Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

15 mar 2013

Un talento más que secreto

José Luis López Vázquez era un joven taciturno que dibujó vestuarios, decorados, cubiertas de libros, carteles, felicitaciones… Hasta que un buen día Berlanga le descubrió.

José Luis López Vázquez no fue solo el versátil actor que rozó la genialidad en películas de signo tan distinto que hasta parecen incompatibles.
 Fue el torpe ladrón de Atraco a las 3, de Forqué, y el niño indefenso de La prima Angélica, de Saura, el lameculos de Plácido, de Berlanga, y el enfermo asesino de El bosque del lobo, de Olea, el compañero histriónico de Gracita Morales… López Vázquez llenó con su talento casi 300 películas, y ahora se descubre que, además, fue un excelente figurinista, buen dibujante y pintor.
 Joven taciturno, se refugió en los pinceles con la esperanza remota de que con los cuadros sobre artistas de cine que comenzaba a pintar conseguiría salir de la pobreza.
 Luego dibujó vestuarios, decorados, cubiertas de libros, carteles, felicitaciones… todavía ignorante de su vocación de actor
. Hasta que un buen día Berlanga, que se había fijado en su figura de hombrecillo feúcho y bigotudo, un poco al estilo de Groucho Marx, le ofreció un papelito de dependiente de grandes almacenes en Esa pareja feliz, cambiando desde entonces su objetivo en la vida.
 Al cabo del tiempo incluso Chaplin le reconoció como uno de los mejores actores del mundo tras ver Peppermint frappé, de Saura, y George Cukor quiso llevárselo a Hollywood tras dirigirle en Viajes con mi tía.
Este mes, en que el artista hubiera cumplido 91 años, por fin se ha descubierto su obra pictórica al público. En los 65 trabajos que se han recuperado utilizando la colección de Carmen de la Maza, la última compañera del actor, se aprecia esa valía hasta ahora silenciada que, paradójicamente, otras instituciones oficiales no consideraron oportuno divulgar.
 Porque la obra pictórica de López Vázquez no era la de un aficionado, como sí fue la de otro gran actor, Francisco Rabal, naïf y torpona aunque pretendiera haber sido estimulada por la figura de Goya, y con la que encontró una manera de “distraer la vida y enriquecerla”.
 Lo de López Vázquez es sencillo pero excelente
. Ahora sería oportuno que su obra ignota circulara por otras ciudades para así complementar la imagen del hombre que tanta admiración despertó en el cine.

 

"A Rafi Escobedo se lo quitaron de en medio porque molestaba"

Un crimen que conmocionó a la España de 1980. Oscuros intereses, una conspiración y una víctima propiciatoria. El asesinato de "dos personas que tenían nombre de banco", de los marqueses de Urquijo, un juicio circense a Rafael 'Rafi' Escobedo, una condena, un aparente suicidio y muchas dudas. Con estos ingredientes el periodista y escritor Mariano Sánchez Soler ha escrito El asesinato de los marqueses de Urbina (Roca), una búsqueda de la verdad de lo que ocurrió aquella noche en aquel chalet de Somosaguas (Madrid).
Puede leer aquí el primer capítulo de la novela, que se publica hoy.
Hablamos con el autor de una obra con la que obtuvo el Premio L’H Confidencial 2013, una novela en la que, ayudado por elementos de ficción, trata de "transmitir toda la realidad y ser absolutamente fiel a los hechos y a los personajes, a los protagonistas de esos hechos" que todavía hoy generan preguntas. Un caso extraño en la ficción criminal española.
PREGUNTA: El libro comienza con una advertencia : "Por imperativo legal, los nombres verdaderos de los protagonistas de esta historia se han encubierto. Los crímenes ocurrieron tal y como se relata" ¿Esto cómo se come?
RESPUESTA:  Cambio los nombres, soy totalmente fiel al sumario, a los hechos contrastados y demostrados jurídicamente, con pruebas, pero desarrollo la hipótesis del dinero. He dejado los nombres reales de los forenses, entre otras cosas porque uno de ellos es amigo mío y era una forma de hacerle un homenaje: García Andrade fue el hombre que desde la ciencia, desde las autopsias, ha estado cuestionando siempre la versión oficial y no se le ha hecho ningún caso.
El periodista y escritor Mariano Sánchez SolerP: ¿Pero lo que se relata en la novela es lo que ocurrió en la realidad?
R: He seguido la versión del dinero, la única que no investigó la policia, porque enseguida se plegaron a lo que decían los banqueros y lo que he hecho a partir de ahí es reconstruir el crimen. Me he tenido que inventar personajes de ficción para reconstruir eso, pero lo que cuento está totalmente basado en el sumario.
P: ¿Cuál es su relación con el caso?
R: Cubrí el juicio contra Rafi Escobedo para El Periódico.  Fue mi debut en el periodismo. Tengo el sumario completo, es un tema que me ha perseguido. En Los crímenes de la democracia (Ediciones B) un tercio del libro es el caso de los marqueses. Todavía me encuentro a gente que me dice : “¿Pero Rafi mató a los marqueses de Urquijo, o no?”.
P: ¿Y Rafi los mató?
R: ¿Quién organizó eso? Es un crimen que excepto Rafi y Javier Anastasio (amigo de Rafi,huido de la justicia y que reapareció con el crimen prescrito) nadie más ha sido procesado y todo el mundo sabe que esa noche había más gente en el chalet ejecutando el crimen. Una cosa que me llamó la atención es que la policía negara categóricamente, sin ningún tipo de investigación, que el Banco Urquijo iba a ser fusionado con el banco Hispanoramericano: a los seis meses de la muerte de los marqueses fue absorbido. Rafi aparece como la víctima propiciatoria de una conspiración, en la que él participa, porque no hay duda de que estaba allí. Donde surge la duda es del convencimiento general de que él no apretó el gatillo.
Asesinato por encargo y profesionalizado
El autor no sale de su asombro según va recordando el caso. La hipótesis de los sicarios aparece desde el primer momento para luego ser enterrada por la versión oficial. En la crónica de EL PAÍS del 2 de agosto de 1980 firmada por Julio César Iglesias ya se habla de un "crimen por encargo" y de un "reducido número de sicarios".
P:  Ante la pregunta de quién lo hizo usted introduce el personaje de Fierro, asesino profesional, un instrumento de la ficción que no tiene paralelismo en la realidad.
R: La conclusión es que es esta persona la que es capaz de matar con una pistola del calibre 22, con ánimo frío y calculador, tal y como dicen las dos autopsias de los forenses que están en el sumario. Y con esa idea, de esas preguntas sin respuesta, es con la que construyo la novela P: Pero el yerno de los Urquijo se declara culpable ante la policía cuando es detenido en 1983, después se desdice, en el juicio aparece tan tranquilo...
R: Rafi es una persona pusilánime, un niño bien, sin mucha personalidad, sin arrojo, que vivía en la elite de la clase media alta sin serlo, sin problemas en la vida. Vive confiado. Lo que ocurre es que él se va deteriorando en la cárcel y va vendiendo exclusivas, distintas versiones, entre ellas la verdadera. Estamos en un momento procesal muy raro. Declara sin abogado delante porque en ese momento todavía no hacía falta. Le ponen al padre esposado delante, le putean psicológicamente. Es un tipo mentalmente muy débil que al principio cree que se va a librar. Llega al juicio como un héroe.
Circo procesal 
La conversación con Sánchez Soler salta de una cosa a otra. El proceso plagado de irregularidades y hechos que el autor califica de "alucinantes" se interpone en el análisis de la figura de Escobedo, pero es necesario para entender la figura del único condenado y su trágico final. Con el sumario en mente, el autor lanza duras acusaciones, realidades puestas encima de la mesa y reflejadas en la novela.
P: ¿A qué se debe un proceso tan irregular, tan cutre? ¿Era por el momento en que se encontraba España o de verdad había una voluntad de ocultar cosas?
R: Hay alguien que va eliminando pruebas. De hecho, los casquillos desaparecen del juzgado y se dice que unos supuestos policías llegaron allí y se lo llevaron. Eso está en el sumario. No se investiga en condiciones. La Policía se pone al servicio de la familia y sobre todo al servicio del portavoz de la familia en ese momento, que era Jaime Carvajal Urquijo.
P: ¿Y qué había dentro de la cabeza de Escobedo?
R: Sé lo que pensaba mi personaje. Lo que piensa Escobedo es imposible de saber. Lo que sí está claro es que desaparecieron todas las pruebas. En los dos años que está en la cárcel, antes de que lo juzguen, desaparecen todas las pruebas, la pistola no aparece por ningún lado, la prueba que el escribe “yo maté a los marqueses” se pierde. Otra cosa que falla es el móvil ¿Lo hizo por venganza? ¿De qué? Si estaba casado en separación de bienes y ya estaba separado de la mujer.
El inspector Romero . FOTO: ALEJANDRO RUESGAP: ¿Se quitaron de en medio a Escobedo?
R: A ver. Escobedo estaba muy pasado de rosca. Anuncia en el programa de Jesús Quintero que se va a suicidar. Y a los pocos días aparece en su celda colgado de una ventana, con una sábana, con los pies rozando la cama, de manera que si los estira la toca, que si en el momento último hubiera querido evitar el suicidio hubiera podido. El cuello no tiene la ruptura los ahorcados, del peso de la caída y para colmo tenía cianuro en los pulmones. Y  entran y no hacen nada: bajan a Rafi, no toman medidas, no toman huellas, no hacen fotografías. Cuando se llevan el cadáver, dejan la puerta abierta y la gente se llevó lo que quiso.
P: ¿Se lo quitaron de enmedio porque sabía demasiado?
R: No creo. Se lo quitaron de enmedio porque molestaba, simplemente. Su propia presencia era un coñazo. Lo condenaron a 54 años. A Emilio Hellín (asesino ultraderechista de Yolanda, crimen que conmocionó a la España de la Transición resucitado por nuestro compañero José María Irujo) lo condenaron a 47 años y salió a los 16. Hubiera salido perfectamente en poco tiempo. Pero se fue deteriorando. Es lo que terminó de hacer tremenda la historia.
P: En todo esto hay un héroe, un Quijote que se empeña en pelear por la verdad desde su humilde posición. Es el inspector José Romero (en la foto) (lean el gran reportaje que hizo sobre él nuestro compañero Jesús Duva), en la novela, inspector Montero ¿Qué ha sido de él?
R: Es abogado. Lógicamente, una persona con esa inteligencia no podía aguantar mucho esa situación.  En plena Transición aparece un crimen brutal, cuyas víctimas tienen nombre de banco, amigos de la Casa Real, de Adolfo Suárez, gente con mucho lustre social. él investigó como haría cualquier policía, siguió la pista y lo pilló. Entonces todos los otros policías de homicidios hicieron el ridículo de una manera monumental. A todos. Haciendo una investigación sencilla, de comprobar, de procedimiento.
P: ¿Sería posible un crimen así hoy en día?
R: Sí. Lo que pasa es que ni la policía ni los criminales cometerían tantos errores.

Las mil caras de Torres Baena

Fernando Torres Baena.

Un pequeño pasillo con puertas a ambos lados se abre ante sí; avanza de forma decidida, antes de empezar a entrenar, y abre una de las puertas ubicada a su izquierda
. Se queda helada ante lo que ve
. La imagen es la siguiente: Fernando Torres Baena, el director de la escuela de kárate a la que acude, está sentado con las piernas cruzadas y en una de ellas se apoya una niña, de muy corta edad. Tiene nueve años. Él, mientras mira hacia la puerta que se abre, tiene una de las manos en el interior del karategui de la pequeña
. La escena ocurre en el centro de un tatami rodeado de espejos. La imagen recorre la habitación. Son varios espejos en los que una de los testigos del caso Kárate ve a la misma persona.
 Un juego de imágenes que quizás sirva para explicar las mil caras de este hombre que, según decenas de testigos y presuntas víctimas, tejió una red casi perfecta de pederastia y abusos sexuales a menores.
Al recordar esta imagen en la sede judicial, la presunta víctima que aporta esta historia desliza unas lágrimas. Tiene a Torres Baena a unos metros, que mira de forma fija al biombo que les separa, como atravesándolo, y no hace ningún gesto
. Impertérrito. Nada parece intimidarlo. Al fin y al cabo, según los testigos de la acusación, “están relatando su obra”.
El mayor juicio por pederastia celebrado en España comenzó el pasado 3 de mayo y como adelantó en su inicio el presidente de la sala, Emilio Moya, se extendió hasta diciembre.
 La mayoría de los 188 testigos han declarado tras un biombo para poder preservar su intimidad y no revelarla en una vida que, en la mayoría de los casos, no tiene nada que ver con su adolescencia
. Entre todos los acusados se enfrentaban a más de 600 años de prisión. Y parece que todos recurrieron a una única estrategia: el silencio.
Fue relevante, porque el único de los cuatro acusados que habló cuando se inició el juicio fue el propio Fernando Torres Baena. El resto guardó silencio. Al menos uno de los tres abogados de los imputados restantes ha pedido a su cliente que se desmarque de Torres Baena y rompa el silencio. Los ruegos han caído en balde
. Al líder no se le traiciona. Al fin y al cabo, “era el jefe supremo”, como recordaba una testigo, y lo sigue siendo.
Un fotógrafo canario recuerda cómo hace unos años, antes de una exhibición de kárate de la escuela de Torres Baena, en un entrenamiento acudió al Centro Insular de Deportes para tomar una fotografía de los participantes, la mayoría niños y jóvenes.
 Después de mucho intentarlo, no consiguió calmar a la jauría para retratarlos, hasta que Torres Baena inquirió quietud
. El silencio dentro del pabellón fue atronador. Las caras de los más pequeños, un poema.
Las declaraciones durante el juicio, tanto las que han sido a puerta abierta como las que se han celebrado a puerta cerrada, han dibujado al principal acusado como un hombre convincente hasta el extremo.
 Hubo amenazas, pero también persuasión por parte de la organización de la red pederasta
. En alguna ocasión, tanto Baena como otra de las imputadas mantuvieron conversaciones con padres a los que sus hijos habían informado de prácticas extravagantes e hirientes en el gimnasio.
 Sin embargo, confiaron más “en el profesor”. En “el mentor”. En “el campeón”.
En el hombre que “fabricaba campeones”.
La casa de Vargas, en Agüimes (Gran Canaria), a la que llevaba a los alumnos que consideraba la élite se convirtió en un lugar de pavor para muchos de ellos
. Dentro de esa élite había dos grupos y, por tanto, en Vargas había dos viviendas, porque el aislamiento era otro de los factores clave para que el plan no se desmoronase. En una de ellas ocurrían, según los testigos, todo tipo de abusos sexuales.
 En la otra, un chamizo a medio construir, según se puede comprobar en las imágenes que tomó la Policía Nacional durante el registro, se observaba “la normalidad” de la que hablaban los vecinos cuando fueron preguntados
. Una casa en construcción “en la que los jóvenes trabajaban y entrenaban”.
“A cuatro patas tenía que correr como un perro y aceptar todo”, para deleite de sus profesores, recordaba otra presunta víctima.
 Había que demostrar lealtad y sumisión ante el superior, mientras la “normalidad” reinaba a vista de los demás.
 Además, según recuerdan las personas que han pasado por sede judicial, cuando se aproximaba el momento de abandonar o decir que aquello no estaba bien, había una réplica en cascada informando de lo absurdo de esta conducta y que, de cualquier forma, en caso de denuncia, “podría huir a Cuba”, según coincidieron varios testigos.
Los psicólogos y forenses que le han entrevistado no quieren dejar ni un resquicio de duda en sus informes: “Descartamos que nos encontremos ante un enfermo mental”.
 Recogen que Torres Baena, durante las entrevistas, presentó “un narcisismo patológico, con una autoestima desorbitada que le hace sentirse único y especial”, añadiendo que reclama “admiración excesiva de las personas que le rodean”.
 Sin capacidad de empatía, según los documentos, “solo la muestra en la medida en que pueda obtener un beneficio secundario y satisfacer sus necesidades de ser admirado”.
El principal imputado tiene muchas caras, pero es exigente en todas.
 Consiguió convencer a los representantes públicos del Cabildo de Gran Canaria para obtener numerosas subvenciones hasta poco antes de que fuese detenido. Lo recuerdan como un hombre disciplinado con el deporte y convincente a la hora de trabajar. Amable y cercano.
Aquí se recuerda aquello de “solo muestra empatía cuando puede obtener un beneficio secundario”, que era el dinero. Necesitaba dinero y aseguraba que “una escuela de kárate no es rentable”.
Entre otras cosas, no lo era porque, según ha relatado EL PAÍS un joven de Las Palmas de Gran Canaria que fue alumno suyo, a veces no cobraba a algunos alumnos
. A él, de hecho, nunca le cobró. Le invitaba a ir al gimnasio y tomar clases de forma gratuita. Se cansó y lo dejó sin ver nada raro. Cuidadoso hasta la extenuación, Torres Baena no invitaba a Vargas o se excedía con aquellos a los que no tenía “dominados”, han recordado distintos alumnos suyos antes los jueces.
En prisión está mostrando otra cara, pero quizá sea la misma.
Según funcionarios y compañeros del recinto penitenciario, durante un tiempo ha organizado el gimnasio y puesto los horarios. Quiso incluir en el nuevo orden derecho de admisión, una cuestión de razas, pero fue imposible. Pasea silencioso, pero ha ido formando una leal corte a su alrededor.
En el juego de espejos de Torres Baena, las mil caras del principal acusado del caso Kárate, está siendo destapado por las presuntas víctimas.
 El vanidoso, el exigente, el disciplinado, el violento, el sectario, el ilustrado, el amo, el débil, el dominante y el dominado, el convincente, el inteligente, el frustrado, el aburrido y, sobre todo, el incapaz de conseguir sus deseos por sí mismo, dado que la mayoría de los testigos cuentan que eran sus cómplices los que se dirigían a ellos para hablarle bien de Torres Baena.
Para “captarlos”
. Él no tenía la capacidad para hacerlo.

Pena de 302 años para el acusado del mayor caso de pederastia de España

La sentencia del 'caso Kárate' tilda de depredador sexual a Torres Baena

El tribunal condena a las dos acusadas a 126 y 148 años pero absuelve al cuarto imputado.

Lectura de la sentencia del 'caso Kárate'. / REUTERS-LIVE!
principal acusado del caso Kárate, el mayor juicio por pederastia celebrado en España hasta la fecha, ha sido condenado hoy a un total de 302 años de cárcel al ser encontrado culpable de 35 delitos de abuso sexual y otros 13 de corrupción de menores cometidos durante años en el gimnasio de artes marciales que regentaba en Las Palmas de Gran Canaria y en su chalet de Playa de Vargas
. No obstante, solo podrá permanecer en la cárcel un máximo de 20 años por imperativo legal.
 El auto condena también a las dos mujeres acusadas, las monitoras María José González (mujer de Torres Baena) e Ivonne González, con penas de 148 y 126 años de prisión, respectivamente, pero absuelve al cuarto acusado, el monitor Juan Luis Benítez.
La sentencia tilda a Torres Baena de "depredador sexual" y considera probado que, en su condición de maestro de las artes marciales, desarrolló un conglomerado de técnicas de manipulación para que sus alumnos se doblegaran en su requerimiento a cualquier práctica sexual y sin importarle el género.
 Asegura que convirtió su gimnasio y su chalet de Playa de Vargas en un centro de orgías durante 15 años, sin distinción de edad, sexo y número de participantes.
Comentarios a la sentencia del 'caso Kárate'. / REUTERS-LIVE!
El auto considera también que Torres Baena utilizó como cebo sexual a su mujer y monitora del gimnasio, María José González, y que luego cambió de táctica valiéndose también de otra monitora, Ivonne González, para crear una tela de araña.
 Afirma también que los abusos se produjeron en continuidad delictiva y dolo continuado, es decir, que constantemente sabían que estaban haciendo el mal.
 Algunas de las víctimas tenían menos de 13 años, por lo que se declara probado el delito de corrupción de menores, aunque solo para Torres Baena porque era el que organizaba todos los encuentros.
En cambio, el auto del tribunal no ve probados los hechos imputados a Juan Luis Benítez, por lo que este, para quien el fiscal pedía 18 años, ha resultado absuelto.
El juicio del caso Kárate se inició el 3 de mayo de 2012 y se prolongó hasta el pasado mes de diciembre. Durante ese tiempo, numerosos testigos aseguraron haber sufrido abusos sexuales siendo menores de edad por parte de los acusados.
En la primera jornada del juicio, los cuatro acusados negaron haber cometido los delitos de los que se les acusaba.
Torres Baena negó haber mantenido relaciones sexuales con los casi 40 testigos sobre los que se le cuestionó durante el juicio y afirmó que, tras estudiar el sumario, "no tiene ni pies ni cabeza".
 Aseguró también que se enteró de las acusaciones de haber mantenido relaciones sexuales con sus alumnos cuando le interrogó el juez. "Yo me entero de las relaciones sexuales cuando leo el sumario y me interroga el juez", dijo en el transcurso del juicio.
También afirmó que nunca ha incitado a nadie a tener relaciones sexuales y vio injustas las acusaciones en su contra. "Desde el primer momento --declaró en la sesión del pasado 17 de mayo-- he dicho que en mi vida he animado ni incitado a nadie a tener relaciones sexuales.
 Nunca lo he hecho y es injusto lo que se dice de mí".
La versión del acusado fue rebatida por el relato de numerosos testigos y supuestas víctimas.
 Por ejemplo, una joven señaló que perdido la virginidad con Fernando Torres Baena cuando tenía 13 años, y otra explicó que Torres Baena le comentó que si se descubría lo que ocurría en el gimnasio se iría a África y montaría allí "todo igual".
Otros tres testigos relataron ante la Audiencia de Las Palmas haber formado parte de tríos e incluso quintetos sexuales siendo menores de edad por indicación de Torres Baena.
El abogado de la acusación particular, José María Palomino, insistió en su informe final en que más de 20 víctimas habían denunciado penetraciones anales cuando eran menores de edad y otras tantas aseguraron haber sido desvirgados por los acusados, en muchos casos a la edad de ocho y nueve años. Palomino reclamó una sentencia ejemplar para demostrar a las víctimas que "ha valido la pena pasar por este largo y tortuoso juicio".
El informe del fiscal también hizo especial énfasis en el trabajo desarrollado por Torres Baena en torno a la manipulación de los menores:
“Hay que tener en cuenta que no llevó a modificar los comportamientos de los niños, sino a generar comportamientos de naturaleza sexual en una edad en la que carecen de formación en esta materia”.