política más capaz y legítima. Quienes quieran pueden decir “no, gracias” y bajarse del tren. Pero seguir engañándonos y pretender que estamos en el buen camino es una estrategia suicida. Sin esa unión bancaria, fiscal y económica, y sin instrumentos de legitimación política, el euro nunca será estable y en lugar de beneficiar a sus ciudadanos, les traerá sufrimientos innecesarios. Todo lo demás es el melancólico lamento de Macbeth sobre el significado de la vida tras la muerte de esposa: “ruido y furia, cuento contado por un idiota que nada significa”.

 

Hervé Falciani: “Estados Unidos me avisó: Ve a España, tu vida corre peligro”


Hervé Falciani, con peluca y gafas, en la vista de su extradición a Suiza, el pasado lunes. / J. C. Hidalgo

¿Por qué vino a España si sabía que había una orden internacional de busca y captura contra usted?
— Porque mi vida corría peligro. Estados Unidos me había avisado poco antes de que sería fácil que alguien pagara para que intentaran matarme. Tuve que planear mi huida al milímetro.
Y elegí España sabiendo que iría a la cárcel y que Suiza pediría mi extradición. Nada ha sido casual.
Hervé Falciani (40 años) recorre con su dedo pulgar su cuello de flanco a flanco para subrayar el riesgo que corría de ser asesinado. El exempleado francoitaliano de la sede del Hong Kong Shanghai Bank Corporation (HSBC) en Ginebra ha dejado atrás la abultada peluca y las gafas de pasta negra con las que trató de ocultar su imagen durante su juicio de extradición a Suiza del pasado lunes. Han pasado dos días desde entonces, y Falciani se muestra con su aspecto habitual, quizá modificado por una coqueta perilla.
La cita con EL PAÍS —la primera entrevista que concede a un medio español— se produce cerca del escondite en el que permanece desde que la sección segunda de la Audiencia Nacional lo dejó en libertad en diciembre. El lugar secreto desde el que colabora codo con codo y cada día con la Fiscalía Anticorrupción para seguir delatando evasores fiscales. Oculto y protegido para evitar cualquier atentado que se pueda perpetrar contra él. Porque Falciani tiene grandes enemigos: el HSBC —el cuarto banco del mundo por valor en bolsa— de cuyo sistema extrajo entre 2006 y 2008 las cuentas de 130.000 clientes; el sistema financiero suizo, siempre celoso de su opacidad; y miles de presuntos de defraudadores a los que ha denunciado desde 2009, algunos con vínculos con grandes cárteles del narcotráfico, grupos de criminalidad organizada de caracter trasnacional y organizaciones terroristas.
— ¿Cuál era el riesgo del que le alertó Washington?
Los norteamericanos me propusieron dos fechas para viajar. Sabían hasta qué juez estaba de guardia
— El 1 de junio de 2012, un mes antes de llegar a España, comencé a trabajar de nuevo con la Justicia estadounidense desde París. Los americanos me avisaron de que el Senado de Estados Unidos iba a lanzar graves acusaciones contra el HSBC por su falta de control sobre el blanqueo de capitales y la financiación del terrorismo. Que el banco iba a ser declarado culpable.
 Me dijeron que, a partir de entonces, mi vida correría peligro. Tenía dos opciones: iniciar una nueva vida en Estados Unidos o viajar a otro lugar para ganar tiempo. Me dijeron que el único sitio seguro en Europa sería España, que había utilizado con éxito mi información en casos importantes como el de la familia Botín. Creían que sería poco probable que España aprobara mi extradición a Suiza. Así, podría seguir colaborando con la Justicia.
— ¿Sondeó a las autoridades españolas antes de partir?
— Contacté con algunos elementos.
— ¿Qué elementos?
— No se lo puedo decir, pero se lo puede imaginar…
El 1 de julio de 2012, Falciani fue detenido en el puerto de Barcelona, al que llegó a bordo de un barco procedente de Sète (Francia). Hasta hoy, se creía que su arresto, en virtud de una orden de detención internacional emitida por Berna, fue casual. Fuentes policiales aseguraron que los agentes se lo encontraron gracias a un control rutinario de documentación que se realizó al pasaje.
Su salida de Francia era un misterio. Porque hasta entonces, Falciani permanecía refugiado en su casa de Castellar, el último pueblecito de la Costa Azul pegado a la frontera italiana, al que huyó el 21 de diciembre de 2008 desde Ginebra. En medio de los dos países de los que tiene pasaporte y a salvo de ser extraditado a Suiza, porque ni Francia ni Italia entregan a sus ciudadanos.
— Podría haber cogido el coche o el tren y, una vez aquí, presentarse en la primera comisaría en lugar de viajar en barco a Barcelona, ¿por qué no lo hizo?
— El barco era la manera más segura de que saltara la orden internacional de detención emitida por Suiza contra mí. A pesar de que viajaba a territorio Schengen, en el puerto de Sète me pidieron el pasaporte ya que el barco salía a aguas internacionales.
 Eso es lo que provocó que, a mi llegada a Barcelona, la policía española me estuviera esperando. En cuanto pisé España fui detenido.
— ¿Qué sentido tenía acabar en una cárcel española?
— La prisión era un lugar seguro. Los americanos me propusieron inicialmente dos fechas para viajar, el 1 y el 3 de julio del año pasado. Al final decidieron que debía coger el barco el 1 de julio. Sabían hasta qué juez estaría de guardia a mi llegada. Cuál sería el más favorable a nuestra estrategia. En función de ello se decidió mi salida hacia España.
El organismo estadounidense con el que, por entonces, colaboraba Falciani era el departamento de Justicia del Gobierno de EE UU, según fuentes de la Audiencia Nacional. El exemplado del HSBC ayudaba a sus funcionarios a investigar al banco, para el que había trabajado entre 2000 y 2008 como técnico de sistemas mientras se concluía la investigación abierta un año antes por el Senado estadounidense
. Dos semanas largas después de su huida a España y su detención en Barcelona, el subcomité permanente de investigaciones sobre seguridad interior de la Cámara hizo públicas sus conclusiones.
Se desató el escándalo. El HSBC y su filial estadounidense, HBUS, habían descuidado durante años sus controles sobre blanqueo de dinero, lo que permitió a muchos de sus clientes lavar fondos procedentes de actividades ilícitas. La filial mexicana del banco había transferido a la americana 7.000 millones de dólares entre 2007 y 2008, parte de los cuales procedían de la venta de droga en EE UU por cárteles del vecino del sur. El subcomité también descubrió sus transacciones con otros bancos de Arabia Saudí y Bangladesh relacionados supuestamente con Al Qaeda y organizaciones terroristas satélites, así como unas 25.000 transferencias con Irán, archienemigo de Washington.
El presidente ejecutivo del HSBC, Stuart Gulliver, tuvo que pedir disculpas públicas el 29 de octubre y aseguró sentir “vergüenza” y “dolor” por lo ocurrido. Pero eso no bastó.
 El banco, además, se vio obligado a provisionar 2.000 millones de dólares para hacer frente a las posibles multas que, como resultado de esa investigación, se le impusieran en Estados Unidos y otros países por facilitar el blanqueo de capitales. Algo que no se podría haber logrado sin la ayuda de Falciani que, según su abogado, Joan Garcés, había colaborado activamente con el Senado de EE UU.
Cuando la Cámara hizo público el documento, el francoitaliano ya estaba en la cárcel de Valdemoro, en las cercanías de Madrid. A salvo, como él mismo sostiene. Solo amenazado por la demanda de extradición de Suiza, que le acusa de haber intentado lucrarse con su lista de evasores. Falciani viajó a Líbano el 4 de febrero de 2008 y se presentó en las oficinas del banco Audi, en Beirut, bajo el pseudónimo de Ruben Al-Chidiak. El Gobierno suizo insiste en que su interés primordial era económico
. Mantiene que quería vender la lista y que, como no lo consiguió, comenzó entonces a colaborar con la justicia de distintos países. Falciani, sin embargo, sostiene que, con ese viaje trató de provocar una alerta de Swissbank, la patronal bancaria suiza. Esa alarma saltó un mes después, en marzo, e indicaba que el tal Al-Chidiak, había ofrecido una serie de bases de datos de clientes de bancos suizos, según la demanda de extradición de Berna. Falciani, sin embargo, solo fue interrogado por la justicia suiza nueve meses después, el 20 de diciembre. Y la policía lo dejó libre tras el interrogatorio. Al día siguiente, el francoitaliano abandona Suiza y se se instala en Castellar.
— ¿Pidió dinero por sus datos?
— Yo nunca he pedido nada por ellos. Solo he tratado de ayudar a la justicia. Estoy harto de escuchar infundios procedentes de Suiza. La justicia de ese país dice una y otra vez que lo intenté porque es la única manera que tienen de acusarme del delito de espionaje industrial que me imputan. Solo si demuestran que yo intenté lucrarme con mi información podrían achacarme ese delito.
— Pero habría podido hacerlo.
— Por eso precisamente no tiene sentido lo que dice Suiza
. El otro día leí en un periódico que Alemania había pagado cuatro millones de euros por un disco con información de evasores con cuentas en bancos suizos. Yo también podría vendérselos. Incluso ahora mismo. Porque sin mí, esos datos no se pueden utilizar. Y, sin embargo, no lo he hecho.
 La información que yo he suministrado está encriptada y asegurada. De ese modo, solo puede acceder a ella la justicia con mi ayuda. Lo hice así por mi propia seguridad. Y ahora tengo pruebas de ello.
— ¿Qué pruebas?
— Las que se expusieron en el juicio de extradición. Hasta que se celebró, el lunes, solo tenía mi palabra contra la del HSBC. En el juicio se ha demostrado que yo no traté de enriquecerme, que solo he querido colaborar con la justicia. Así lo mantuvieron tanto la fiscal española como el fiscal francés, Éric de Montgolfier, que declaró como testigo
. Ambos dejaron claro que la persecución del HSBC contra mí no comenzó con mi viaje a Líbano, sino en el momento en que yo empecé a colaborar con Francia. Ahora es la justicia española, y no solo yo, quien ha demostrado que yo no quería vender mi información. La alerta de Swissbank sobre mi viaje a Beirut es de marzo de 2008, pero el HSBC no presentó su denuncia contra mí hasta marzo de 2009, cuando se sabía que yo ya trabajaba con Francia. Era eso lo que el banco quería evitar.
 Que colaborara. También se ha probado que ha sido imposible que la justicia suiza se ocupe de las ilegalidades que cometen sus bancos. Ellos no quisieron investigar a pesar de mis denuncias.
Los supuestos defraudadores tratan con personas que los bancos suizos envían a los países a buscar clientes
Por esa razón ha decidido hablar. Porque ahora no es solo él quien mantiene su versión.
 Las fiscalías de la Audiencia Nacional y la francesa han defendido en un proceso judicial, el de su entrega a Suiza, que su intención solo fue la de colaborar.
 También Anticorrupción, con quien trabaja desde el 17 de septiembre, ha adjuntado a las diligencias de extradición un certificado en que asegura que su cooperación con las autoridades españolas es completamente desinteresada. Que lo hace gratis.
Montgolfier, el fiscal francés que declaró en el juicio, es un personaje clave en la trayectoria de Falciani. El exjefe de la fiscalía de Niza, actualmente destinado en la Corte de Apelación de Bourges, fue quien judicializó por primera vez la información suministrada por el exempleado del HSBC. Es su número dos el que, el 20 de enero de 2010, se presenta en la casa del informático en Castellar con un retén de policía para detenerlo y requisar “una serie de datos personales robados” que reclamaba la justicia suiza.
 Falciani explica al fiscal francés y a los agentes que se presentan en su domicilio que, en realidad, lo que busca Berna son las identidades de miles de evasores fiscales que están en su poder. Montgolfier, ante la importancia del hallazgo —“la información podría llenar varios trenes de mercancías”, dijo el lunes en el juicio—, abre su propia investigación contra los defraudadores.
Hervé Falciani, en 2009.
De la mano de Montgolfier, Falciani empieza a colaborar con la Gendarmería para desencriptar su lista. Y Francia, tras algunos titubeos, decide no devolverla a las autoridades helvéticas.
 El Gobierno de Nicolas Sarkozy envía copias a los países con los que tiene tratado de cooperación en materia fiscal, entre ellos España. Hacienda los recibe el 24 de mayo de ese mismo año. Comienza “la mayor regularización de la historia de España”, como recordó en el juicio del pasado lunes Carlos Ocaña, secretario de Estado de Hacienda en el Ejecutivo de Zapatero, que intervino como testigo en la causa.
De los 1.500 nombres que envía Francia, Hacienda identifica a 659
. Así recupera 260 millones de euros supuestamente evadidos al fisco. La lista contiene nombres como el del presidente del Santander, Emilio Botín, y su familia. También el empresario catalán Manuel Lao. O una sociedad de Francisco Correa, el cabecilla de la trama Gürtel y su cómplice y exalcalde de Boadilla, Arturo González Panero.
— ¿Podría darme algunos nombres de los españoles de su lista?
— No. De ninguna manera.
Se ha hablado mucho de la lista Falciani, pero los datos que yo he proporcionado no son solo listas de evasores. La información que yo tengo demuestra que los bancos suizos libran una guerra económica. Ellos son el enemigo.
 Y se trata de un enemigo que no es estático sino dinámico. Se adapta a cualquier directiva contra la evasión fiscal o el blanqueo de dinero para seguir haciendo caja. Además, los distintos paraísos fiscales funcionan en red.
Ahora es la justicia española y no solo yo quien ha demostrado que no quise cobrar por mi información
— Está diciendo que, los bancos suizos se saltan la normativa sistemáticamente…
— En esa adaptación de los bancos a los límites que se les imponen juega un papel fundamental la tecnología. Cada vez que aparece una nueva norma o directiva se crea un nuevo proyecto estratégico para sortearla. Sin expertos en esos proyectos tecnológicos la justicia será incapaz de desarrollar su propia estrategia contra el fraude. Es ahí donde yo puedo echar una mano.
— ¿En qué colabora ahora con la Fiscalía Anticorrupción?
— Trabajamos en el tema de los intermediarios, de los gestores. Se trata de personas que se dedican a captar clientes para los bancos suizos en España, Francia, Italia, Alemania… Los supuestos defraudadores tratan con ellos para entrar en contacto con los bancos suizos.
Con el rescate europeo a Chipre, muchos de ellos tratan ahora de captar a los ciudadanos rusos que tenían su dinero en ese paraíso fiscal. También ayudo a España y Francia en la creación de un órgano multidisciplinar dedicado a la vigilancia de la evasión fiscal y el blanqueo de dinero con personas que tengan conocimientos tecnológicos similares a los míos.
Falciani, sin embargo, ha sufrido hasta llegar aquí la detención, la cárcel, la separación de su esposa y su hijo... ¿Ha valido la pena?
— Ahora podría vivir tranquilo en Estados Unidos. ¿Por qué no aceptó su oferta?
— América puede ayudarnos en esta lucha, pero no podemos dejar todo este trabajo en sus manos. Francia, España, Europa en general, también tienen que librar esta guerra. Porque es la gente normal la que está sufriendo sus consecuencias.